Partida Rol por web

-La cinta de Lady Anna me ayudó, cierto es pero hubiera preferido....Es igual, ya no puede ser.-

-Mi señora, me temo eso no puede ser. Se tacha a las mujeres de chismosas, pero no así, los rumores se mueven de boca a oreja entre hombre poderosos. Y no puedo permitir que mi reputación, ya de por sí empañada, como sin duda sabréis, por la ligereza con la que paso de una amante a otra. Si se me ve asistiendo a la iglesia del Vaticano, y luego renegando de ella..no sería bueno. Por eso prefiero conocerla en secreto antes de hacer tal gesto. Pero ya veo que no podrá ser.-

-Como ya he dicho antes, después de haberos entregado a Françoise, no sería bueno para vos que se filtrase que acude a vuestra habitación otro hombre. Oh, disculpadme, he vuelto a hacerlo ¿Veis el poder de los rumores? El que Françoise haya sido visto con el crucifijo ha dado pie a todo tipo de especulaciones, las cuales he odido, todas con un final parecido. Vos misma me acabáis de decir que es una prueba de amistad, y aún así he pensado en lo que escuhé a media voz.-

Mientras caminamos, llegamos al centro, donde me siento en el columpio, "abatido"

La mujer se acerca a ti, apoyando una mano en la cuerda que sostiene tu columpio.

-Si quiere que me tome en serio sus intenciones, tendrá que hablar con mi confesor, sir John. No hace falta que acuda a misa, podemos organizar una reunion en mis aposentos. No nos verá nadie.- está tan cerca de ti que su vestido roza tus piernas. Sus exóticos rasgos morenos te observan fijamente.

-Por supuesto Lady Merced. Pero no os hagáis vanas esperanzas. Solo quiero conocer su religión, me intriga. Una vez la conozca, no puedo prometer unirme a vos en la fe. Si podéis aceptar eso, organizadlo cuando deseéis, salvo mañana.-

Me levanto, muy muy cerca de su cuerpo, que note mi aliento en su cuello al levantarme, para ofrecerle el asiento.

-He sido descortés señora, mil disculpas.-

-No se preocupe, es tarde y debo regresar a mi aposentos.- dice alejádose de ti -Si mañana está ocupado, escogeré un día que mi confesor pueda reunirse con nosotros.-

Acompañas a Lady Merced hasta la puerta de sus aposentos, donde se despide de ti con una ligera reverencia. Llegas a tu cuarto agotado tras las emociones del día, soñando con el picnic de mañana.

-Gracias por su bondad mi señora. Espero no defraudarla.-

Antes de ir a mis aposentos, busco a Taylor, necesito hablar con ella.

Cuando te despiertas por la mañana, alguien llama a tu puerta. Es un criada.

-Sir John. Mi señora, Lady Anna, le ruega que se reuna con ella en las caballerizas traseras en media hora.-

En cuanto te da el mensaje, la mujer se aleja a paso rápido.

Me visto para montar, y cojo mis armas, así como el arco que cojí pra Lady Anna.

Antes de acudir a las caballerizas, busco a Taylor, debo pedirle que haga algo.

A Taylor la encuentras en los pasillos, recién levantada.

-Sir Jonh..- te dice en tono formal, pero con la misma mirada picara.

Tras vigilar que no nos vean, nos meto en la arcada de la estrecha escalera cercana.

La beso ardientemente unos instantes.

-Debo pediros un favor, pequeña. Averiguad por los criados de Lady Merced y Sir Françoise, si sus señores han mantenidos relaciones en el lecho. ¿Lo haréis?-

-Claro, Sir John, no habrá ningun problema.- dice acariciándote levemente por encima del pantalón.

Cuando llegas al lugar indicado por la criada, Lady Anna ya está esperándote, ya sobre su montura. Lleva un sombrero con tul que le tapa la parte superior de la cara, impidiéndote apreciar su mirada. Lleva otro caballo preparado.

-Vamos sir John, motad rápido, debemos irnos ya.- te dice con urgencia. No ves a su alrededor a ninguno de los criados que deberían acompañarla.

Monto y la miro.

-¿Qué ocurre mi señora? Algo os turba, puede verse.-

-¿Qué ocurrirá? ¿Huye de algo?-

-Seguidme, Sir John.- dice con una sonrisa que adivinas en sus labios. Sale a galope, atravesando los jardines. Lady Anna se interna en una parte de los jardines que no conocías. Es lo que llaman el jardín avalones. Es una zona casi salvaje, que parece descuidada.

