Partida Rol por web

Me arrastraba lo máximo posible pero no parecía ser nunca suficiente, ni siquiera lanzar golpes al aire con mi fiel martillo los mantenía alejados, ¿Este seria mi final? ¿Arrinconado, acobardado y devorado?

Cansado ya de luchar pero sin dejar en mi empeño, escuche la voz de la mujer para luego ver su delicada mano tendida hacia mi. ¿Por que me estaba ayudando? Negué ese pensamiento y ofrecí mi mano sin pensarlo un instante mas, si su esfuerzo era salvarme yo estaría dispuesto a agradecérselo lo mejor posible.

Cuando Ana llegó hasta Charlie, le ofreció su brazo, agarrándole con las pocas fuerzas que le quedaban, mientras intentaba ignorar la desesperación y el horror que se acumulaban a su espalda.

- Venga Charlie. - le dijo - Vamos a salir de aquí.

La situación era desesperada. Una gran criatura con tentáculos con zarcillos abarcaba todo el zigurat y reptaba descendiendo abarcando cada escalón de aquel edificio. Mientras, a pocos metros de la criatura se hallaban Charlie y Ana luchando por su vida. El primero trata de huir, pero su pierna rota lo traiciona pero logra mantenerse separado del devorador que se retuerce sobre él, clava su martillo sobre la parodia de cabeza del ser y una sangre negruzca comienza a manar sobre su mano. Ana lo ayuda tirando del consternado Charlie que trata de limpiarse la sustancia de la mano. Bedford aprovechando la atención que sus dos compañeros logra escabullirse por el otro lado del edificio esquivando algunos de esos retorcidos seres.
De repente, la titánica criatura emite un rugido ensordecedor que hace temblar el suelo. Los devoradores se detienen y comienzan a agacharse inclinando la cabeza profiriendo los mismos cánticos distorsionados que habían escuchado antes. La criatura se yergue cuán grande es y emite un segundo rugido, más aterrador que los anteriores.

Ana ayudó a Charlie a caminar, sirviéndole de apoyo. A sus espaldas, oía el rugido del calamar gigante, y sentía la presencia de las oscuras criaturas que les acechaban, mas no cejó en su empeño. El miedo, que le atenazaba el vientre, la impulsaba a moverse con la mayor rapidez posible, pese a los gemidos quejumbrosos del pobre Charlie.

- Aguanta. - le dijo - Ya queda poco.
 

Gracias a la pausa que decidieron hacer esos caníbales, era momento de marcharse de allí, aunque fuera a gatas o sin extremidades.

Tuve la suficiente sangre fría como para guardar por un momento el martillo en el bolsillo de mi
gabardina antes de escalar por el frágil cuerpo de la valerosa mujer simplemente para ponerme el pie.

El pinchazo que me produjo el intentar posar el pie produjo el primero de muchos quejidos, que esperaba que la mujer me perdonara por mi falta de hombría. Pero atrás quedaron las apariencias y la diferencia de sexo, después de todo ella era la salvadora y yo el salvado.
-No sabe como, no sabe...-Por un momento el rostro de esa mujer se transformo en el de mi amada hermana y no pudo hacer otra cosa que empezar a llorar. El dolor junto con el recuerdo produjeron las lagrimas, pero no por eso dejaría de arrastrar la pierna rota o saltar para alejarme de allí, incluso volvía a tener mi fiel "maza" en mi mano libre, por si alguno de esos monstruos los perseguía.

Pese a lo que pasaba a mi alrededor, yo solo tenia un miedo en ese momento. Perder el conocimiento y condenar así a esa maravillosa mujer, por negarle la oportunidad de escapar.

Con gracia y resolución la mujer demostró coraje y determinación que pondría en ridículo a cualquier hombre fornido. Charlie sacó fuerza de flaqueza y se ambos corrieron sin mirar atrás, ni siquiera cuando la enorme criatura emitía otro chillido aterrador. A estas alturas la adrenalina les hacía moverse con gran resolución y el espíritu parecía adaptarse a la horrenda realidad que estaban viviendo. Era sorprendente como el ser humano se aferraba a la vida y como la razón sepultaba lo demencial.
El doctor Bedford refuerza su voluntad y emplea hasta el último aliento para llegar a la cima. La entrada al zigurat/caverna está ante él. Respira agitado. Quizás el final se precipitaría a una feliz dicha, el libro debía estar allí dentro, sólo esperaba no equivocarse y hacer lo adecuado para acabar con esa vil criatura que los había llevado allí provocando aquel naufragio. ¿Cuál era el cometido real de esa deforme monstruosidad? A saber, al fin y al cabo no era de ese mundo y sus designios son más elevados que los ideales y deseos humanos.

Vuestra despavorida huida os lleva por entre construcciones extrañas de color gris plomo, en consonancia con el cielo. No os detenéis a razonar y sacar conclusiones al respecto, sólo avanzáis sin mirar atrás. Esas estructuras desafían toda ley natural, no parecen estar hechas por ningún ser vivo, pero ahora eso os importa poco.
Charlie no puede más. Os detenéis delante de una enorme roca. Hay un arco que lleva a una zona resguardada. No parece que nadie os siga. Tenéis que tomar un respiro.

