Partida Rol por web

¡Ave, Centurión!

Ambientación

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27/02/2016, 23:17
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Legio IX Hispana

La Legio IX Hispana (Novena legión "Hispana"), fue una legión romana creada a mediados del siglo I a.C., junto con la VI , la VII y VIII, por Pompeyo en el año 65 a. C. César la dirigió por vez primera como gobernador de la Hispania Ulterior en el 61 a.C. Se la llevó a la Galia alrededor del año 58 a.C., donde estuvieron presentes durante toda la Guerra de las Galias. Se desconoce cual era su estandarte aunque posiblemente fuera un toro, como otras legiones cesarianas.

La Legio IX Hispana probablemente fue reclutada hacia el 60 a.C. para colaborar en las campañas de pacificación de la provincia Galia Narbonense atacada por los alóbroges.

En 58 a.C. fue asignada junto con la Legio VIII y la Legio X a Julio César para su conquista de la Galia. Desaparecida durante el reinado de Marco Aurelio en el siglo II, probablemente aniquilada. Su símbolo es hoy por hoy desconocido, aunque es muy factible que fuese el toro, como el de las demás legiones consulares creadas por César.

La Legio IX operó durante toda la campaña de las Galias, siguiendo, más adelante, fiel a César en la guerra civil que sostuvo contra Pompeyo. Luchó en las batallas de Dirraqio (actual Durrës) y de Farsalia el 48 a.C., y en la campaña africana del año46 a.C. Después de la victoria final César licenció a sus legionarios y asentó a los veteranos en Picenum.

Tras el asesinato de Julio César, Octavio volvió a llamar a los veteranos de la IX para luchar contra la rebelión de Sexto Pompeyo, combatiendo en la batalla de Nauloco (Sicilia). Después de derrotar a este fue destinada a la provincia de Macedonia.

En 31 a.C., desatada la guerra civil entre Marco Antonio y Octavio, volvió a tomar parte por este último y luchando a su lado en la batalla naval de Actium.

Con Octavio Augusto ya nombrado emperador, la legión fue enviada a la Hispania Tarraconensis para participar junto a otras siete en las importantes y largas campañas contra los cántabros (29 a.C.-19 a.C.). Su sobrenombre de Hispana fue ganado probablemente por sus acciones durante este periodo. Con anterioridad fue llamada también Hispaniensis, 'estacionada en Hispania', pero posteriormente se eligió la forma Hispana.

Después de esto la legión fue trasladada la frontera del Rin ante la necesidad de concentrar tropas para proteger el frente de las tribus germánicas.

Tras la retirada del área al este del río Rin como consecuencia del desastre de la batalla del bosque de Teutoburgo, en el año 9, la IX fue estacionada de forma permanente en Panonia, si exceptuamos un corto período entre 17 y 24 en que, por orden de Tiberio, tomó parte en la guerra contra Tacfarinas en Mauritania, acompañada por la Cohors XV Voluntariorum.

En el 43 participó en la invasión de Britania conducida por el emperador Claudio y el legado imperial Aulo Plaucio. Bajo el mando del gobernador proconsular Cayo Suetonio Paulino la legión participó en la campaña contra la reina Boudicca (61 D.C.), intentando romper el cerco de Londinium (actual Londres). En el transcurso de esta acción se vio obligada a retirarse a su fortaleza de Longthorpe con un número considerable de bajas y el gobernador decidió enviarla a cubrir su retaguardia, no participando en la acción que aplastaría la rebelión en la Batalla de Watling Street. Debido a las bajas acumuladas durante la rebelión, hubo de ser reforzada con dos mil legionarios provenientes de las legiones de Germania Inferior y Germania Superior.

Entre 52 y 57, de nuevo bajo el mando de Quinto Petilio, junto con la Legio XX Valeria Victrix, bajo las órdenes del legado Cneo Julio Agrícola, atacó las fuerzas de Venutius en Stanwick, sofocando la revuelta de los brigantes.

Posteriormente, y antes de que la fortificación de Lindum (actual Lincoln) estuviese finalizada en el año 65, sus efectivos fueron divididos entre los fuertes de Longthorpe y Newton-on-Trent.

En 71 la legión fue reemplazada en Lindum por la Legio II Adiutrix, trasladándose a una fortaleza de piedra recién construida en Malton, próxima a Eburacum (York). Es probable que durante su estancia en Britania participara junto a las otras tres legiones británicas en la construcción del Muro de Adriano aunque no está demostrado.

En 120 la Legio VI Victrix reemplaza a la Legio IX Hispana en York. Durante mucho tiempo fue desconocida su historia a partir de esta fecha, lo que dio lugar incluso a elaborar leyendas sobre su "misteriosa desaparición" entre los Scotti en sucesivas novelas de recreación histórica, como la muy popular de R. Sutcliff The Eagle of the Ninth, de 1954 muchas veces reeditada, cuya adaptación cinematográfica se estrenó en 2011.

Sin embargo, en la década de 1970 se se desmintió dicha idea. Gracias al hallazgo de diversas inscripciones pudo acreditarse que la legión IX había sido trasladada desde Britania a los alrededores de Noviomagus, ciudad de los Bátavos (actual Nimega, Holanda), donde estuvo acuartelada al menos hasta 131 d.C., cuando fue enviada a Oriente.

Tras esa fecha sí se pierde su rastro, por lo que se cree que pudo ser diezmada o aniquilada. Se han sugerido diferentes opciones para ello: en Judea durante el imperio de Adriano (años 132-135), en Armenia o en Capadocia durante el de Marco Aurelio (161) o, en 162 d.C., durante la invasión de los Chatti. Lo único cierto es que en una relación de legiones en la época de Marco Aurelio ya no se la menciona.

Hay que tener en cuenta que los historiadores y cronistas romanos eran extremadamente reservados a la hora de registrar en sus escritos aquellas legiones que fueran deshonradas, debido a que el recuerdo de su memoria hubiese sido prohibido. Igualmente ocurría con aquellas que fueron aniquiladas en el campo de batalla, no siendo dado a conocer el hecho por cuestión de moral pública y para asegurar la estabilidad política del imperio.

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28/02/2016, 10:40
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La Legión durante la partida

 

*AVISO IMPORTANTE*

ESTA PARTIDA NO PRETENDE SER UNA RECEACIÓN DE SUCESOS HISTÓRICOS. EL TRASFONDO UTILIZADO SE BASA EN HECHOS HISTÓRICOS, ASÍ COMO LOS PRINCIPALES PERSONAJES, PERO LAS BATALLAS Y LOS SUCESOS TAL Y COMO SE NARRAN AQUÍ PODRÍAN NO HABER OCURRIDO NUNCA.

