Partida Rol por web

Astérope

Tercer día

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09/01/2021, 17:05
Bediviere Lafayette

Soy una tia, ¿recuerdas? Tú no. Sé lo que me digo. -dijo, suspirando, aliviada, al percibir el roce de sus dedos sobre la mejilla, y al observar en su rostro cierta paz- Ha sido terrible, por supuesto. No sé si todos los asteropenses van por ahí amenazando a chicas inocentes como yo con la visión directa de sus pezones... Pero creo que voy a necesitar terapia después del terrible choque cultural.-respondió, con el mismo tono jocoso, a la mención de Elio, apoyando las manos sobre su pecho, sonriendo y encogiéndose suavemente de hombros- Supongo que al final, nos hemos rescatado el uno al otro, en medio de esa marea de música y gente. -apuntó, entrecerrando los ojos como un felino complacido al notar el retumbar de sus latidos contra sus propias palmas, y el tacto de sus dedos cálidos sobre la piel desnuda y erizada de su muslo. 

Alzaba la barbilla y terminaba de cerrar los párpados al percibir aquella caricia ascendente, surcando, remansada, su espalda, entreabriendo los labios al sentir cómo la mano furtiva se enredaba en su pelo. Volvía a abrir los ojos, para encontrarse con su mirada, contemplándola como si fuera lo primero y lo último que hubiese visto jamás, provocando, que el inevitable sonrojo asomase a sus mejillas, junto a la sonrisa mal contenida, maliciosa e hilarante que emergía de sus labios llenos, al escucharlo decir que era la mujer más preciosa que había visto nunca- Cursi... Pero aún así un jodido encanto.- repitió, entre susurros, ladeando su sonrisa mientras sus manos se agarraban, inconscientes, y casi como por inercia, a su camisa. 

Notas de juego

Redundancias

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09/01/2021, 18:53
Nikita Pontecorvo

No, todos los asteropeses no —sonrió—. Eso es pura marca Elio. Y quién sabe si no nos lo acabaremos encontrando en pelotas en la piscina —fingió un escalofrío—. Es la cosa con menos vergüenza de este mundo. Ríete de Bryony. Pero me gusta verlo feliz, ¿sabes? En realidad espero que cambie, pero solo lo justo —confesó mientras seguía acariciando su pelo—. Vera es en realidad peor, en el sentido de más terrible. Pero ella sí que sabe ser un jodido encanto siempre que quiere. Es la lista de la familia —bromeó solo en parte—. Lo de hoy es un ejemplo: ella es la que ha terminado saliéndose con la suya viniendo sin avisar. Y así con casi todo. Pero siempre nos hemos entendido bien. Temía que cuando le entrara la tontería eso pudiera cambiar un poco, pero no, ha habido suerte.

El éxtasis tal vez, la confianza que le daba la chica, el haberle hablado de cosas que no había contado a nadie más o querer hablar de algo que no fuera terrible… Lo que fuera parecía haber soltado su lengua y se dio cuenta que estaba hablando demasiado de sí mismo. Le encantó ver a Bediviere burlarse un poco de él y su piropo cursi, pero le había gustado o, al menos, no le había hecho perder su título de "jodido encanto". A él le encantó volver a escucharlo, esta vez como un susurro, mientras las manos de la chica se cerraban sobre la tela de su camisa como si se anticiparan a sus pensamientos.

La miró de nuevo profundamente a los ojos, de esa manera que hacía que sintiera una especie de vértigo y mientras la mano sobre su muslo se recreaba apretándolo con suavidad, Nikita tanteó sus labios con un roce, buscando ver si quería que la besara.

Notas de juego

Edito: una errata.

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09/01/2021, 19:46
Bediviere Lafayette

Pensó que escucharlo hablar de sus hermanos era un buen síntoma. Además, le divertía. Le gustaba ver su cara cuando los mencionaba. Era como si se le llenaran los ojos. Como si sus mejillas de pronto estuviesen más llenas. O quizá esas eran sólo observaciones enturbiadas por el manto de la marihuana, la cerveza y el éxtasis. 

Aunque hubiese mentido flagrantemente si hubiese dicho que prefería escuchar cómo seguía hablando a que callara, como hacía a continuación, para mirarla de nuevo de aquella forma capaz de sobrecogerla y buscar su boca, en un roce tan sutil como el de su mano y sin embargo, arrancándole un suspiro entrecortado que ahogaba refugiándose en sus labios, en lo que era un beso cálido, húmedo y lento que volvía a llenar de latidos su paladar. 

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09/01/2021, 21:30
Ingvild Hoem

Como no podía ser de otra manera, los muchachos comenzaron a acercarse, polillas rondando el fuego. No que ella fuera el fuego, apenas otra polilla más volando erráticamente alrededor de la popular anfitriona.

