Partida Rol por web

"¡Me alegra encontrarte de vuelta, hermana!" exclamó Lythrai rodeando los hombros de Yizlin con un brazo y empujñandola contra ella en un abrazo. No le echó mucha importancia al pronto de locura de la exmedusa. Total, Pain le parecía más un loco, y ese aparentaba estar cuerdo. Igual que había gente loca que aparentaba estar cuerda, había gente cuerda que aparentaba estar loca. Como Yzlin... y bueno, también Hazir y la propia Lyth. ¿Y cómo sería Diraknian? ¿Cuerdo? ¿Loco? ¿Locuerdo?

En cualquier caso el momento Eureka de Yzlin les mostró cómo avanzar. Lyth prontamente se puso a ayudar. Así que ir a por los perros salvajes ¿eh? Sí, era el camino más prometedor. Y también más divertido, así que, ¿por qué no? "Puede que no sean perros... pueden ser hienas, gnolls incluso... Lo sabremos al verlos, claro."

Diraknian, Hazir, Lythrai, Yzlin y Honny

Hazir y Lythrai os apresuráis a ayudar a Yzlin. Entre los tres, el peso de la plancha de hierro casi ni se nota. Intercambiáis sonrisas por el regocijo de haber descubierto cómo alzar las paredes que os aprisionan al tiempo que Hazir propone ir hacia la manada. Pero tal y como vosotros la habéis detectado, ellos os huelen. Casi podéis sentir su pelaje erizándose al tiempo que los ladridos resuenan en la estancia como un estruendo en crescendo. Se acercan. Pero hay algo raro en esos ladridos que, a priori, no sabéis identificar. Como si cambiaran de sitio al azar.

De pronto, un enorme mastín de pelaje ocre se encuentra ladrando ferozmente tras la plancha metal que segundos antes estaba siendo analizada por Hazir. Gotas de babas son salpicadas a través del respiradero. Otro perro tan grande como el primero pero atigrado, está junto a él salibando con cada ladrido. Un tercero aparece ahora en la sala contigua ésta, pero el negro ha desaparecido -van y vienen-.

Otro más aparece en la sala donde Hazir, Lythrai e Izlín sostienen alzada la pared. Un gran cánido con pelaje marrón amarillento y grandes orejas. De apariencia normal, de pronto desaparece al percibir vuestra actitud defensiva mientras parpadeáis y reaparece al instante en un sitio diferente.

Hay una cosa que os ha quedado clara a todos. Han llegado de algún punto en paralelo a la pared alzada.

Demasiado débil para oponer resistencia, Nickar, eres arrastrada por el suelo de piedra en dirección oblicua, hacia la pared de la que salen los tentáculos. Los observadores pueden ver que éstos se mueven oscilantes a través de la roca, algo imposible a no ser que sean inmateriales a la altura del muro o que éste carezca de consistencia y sea sólo un engaño a vuestros ojos¹.

-Los que luchéis cuerpo a cuerpo, no os acerquéis- afirma el viejo dando un paso al frente -No pensaba hacerlo aunque tuviera mil armas conmigo- se jacta Hexinton Gliargae a modo de respuesta -Jajaja, sí, eso sí- contesta al comentario de Pain.

-No voy a dejarla.- Añade sabueso avanzando hasta ella realizando gestos suaves con una mano, como si masajeara el aire. Tras ello, toca el hombro de la tiflin y ésta desaparece. Los tentáculos que disparaban de ella se retraen por la liberación del peso. Unos segundos después, Nickar reaparece en el mismo sitio. Sabueso tira de ella hacia atrás y se interpone en una postura curiosa, inacabada, manteniendo el equilibrio y completamente inmóvil. Los tentáculos se recuperan y rápidamente salen disparados hacia él. Nuevos tentáculos emergen con furia desde la pared opuesta doblando su número pero Sabueso, continúa inmóvil, concentrado. Ejecuta la postura y una violenta energía ígnea y de magia en bruto lo rodea chamuscando los finos filamentos en el último momento que se retraen. Tan intensa, que las prendas de Nickar comienzan a arder.

El "mago" se mueve hacia el punto de salida de los tentáculos. Las sillas que Nickar arrojó son consumidas por las llamas.

