Partida Rol por web

La Isla Roja está ubicada al sur de la nación del fuego, solo tiene montañas y una pequeña aldea, pero los que habitan aquí les encanta tener buenos combates.

Han pasado algunos años desde que Akai atacó a su padre, ella se ha vuelto una mujer bella y letal, el control del fuego cada vez es más fuerte en su interior.
Vive con su madre la cual trabaja curando las heridas de los guerreros del fuego que vienen tras la guerra.
Akai mientras tanto se dedica a entrenar día tras día.
Una mañana temprano, con los primeros rayos del sol llega un mensajero del Señor del Fuego con un papiro sellado con el sello de la familia real.
Akai se muestra poco interesada pero su madre está un poco nerviosa por el mensaje, deciden abrirlo y leen:
"La Princesa del Fuego, Azula, demanda la presencia de Akai en su recámara. Debe llegar al anochecer el día de mañana. La Princesa no aceptará una negativa como respuesta."

Quorton vive en las afueras de la Isla Roja en una casita en las montañas, al sur de la Nación del Fuego. Con el tiempo ha ganado su fama de guerrero letal, muchos pobladores cercanos le tienen miedo, Quorton les prohibió entrar a sus bosques ya que son sus dominios y ellos, temerosos lo aceptan. El pueblo más afectado es el más cercano, el pueblo donde fue criado Quorton, pero las cosas están por cambiar, durante muchos años la nación del Fuego ha estado en guerra con las otras naciones y muchos pobladores fueron a la guerra, algunos han vuelto y ahora son guerreros expertos y sin miedo, incluso algunos controlan el fuego, Quorton empieza a escuchar rumores de una rebelión contra él cuando patrulla los bosques para cazar.
Es de mañana, Quorton se levanta temprano para cazar el almuerzo, se lava la cara y se viste, ata su pelo blanco como se hace para el combate, junta su equipo y sale a la puerta de su pequeña casa para respirar el aire de la mañana. Ser un ermitaño tiene su precio, es hora de cazar su propia comida.

Era bien temprano cuando Akai salió de casa, de nuevo a entrenar, cuando aún estaba cubierto el cielo por pequeños destellos negros que se marchaban dejando paso a la claridad, la chica se preparaba para una prueba intensiva de resistencia que ella misma había planeado, llevaba mucho tiempo preparándose sin saber que le depararía el futuro, ¿la lucha?, con tal solo 13 años había tendió valor para herir a su propio padre, pero no se imaginaba su vida en una batalla.

Cuando Akai regresó durante lo que esperaba que fueran unos minutos a su casa para recoger unas últimas provisiones para encaminarse hacia su reto, se encontró con una novedad, una carta con un sello real, no mostró interés alguno cuando salía ya por la puerta y su madre la retuvo cogiéndola del brazo y leyó en alto el comunicado, Akai se quedó callada por un momento no daba crédito a lo que oía, se relajo un tanto:

- Madre...No sé de qué se trata pero la princesa no me ha dado otra opción, partiré de inmediato, será lo más correcto - dijo sin oír tan siquiera la opinión de esta - Me prepararé enseguida, no quiero llegar demasiado tarde...

Y así lo hizo con mucha decisión, cogió algunas provisiones su arma más preciada la cuál guardaba bajo su kimono, que ahora se había convertido en una vestimenta más adecuada para el viaje. Se despidió con un fuerte abrazo y un luego junto las manos mientras ambas se inclinaban hacia delante, una reverencia la cual significaba respeto, Akai se marchó para encontrarse con la princesa Azula.

- Otro día empieza... el sol, brillante, se alza dando luz al mundo - musito, saliendo de mi casa - Luz... - reflexionando - No es luz lo que yo necesito, no es luz lo que yo tengo. Lo que tengo yo es una oscuridad que me impide ver más allá de mi... odio.

Caminando por el sendero que uso cada mañana por la mañana, me adentro en los bosques que son mi dominio.

Según he oido... nuevos guerreros, Maestros del Fuego, han llegado a la isla, y algunos tienen intención de destruirme... No quiero abandonar esta vida, pues odio estar rodeado de gente. Atemorizar a los aldeanos para que no se acercaran a mi casa ha sido una solución útil durante años. Sin embargo, quizá ha llegado el momento de marcharme...

Doy un suspiro, llegando a una colina, desde donde podré divisar mejor mi presa, que me servirá de almuerzo.

Aunque quizá sean tan estupidos de venir en grupos pequeños. Podria reducirlos a cenizas, con un poco de suerte. Hace tiempo que no mato a ningún humano.

Un pequeño bosque separa la colina donde vives del pueblo donde vive el resto de los habitantes de la isla. Te adentras en el bosque para buscar una presa que comer, ves pasar agilmente un cerdo-cabra entre los árboles, evidentemente este pequeño se alejó de su familia de las colinas y terminó perdido en el bosque, los sigues para alimentarte de él y en eso paras tu caza, ya que algo huele a quemado, el cerdo-cabra también para ya que también parece percibir el olor...
No sabes si aprovechar el momento y comerte al animal o ponerte en alerta, después de todo ese olor lo habías sentido antes y no significaba nada, tal vez solo estés nervioso por los rumores que estuviste escuchando estas semanas...

Paras en seco un buen rato y oyes algunos pasos pesados, como metálicos...
El cerdo-cabra corre en dirección contraria a lo que escuchas, deberías actuar rápido, puesto que podrías perder la comida del día, o tal vez ya no sea tan importante.

Los pasos me alertan... el jabalí se aleja de mi posición, tengfo que decidir rápido qué hacer.

Por un lado, si no cojo la presa me quedo sin comida. Sin embargo, si lo rumores no eran infundados, y esos pasos vienen a por mí, poco me importará ya la comida... Decidido, más vale prevenir que curar. A ver si encuentro algún árbol al que trepar para esconderme y saltar sobre ellos...

Quorton trepa habilmente a un árbol y oye como los pasos metálicos se aproximan, hasta que depronto ve a 3 hombres jóvenes con armaduras de la nación del fuego.
Se dirigen hacia tu casa, no han notado tu presencia en absoluto.

Ya veo que he hecho bien dejando al jabalí libre... ahora tendré que ocuparme de estos tres yo solo.

Observo como pasan por debajo de mi árbol sin notar nada.

Estúpidos, no debieron entrar en mis tierras. No he amenazado a nadie que no haya entrado en ellas. Merecen la muerte.

Me preparo para saltar.

Salto del árbol, sigilosamente. Los voy siguiendo un rato, sin hacer el menor ruido.

Saco mi daga y la alzo, preparado para asestar el primer golpe.

Preparaos...