Bryony dispensaba parte de su atención hacia Sharif, quien se reveló como un gran bailarín, pero Ingvild parecía tener ojos sólo para la chica. Hasta que Nikita regresó, con un nuevo vestuario y sin Bediviere, aunque lo más raro de todo era el peinado. Nikita no tenía tanto pelo. ¿O tal vez sí? Se aproximó al recién llegado bailando como Chiba, con los codos levantados y un movimiento como de hip hop con la cabeza, que alternaba alzando los brazos hacia el techo. Miró a Bryony con estupor, señalando al chico desvergonzadamente y moviendo los labios para formular la pregunta silenciosa. ¿Bediviere?. Cuando éste estuvo lo suficientemente cerca estiró un brazo hacia su melena rubia, había que asegurarse que realmente estuviera allí, las bombas del amor eran porfiadas y engañosas, como las sombras.

El tacto le decía que sí, que aquel pelo era real, que Nikita era real. Pero Sharif explicó el misterio, y de pronto Ingvild tuvo un acceso de risa, reía tonta y gravemente, sin quitar las manos de la cabeza del falso Nikita, revolviéndole el pelo de manera cariñosa, y entonces bajó la mirada y el impulso casi irrefrenable de lamer los pezones oscuros del muchacho.

—Tienes los pezones duros —observó como carta de presentación, con la boca abierta y arrastrando a Bryony del brazo a efectos de compartir el hallazgo.

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09/01/2021, 22:20
Nikita Pontecorvo

El pulso de Nikita volvía a acelerarse bajo los besos de Bediviere. El rostro de la chica, más elevado que el suyo, se agachaba hacia él y su pelo le acariciaba la piel cubriéndolo como si lo escondiera del mundo.

Dentro de su pecho podía sentir una alegría entremezclada con impaciencia y la angustia profunda que temía y al mismo tiempo esperaba la respuesta en el teléfono. Pero ahora, en ese instante, en ese algo para el que aún no tenía nombre, empezaba a sentir que Bediviere y él eran capaces de encontrar escondites en el tiempo. Allí a cubierto del mundo, bajo su cuerpo, respirando su aliento, el tiempo los pasaba por alto como si habitaran en otra dimensión.

Nikita se recreó en aquel contacto, acariciándola con su lengua, apretándose contra sus labios llenos soñando con que mientras estuvieran allí nada podría tocarlos.

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09/01/2021, 23:10
Bediviere Lafayette

Notaba el roce de sus pestañas húmedas, contra la piel, mientras sus labios se encontraban en aquel contacto estrecho, dilatado y trémulo, y jadeaba. Jadeaba imaginando que podía, a través de su boca, beberse toda su tristeza. Que podía ingerirla, con cada beso y cada roce de su lengua, hasta arrancarla de su pecho, y esconderla en esa fosa oscura y densa a la que debía intentar no mirar cada mañana, al despertarse. 

Lo contempló, con la respiración desbocada y los párpados entrecerrados, girándose, despacio, mientras pasaba una pierna hacia un lado, quedando sentada frente a él. Posaba las manos sobre sus mejillas, acariciando la curva de su pómulo pronunciado, con los pulgares, absolutamente absorta en su mirada oscurecida, en la curva de su nariz, en la línea de sus labios finos.

Ahí estás.-dijo, sonriendo, con la mirada perdida, al mismo tiempo que su mano derecha descendía, surcando, parsimoniosa, su rostro y su mandíbula y el tierno lóbulo de su oreja, para posarse sobre aquel tatuaje bendecido que hormigueaba contra su palma- Mi noble y atractivo sidhe macarra. - musitó, rozando sus labios, despacio, mientras su mano se desplazaba y lo rodeaba, emparejándose con su par para abrazarse a su cuello, apretándolo contra ella. Apretándose, una vez más, contra los latidos que percibía tras sus costillas, a través de la piel.  

Notas de juego

edité una repetición

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09/01/2021, 23:33
Bryony J. White

Bry no se enteró de que alguien se acercaba hasta que no tuvo al chico justo al lado. Entonces le dedicó una sonrisa fácil y lo repasó desde ese pelo de punta que amasaba Ingvild hasta los pies. Asintió a las presentaciones y le devolvió un beso en la mejilla, sintiéndose ya asteropesa, al menos esa noche. 

Luego le dio la risa cuando la noruega hizo notar el estado de los pezones del muchacho y acercó una mano, con el índice extendido, para comprobar la dureza por sí misma. 

—¡Quiero ir a bañarme! —exclamó, así como de la nada, mirando a la chica—. Vamos a la piscina, ¿sí? Te enseño el árbol de cobre por el camino, nos bañamos y nos besamos. ¿Quieres?

