Partida Rol por web

Durante el primer recorrido no me había parado demasiado, llamado como estaba por el sonido de la lucha que se desarrollaba al final del pasillo. No me había fijado en los grilletes ahora sueltos que colgaban de las paredes, ni siquiera en que había doblado varias esquinas para llegar hasta la pelea, ya acabada para mi aparición. En esta ocasión, en cambio, si acerté a ver el camino y las cadenas vacías, observé todo aquello, y me dio exactamente lo mismo.

Por lo que habían dicho, ya podía suponer que eran prisioneros. Reos liberados, aunque si era por sus propios medios u otro había intervenido era una incógnita para mi. Fuera como fuera, no cambiaba nada en absoluto; mientras no demostraran lo contrario no eran aliados, solo simples aliados por culpa de una fuerza mayor como era el destino. Eso, por supuesto, los convertía en posibles enemigos en el futuro. Casi todos lo eran, y ahora estaba rodeado por ellos.

Guié a los demás —más porque había sido el primero en abrir la marcha, o más bien en marcharme, que porque quisiera tomar la iniciativa—, y en seguida estuvimos en la sala de las maravillas, como la había llamado el hombre. Que encontraría allí tampoco lo sabía, pero algo tenía que haber, algo que fuera de utilidad y sirviera a mis propósitos. El problema iba a ser separar lo realmente valioso de todo aquello que en mis manos no era más que chatarra, pero por suerte tenía una ventaja frente a los demás: mientras la mayoría necesitaban armas de algún tipo, a mi me valían mis puños. Eso descartaba mucha de la morralla que había ahí, y me permitiría centrarme en otro tipo de equipo. Aún así, iba a necesitar ayuda.

—Grook, Yzlin —dije girándome hacia ellos, llamando su atención. Entrecerré los ojos, tenso; no me gustaba repetirme, y menos pedir las cosas dos veces (casi era suplicar), pero lo hacía cuando era menester, cuando la situación lo requería. Volví a la calma e incluso esbocé una sonrisa con los labios—. Os lo he dicho antes, necesito vuestra ayuda. Sabéis de magia, podéis detectar las auras de éstos objetos. Yo puedo encargarme, con tiempo, de descubrir las propiedades exactas, pero primero necesito saber qué tengo entre las manos. No puedo ponerme a explorar cada anillo, máscara, botas y guantes que vea. ¿Me ayudaréis a seleccionar? —No me costó decir lo siguiente; el mundo era un intercambio, incluso para alguien como yo, que cogía aquello que quería, había un precio—. Equipadme y os deberé una. Lo que pidáis, mientras no acabe conmigo, claro.

Viendo aquel lugar no pudo evitar recordar un poco el nido de armas que vio a la entrada del laboratorio. Nada sacó en claro de ellas, tal y como Pain decía podía investigar sus funciones con el tiempo, pero no saber a simple vista que armas eran mágicas.

Personalmente querría algo poderoso con lo que atacar a distancia, la daga de comadreja no estaba mal, pero era de un único uso, lo que le limitaba en exceso.

Miró por encima, podría revisar también si los veía algunos pergaminos,... Miró sus inseparables armas, colmillo, golem y sílfide, pensando si sería justo dejarles en aquel cementerio de armas tomando algo que le ayudara más. Después de todo de verdad se podía considerar una diosa, solo por llegar hasta ahí armada con ellas. Mero metal, que sin duda apreciaba, pero los enemigos eran cada vez más temible, y su propia grandeza pronto no podría suplir el apoyo que otros poseerían en contra de su majestuosidad.

Examinando la situación, y viendo la pinta de los "Compañeros" que llegaban y se reunían en nuestra comitiva, fruncí el ceño, no solo por lo implícito en que tendría que trabajar y pelear codo a codo con seres contra los que normalmente desenvainaría mi arma, si no que, además, ninguno estaba preparado para prestar apoyo curativo en el combate además de mi, y mi magia curativa era muy limitada -Sabueso... dime sinceramente... crees que podamos confiar en ellos?- la verdad era que no me hacía nada de gracia, él era de los pocos en los que no detectaba un aura maligna, aunque eso no significaba que fuese un santo, al menos sabía que podía llegar a confiar más en el que en la mayoría de los demás -aunque por ahora trabajemos juntos nada impide que nos traicionen en cuanto tengan oportunidad, querría saber si nos cubrirías las espaldas a mi y a Honny mientras cubrimos la tuya, en el peor de los casos- esperaba que no llegasemos a eso, y en todo caso, no soltaría el primer golpe, pero si que lo devolvería.

¿Algo más que pueda saber de este lugar? ¿Incluido si es seguro lanzar un simple Detectar Magia?

Sabes que es un espacio de Gehenna, un fragmento del plano infinito -¿Es una parte de éste desgarrada y aislada del plano original o, por el contrario, es el plano completo y lo que ha ocurrido es que os habéis trasladado de plano?- Si la segunda afirmación es cierta, morir implicaría volver a la prisión. Si el primer pensamiento es cierto, morir sería para siempre.

En cualquier caso, poco sabes de este plano salvo lo común. Muchos dioses malvados lo han usado de guarida y, aunque una deidad puede cambiar la dimensión a su voluntad, la magia funciona de forma normal... en el plano...

Claro que, estáis en una fortaleza (seguramente de algún dios caído), dentro de un plano que puede ser alterado por poderes divinos. Saber de quién es/fue este lugar sería de vital importancia para tener claro a qué os enfrentáis.

