Partida Rol por web

La mujer te sonría muy compresiva.

-Claro joven. La obra la ha organizado Lady Isabelle, es una mujer muy talentosa. Lady Merced lleva una máscara de gato, como el sequito de la protagonista. Va vestida de verde y tiene una largo melena negra. No tendrá problema en distinguirla. Y no se preocupe, en cuanto empiece el baile, se quitarán las máscaras.-

-Mil gracias mi señora. Caballero.- me dispongo a participar en el baile, cerca de Lady Merced.

El baile no es tan sensual como el que practicastes con lady Anna, pero tampoco es recatado. Los vestidos de la obra dejan los brazos de las mujeres al descubierto, y algunos de los pasos requieren un delicado roce con ellos y con las palmas de las manos.

Empiezan a tocar. Lady Merced da el primer paso contigo, mirándote a los ojos. Tiene unos ojos bellos y oscuros, rodeados de unas espesas pestañas negras. Sonríe con interés. En el siguiente cambio de pareja, te falta muy poco para perder el pié.  Tu mirada se cruza con la de Isabella, que te devuelve indeferencia. El roce de su piel con tu mano hace que tu cuerpo reaccione inmediatamente, como siempre lo ha hecho. Es la única mujer capaz de conseguir algo así.

No sabrías decir si el siguiente cambio se ha producido muy pronto y demasiado tarde, pero tienes a la bella Lady Anna frente a ti.

Le guiño un ojo, determinado a obviar a Isabella. Mis roces con Ana son como con las demás, pero con un deje más sutil, para que solo ella y yo, o un observador avezado, los distinga.

-Dedicado a Françoise, cuando la gente se ciega por la rabia la ira o el odio, se le nubla el juicio.-

Procuro terminar el baile junto a Lady Merced.

-Encantado, bella dama, soy Sir Jonh Agathon, obiad el tiulo si lo preferís. Estamos aquí para disfrutar. ¿Con quién tengo el gusto?-

La chica, con unos bellos rasgos mas propios de Vodacce que de Castilla, te saluda con una pequeña reverencia.

-Lady Merced de Torretas, encantada. Es usted muy diestro en el baile, si me permite.- tiene un acento muy curioso que le da a su voz un tono ligeramente ronco.

-Oh, gracias por mentir Lady Merced, pero no son lo mío estos bailes, estoy acostumbrado a otros más...atrevidos, resultado de mi tiempo en Montaigne. ¿Torretas? De Castilla pues *¿Qué me decís de vuestro pais?* No he tenido el gusto de estar aún. ¿Gustás de dar un paseo por los jardines? Hace calor aquí.- le ofrezco mi brazo.

Ríe divertida cuando hablas en castellano.

-Hablais mi idioma, sois una caja de sorpresas, sir John. Aceptaré ese paseo.- dice cogiéndose de tu brazo. Ves como en su escote brilla la cruz, el símbolo de la iglesia Vaticana. Parece ser que si es religiosa, solo hay que comprobar hasta que punto está comprometida con su fe y sus doctrinas. Mientras paseais, mueve enérgicamente un recargado abanico. -Me preguntais sobre mi país. Me temo que es más parecido a Montaigne que a Avalon, tanto en costumbres como en cultura.-

-¿Y qué opináis de Avalon? ¿Disfrutáis de vuestra estancia? Avalon es afortunada de que la visitéis. Así como vustro marido de teneros. Pues, estáis casada ¿O me equivoco? No he visto a ningún hombre tartar de seduciros, y eso me parece impensable con la corte llena de jóvenes licenciosos, en especial los Montaigneses. No penséis mal, no tengo nada contra Montaign, pero alemsnoes los nobeles de allí que hay aquí, se comportan de un modo demasiado brusco.-

El tono de mi voz es casual, curioso.

-Me temo caballero, que no me han desposado aun. Y no son de mi agrado las costumbres licenciosas de Montaigne, si bien tampoco soy partidaria del puritanismo de la Inquisición.- dice dejándote claras sus posturas -y me gusta Avalon, pero extraño mi tierra. Sólo espero que mi familia acabe pronto sus negocios y podamos regresar. Y usted Sir John, no veo ningún anillo en su dedo. ¿Está comprometido con alguna bella noble avalonesa?.-

Por suerte para ti, parece que tu fama aún no ha llegado a sus oídos.

-Oh, no mi señora, por fortuna o desgracia, según a quién pregunteis, el amor aún me es ajeno. ¿Me hablaríais de vuestra religión? Temo no soy ducho en esos temas, si pudierais iluminarme, os lo agradecería.-

Dejo que notte como, levemente, mi mirada pasa por un instante de su crucifijo a sus pechos, antes du volver a sus ojos.

Alza una ceja cuando nota tu mirada.