Miró a los chicos, extendiendo la propuesta también a ellos. 

—¿Venís? —De repente se le ocurrió algo y miró al hermano de Nikita con el ceño fruncido, disonante con la amplia sonrisa que tenía en los labios, y el dedo extendido aún apuntando hacia su pecho—. ¿Cuántos años tienes tú? Si eres menor no hay piscina para ti.

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10/01/2021, 00:11
Ariadna Pontecorvo

El teléfono de Nikita vibró. Era la respuesta de su prima, en asteropés:

Murió en un accidente de tráfico y, por la forma en que conducía, se rumoreó que podría ser un suicidio. Le he mandado un mensaje a una amiga común que conocí en Londres. Seguro que ella sabe más. Te escribiré con lo que me cuente.

Y al segundo otro mensaje

David murió hace cuatro años, de leucemia. Ella hace un año, creo.

Y otro

Un mal rollo brutal. Su madre creo que se volvió tarumba.

Y otro

Yo llevaba un par de años sin saber de ella. Se había vuelto una tía rara y cortamos. Se metía de todo y se juntaba con gente rara.

Notas de juego

Editado

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10/01/2021, 01:00
Nikita Pontecorvo

Bediviere se separó de sus labios. Respiraba entrecortadamente y aquel sonido erizó la piel de Nikita que siguió embelesado sus movimientos mientras volvía a sentarse sobre él como hiciera la noche anterior. El chico casi contuvo la respiración expectante mientras ella acariciaba su rostro y su cuello y lo miraba como si buscara algo. Y así era, lo buscaba a él, a su sidhe macarra, título que Nikita escuchaba ahora por primera vez en la noche, susurrado contra su boca. Sonrió a sus palabras, mientras ella lo rodeaba con ambos brazos, estrechándolo contra sí. Él la atrajo igualmente, abrazándola, mientras apoyaba la cabeza de nuevo en su pecho. Pensó en lo difícil que le resultaría estar cerca de ella y no tocarla, que querría quedarse así toda la noche, cuando notó la vibración del teléfono en el salpicadero.

Nikita se separó lo suficiente para mirar a Bediviere a los ojos durante un instante con gesto de urgencia y disculpa. No podía saber que la respuesta estaba ahí y no leerla.

Alargó la mano para tomar el teléfono y tradujo los mensajes a Bediviere palabra por palabra. Al terminar la miró negando ligeramente con la cabeza.

No puede ser casualidad. Ni la leucemia, ni el comportamiento de Billie… No puede serlo —repitió con un hilo de voz. El rostro y la voz de Billie Ellison volvieron a su memoria. Sabía lo que parecía, un mero cúmulo de desgracias. Pero una intuición invencible había anidado en su mente. ¿Y por qué Billie había ido a hablar con él?

Averiguaré más, esto no acaba aquí —añadió después con mayor aplomo.

Escribió a su prima:

Perdona por sacar todo esto. Cuando sepas cualquier cosa, lo que sea, me cuentas. Es importante.

Y después sintiendo la necesidad de contarle algo hermoso a Ariadna para compensarla, miró a Bediviere y escribió:

Hace dos días escuché la voz de una chica (de carne y hueso). Está aquí ahora conmigo.

Oh, cugina...1

Y dejó que Ariadna imaginara lo demás.

Notas de juego

1. "Oh, prima..." en italiano.

Edito: no eran tres días, eran dos. 

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10/01/2021, 01:40
Bediviere Lafayette

Bediviere se quedó congelada,  al escuchar la vibración, parpadeando con los ojos muy abiertos, durante un instante tenso en el que se vio, repentinamente, a si misma, como un obstáculo entre Nikita y la respuesta de su prima Ariadna. Suspiró, contenida, y asintió, ante el gesto urgente de Nikita. 

Escuchó los mensajes,  en el más absoluto silencio, inspirando lentamente por la nariz,  y cerrando momentáneamente los ojos. Un desasosiego mal definido comenzó a ascender por su garganta. Apoyó la mejilla contra el hombro de Nikita, dejando que su cabeza reposase sobre él. Era como si de pronto se hubiese encogido. Como si se hubiese replegado sobre si misma de una manera que la volvía inconsciente de cómo la miraba para luego hablarle de ella a su prima. 

Tragó saliva, y alargó la mano para recoger el cigarro que descansaba sobre el salpicadero, soplando la punta para volver a prenderlo y dando una profunda calada- Yo era así.-dijo, sin más- Después de lo de Bryan yo...-añadió, tragando saliva- Todo me daba igual. Quería desaparecer. -explicó, apretando los labios en una fina línea- La respuesta que le di antes a Bryan... Yo...-dijo, callando durante un instante, en el que notaba cómo las pupilas le volvían a arder y apretaba los labios, en una fina línea- Tuve que pensármelo. Y justo acababa de escribirte preguntándote si estabas en la fiesta cuando apareció y... Y aún así tuve que pensármelo. Y supe que si me quedaba sola, me lo iba a volver a plantear.-confesó, notando cómo se le escapaban las lágrimas.