 

Situación de la Legión

Es el año DCLXXXIV ad Urbe Condita (684 tras la fundación de Roma o 57 a.C.), La IX legión se encuentra acampada junto con otras cinco legiones comandadas por Cayo Julio César, a 20 kilómetros al sur del río Sambre, en un campamento de marcha como los que montan al final de cada jornada de camino en dirección a su destino actual.

En esta campaña, César pretende marchar contra los belgas, que habían iniciado una disputa contra las tribus galas subyugadas. Con esta guerra pondrá fin a la amenaza de los Belgas y asegurará el territorio de la Galia bajo el control de Roma.

Para esto, César ha ordenador construir un gran campamento a un kilómetro del río, capaz de guarnecer a las ocho legiones que se dispone a reunir allí. Así las legiones tendrán un sitio donde guarnecerse y desde el que lanzar sus ataques durante la campaña. Ahora las legiones se disponen para un último avance hasta alcanzar la posición donde su comandante ha dispuesto que se construya el campamento más seguro y firme.

Sin embargo, vuestra cohorte recibirá una misión especial de parte de su legado, que pondrá por primera vez a sus centuriones en la tesitura de tomar el mando por si mismos, especialmente al primer centurión, o Primus pilum, quien de facto es el comandante de la cohorte y por tanto oficial al cargo de la misión.

 

 

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28/02/2016, 18:29
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Organización de una legión romana tras la reforma de Mario

 

Primera reforma: reclutamiento

La parte más importante de las reformas de Mario fue la inclusión de las personas sin tierras ni propiedades, las denominadas capite censi o censo por cabezas, dentro de las personas que podrían alistarse. Dado que la mayor parte de este grupo eran pobres que no tenían capacidad de comprar su propio armamento, Mario hizo que el estado les suministrase las armas, aunque las irían pagando a plazos. Ofreció a la gente sin recursos un empleo permanente con paga como soldados profesionales, y la oportunidad de ganar dinero mediante los saqueos en campaña. La plebe, que tenía muy poca esperanza de incrementar su estatus por otra vía, en seguida empezó a apuntarse al nuevo ejército de Mario. Los soldados se reclutaban para un plazo de 25 años.

Gracias a esta reforma, Mario logró dos objetivos. En primer lugar, consiguió reclutar suficientes hombres en un periodo de crisis y de amenazas externas para Roma. En segundo lugar, solventó un grave problema económico que existía en Roma, provocado por la pérdida de la mayor parte de la clase media en guerras, tanto por la muerte de los ciudadanos, como por su ruina económica, al no poder encargarse de sus propiedades en campaña.

Segunda reforma: estructura militar

Con este ejército permanente, y siendo el estado quien suministraba las armas, Mario pudo estandarizar el equipamiento de la legión romana. El entrenamiento se mantenía a lo largo del año, y no sólo cuando era necesario. Mario organizó las legiones de la siguiente forma:

  • Hizo desaparecer la división de la infantería en secciones especializadas: hastati, principes y triarii. A partir de la reforma, la infantería legionaria constituyó un cuerpo homogéneo de infantería pesada, sin distinciones por razón del armamento (ahora estandarizado) o la edad de los soldados. Del mismo modo, se eliminó de la legión el contingente de vélites, que ya estaba totalmente en desuso: la infantería ligera de las legiones primitivas era muy poco efectiva, como se demostró una y otra vez durante las Guerras Púnicas y fue sustituida por cuerpos especializados de auxiliares, agrupándose según su origen étnico y conservando su estilo peculiar de combate.

  • El número total de hombres en una legión completa era de unos 6.000, de los cuales aproximadamente 5.000 serían soldados. El resto era personal no combatiente.

  • La organización interna de la legión consistía en diez cohortes de seis centurias cada una. Las diez cohortes que integran la legión van numeradas, obviamente, del I al X, organizadas jerárquicamente según su número; en época imperial la I Cohorte tenía el doble de soldados que las demás, generalmente los más veteranos, y se despliega en primera fila y, por el contrario, la cohorte X se desplegaba en segunda fila, y estaba compuesta por los soldados más bisoños.

  • Cada legión contraba además con un contingente de 120 unidades de caballería, divididos en 4 decurias de 30 jinetes al mando de un decurión. Éstos cumplían las labores de exploradores y mensajeros, además de ayudar en las escaramuzas y en persecuciones.

  • La centuria consistía en 80 soldados apoyados por 20 no combatientes y dirigidos por un soldado profesional ascendido de entre los soldados rasos y llamado centurión.

  • La centuria a su vez se dividía en contubernia (sing. contubernium) grupos de 8 hombres que compartían una tienda. Sin embargo, la centuria luchaba como una unidad, marchaba como una unidad y acampaba como una unidad. Acarreaba con ella todas las armas y demás provisiones e instrumentos necesarios para mantener a la unidad. Esta reducción del convoy de suministros hizo que la legión fuese mucho más rápida en sus desplazamientos.

  • De dos a seis legiones juntas constituían un ejército.

 

Desde este momento, las cohortes, de las que habría de seis a diez, sustituyen a los manipula como unidad táctica básica. Cada cohorte se compone de seis centurias, lideradas por un centurión asistido por un optio, un soldado capaz de leer y escribir. El centurión mayor de la legión es llamado primus pilus, un soldado de carrera y asesor del legado. Un tribuno militar dirigía dos cohortes de una legión.

Este pequeño ejército, capaz de batirse por sí solo en casi cualquier modalidad militar, arrastraba (especialmente en época imperial) una gran cantidad de personal civil no directamente relacionado con la legión: comerciantes, prostitutas, "esposas" de legionarios (que no podían contraer matrimonio), que al establecerse en torno a los campamentos permanentes o semipermanentes acababan dando lugar a auténticas ciudades.

Las legiones pronto se encontraron en una condición física y de disciplina insuperable, sin parangón en el mundo antiguo.

Tercera reforma: jubilación

La tercera reforma que Mario logró introducir fue una legislación que otorgaba beneficios de jubilación a los soldados en la forma de tierras. Los miembros del censo por cabezas que terminaban el servicio recibían una pensión de su general y una finca en alguna zona conquistada a la que podían retirarse.

Por último, Mario garantizó a los aliados itálicos la ciudadanía romana completa si luchaban como soldados auxiliares y completaban el servicio, cosa que posteriormente se extendería a todos los que sirvieran en las tropas auxiliares.