-Inesperadamente oportuno- comenta Hexiton apartando la vista, molesto por la luz y el calor.

El mago rompe la postura y el efecto termina. Se gira para auxiliar a Nickar y retroceder hasta el cobijo del lugar seguro, fuera del alcance de los tentáculos.

-Su falta de empatía me resulta molesta, caballeros- comenta Sabueso en tono sereno -¿Quien o qué eres tú?- le pregunta Hexinton a su lado. -Lo primero ha sido un conjuro, lo reconozco, pero lo segundo...- Sabueso lo ignora mientras analiza los puntos de contacto en la piel de Nickar.

...lo segundo ha sido una postura. Ha usado un conjuro y ejecutado una postura muy rápidamente, antes de que a las hebras les de tiempo a reaccionar.

-No soy sanador. No puedo hacer que te recuperes- comento con cierto pesar -Pero estás bien, no tienes heridas.- Detecto el cansancio en el cuerpo de Nickar. Tan cansada que está a punto de dormirse.

Delante de ambas puertas, contemplo el espectáculo. No me han visto aparecer, sólo uno detecta mi presencia. Alzo las cejas a modo de saludo cuando mira hacia mí. Tras ello, niego con la cabeza apuntando a que se dirigen hacia el camino equivocado. -Estás puertas están cerradas por una razón. Vuestro destino está en dirección contraria-

Desaparezco sin más.

Los acontecimientos no ayudan a aclarar tu mente. Todo era sencillo hasta que se complicó. Lo sucedido con Nickar y la escena del viejo te devolvieron al pasillo mientras te rebanabas la cabeza en comprender todo aquello y una cosa quedó clara. Junto al que se hacía llamar "Sabueso" había más probabilidades de sobrevivir en aquel lugar.

Vienen y van, como la marea cambiante de Marcaderiva a la luz de la luna llena, el aroma acre del pelaje de los cánidos, su aliento a carne podrida y el metal en el ambiente abruman por un momento mi nariz, a mi lado, aquella chica flacucha, el sujeto del alfanje y la combatiente arcana levantan la plancha de metal que hasta hace unos segundos pensaba estaba fija en el piso, ellos tres parecían comprenderse y compenetrarse como pocos había visto en el pasado, casi sentí un poco de envidia de esa situación "Concentrate Draki, no es momento para admirar su trabajo en equipo" casi podía escuchar la voz de mi hermano mayor decirme aquello cuando uno de esos enorme perros se apareció justo frente a mi, aunque se retiró de inmediato, no eran simples animales, eran inteligentes, y sin duda deberían ser seres del inframundo - tengo una manera de detectarlos, pero tendremos que trabajar juntos para vencerlos y avanzar, Hazir, Lithray, Hony y yo mantendremos en el centro y protegida a Yzlin, y, como ya dijo Hazir, avanzaremos hacia las jaulas de los perros, tienen que hacerse tangibles al menos para atacar, nos aprovecharemos de ese momento mientras los conjuradores analizan que es lo que son exactamente y si tienen alguna debilidad en particular que podamos aprovechar- dicho esto me posicioné para ayudar a detener la plancha mientras los más débiles cruzaban hacia el otro lado, alerta de la maldad de aquellos canes

Ese tipo no era normal, en principio no le dio la sensación de ir a recibir ayuda alguna, pero las capacidades de apoyo de ese hombre eran asombrosas. Sin duda le quería a su lado... al final iba a resultar que intentar confiar en alguien podía no ser inútil del todo.

No podía apenas hablar, se notaba agotada, solo pudo mirar a su alrededor, aquel lugar era algo molesto, pero los inconvenientes se creaban alrededor de lo que no se comprendía, por lo que sentirse fuera de lugar era culpa de su propia inexperiencia.

Asentí pensativo, dejando que las ideas bulleran en mi cabeza. Rojo estaba allí. Sabueso era —y no sabía cuanto— más poderoso de lo que mostraba a simple vista. El peligro acechaba en cada esquina. Las puertas estaban cerradas por un motivo. Y Él permanecía callado en mi interior. Muchas cosas en las que pensar, de las que tener cuidado y que descubrir.