Nikita, estoy rota. Siempre voy a estarlo. Soy como una sombra larga... Capaz de retorcerlo todo a su paso. -dijo, con una voz que más bien parecía un sollozo- ¿Estás seguro de querer estar cerca de mí?

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10/01/2021, 11:47
Nikita Pontecorvo

«Idiota, idiota, idiota…», resonó en la cabeza de Nikita. Sabía que no debía contarle, que aquel era el último momento en que debería perturbar a la chica con una historia como aquella. Y ahora además volvían a su cabeza las palabras que ella dijo en el campo de amapolas: "Él tuvo un accidente de coche y yo un episodio de depresión mayor". Un accidente de coche… Y había traducido los mensajes de Ariadna sin filtro, ofuscado como estaba por encontrar algo que encajara con su deseo de venganza hacia aquella mujer del bosque.

Bediviere lloraba de nuevo y hablaba de Bryan —conocía ahora su nombre—. Y la entendía perfectamente. Ya había temido aquellos sentimientos en el campo de amapolas cuando la chica sintió la presencia de su prometido: ¿qué haría él si supiera que el amor de su vida le estaba esperando? Le preocupó entonces que volviera a sentir la tentación y esa noche había sido mucho peor, Bryan mismo presentándose para que se marchara con él. La imagen de aquella escena apareció en su cabeza y sintió una angustia punzante. Y él había estado a punto de dejarla sola y marcharse a hacer una estupidez.

Nikita sintió un escalofrío al imaginarla diciendo que sí, tomándole la mano hacia lo desconocido y desapareciendo en la oscuridad como en la negrura del mar de su baño nocturno. Tragó saliva nervioso, mientras sentía como las palabras de Bediviere se le grababan como surcos. Algo se replegó en su interior.

Estoy cerca de ti —respondió remarcando aquella palabra mientras acariciaba de nuevo su pelo—. Soy tu amigo y estoy aquí para ti. No espero nada —añadió grabando aquellas palabras en su corazón, roto ya desde que se marchó Katerina.

En ese momento Nikita no era capaz de saber siquiera si la había presionado en algún aspecto, tan ofuscado como estaba. No sabía si abrazarla o no.

«Idiota, idiota, idiota...»

Asustado, volvió a rodearla con sus brazos. La sangre le encendió la cara. Podía sentir el galope trepidante de su propio corazón.

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10/01/2021, 13:12
Bediviere Lafayette

Asintió, cerrando los ojos mientras notaba el roce de su mano, sobre el pelo, aferrándose de nuevo a su camisa. Había algo doloroso en sus palabras. Algo que las volvía amargas, en su garganta, cuando las repetía en medio de la tormenta que se desataba en su cabeza. Su sombra larga, pensó, apoyándose contra su pecho. Su sombra larga lo retorcía de nuevo todo a su paso. 

Se dejó abrazar, al mismo tiempo que volvía a rodear a Nikita con sus brazos, y se apretaba contra él, aterida. Quería gritar, sentir que se desgarraba la garganta y que vaciaba todo el aire de su pecho en un solo sonido escalofriante. En lugar de eso apretó los labios contra su camisa, y tragó su propia angustia, sintiéndola hervir en sus venas, emitiendo un sollozo quejumbroso que la encogía. Respiró hondo, varias veces. Cuatro, siete, ocho... Estaba haciendo exactamente lo que le había aconsejado a Adam que hiciera, cuando la ansiedad amenazaba con comérselo a mordiscos en el paseo marítimo.

Me pidió que viviera. Que viviera de verdad.-dijo, al fin, con la voz tomada, convertida en un hilo- Llevo tanto tiempo entumecida que ni siquiera sé cómo se vive de verdad. -confesó, boqueando, al sentir que la rotundidad de aquellas palabras le cortaba la respiración- Y no puedo evitar pensar que no te mereces algo así. Te miro y... Brillas con luz propia. Eres una jodida vela radiante, y yo una maldita sombra larga. Y pienso en poder oscurecerte, y en poder apagarte, y me aterra. No es justo, al igual que no lo es que sea mi voz la que... - añadió, apretando los labios en una fina línea, tragando, bebiéndose las lágrimas. 