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29/02/2016, 01:03
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Centuriones

 

Los centuriones eran los oficiales al mano de la unidad táctica básica del ejército romano, la centuria. Los centuriones eran elegidos de varias formas, pero solían ser ascendidos entre los legionarios, la mayoría de ellos. Eran soldados experimentadios, diestros en el manejo de todas las armas de un legionario y conocedores de las tácticas de las legiones. Se les requería ser ilustrados, tener al menos 30 años y ser recomendados para ocupar dicho puesto.

Los centuriones ostentaban tangos diferentes dentro de una legión, ordenándose según la centuria que comandasen y dentro de qué cohorte estuvieran, siempre en orden numérico ascendente. Dentro de una misma cohorte, el centurión de la primera centuria era denominado Pilum Prior, y era de facto el comandante de la cohorte. De entre estos centuriones, el primero de la primera cohorte era denominado Primus Pilum, y estaba al mando de cada soldado y centurión de la legión, actuando como segundo del Legado y su consejero en táctica militar.

De acuerdo con las fuentes iconográficas, reflejadas mayoritariamente en algunos relieves históricos -p.ej. Arco de Orange-, en algunos sarcófagos de los siglos II, III y IV, y en algunas inscripciones funerarias, el centurión romano se distinguía por su particular uniforme, que estaba constituido por:

  • Una túnica corta de color blanco (decursio albata), que en los climas fríos se complementaba con unos pantalones cortos.
  • Una armadura de cota de malla (lorica hamata) o de escamas (lorica squamata), muchas veces cubierta por phalerae o condecoraciones en forma de medallón y torquex o pulseras colgantes.
  • Portaba la espada corta -gladius- en el lado izquierdo en lugar del derecho, habitual en los simples milites, sujeta al cuerpo mediante uncingulus o cinturón con la funda del arma.
  • Usaba protecciones en las piernas (grebas)
  • Sobre el casco (cassis) lucía una cresta (crista), que cruzaba lateralmente la cabeza. Algunas teorías de historia militar atribuyen la disposición transversal de este penacho a la necesidad de hacerse visible por la espalda para sus soldados, pero en época imperial el resto de los soldados no utilizaba cresta ordinariamente, ya que se reservaba para las armaduras de parada, por lo que solamente los centuriones llevaban este vistoso elemento, que permitía identificarlos fácilmente. Carecemos de evidencias arqueológicas sobre su color aunque se barajan el blanco, negro o rojo.
  • Calzaba caligae o sandalias claveteadas, similares a las de sus hombres.

Los centuriones también llevaban un bastón de mando, habitualmente una vara de vid, llamada vitis, como símbolo de su autoridad, y que, durante las tareas de entrenamiento, utilizaban a discreción para golpear a los torpes y rezagados.

Suboficiales

Cada centurión era asistido en su centuria por un optio, un signifer y un tesserarius, suboficiales que recibían el nombre de "principales". El primero era el lugarteniente del centurión, y lo ayudaba en la táctica y en el mantenimiento de la disciplina y la forma física de los soldados. El segundo era el portaestandarte y tesorero de la centuria, y el último se encargaba de suministrar las contraseñas y de actuar de oficial de enlace.

En el campo de batalla, el centurión se situaba en el extremo derecho de la primera fila de hombres de su unidad, junto al signifer, mientras que el optio se situaba en la retaguardia, para evitar, si era necesario, la desbandada de las tropas, y garantizar los relevos entre líneas típicos del orden cerrado utilizado por el ejército romano.

Superiores

Eran rangos superiores a los de centurión el de tribuno, que solían ser los jóvenes de la clase senatorial que están realizando su primer servicio en la legión antes de recibir los cargos públicos en la vida civil aunque hay tribunos quienes han elegido la vida militar como la profesión, tanto del orden ecuestre como senatorial. También el de praefectus castrorum, generalmente un antiguo centurión, que era el prefecto del campamento, encargado de la gestión del mismo. Todos los cargos se subordinaban por último al del Legado, comandante en jefe de una legión, que se trataba de un patricio de orden ecuestre o senatorial que trataba de expandir su influencia política a través de la carrera militar.

En comparación a la organización militar moderna, el rango de centurión podrían ser aproximadamente el equivalente a un capitán de infantería y siendo los centuriones de mayor antigüedad comparables al rango de comandante.

 

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07/03/2016, 18:42
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Legionarios

 

Reclutamiento

Aquellos que deseaban convertirse en legionarios debian presentarse a las oficinas de reclutamiento establecidas a lo largo del territorio bajo gobierno romano, generalmente había una en cada centro urbano importante. Al llegar allí debian disponerse a cumplir una serie de requisitos para garantizar su acceso a la fase de adiestramiento. Los requisitos esenciales eran:

  • Tener una contextura física media, delgado pero en buenas condiciones de nutrición.
  • No tener problemas ni de visión ni de audición.
  • Saber leer y escribir en latín.

Una vez admitidos, debian prestar un juramento, dando votos de obediencia a sus superiores, además de la promesa de nunca desertar. Ya cumplido todo esto, se les asignaba un destacamento, al cual era enviado para iniciar con la etapa de adiestramiento.

Adiestramiento

El adiestramiento cumplía dos funciones: fortalecer el cuerpo y enseñar las técnicas de combate individual y formaciones.

Las marchas eran una parte muy importante debido a su importancia táctica ya que, cuanto más rápido se marchase, antes se entraría en combate. Las marchas se hacían regularmente sin importar el tiempo. Todos los soldados iban cargados con un equipo de unos 25 kg y recorrían una distancia de 30 km en cinco horas.

Los legionarios también aprendían a construir campamentos donde pernoctar tras las jornadas de marcha.

Otra parte del entrenamiento era, sin duda, el aprendizaje de las formaciones, ya que eran éstas, las que diferenciaban una legión romana de un grupo de bárbaros. Los legionarios sabían ejecutar relevos de líneas, formaciones de tortuga o testudo y despliegues de todo tipo.

Los legionarios se ejercitaban con armas falsas lastradas, para que de esa manera las armas normales les resultaran más ligeras.

Por último hay que hablar de la disciplina. A los legionarios se les enseñaba a obedecer ciegamente las órdenes, siendo aquellos que las desobedecían severamente castigados mediante linchamientos, apedreamientos o decimatios, ejecutados por sus propios compañeros.