Escuchas algo. Parece que unos pies se acercan arrastrándose. Se dirigen justo hacia donde has establecido tu lugar de escondite. No tiene sentido correr más pero ese arrastrar de pies se interrumpe. Escuchas jadeos, como si alguien respirara con dificultad. Si te asomas salvando la piedra que tienes como parapeto podrás ver que se ha detenido delante.

El corazón de Walter palpitaba acelerado. La rorida hacia la cima habia sido agotadora, pero tal vez fuera la única chance. Si el libro de encontraba allí, debía destruirlo. Y si no... al menos le quedaban algunas balas. Con una le bastaría. No dejaría que ese mostruo lo tomara vivo.

Ana miró atrás un momento, comprendiendo de repente que se habían quedado solos, ella y Charlie. ¿Dónde estaba Bedford? Habría jurado que al menos él seguía con vida. Fuera como fuese, ya no había vuelta atrás. Ayudó a Charlie a apoyarse momentáneamente, mientras intentaba pensar en cómo salir de aquella isla. Tal vez en el avión hubiese algún bote, o algo similar...

- ¿Qué tal estás? - preguntó a Charlie - Déjame echarle un vistazo a esa pierna.

Me sente lo mas comodo que una pierna rota pueda dejar. No sin antes ahogar gritos de dolor. El sudor copioso por toda mira cara era una suma de: cansancio, miedo y dolor. Pero el mayor problema es que era frio o yo estaba helado.

-Creo que tengo frio...-Musite a la bella mujer que pareció mas preocupada por mi que por ella misma. Y sin llegar a comprender la razón, pero no seria yo quien le quitara de su error si con eso podía salvar la vida. ¿Pero como salir de allí, a donde correr ¿Correr? Je, que simple pensamiento.

-¿Y los demás?-Hice una rápida cuenta y al menos eran cuatro al salir de la piramide.

El profesor no paraba de oír gritos, sin lugar a dudas eran de sus compañeros. En un momento pudo percibir otro tipo de sonido, parecía algo que se estaba arrastrando. El profesor siente miedo, empieza a temblar pero se aventura e intenta ver que es lo que viene hacía él, saca un poco la cabeza del árbol y observa lo que tiene delante....

No puedes creerlo pero son Ana y Charlie ¿están vivos? Puedes oírles hablar:

- ¿Qué tal estás? - era la musical voz de la actriz - Déjame echarle un vistazo a esa pierna.

-Creo que tengo frio... - parecía Charlie que parecía contener un severo dolor.

Te diriges dando trompicones por el interior. El aspecto es la de una caverna y todo está como cuando entraste por primera vez, las paredes rezumaban ese liquido fluorescente y el hedor era abrumador. Llegas junto al libro de aspecto espectral. Es negro con los bordes plateados. En el suelo yacen los restso de lo que debió de ser el patólogo forence John Wolovitch.

Jhon observó el cadaver por un segundo nomás. Casi sin prestarle mucha atención. Ubiese querido poder rezar por él, poder enterrarlo. Pero no había tiempo. Allí estaba el maldito libro. De alguna forma debía enviarlo a lo profundo del mar. Lo tomó y ojeó rápidamente para ver si algo le servía. Debía salir de allí cuanto antes.

Escucho una voz familiar y al girarme veo sus caras, sin duda Charlie se encuentra un poco tocado, tiene una pierna rota o algo parecido.

- Que tal estáis? habéis conseguido escapar? me pudo la presión y tuve que salir corriendo. Me acerco a ellos para echar una mano.

Ana se giró sobresaltada al escuchar la voz del profesor, y apuntó momentáneamente con la pistola hacia él, hasta que le reconoció, un segundo después, y bajó el arma.

- Hemos salido vivos de milagro. - respondió - La pierna de Charlie no tiene buen aspecto, habrá que hacer algo para que pueda seguir adelante.

Me acerco hacía mis compañeros y examino la pierna de Charlie. Veo que tiene muy mala pinta.

- Venga intentemos ponernos a cubierto detrás de este árbol. Charlie se encuentra muy mal y le digo con voz temblorosa. Ana, tiene algún objeto cortante, puede que la solución sea la amputación del miembro.

Ana miró con incredulidad al profesor.

- ¿Amputar? - preguntó - No puede ser, tiene que haber una solución más fácil. Aquí no hay nada con lo que hacerlo, y... podría morir.

-¿Amputar?-Alce la voz al escuchar al "doctor".

-Sinceramente, profesor. Si va a condenarme, prefiero que no diga nada. No sera mas útil entablillarla? O tener un bastón con el que andar. De verdad. Duele mucho, pero aprecio mucho mas mi pierna.-Estaba sudando copiosamente y eso no ayudaba a pensar con claridad. Pero esas palabras me asustaban casi tanto como lo que dejamos atrás.

-Bus... busquen un par de palos largos. La entablillamos y nos vamos de aquí. De verdad...-Perdí la visión por un momento. Pero nada que no me sucediera, antes por culpa del alcohol.

-Aun tengo algo de alcohol en mi gabardina, con eso podría desinfectarla...-No podía creer lo que estaba diciendo.