Y aunque piense en todo eso. Aunque me aterre poder torcerte, apagarte... Aunque sepa que es... Precipitado. Y aunque tema que quizá un día te llama la chica del teléfono y esto no será más que una historia que recordar cuando busque algo más de lo que lamentarme, no soy capaz de apartarme.-dijo, apartándose, despacio, de su hombro y de su pecho, para mirarlo, con las pupilas anegadas, dilatadas como dos lunas oscuras- Es una maldita locura. Todo esto es una maldita locura. Y estoy asustada. Y quizá vuelva a correr como un cervatillo que huye por su vida en medio de un bosque... Como esta mañana. Pero quiero estar contigo, aunque sea de una manera a la que no puedo ponerle un nombre.

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10/01/2021, 13:11
Branwen Glyndwr

Un Ah y un Oh con exclamación acompañaron a una segunda dilatación en sus iris...

¡Cómo quería seguir explorando el tacto, el gusto y los otros sentidos en este estado, pero atraídos en una dirección y calor concretos! Sus pupilas se habían ampliado a casi todo su esplendor.

Poco podía ser mucho, se había dado cuenta, esta no había sido la excepción aunque el efecto, por ahora, fuera más liviano en consecuencias que en el pasado y una punzada de temor asomo la cabeza, preguntándose que más o que menos, sin seguridad, podía venir si se dejaba llevar.

Interrogante que quedo colgado entre el velo de los cortinajes del bienestar, el ánimo y la manifestación de verdades que la droga había extendido para ella, más allá que únicamente su percepción.

Solo el temple que se fijaba en sus huesos la estaba refrenando de lanzarse hacia los de él sin filtro.  Moderación que no hacia desaparecer, que toda sensación, tensión y gesto se estuvieran disponiendo a estar por él. Literalmente casi se debería olerse.

Porque ya había sido muy hábil antes, en experiencias de prueba y error con la proeza de lidiar y conducirse, que si no estaría perdida y lo que tenía que ser un colofón se estaría descontrolando. Pero le afinaba muy poco espacio, entre la línea de buscar un contacto sólido con un beso, después un rato de magreo, después buscar unos condones y al final una habitación y, de ahí al amanecer y que todo se desmadrara y se echara a perder por él mas nimio detalle. O que no y que fuera su imaginación la que se equivocaba y todo iba a ir, con sorpresas, pero ir hasta el final.

En principio era porque una parte, buena parte, la debía querer poner Adam, y no sabía si, la misma intensidad que estaba necesitando ella por el contacto, él la estaba experimentando en sentido opuesto.

También porque, la carnaza de misterio que la apertura de sus sentidos le había lanzado justo delante era un apetitoso reclamo pugnando con la hasta ahora exclusividad de intriga, carnal y apasionante con el chico.

Eligió, soltando un Ja pequeñito y mordaz apenas audible. No estaba nerviosa. Lo que es, es. Y mañana podemos estar con la mierda al cuello. Y con esa calma tierna y entusiasta le acarició el rostro con dedos pequeños y cálidos.

- Me toca - dijo, siendo transparente que se esforzaba para no añadir palabras o desviarse de la oportunidad. Que un minuto después no lo haría igual o lo quemaría - Besémonos.

En la otra mano el pulgar rozaba el abultamiento del ojo en su anular. Había lanzado un órdago de Si o No y podía muy bien ser muy pronto y llevarle a recibir una hostia monumental de realidad. Pero...

- Ahora. O luego. Pero esta noche. Aunque mejor, mucho mejor... ahora. - Sus ojos aguardaron fijos en los suyos. Tan excitados como conscientes.

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10/01/2021, 13:31
Adam Dyer

Adam observaba cada reacción en Branwen. La estudiaba como un moderno Pigmalión que, tras acabar de esculpir a su Galatea, observa complacido como el mito se hace carne y comienza a parpadear envuelta en rubor de vida. Sus ojos parpadeaban igual, sus pupilas se ajustaban a nuevas percepciones y su cuerpo se agitaba levemente buscando las sensaciones cambiantes. El antes y el después. El chico recordó la primera vez que probó aquella droga y conectó con su propia sensación de frustración. Había puesto bastantes huevos en aquella cesta y, cuando estuvo hecho, no experimentó apenas nada. Los colores y auras no aparecieron... o, mejor dicho, en su caso, no desaparecieron. Los sueños seguían allí y el antes se parecía tanto al después que apenas parecía un mal anuncio de detergente con lejía. Pero en el caso de la galesa algo parecía haber cambiado. Como un fogonazo súbito, apareció por la mente del canadiense la posibilidad de que, en función de la naturaleza de las capacidades de Branwen, la droga igual sí tenía un efecto importante. Para empezar porque estaba convencido de que allí, en la FEE no había nadie que no estuviese elegido para estar allí por poseer ese tipo de "percepciones". Pero, con mayor intensidad el hecho de que aquella sustancia pudiese potenciar lo latente en Branwen. Así, varias escenas de Akira y Urotsukidoji, pasaron por sus pupilas al son que marcaba la música ahora lejana y siendo descartadas a la misma velocidad.