Servicio militar

Los territorios que fueron anexionados a Roma más tempranamente aportaban soldados, y las provincias reclutaban en función del tiempo permanecido bajo soberanía romana. Normalmente no era necesario forzar el reclutamiento pues el número de voluntarios era suficiente para cubrir las necesidades. Los ciudadanos romanos podían alistarse en cualquier unidad, pero, preferentemente, lo hacían en las legiones, mientras que los peregrinos, o personas libres no ciudadanas, eran enviadas a las tropas auxiliares. Un caso especial lo constituían las tropas de guarnición en Roma, ya que la guardia pretoriana y las cohortes urbanas se nutrían con ciudadanos romanos itálicos y de las provincias más romanizadas, como la Bética, Macedonia o la Gallia Narbonense, mientras que las cohortes de vigiles eran reclutadas fundamentalmente de entre libertos, personas que tenían vedado el acceso al resto de los cuerpos.

Armamento

  • El tronco se protegía con una coraza completa (frontal y espalda) de la que hubo varios tipos. La coraza más cara eran dos piezas de metal que protegían completamente el tronco. Por su precio y vistosidad estaban prácticamente reservadas a los oficiales y a la guardia pretoriana.
  • La coraza de escamas, la loriga scamata estaba formada por pequeñas piezas de metal o hueso superpuestas y unidas por alambre.
  • La lorica hamata era una cota de malla.
  • La lorica segmentata estaba formada por hojas de metal alargadas. Proporcionaba mayor protección que la lorica hamata y permitía más movilidad.
  • Para proteger el vientre utilizaban un cinturón de cuero, con tiras colgantes para proteger los muslos.
  • El escudo podía ser de bronce o de madera recubierta de cuero, y su forma redonda, oblonga, semicircular o cilíndrica
  • La muñequera era de metal y contenía un cuchillo para atacar por sorpresa en un mano a mano sin espada
  • El casco protegía la nariz, mejillas y cuello. El de los oficiales llevaba un penacho.
  • El calzado consistía en unas sandalias fuertes, con tachuelas en la suela, de gran resistencia en las largas marchas.
  • Las armas eran un pilum pesado, un pilum ligero, el gladius y un puñal de doble filo.
  • Además llevaban una mochila con objetos personales, agua y raciones para un mínimo de tres días.

Marcha y campamentos

Al frente de la legión marchaban los jinetes explorando el terreno y posibles trampas. Luego venían la infantería, los encargados de levantar el campamento, el general, su guardia, tropas, las máquinas de asedio desmontadas, los oficiales superiores y más tropa cerrando la marcha.

Con las reformas de Mario el campamento (castrum) desempeñó una papel fundamental en las tácticas romanas. No se dejó su establecimiento al azar, sino que seguía unos principios rígidos. Probablemente ningún otro ejército de la antigüedad contó con unos campamentos, para una noche o por tiempo indefinido, con tales niveles de seguridad.

Externamente se rodeaba por un foso (fossa) de cuatro metros de anchura y tres de profundidad que era excavado por una parte de los legionarios, mientras la otra parte se mantenía en estado de alerta. La tierra extraída se utilizaba para levantar un terraplén defensivo, elagger, a continuación del fossa. En el caso de campamentos eventuales, como los construidos cada día al final de la marcha, el vallumpodía ser sólo el agger o también adicionar una empalizada de madera. Si el campamento era semipermanente, como durante el descanso invernal o un asedio corto, el vallum era de madera o argamasa. Y si se trataba de algo permanente, por ejemplo vigilar la seguridad de una zona, se utilizaba la piedra. Después del vallum se dejaba un terreno despejado de treinta a sesenta metros, elintervallum.

La tienda del general se levantaba junto a la intersección de dos calles que se cruzaban en forma de cruz latina, la via cardo (de norte a sur) y la via decumana (de este a oeste). En cada una de las zonas se distribuían las tiendas de los legionarios, siguiendo una ordenación específica según el cuerpo. Las tiendas tenían capacidad para cuatro legionarios, pero alojaban a ocho en turnos rotativos.

Símbolos

Desde la reforma de Mario –alrededor del año 104 a. C.-, se ha venido priorizando en el seno de la legión una de las enseñas tradicionales que estos cuerpos solían llevar al campo de batalla. Se trata del águila romana, que se impone como símbolo legionario por antonomasia, desplazando al lobo, al toro, al jabalí y al caballo, muestras de animalestotémicos pertenecientes a una sociedad campesina. Las águilas se realizan en metales nobles –plata primero, orodespués- y se guardan celosamente en el "aedes signorum" o santuario del campamento. La pérdida de las águilas, como les sucedió a Craso o Marco Antonio en Oriente o a Varo entre los germanos, es el mayor deshonor que puede sufrir un cuerpo legionario. El suboficial al cargo del águila era el aquilifer.

A mayores, existen otro tipo de estandartes, como los "signa", "imagines", "vexilla" o "dracones":

  • El signum es el estandarte de cada centuria: rematado en forma de asta o mano –en recuerdo del antiguo manípulo-, se decoraba con guirnaldas, cruces y discos. En los cuerpos auxiliares, los "signa" incluyen imágenes de los emperadores, con lo que el segundo tipo de estandartes -las "imagines"- es privativo de las legiones.
  • Por su parte, el vexillum es la bandera que marca la posición del general en el campo de batalla, pero también es la enseña de los destacamentos irregulares, por lo que éstas reciben el nombre de "vexillationes". Se cuelgan de una barra cruzada al mástil de la enseña.
  • El draco es una cabeza de animal en bronce con las fauces abiertas, a la que se añade un tubo de colores y que al agitarlo producía un ruido sordo.

Los portadores de estas enseñas eran, respectivamente, los signiferes, imaginiferes, vexillarii y draconarii.

El culto a las enseñas se realizaba con carácter permanente mediante la deposición en el "aedes". Sin embargo, existen ocasiones especiales en las que se honran los "signa" y "vexilla" (Rosalia Signorum), las águilas legionarias (natalis aquilae, Honos Aquilae).

Condecoraciones

Las condecoraciones del período republicano consistían en coronas, habiéndolas de varios tipos:

  • Corona gramínea: se concedía por salvar a un ejército.
  • Corona cívica: se concedía por salvar la vida de un compañero, estaba hecha de hojas de roble.
  • Corona mural: se concedía al primero en coronar la muralla enemiga.
  • Corona vallar: se concedía al primero que asaltara la trinchera enemiga.
  • Corona naval: premiaba la captura de un barco.
  • En la época imperial se añadieron las phalerae, los armillae y los torques.