El viejo era el que más rondaba por ahí arriba. Podía ser un gran aliado, un maestro incluso si tenía razón. Hacía mucho tiempo que no tenía uno en condiciones, uno que pudiera desvelar técnicas más allá de lo común. Pero también era un problema, como no. Había salvado a Nickar y no parecía muy contento con que el dragón y yo hubiéramos estado quietos, divertidos incluso por la situación. Su moral no jugaba a mi favor, y yo, por supuesto, estaba más allá de toda redención.

Cabeceé, apartando todo aquello. Lo primero era lo primero. La pared era uno de los tantos misterios que resolver. ¿Era real u ocultaba algo? Mis ojos se posaron en la fría y lisa piedra que formaba el pasillo, mi mente empezó a trabajar, absorbiendo los detalles. ¿Existía? Esa prisión era un laberinto, una prueba. Ilusiones, mecánica, magia. Jugaba con sus cabezas y atacaba sus cuerpos. Si quería una oportunidad, iba a tener que distinguir las mentiras nada más verlas. Una voluntad de hierro. Dejé que todo lo demás me abandonara, me quedé en blanco y, después, me concentré.

Todos tienen un lobo blanco y un lobo negro en su interior. Las circunstancias son las que incitan al individuo a alimentar a uno u otro. Gracias a tu meditación, a tu fe y esfuerzo, has conseguido distinguir los matices. El mal está siempre presente pero en este caso, se encuentra en Hazir, en Lythrai, en Yzlín y en Honny, pero no en los animales. No en esos perros intermitentes. Ellos sólo defienden su hogar de los intrusos.

No consigues vislumbra de qué truco se valen los tentáculos para atravesar las paredes. El engaño permanece persistente.

Por pura fuerza de voluntad, impones tus sentidos a los engaños y los muros se difuminan. El pasillo que se extiende no es un pasillo como tal, sino una estancia rectangular. A ambos lados, cada losa en el suelo tiene dibujadas runas de algún tipo que no alcanzas a distinguir. Más o menos en el centro de cada una se alza una estalagmita natural de cerca de 10' de alta. Hacia ellas se retraen los tentáculos. Es entonces cuando distingues que poseen boca, grande y profunda, cuajada de dientes cristalinos. Morfolitos sobre un suelo rodeado de trampas.

Tras un instante, asentí conforme, satisfecho conmigo mismo. Aquél muro no solo era una simple ilusión, sino que tras éste aguardaba una sala llena de trampas y peligros. Seguramente Nickar no habría durado ni un instante si Sabueso no la hubiera ayudado, y tampoco tenía muy claro que los demás pudiéramos hacerlo. Además, y aunque casi me podía la curiosidad, Rojo había sido claro. En parte estaba allí por y gracias a él, así que me parecía sensato hacerle caso, incluso si eso iba contra mi arbitraria forma de actuar y llevar la contraria.

—Esa pared es un engaño. En realidad es la entrada a una habitación que, por desgracia, está demasiado protegida. De todas formas, no hay nada para nosotros tras esas puertas. —Sonreí enigmático, sabiendo que mis palabras no tenían una explicación—. Están cerradas por algo —dije haciéndome eco del misterioso encapuchado que parecía querer guiarme—. Será mejor volver por el pasillo. Ahora que ha cambiado la estructura de la prisión, quien sabe a dónde llevará.

Fruncí el ceño mientras mis ojos se dirigían a Diraknian.

Qué bella armadura, con su capa y todo.

¿Quién es realmente Diraknian?
¿Cuál será su historia?

¿Qué nos importa lo que le pase?
Podríamos herirlo y dejarlo atrás
Sería una muy buena distracción

-¿Crees que necesito protección?¿Qué estás mirando?- por un momento hubo fuego en mi mirada. Gracias a Lythrai y Hazir pude dejar de alzar la puerta y concentrarme, como ya lo había hecho antes, en mi ira interior.

-Saca la ira que llevas dentro-

¿Apuntas al paladín o a los perros?

Aparto las voces de mi cabeza (que me provocan una sonrisa), me centro en lo que ocurre.