Branwen se desperezaba. Tanto daba lo que sentía... la cuestión es que ella lo controlaba y no al contrario. Casi podía oír a los nanobots de su cabeza diciendo aquello de las películas sci-fi de "comprobación de sistemas". Ella se reiniciaba con una actualización de la base de datos. Más potente y enfocada. Qué pena no haberlo experimentado igual en aquella primera vez para Adam. Es lo malo de las primeras veces... que uno solo puede tener una. Pero tan condenadamente gilipollas es poner tres toneladas de expectativas en esa primera vez como no hacerlo y permitir que pase sin pena ni gloria. La metáfora cosecha propia del pene grande y el pene pequeño regresó a la mente de Adam ahora con vergüenza. Una vez pasado el momento de excitación causado por "la ceremonia de la cocaína" pensó que se había pasado de sinvergüenza y esperaba no haber escandalizado a la menor de edad. Por otro lado, rememorando con la memoria traicionera que aporta el sesgo de autocrítica, en la voz de Adam había sonado más a un niño de 8 años que reta a sus amigos a mear más lejos, que a algo sexualmente perturbador. Y sin embargo, el cuerpo de Adam experimentaba un hambre distinta.

La aparición del momento "chocolate" supuso una sorpresa. Comparar la cocaína con el dulce cacao en onzas resultaba adorablemente pueril y, claro, lo adorable no entraba en los planes de Adam por el momento. De hecho, lo que más le podía desafiar de Branwen era el hecho de que, pese a su edad, no resultaba una niña mona, sino una especie de científica loca en el cuerpo de una adolescente. 

Pero luego jugó un jaque al rey en toda regla... ¿enrocarse o contraatacar?

Besémonos.

El pecho retumbó como si hubiese caído un rayo cerca. Las palabras que la chica pronunció después no fueron escuchadas. Hablaba del momento de hacerlo, sí... pero era un aporte que, valga la redundancia, aportaba poco. Si se lanzaba el misil no se podía pretender que explotase "en un rato".

Juegas duro, Glyndwr. —confesó Adam sabedor de que sus peones estaba cayendo uno a uno. —Ya te dije antes que sabía que iba a perder a este juego, pero, ¿qué le decimos a la muerte? Hoy no.

Los labios del chico se acercaron a los de la chica con el empellón que esta demostró antes con la raya de coca... lo mejor era no pensarlo. Y conectaron de forma suave, dulce y húmeda.

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10/01/2021, 14:17
Nikita Pontecorvo

Bediviere hundió la cara en su pecho. La sentía temblar, sollozando de una forma que le partía el alma, buscando el aire que parecía le faltaba. Nikita se sentía impotente. Solo podía concebir estar ahí, escucharla, abrazarla, sostenerla… Sostenerla y evitar que quisiera marcharse a la oscuridad, aunque no supiera cómo. Por un momento odió al tal Bryan maldiciéndolo mentalmente por haberle hecho aquello, por haber ido a buscarla. Hasta que ella volvió a hablar y se arrepintió de sus pensamientos oscuros cuando comprendió lo que él le había pedido. La amaba, la amaba profundamente y no era dolor lo que quería para ella sino que viviera. Pero sí, aquel podía ser un concepto esquivo cuando la pérdida hace que cada cosa se desdibuje y pierda su sentido.

Cuando hizo referencia a él, Nikita negó con la cabeza, con el ceño fruncido, agobiado al escuchar cómo se definía a sí misma y cómo temía ser dañina para él. ¿Y él mismo no había temido que lo fuera hacía solo un momento? Pero no por lo que ella planteaba, esa supuesta luz suya que ella podía apagar. No lo creía así, en modo alguno. No veía ante él una sombra retorcida, sino una chica herida de muerte, un ser sensible y especial, una mujer con cara de ángel que había estado profundamente sola demasiado tiempo, tanto que creía haber olvidado lo que es estar cerca de alguien. Claro que las personas pueden herirte, más hondo que nada de cuanto existe a pesar incluso de las cosas que se mueven en las sombras, pensó. Pero la vida, eso que Bediviere no creía recordar, no tenía sentido sin ellas. No para él.