Los militares de alto rango podían además conseguir otra clase de condecoraciones:

  • Centurión jefe y tribunos subordinados podían conseguir una lanza de plata.
  • Tribuno jefe podía conseguir 2 coronas de oro, dos lanzas de plata y dos estandartes pequeños de oro.
  • Los legados podían conseguir hasta tres juegos de condecoraciones.
  • Los cónsules y gobernadores podían conseguir 4 juegos.

No obstante la máxima condecoración no era ninguna medalla ni corona sino un Triunfo.

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07/03/2016, 18:53
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Tácticas de combate

 

Autoridad, control y estructura

Una vez el soldado había terminado su entrenamiento, era generalmente asignado a una legión, la unidad de combate masiva básica. La Legión se subdividía en diez unidades llamadas cohortes, a grandes rasgos comparables con un batallónde infantería moderno. Las cohortes, por su lado, se dividían en tres manípulos, que a su vez estaban formadas por doscenturias de 80 hombres cada una. Cada centuria se subdividía en 10 contubernios de 8 hombres cada uno. El contubernio era la unidad básica de combate de la legión romana. La fuerza total de la legión al completo era de 60 centurias (4800 hombres). La primera cohorte de una legión era generalmente la unidad de élite, que portaba el mejor equipo y los soldados más veteranos y hábiles. Varias legiones unidas daban lugar a una fuerza de campo distintiva, un "ejército".

El mando supremo de cada legión o ejército era ejercido por un cónsul, procónsul o pretor. En casos de emergencia en la época republicana, también podía tomar el mando del mismo un dictador. Un pretor o propretor sólo podía comandar una única legión, y nunca un ejército consular, que normalmente consistía en dos legiones romanas y una cantidad pareja de tropas aliadas. En el periodo republicano temprano, era rutinario en un ejército la doble autoridad, con dos cónsules que se alternaban diariamente en el mando. En siglos posteriores esto se vio modificado en beneficio de un único comandante en jefe del ejército. Los legados eran oficiales de rango senatorial que asistían al comandante supremo. Los tribunos eran por regla general jóvenes aristócratas que supervisaban tareas administrativas como la construcción de campamentos. Loscenturiones (equivalentes a grandes rasgos a un suboficial de la actualidad, pero que actuaban como capitanes modernos en operaciones de campo) dirigían cohortes, manípulos y centurias. En ocasiones eran utilizados cuerpos especiales de operaciones como ingenieros y armeros.

Marcha de aproximación

Una vez la legión se hallaba en campaña, comenzaba la marcha. En general, el orden de marcha dependía mucho del tipo de resistencia que el comandante de la tropa pensara encontrar en el camino, variando desde el orden habitual que, por ejemplo, nos describe Josefo en sus "Guerras Judías" hasta la formación de un "orbis", una formación especial en el que la legión se dividía en sus respectivas centurias que formaban un cuadro (ver diagrama adjunto;) En un caso de peligrosidad media, la aproximación al campo de batalla se llevaba a cabo en formación de varias columnas, que incrementaban la maniobrabilidad. Normalmente, un cuerpo de vanguardia bien armado precedía al cuerpo principal. Este cuerpo incluía exploradores, caballería y tropas ligeras. Un tribuno u otro oficial acompañaban frecuentemente a esta vanguardia para batir el terreno y buscar posibles lugares donde establecer un campamento. También se desplegaban unidades de flanqueo y reconocimiento que servían de cobertura. Tras la vanguardia venía el cuerpo principal de infantería pesada. Cada legión marchaba como una formación compacta, acompañada de su propio tren de suministros. La última legión normalmente actuaba de retaguardia, aunque las unidades más recientes del ejército podían ocupar este escalón final.

Construcción de campamentos fortificados.

Las legiones en campaña normalmente construían campamentos fortificados completos, reforzados mediante empalizadas y un profundo dique, que proveían una base para el almacenamiento de suministros, reorganización de tropas y defensa. Los romanos construían un nuevo campamento cada vez que recorrían un día de marcha (alrededor de 30 km).6 Los campamentos eran destruidos al día siguiente, antes de retomar la marcha. Además de una necesidad militar, representaban un simbolismo religioso. Existían cuatro puertas de acceso, conectadas por dos arterias principales, que se cruzaban en el centro del campamento, lugar donde se encontraban las tiendas de mando. Del mismo modo, se respetaba un espacio para la construcción de un altar donde poder llevar a cabo los oficios religiosos. Todo se hallaba estandarizado, desde la posición del equipaje, equipamiento y unidades del ejército específicas, hasta los deberes de los oficiales que debían distribuir centinelas, piquetes y órdenes para la marcha del próximo día. La construcción del campamento llevaba entre 2 y 5 horas, durante las cuales parte del ejército trabajaba, mientras el resto montaba guardia, dependiendo de la situación táctica. Ningún otro ejército mantenía durante tanto tiempo este método sistemático de construcción de campamentos, incluso si el ejército descansaba por sólo un día. En el interior se establecían las tiendas de campaña. La del general ocupaba un lugar privilegiado.

Levantamiento del campamento y marcha

Tras un desayuno regimentado a la hora indicada, sonaban las trompetas. Las tiendas y cabañas del campamento eran desmanteladas y se hacían las preparaciones para la partida. La trompeta sonaba entonces una vez más con la señal de alerta para la marcha. Se cargaban las mulas y vagonetas del tren de suministros y formaban las unidades. El campamento era entonces incendiado y destruido para evitar que fuera ocupado por el enemigo. Sonaban entonces las trompetas por última vez preguntado a las tropas por tres veces si estaban listas y dispuestas, a lo que se esperaba que respondieran al unísono, antes de comenzar de nuevo la marcha.

Inteligencia

Los buenos comandantes romanos no dudaban en utilizar un servicio de inteligencia, particularmente en situaciones de asedio o cuando se avecinaba un combate campal. Recababan información de espías, colaboradores, embajadores y enviados especiales, y aliados. Mensajes interceptados durante la Segunda Guerra Púnica, por ejemplo, permitieron a los romanos enviar a dos ejércitos a interceptar al ejército cartaginés de Asdrúbal Barca pasados los Alpes, evitando que se reuniera con Aníbal. Los comandantes también se mantenían alerta a la situación en Roma, dado que enemigos y rivales políticos podían utilizar una campaña poco exitosa para infligir un golpe a la carrera de un oficial. Durante esta fase inicial también se llevaba a cabo el habitual reconocimiento de campo, por medio de patrullas o incursiones de prueba, que tenían el objetivo de descubrir puntos débiles en el frente enemigo, capturar prisioneros e intimidar a los habitantes de la zona.