Se para en un claro atando el caballo a unas ramas. Cuando se quita el sombrero, con el velo, ves como sus bellos ojos están hinchados por las lágrimas.

-Mi padre me ha comprometido con Sir Françosise.- dice apesadumbrada.

La abrazo, sin pararme a pedir su permiso.

-Anna, oh Anna, me apena sobremanera que te desposen contra tu voluntad, y con alguien a quien despreciais.- hago que su cabeza se apoye en mi hombro. -Si yo pudiera...Pedid lo que queráis Anna, y sin necesidad de que m lo pidáis procuraré que vuestro padre cambie de opinión. Anna...mi pobre Anna...¿Cuando será la boda? ¿Lo sabéis ya?-

Me sorprendo a mi mismo con la sinceridad de mis palabras.

-¿Por qué he hablado así?-

Lady Anna, se abraza a tí, haciendo que sientas su leve perfume con más intensidad. Sus cabellos, sueltos al perder el sombrero, acarician la piel de tus manos.

-No lo se, pero los criados han empezado con los preparativos. No hay nada que hacer, ya está pactado. Mi padre no se echará atrás.- se aleja un poco de ti, para cogerte las manos. Te mira con sus ojos llororos, casi suplicantes. Sus labios, hinchados por el llanto, son aún más tentadores que de costumbre.

-¿Haríais algo por mi, Sir John?, ¿me ayudaríais?.- 

Sin pararme a pensar, me arrodillo, mirando a su bello rostro, sujetando sus manos.

-Anna, mi Anna, pedid lo que deseeis, si está en mi mano lo haré, si no lo está, lo haré igualmente.-

Como un flash, me recuerda a cuando confesé mi amor a Isabella, e notro lugar, pero casi la misma situación. Sin embargo en este instante me molesta mucho menos recordar aquello, pues Anna influye demasiado en mi.

-¿¿Mi Anna??-

Me sorprendo de lo que digo, pues no es planeado.

Se arrodilla frente a ti, tomando tu rostro entre sus suaves manos. Solo ese contacto es como una caricia.

-Sir John.- murmura, tan bajo que casi no la escuchas. Parece un tanto avergonzada.- no quiero que sea ese hombre quien se lleve mi virtud. ¿Querríais vos...?-

Es algo tan inesperado como apetecible. La deseable y dulce lady Anna te está pidiendo que tomes si virtud.

-Pero...mi señora...- mis palabras me sorprenden tanto a mi como podrían sorprender a cualquiera. -¿De verdad lo queréis así? ¿Por despecho hacia Françoise?- apoyo mi cabeza en su hombro. -Sabes que te deseo, desde que te conocí, pero ahora...ahora hay algo más. Quisiera tomar tu virtud, pero como mi esposa, en el lecho nupcial.-

La miro a los ojos y acaricio su rostro. Llevo una de sus manos a mi pecho, sobre mi corazón.

-Si lo veis imposible, te complaceré ahora, si aún lo quieres así.-

Las lágrimas se escapan de sus ojos.

-No, no es eso. Siempre he dicho que mi padre me obligaría a casarme, pero que yo escogería al dueño de virtud. Y ese sois vos sir John, no deseo a nadie más. Mi padre ya ha sellado mi matrimonio, no dejará que me despose con otro, no hay nada que hacer.-

Su respiración es agitada, haciendo que tu vista se deslice hacia el esocote, donde se revelan unos blancos y turgentes senos.

-Pero si no lo deseais... tendré que conformarme con lo que ha escrito el destino.- murmura con voz triste, soltándose de tu mano.

Me quedo arrodillado, y le hablo con un tenue hilo de voz.

-Anna, ¿No me darás la oportunidad de evitar tu matrimonio?-

Me levanto en ese momento para girarla y aprisionarla eentre un árbol cercano y yo, dejándo mis labios casi tocando los suyos, mis ojos perdidos en los suyos.

-Si te tomo, nada será igual.-

Una de mis manos se desliza bajo su falda, acariciando su pierna.

-Ordenad y obedeceré.-

Gime ligeramente cuando tu mano roza la piel de su pierna. Te das cuenta de que eso es, como múcho, lo máximo que ha hecho. Te mira a los ojos, aun llenos de lágrimas.

-No, sir John, vos siempre decís que no os casaríais jamás. Me dais falsas esperanzas de algo que no puede ser. Sois cruel, mi señor.- a pesar de sus reproches, no se aleja de ti - el casamiento ya está pactado,¿como podríais evitarlo?