Y en medio de aquel dolor que parecía impregnarlo todo, ella le dijo en realidad que quería estar con él. Le advertía, eso sí, que podía arrepentirse y huir. Que podía hacerle daño con su sombra alargada. Que podía ser ella la que sufriera leyendo en él, una vez más no sabía cómo, que todavía quería a Katya. Estar juntos sin nombre. No esperar nada… No es que fuera un plan, es que era su realidad misma, que parecía imponérsele a Nikita cada vez que la veía aparecer, que la tenía cerca, que se tocaban o besaban. Mientras estuvieran juntos en esto, mientras ella no decidiera tomar un avión y huir antes del huracán que había anunciado Branwen, sería así, lo sabía. Y no quería que fuera de otro modo.

Estoy contigo —remarcó apartando el pelo de su rostro, acariciando después su mejilla anegada, mirándola con ternura infinita. Iba a pedirle que no tuviera miedo, no de él. Pero él mismo lo sentía. Miedo, sí. Recorriendo sus venas junto al calor que las palabras de Bediviere habían insuflado en su corazón. Roto, vale. Grabado a fuego con frases de advertencia, tal vez… Pero joven, palpitante, estremecido y vivo.

Bésame... —rogó abandonándose en la oscuridad de sus pupilas.

Notas de juego

Edito: una errata.

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10/01/2021, 14:30
Bediviere Lafayette

Volvía a sollozar, contrayendo el rostro, inspirando hondo y apretándose contra la mano que acariciaba su mejilla al oírlo reafirmarse en sus palabras, comprendiendo, asimilando en ellas mucho más que aquellos dos simples vocablos. El calor de sus dedos, en ese preciso instante, se le antojó absolutamente arrebatador. Un dádiva, en medio de aquel frío que estremecía su piel. Una antorcha, en medio de la soledad densa y oscura que la envolvía.

Exhaló, lenta y entrecortadamente, y observó su rostro, compungida y embelesada, contemplando aquellos labios finos mientras esbozaban aquel ruego, aquella petición que palpitaba en su paladar, como un eco capaz de resquebrajar la escarcha que había comenzado de nuevo a cubrirla, desentumeciéndola y exponiéndola al frío de una realidad de la que llevaba demasiado tiempo escondida. 

Y aterida, estremecida y temblorosa, se fundió, ávida, en su boca. Se encontró con sus labios finos, aún entre hipidos y sin embargo, consumiéndolos con auténtica necesidad, bebiendo su calidez y su aliento, estrechando su abrazo, y suspirando entrecortadamente al apretarse contra cuerpo e imaginar que era incluso capaz de traspasar sus costillas, entremezclándose con él. 

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10/01/2021, 15:15
Branwen Glyndwr

Oh dulces secretos de la vida por fin he encontrado uno de tus enigmas que se abra - su mente susurró entendiendo por qué cantaba la protagonista en la película. Comprensión que limpiamente se emborronó entre las salpicaduras de beso rompiendo gloriosamente en su espíritu. Si la duda anidaba buscando problemas y trabas, se vio sepultada por la sensualidad. Esas pequeñas cosas: la lengua aflorando, recordar que había que respirar, el sabor que se quedaría grabado, etc… estaban ahí, pero contaba más la electricidad humana extraña y espontánea jugueteando en su pecho y en sus entrañas. 

Acudió de nuevo al contacto sin dejar que se rompiera por un instante, si no solo aportándole, en esta vez, su turno de impulso y comunicándole a él que era bienvenido las veces que quisiera. Podía repetir toda la noche o hasta que, si gustaran, eligieran el siguiente nivel.

Poco es Mucho. Muchos pocos uno detrás de otro es Superior. Mucho es Maravilla. Llegaran donde llegaran ella estaría feliz. ¿Y si feliz, en la ausencia de perturbación, y con limpio placer, se aliara con su instinto y su comunión fuera simbiótica y no una separación? Lo mismo fuera que dentro. Lo mismo dentro que fuera.

No estaba agarrando nada de eso, sino que su ser se había acurrucado con la línea carnal del cuerpo fibroso del muchacho y compartido la suya propia. Sus manos acariciaban los detalles de la cara de él y lo de su cadera opuesta hasta llegar a las curvas más jugosas. Tenía unas buenas posaderas Adam y el subconsciente y el consciente de ella se habían fijado. 

Como la práctica era nula, se lanzó al free style de sobeteo para que él, hiciera lo propio y entre los dos pulieran las aristas.

Entre los dos. Esto es tuyo y mío. Así se lo dijo con cada roce, ya de los labios, del busto o de la piel de las manos o de otra parte del cuerpo. ¿Es así como se diferencia sexo con SEXO? - Discurrió un fugaz acudido como una estrella fugaz en la oscuridad.

- Juega Adam. Juega. No puedes perder - consiguió articular por entre un hipido de gozo puro. ¡Oh sí!., Tengo un defecto de carácter. Pero me encanta este defecto.