Logística

La logística romana resultó la más efectiva del mundo antiguo, a lo largo de los siglos: desde el despliegue de agentes comerciales para comprar provisiones de forma sistemática durante una campaña, hasta la construcción de carreteras y almacenes de suministros, pasando por el alquiler de transporte marítimo si las tropas debían viajar sobre las aguas. Todo el equipamiento y material pesado (tiendas, artillería, armamento de reserva, piedras de afilar, etc) era empaquetado y transportado por animales y carros, mientras las tropas llevaban consigo petates individuales, que incluían palas y bastones para construir los campamentos fortificados. Como el resto de ejércitos, aprovechaban las oportunidades puntuales, y los campos sembrados de aquellos granjeros lo bastante desafortunados como para encontrarse cerca del área de conflicto solían ser esquilmados para satisfacer las necesidades del ejército. Como ocurre con la mayoría de las fuerzas armadas, un tropel de comerciantes, buhoneros, prostitutas y otros proveedores de diversos servicios les seguía a todas partes.

Moral

Si el campo de batalla potencial se hallaba próximo, el movimiento se hacía más lento y cuidadoso. Podían mantenerse varios días en el mismo lugar estudiando el terreno y la oposición, mientras las tropas se preparaban mental y físicamente para la batalla. Arengas, sacrificios a los dioses y anuncios de buenos augurios podían llevarse a cabo. También podían sucederse demostraciones prácticas para evaluar la reacción del enemigo y elevar la moral de las tropas. Parte del ejército podía abandonar el campamento y desplegarse en línea de batalla ante el enemigo. Si el enemigo rehusaba mostrarse dispuesto a ofrecer batalla, el comandante podía lanzar una arenga moral a sus hombres, contrastando la cobardía del enemigo con la resolución de sus propias tropas.

El historiador Adrian Goldsworthy señala que tales maniobras previas a la batalla eran típicas de ejércitos antiguos, pues cada bando buscaba ganar la mayor ventaja posible antes de que estallara el combate. Varios autores clásicos relatan escenas de comandantes rivales negociando o debatiendo en general, como ocurre en la famosa conversación entre Aníbal y Escipión previa a la batalla de Zama. Pero sea cual sea la realidad de estos encuentros, o lo floridas y recargadas que fueran las palabras utilizadas en las arengas, el único encuentro que tenía una importancia decisiva era la batalla.

 

Despliegue para la batalla: La triple línea o "Triplex Acies"

Las maniobras previas a la batalla permitían a los comandantes enfrentados apreciar cómo sería el combate que se avecinaba, pero el momento exacto en que estallara y el resultado final del mismo podían resultar impredecibles. Las escaramuzas podían descontrolarse, terminando con ambas fuerzas lanzándose una contra la otra. Consideraciones políticas, escasez de suministros, o incluso rivalidad entre comandantes en busca de gloria podía desatar también un ataque frontal, como ocurrió en la batalla del Trebia.

Disposición de la línea triple

Una vez la maquinaria había comenzado a rodar, la infantería romana era por regla general desplegada, como cuerpo principal, de frente al enemigo. Durante el despliegue en la era romana, los manípulos se disponían comúnmente en triplex acies (triple orden de batalla): es decir, en tres niveles, con los asteros o asteros en primera fila (la más cercana al enemigo), los príncipes en segunda, y los veteranos triarios en la tercera y última, en posición de rodillas, para que no se lanzaran de improviso al fragor de la batalla, o, en ocasiones, incluso más atrás como reserva estratégica. Cuando se sufría una derrota, la primera y segunda línea (príncipes y "hastatos") retrocedían hasta los triarios para recomponer las líneas y efectuar un contraataque o retirada organizada. Dado que retroceder hasta los triarios era una medida desesperada, la frase "bajar a los triarios" (ad triarios rediisse) se convirtió en una frase típica romana para referirse a una situación desesperada.

Con este sistema de triplex acies, escritores romanos contemporáneos hablan de manípulos que adoptaban la formación de damero llamada quincunx cuando eran desplegados para la batalla pero antes de entrar en combate. En la primera línea, los asteros dejaban huecos equivalentes en tamaño al área de intersección entre dos manípulos. La segunda línea consistía en príncipes dispuestos de manera similar, alineados tras los huecos dejados por la primera línea. Esto mismo hacía la tercera línea, que se colocaba entre los huecos de la segunda línea. Los vélites se disponían aún más adelante, en una línea continua y poco compacta.

La maniobra romana era compleja, se mezclaba con el polvo de miles de soldados posicionándose, y el griterío de oficiales que se desplazaban entre líneas intentando mantener el orden. Varios miles de hombres debían reorganizarse de una formación en columna a otra de línea, con cada unidad ocupando su lugar designado, junto a tropas ligeras y caballería. Los campamentos fortificados se disponían y organizaban para facilitar el despliegue. La colocación inicial podía llevar algo de tiempo, pero una vez llevada a cabo representaba una fuerza de combate formidable, normalmente dispuesta en tres líneas con un frente tan extenso que llegaba a ocupar más de un kilómetro y medio.

El despliegue en tres líneas sería mantenido a los largo de los siglos, aunque las reformas marianas retiraron paulatinamente la mayoría de las distinciones basadas en edad y clase, estandarizaron el armamento y reorganizaron las legiones en unidades mayores de maniobra como cohortes. El tamaño total del ejército y duración del servicio militar se incrementaron sobre una base más permanente.

Ordenación de una cohorte:

en orden jerárquico en orden de batalla
  • Centuria I: Pilus Prior
  • Centuria II: Princeps Prior
  • Centuria III: Hastatus Prior
  • Centuria IV: Pilus Posterior
  • Centuria V: Princeps Posterior
  • Centuria VI: Hastatus Posterior
  • Centuria III: Hastatus Prior (hastati)
  • Centuria VI: Hastatus Posterior (hastati)
  • Centuria II: Princeps Prior (príncipes)
  • Centuria V: Princeps Posterior (príncipes)
  • Centuria I: Pilus Prior (triarii)
  • Centuria IV: Pilus Posterior (triarii)

Maniobrabilidad de la línea triple

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Mientras el ejército se aproximaba al enemigo, los vélites al frente lanzaban sus jabalinas contra las líneas rivales, y retrocedían por los huecos entre las líneas de asteros. Esto aportaba una importante innovación, dado que en otros ejércitos de la época los escaramuzadores debían retirarse entre las filas de su ejército, causando confusión; o bordeando sus propios flancos. Una vez los vélites se retiraban tras los asteros, la centuria "posterior" marcharía hacia la izquierda y adelante, presentando así una línea sólida de combate. El mismo procedimiento se empleaba a medida que los vélites llegaban a la segunda y tercera línea, o bien éstos se retiraban a los lados para canalizar el hueco existente entre la primera y segunda líneas en ruta, para ayudar en la cobertura de los flancos de la legión.