-Curiosos intereses los suyos. Supongo que su religión será a Avalonesa. Una pena que su Rey desease romper lazos con el Vaticano. Avalon se hubiese ahorrado muchos problemas.- dice con una sonrisa de superioridad -me temo que no le podré contar más de lo que viene en los libros. Mi fe me lleva a ser mejor persona y a buscarme un lugar en el mas allá. Sin olvidar, claro, disfrutar de los pequeños placeres que nos da la vida terrenal.-

En cuanto llegamos al árbol del centro, cojo sus manos con las mias, juntandolas frente a mi.

-¿Y entre esos pequeños placeres, se encuentra el de disfrutar la compañía de un hombre, mi señora?- mis ojos se clavan en los suyos, con promesas de placer y lujuria.

Lady Meced te mira seria, con unos profundos ojos oscuros en los que podrías hundirte.

-Sólo si el caballero es merecedor de esos placeres, Sir John. No caigo ante el primer hombre que me adule, me temo que, si deseais una mujer fácil, teneis muchas cortesanas dispuestas a acostarse con un hombre tan atractivo.-

Recurre tu cuerpo con su mirada. Sin duda, sabes que le resultas atractivo, pero no parece ser suficiente para conquistarla y llevarla a tu lecho.

-Oh, no me malinterpretéis. Es solo que he sabido que un caballero Montaignes se jacta de poder acostarse con vos si él así lo quiere, y cuando el asi lo quiera. como si fueseis una vulgar jenny. Sin embargo había escuchado de vuestra integridad, de forma acertada por lo que veo. Mil perdones si os he ofendido, no me creo merecedor de vuestros favores, por más que alabéis mi forma de bailar.- beso sus manos. -La obra ha sido maravillosa, ¿Idea de Lady Isabella de Mantell cierto?- aún diciendolo yo, me duele nombrarla. -¿Qué sabéis de ella? Tengo ideas para obras, y con su talento es seguro que serían aplaudidas.-

Aún sigue seria cuando vuelve a hablar.

-Conozco a Sir Françoise, no tenía ese concepto de el. Por la corte corren muchos rumores y no todos son fundamentados en algo. Y respecto a Lady Isabella, es una mujer brillante, la obra es suya. No se mucho de ella, apenas que es viuda y que tiene dos hijos pequeños.- te informa.

-Lamento haberos incomodado, mi señora. Sin duda son rumores sin fundamento. Sin embargo, si habéis pensado en Françoise, que no es el caballero al que escuché proclamar tal falacia, es que ¿Acaso receláis de él en algún sentido? Pero perdonadme, la curiosidad me ha vencido. No es de mi incumbencia. Temo estar incomodandoos demasiado, si me permitis, os acompañaré de vuelta, con mis más humildes disculpas.-

Se recuesta contra el arbol, apoyando la espalda en el. Desde tu ángulo, esa postura realza sus abundantes curvas. Es mucho más voluptuosa que Taylor, sin caer en el exceso.

-No se preocupe Sir John, no me desagrada la conversación. Sir Françoise,siempre ha sido educado en mi presencia. No tengo motivos para pensar mal de el. -

-Sin duda es todo lo que una mujer podría desear ¿Me equivoco? Guapo, encantador, con poder. Sin duda no faltarán mujeres en su cama. Así como, no faltan en la mía, no os mentiré. Soy un hombre fiel por naturaleza, pero la fidelidad implica que ames a alguien. ese no es mi caso. Por lo que mi religión es el placer, la lujuria y la diversión. Y de paso sirvo a mi pais. Deberíais probar, mi señora. Sin duda su religión, no diré equivocada, pues no podria decirlo sin la posibilidad de equivocarma, ya que no lo sé todo, pero si es demasiado estricta en lo que a los placeres de la carne se refiere.- inco una rodill a su lado, cogiendo su mentón con mis dedos. -El brillo de la pasión sin suda sería magnífico en vuestros ojos. Que afortunado será quién lo vea.- suspiro con "pesar".

-Debo marcharme señora, temo no poder reprimirme con vos tan cerca. Demasiado he hablado ya.- con una reverencia me comienzo a alejar, presuroso por "no ceder a la tentación".

-Habrá sido suficiente para sembrar en ella deseo por mi? Poco más puedo hacer esta noche.-

Escuchas un suspiro, casi un gemido, mientras te alejas. Parece que, en parte, Lady Meced a mordido el anzuelo. Ahora solo te quede decirle a Françoise quien es la dama elegida para vuestra competición.

Tal y como hablaba la mujer de el, puede que ambos tengais posibilidades.

Al regresar al sa´lón llamo a un criado.

-Comunicad al señor Françoise, de parte de Sir Jonh, las siguientes palabras. "Tras deliberar, creo que la indicada para vos debe ser Lady Merced". Vamos, ve.-

Me dedico a degustar una copa de vino, mientras tomo algo de fruta de las bandejas, en esper ade su respuesta.