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10/01/2021, 18:53
Ingvild Hoem

Atónita, se quedó como embobada tras escuchar la propuesta de Bry. Parpadeó un par de veces, mirando a la británica. Todo lo que había registrado era algo sobre besarse. ¿Habría alguien en toda la fiesta capaz de rechazar una invitación así? Pero entonces se dió cuenta que esa pobre diabla sería ella si no respondía, por lo que apuró un asentimiento demasiado entusiasta, como si fuera una cría a la que ofrecen un pony para su cumpleaños. Apretó la mano de la chica por si aquello no había sido suficiente.

Como el pastor de la iglesia de su madre, los pezones del falso Nikita indicaban el camino. Partió con la party de la piscina, Azia en la vanguardia como un jinete desbocado,  ella misma de la mano de Bry, desplazándose por la pista como una versión desmejorada de Snoop Dogg, y su vieja resolución de mantenerse alejada de la amenaza del nudismo enterrada detrás de la sobreexcitación de sus neurotransmisores.

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10/01/2021, 19:54
Adam Dyer

Si había una constante en la vida de Adam Dyer era la lucha entre sus dos mitades. La antisocial y la que ansía el contacto humano... la consciente y la inconsciente... la creativa y la racional... la humana y "la otra"... Y aquel momento, aquella primera vez no iba a ser una excepción. Los labios del chico y la chica, como una pareja que encaja tras toda una vida separados, sabían lo que hacer y cómo hacerlo. Como un conocimiento místico y ancestral... como una memoria nerviosa al más puro estilo Dune... prana bindu

No así el resto del cuerpo. 

Como si un universo entero acabase de conectarse con otro, de pronto, todos los músculos y terminaciones nerviosas de la anatomía del chico tomaron consciencia y luchaban por hacer llegar al cerebro sus impulsos electromagnéticos con urgencia suprema. Con intención de ser atendidos o discriminados desde las instancias del gran hermano supremo conocido como cerebro, y comprobar si estas eran satisfechas o discriminadas. 

Las manos querían toca y tocaban... pero el cerebro censor luchaba con/contra la musculatura encargada de esa tarea para que lo hicieran de tal o cual manera... hasta aquel punto o más allá... con control o sin control. El pecho acogía aquella figura femenina que se enroscaba en sí misma para ser precisamente adaptada a la anatomía del muchacho... y que respiraba y se agitaba en una marea de piel conectada. Las piernas que luchaban por atraer el cuerpo al del contrario... el abdomen y las caderas. Y el centro de todo... el sexo. 

Él fue el primero... no podía ser de otra manera. El liderazgo del dictatorial cerebro cayó ante el primer embate hormonal que impuso el sexo en el cuerpo entero del chico. Y ya nada fue dominado o tratado de dominar. La lucha había concluído a la vez que la voz húmeda de Branwen susurraba junto al cuello de Adam que este no podía perder. Y, sin embargo, él se sentía perdido. Descontrolado.

Y así empezó a conducirse... una mano, la misma que antes medía milimétricamente el espacio en el que podía actuar, escaló a un pecho y lo acarició primero con ternura y luego con furia. La otra buscaba la pierna y la recorría en piadosa peregrinación desde la bota hasta... ¿hasta dónde? Y los labios se abrieron un poco más para dejar pasar lo que quisiera entrar en ellos: la boca, la lengua ágil de Branwen... suave... su cuello y aquella clavícula que imponía un nuevo límite. Pero, ¿realmente lo había?

Y de pronto, freno de emergencia... el último bastión de cordura. La muralla del abismo de Helm a punto de volar por los aires con una explosión que arrasaría con todo. Adam se separó agitado... temblando como una hoja y más excitado de lo que había estado nunca en su vida. Sus ojos miraron en derredor casi aterrados...

Espera... —urgió. —La gente...

Efectivamente estaban en medio de una fiesta con otras... ¿tres mil millones de personas?

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10/01/2021, 20:08
Bryony J. White

La risa de Bry volvió a sonar al ver que algunos se apuntaban a su plan. Sin embargo, era la respuesta de Ingvild la que más esperaba, con los ojos clavados en su compañera mientras se lo pensaba, hasta que asintió y Bryony soltó su mano para dar un par de palmas de felicidad. 

—¡Vamos! ¡Seguid a los pezones! —exclamó, señalando hacia Elio. 

Tomó la mano de la noruega de vuelta y se unió a la marcha, tirando un poquito de ella por pura impaciencia. 

—Ojalá hubieras visto el truco de magia del árbol —le contó, excitada, por el camino—. Hizo así: «¡CHAS!» —ilustró la onomatopeya con un gesto de la mano libre, abriéndolo como en una explosión que bailaba con los dedos— y el bastón era un árbol. Se tenían que ir, pero me lo dejaron como regalo.