Por otro lado sientes una grata ausencia. Te das cuenta de que Nizar ya no está dentro de ti y tienes el control total de tu cuerpo.

-¿Confiar?- niego con la cabeza tras deslizar la mirada por los presentes -¿Pero qué otra opción tenemos? No les hagamos enfadar y, sí, nos cubriremos las espaldas- termino diciendo aceptando de muy buena gana que aquel caballero honorable estuviera de mi lado y no del bando incierto del resto de los allí reunidos.

El grupo emprende la marcha a través de unos pasadizos que parecen aparentemente iguales, confiados, inmersos en un silencio depredador.

Diraknian decide acompañaros seguido de Sabueso. Ambos murmuran algo mientras os alcanzan. Hexinton, atónito, mira vuestra marcha, alterna con Honny -Yo con esta no me quedo- ruge mientras os sigue entre gruñidos. Honny cierra la comitiva.

Pain encabeza la marcha, avanzando con paso firme y seguro, seguido de cerca por Grook e Yzlín que miran en derredor grabando en su memoria cualquier dato del entorno que puedan usar en el futuro. Hazir y Lythrai tras ellos. Tizoc y Nickar, Diraknian y Sabueso, Hexintón y Honny. La atmósfera es distinta, el aire está enrarecido. Huele algo que no sabéis muy bien calificar.

Nickar te adelantas, sobrevolando por encima de las las cabezas.

Pain estás a un paso, a punto de girar hacia la sala, viendo el resplandor que emite la estancia, cuando la tiflin pasa por encima de tu cabeza, tomándole la delantera deseosa de probar suerte con la mirada. Alzas la vista, distraído por el vuelo de tu "compañera" al momento que tu fino oído escucha el chasquido y el suelo desaparece tras sus pies.

Hazir, tu corazón salta y tu instinto da la voz de alarma: ¡TRAMPA! Un foso que ocupa toda la anchura del pasillo se abre. Yzlín, Grook, Lythrai y Hazir perdéis la superficie y la gravedad provocará que os precipitéis al vacío¹.

Al momento, Hony sale proyectada hacia delante, saltando con agilidad por encima de la cabeza de Hexinton, Diraknian y Sabueso, extiende su bastón mientras se desliza por el pavimento hacia el borde del foso².

Hueles a lo que huele un pensamiento poderoso y, al momento en que se abre el pozo, perro. Huele a manada ahí abajo.

El suelo desaparece tras de ti, varios de tus compañeros caerán al vacío y, pese a que el tiempo parece ralentizarse, no reaccionas.

-Esto será un autentico caos de confusión. Aquí reina un poder que juega con las mentes de los intrusos, haciendo que se extravíen, que se equivoquen de dirección y que no puedan recordar con claridad qué objetos estaban en qué estancias ni la localización de las mismas.

Y... si aún mantiene poder suficiente, este reino abandonado convertido en prisión mantendrá una especie de consciencia primitiva.-

La estancia de los objetos no es más que un montón de armas herrumbrosas y mobiliario podrido. No hay destellos, no es la sala que viste cuando pasaste por primera vez "por ahí".

Estabas con los sentidos completamente abiertos. Una vez que has deducido que una simple detección arcana no reviste peligro, esperabas que las áuras mágicas centellearan. Pero no has visto ninguna en el pasillo. Ni siquiera cuando se ha activado la trampa. El suelo ha desaparecido demasiado rápido bajo vuestros pies y, mientras sientes la fuerza de la gravedad, te das cuenta de que no es magia a lo que os enfrentáis. Es otra cosa, algo más visceral (psiónica).

-¡Maanzicorian, una deidad ilícida!- A tu mente llegó el nombre con la misma urgencia que la búsqueda de un asidero para no caer al tiempo que sientes un dolor abrasador en el hombro derecho y eres teleportado más allá de la abertura del foso¹.

-Iiiih- Yzlín no consigue agarrar el bastón de Honny y cae al vacío. Escucháis el golpe contra el suelo, que no es de piedra sino de metal. Lo que hace que el sonido sea extraño y el eco retumbe.

—¿Hum? —Miré atrás de reojo, ligeramente sobresaltado, aunque sin sorprenderme. No reaccioné, simplemente me quedé ahí plantado, observando como unos y otros caían a cámara lenta o lograban recobrar el equilibro en el último momento, evitando la trampa por los pelos. Al parecer, ese sitio era más peligroso de lo que parecía en un primer momento, que no era poco—. Vaya.

Cyrik eligió ese mismo momento para aparecer en mi cabeza de nuevo, para dar una explicación. Estaba bien saber que, incluso sin aparentarlo, esa prisión era un laberinto en si mismo. No podía fiarme de mis propios sentidos y casi tampoco de mi intuición. Iría a ciegas por allí, perdido, moviéndome al antojo de una fuerza invisible que tiraba los hilos desde las sombras y jugaba con nosotros. Era, exactamente, como el resto de mi vida había sido.

Sonreí.

—¿Quieres que acabe con lo que sea esa conciencia? Eso liberaría a los dioses, ¿verdad? ¿Es lo que quieres? —Asentí—. ¿Sabes cómo hacerlo?

-Paladine permiteme proteger al desvalido del atroz destino!- mi cuerpo actuó por impulso al ver como aquella mujer se precipitaba al vacío del pozo, inmediatamente me lancé tras ella y usando el impulso que llevaba la arrojé de vuelta hacia el borde