-No nos atacarán si permanecemos juntos y amenazadores. Si conseguimos que uno de ellos huya entre gemidos, el resto se lo pensarán dos veces antes de atacarnos. Pero no será fácil si están desapareciendo y moviéndose.- Los observo intentando prever cuál será el próximo movimiento. Quizá seamos demasiados para materializarse en una de estas estancias. -Está claro que, mientras uno de nosotros alza paredes, el resto debe rodearlo y defenderlo.-

-Diraknian, detéctalos, puedes orientarme para proyectar mi energía arcana contra el más cercano o el que parezca el cabecilla-

-Convengo, esta prisión guarda secretos que es mejor no desvelar- añado mostrándome completamente de acuerdo con Pain. Cojo a Nickar en brazos, no pesa demasiado y al girarme me encuentro cara a cara con Hexinton.

-¿Escondes algo viejo?- Mi desagrado va en aumento. Bajo la mirada hacia la tiflin -¿Vas a cargar con ella?- pregunto sosteniendo su mirada -Hace tiempo que no como carne decente- empiezo a salivar. Extiendo los brazos dotándolos de musculatura y afilo las garras. -¿Estás seguro de que quieres hacer eso?- me pregunta el viejo con semblante serio -Si ardes en llamas sabrá mejor- le sonrío -¿Qué nos ocultas?- Sabueso permanece en silencio, mira al fondo del pasillo y me rodea sin pronunciar palabra, avanzando con la Tiflin en brazos. Regreso mi cuerpo a su estado normal con resignación.

Palabras... Frases pérdidas que llegan a oídos de quien parece ahora una muñeca manejada pornaquel hombre, los ojos huecos de la tiflin observan a su alrededor, nunca había sufrido esa extraña sensación, incapaz de moverse, e incluso la boca le pesaba, seguramente podría hablar, aunque arrastrará las palabras, pero en ese momento no sabía bien que decir.

No entendía que aquel desconocido incluso se encarara a alguien por ella, solo pudo repetirse para si misma lo mismo que venían diciendo otros - ¿que escondes?

Esos dos me recordaban demasiado a mi propia situación con el resto de prisioneros con los que, de una manera u otra, me había visto obligado a compartir el camino. Lo que no tenía muy claro, sin embargo, era con cual de ellos me identificaba más. Sabueso, sin duda. Ocultaba de lo que era capaz, actuaba cuando lo creía conveniente sin esperar nada de nadie y no se dejaba llevar por los desafíos de otros. Seguramente, si llegaba el momento, simplemente atacaría y punto. Pero también a Hexinton. Sin remordimientos, egoísta, salvaje; no podía negar que sentía cierta afinidad con el semidragón. Más que con los necios ideales del viejo, eso seguro.

Sea como sea, sus rencillas, de momento, no servirían a ningún propósito. Era algo que podría llegar a utilizar más adelante, pero todavía no. Me giré hacia Grook, que llevaba un rato silencioso y ensimismado, y le empujé para que caminara. A Tizoc, simplemente, le ignoré; el goblin —o lo que fuese— no era de mi agrado, ni confiaba en él. Además, seguramente saldría corriendo tras nosotros, con tal de no quedarse solo.

El desconocido Sabueso te sostenía entre sus brazos mientras avanzaba por el pasillo, alejándose del resto que no tardaron en seguir sus pasos. Tus ojos estaban fijos en su rostro, visto desde abajo, intentando discernir sus pensamientos o un signo que revelara algo de su identidad, algo difícil a la luz de las antorchas siempreardientes. Fue al pasar junto a una de ellas cuando viste algo en su cuello. Un fino cordel negro que, seguramente, terminaba en un colgante que quizá tuviera el símbolo de algún dios o el emblema de alguna orden.

Haciendo un tremendo esfuerzo, extendiste los dedos para abrirle el cuello sucio de la camisa.

De pronto, su paso se detuvo y te dejó suavemente en el suelo. Sus ojos te miraron con seriedad, evaluándote, durante un cortísimo periodo de tiempo que no llegaría al segundo pero suficiente. Te ha visto mirando su colgante:

Una pieza de jade con dos símbolos tallados y una inscripción en el centro, entre ambos, con signos de alguna lengua que no conoces. A un lado hay un ave y al otro una serpiente dragón.