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En este punto, la legión presentaba una línea sólida frente al enemigo, con lo que se encontraba en la formación idónea para el choque. Cuando el enemigo se aproximaba, los asteros cargaban. Si estuvieran perdiendo terreno, la centuria 'posterior' regresaría a su posición re-creando los huecos. Entonces, los manípulos retrocederían a través de ellos hacia los príncipes, que seguirían el mismo procedimiento de formar una línea de batalla y cargar. Si los príncipes no eran capaces de romper las líneas enemigas, se retirarían tras los triarios, y el ejército al completo dejaría el campo de batalla en orden y concierto.

El sistema manipular permitía enfrentarse a cualquier tipo de enemigo, incluso en terreno accidentado, pues otorgaba flexibilidad y consistencia a la legión de acuerdo al despliegue de sus líneas. La carencia de un cuerpo de caballería poderoso, sin embargo, representaba una gran desventaja para las fuerzas romanas.

En el ejército tardío imperial, el despliegue general era muy similar: las cohortes se desplegaban en un patrón quincunx. Como reflejo de la colocación inicial de los veteranos triarios en retaguardia, las cohortes menos experimentadas (normalmente la 2ª, 3ª, 4ª, 6ª y 8ª) se disponían en vanguardia; las cohortes más veteranas (1ª, 5ª, 7ª, 9ª y 10ª) se colocaban tras las primeras.

Variaciones en la formación

El capítulo previo relataba los procedimientos estándar, y era modificado a menudo. Por ejemplo, en Zama, Escipión desplegó toda su legión en una única línea para envolver aAníbal, tal y como éste último había hecho en la batalla de Cannas. En la imagen se aprecia un breve resumen de las distintas formaciones alternativas:

Formaciones alternativas y variaciones en el despliegue

 

Ventajas de la línea triple

Flexibilidad en las maniobras - intervalos en combate

Algunas fuentes antiguas como Polibio parecen dejar implícito que las legiones podían luchar con huecos entre sus líneas. Sin embargo, la mayoría de las fuentes parecen admitir que era más común formar una línea compacta que ofreciera un frente sólido. Se han tomado varias aproximaciones para reconciliar estas ideas con los escritos antiguos.16 Las ventajas de los huecos son obvias cuando una formación está en marcha: puede fluir más cómodamente esquivando obstáculos y mejora la maniobrabilidad y el control. Tal y como los romanos hacían en tiempos de la República, posicionar equipajes entre las líneas, de modo que la carga no era fácilmente capturada y el ejército podía disponerse con rapidez para la batalla utilizando éstos como cobertura. Cuando la marcha de aproximación finalizaba, sería muy difícil desplegar un ejército ileso en cualquier terreno que no fuera totalmente llano, sin algún tipo de intervalo. Muchos ejércitos antiguos utilizaban huecos de algún tipo, incluso los cartagineses, que replegaban a sus escaramuzadores a través de esos espacios antes de que comenzara el combate principal. Incluso otros ejércitos más desorganizados como los germanos cargaban en grupos diferenciados con pequeños huecos entre líneas, en lugar de marchar en línea.

Luchar con discontinuidades en la línea es posible, por tanto, tal y como aseguran escritores como Polibio. Lo que, de acuerdo a aquellos que defienden que la formación dequinqux era la principal matriz de falange romana, hizo que la táctica romana destacara, era que sus intervalos eran por regla general más grandes y sistemáticamente organizados que los de otros ejércitos de la Antigüedad. Cada hueco era cubierto por manípulos o cohortes de líneas posteriores. Cualquier penetración de importancia no ocurriría sin más: no sólo sería golpeada lateralmente cuando cruzara el nivel de la primera línea, sino que sería recibida por unidades agresivas avanzando para cubrir el espacio.18 Desde una visión más general, a medida que la batalla ganaba o perdía intensidad, nuevas unidades de refresco se desplegarían a través de los intervalos para relevar a los soldados de primera línea, permitiendo una presión continua hacia adelante.

Un escenario posible para no utilizar huecos es un campo de batalla de espacio limitado, como una colina o garganta, donde es imposible expandirse sin límite. Otro podría ser una formación de ataque determinada, como la flecha discutida más arriba, o un movimiento envolvente como el de la batalla de Ilipa. Otro podría ser una maniobra de cierre, cuando se construye una línea sólida para efectuar un último empujón final, como ocurrió en la batalla de Zama. En el clamor de la batalla también era posible que, a medida que las unidades se fusionaban en línea, el espacio de tablero se comprimiera o incluso desapareciera, y un espectador vería una línea más o menos sólida combatiendo al enemigo. En los ejércitos de Julio César, la utilización del quincunx y sus espacios parecía haber declinado, y sus legiones generalmente se disponían en tres líneas compactas como se muestra más arriba, con cuatro cohortes al frente, y tres de manera escalonada. Esta formación seguía siendo flexible, sin embargo, y seguía utilizando huecos y adoptando una o dos líneas de acuerdo a las necesidades tácticas.

Mayor aguante en el combate: reservas y formaciones en profundidad

Otra característica única de la infantería romana era la profundidad de su espaciado. La mayoría de los ejércitos antiguos se desplegaban de forma más superficial, particularmente las tropas de falange. Las falanges podían incrementar su profundidad para añadir aguante y poder de choque, pero su aproximación general seguía favoreciendo una línea maciza, en contraposición con la disposición de tres líneas romana. La ventaja principal del sistema romano consistía en la proyección del poder de ataque hacia adelante continuamente, durante un periodo mayor de tiempo - renovando constantemente la presión en el frente - hasta que se rompía la línea enemiga.

El momento en que enviar al combate a la segunda y tercera líneas requería cuidadosa deliberación por parte del comandante romano: si se lanzaban demasiado pronto, podían verse envueltas en la lucha frontal y terminar exhaustas. Si, por el contrario, se desplegaban demasiado tarde, podrían ser barridas por la primera línea en retirada cuando comenzara a romperse. Había de mantenerse un estricto control, de ahí que la tercera línea (los triarios) fuera en ocasiones ordenada arrodillarse o acuclillarse, evitando así que acudieran al frente de forma prematura. El comandante romano se encontraba constantemente en movimiento, de un lugar a otro, y a menudo cabalgando a retaguardia en persona para guiar a los refuerzos, si no había tiempo para mandar un mensajero. El gran número de oficiales en el ejército típico romano, y la subdivisión flexible en unidades más pequeñas como cohortes o manípulos, ayudaba en gran medida a la coordinación de estos movimientos.

Fuera cual fuese la formación adoptada, sin embargo, la presión continua del combate hacia el frente se efectuaba de modo constante.

Cuando la primera línea como un ente único había hecho su labor, y se veía debilitada y exhausta por las bajas, permitía el relevo de fuerzas de refresco procedentes de la segunda quienes, cruzando a través de la primera gradualmente, presionaban hacia el frente uno a uno, o en conjunto, abriéndose hueco hacia la lucha de este modo. Mientras tanto, los soldados cansados de la primera línea, cuando recuperaban fuerzas, se reorganizaban y volvían al combate. Este proceso se repetía hasta que todos los hombres de la primera y segunda líneas habían entrado en combate, lo que no necesariamente implicaba una retirada de la primera línea, sino más bien una fusión, mezcla o cohesión de ambas. De este modo, el enemigo no tenía descanso y era enfrentado incesantemente por tropas frescas hasta que, agotado y desmoralizado, cedía ante los repetidos ataques.

Enfrentamiento cuerpo a cuerpo tras el lanzamiento de proyectiles

Una vez finalizado el despliegue y escaramuzas iniciales descritos anteriormente, el cuerpo principal de infantería pesada cerraba los huecos y atacaba al unísono. Las primeras filas normalmente lanzaban sus pila, y las siguientes alzaban las suyas sobre las cabezas de los primeros. Si el lanzamiento de una jabalina no causaba la muerte o hería a un oponente, se doblaba, haciéndola inutilizable por sus enemigos, de la misma forma, si esta penetraba un escudo, al doblarse inutilizaba al mismo. Tras el lanzamiento, los soldados desenvainaban sus espadas y se lanzaban contra el enemigo. Se hacía especial énfasis en la utilización del escudo para suministrar la máxima cobertura del cuerpo, mientras se atacaba la parte expuesta del cuerpo del enemigo. En el combate consiguiente, la disciplina romana, el pesado escudo, armadura y entrenamiento les otorgaba especial ventaja.

El "shock" del combate

Algunos sabios de la infantería romana mantienen que el intenso trauma y estrés del combate cuerpo a cuerpo implicaba que los contendientes no se golpeaban uno al otro continuamente hasta que uno caía. En lugar de ello, existían cortos periodos de lucha frenética. En momentos de indecisión, los contendientes podían separarse una corta distancia para tomar aliento, y acelerarse de nuevo hacia delante para retomar el duelo. Otros soldados detrás ocuparían el hueco, enfrentándose a nuevos enemigos o cubriendo a sus compañeros. Un guerrero individual podía, por tanto, contar con un alivio momentáneo, en lugar de una interminable lucha a muerte o hasta quedar incapacitados de una grave herida. Con el progreso de la batalla, el estrés físico y mental se intensificaba. El aguante y fuerza de voluntad requería una nueva carga, que llevaba consigo un ataque más frenético y desesperado. Eventualmente un bando comenzaría a romperse, momento en el cual comenzaba la auténtica masacre.

Utilización de máquinas de guerra y fuego de cobertura

Muchas batallas romanas, especialmente durante el Imperio tardío, contaban con fuego de preparación procedente de onagros y balistas. Estas máquinas constituían un rudimentario cuerpo de artillería, disparaban grandes flechas y piedras sobre las formaciones enemigas (aunque muchos historiadores se cuestionan la efectividad real de dichas armas). Siguiendo esta barrera de proyectiles, avanzaba la infantería romana, en cuatro líneas, hasta que se encontraban a treinta metros del enemigo. En ese momento, se detenían, enarbolaban sus pila y cargaban. Si la primera línea era rechazada por el enemigo, una nueva línea ocuparía su lugar rápidamente. A menudo, esta rápida secuencia de ataques mortales, comparable a olas rompiendo contra la costa, se convertía en clave para conseguir la victoria. Otra táctica común consistía en provocar al enemigo con cambios prefijados y misiles rápidos de los auxiliares equites (caballería auxiliar), que forzaban al ejército rival a perseguirles. En este momento podían ser arrastrados a una emboscada, donde sufrirían el contraataque de caballería e infantería pesada romanas.

 

Órdenes tácticas tras el despliegue

Cualquiera fuese el tipo de despliegue, el ejército romano tenía una marcada flexibilidad, disciplina y cohesión. Se asumían diferentes formaciones de acuerdo a diferentes situaciones tácticas.

 

  • Repellere equites ("repeler caballos") era la formación utilizada para resistir las cargas de caballería. Los legionarios asumían una formación en cuadro, sosteniendo sus pila como lanzas en el hueco entre dos escudos, y se dispondrían hombro con hombro.

 

  • A la orden eicere pila ("lanzar pila", los legionarios arrojaban sus pila al enemigo.

 

  • A la orden cuneum formate ("formad en flecha"), la infantería formaba una flecha para cargar y romper la línea enemiga. Esta formación se utilizaba como táctica de choque.

 

  • A la orden contendite vestra sponte ("Enfrentaos a vuestro rival"), los legionarios asumían disposición agresiva y atacaban a cualquier rival que se les opusiera.

 

  • A la orden orbem formate ("formad en orbe"), los legionarios asumían una formación circular, con los arqueros situados en el centro y tras los legionarios, suministrando fuego de cobertura. Esta táctica se utilizaba principalmente cuando un pequeño destacamento debía mantener una posición y se hallaba rodeado de enemigos.

 

  • A la orden ciringite frontem, los legionarios mantenían la posición.

 

  • A la orden frontem allargate ("ensanchad el frente"), los legionarios se dispersaban en una formación más suelta. Esta orden se utilizaba principalmente cuando recibían fuego de misiles enemigo durante una carga.

 

  • A la orden testudinem formate ("formad en tortuga"), los legionarios adoptaban la formación en testudo o tortuga. Se movía lentamente pero resultaba prácticamente impenetrable al fuego enemigo, y por tanto muy efectiva durante asedios o cuando se enfrentaban a un copioso fuego enemigo. Sin embargo, resultaba una formación débil para el combate cuerpo a cuerpo, por lo cual sólo se adoptaba cuando el enemigo se hallaba lo suficientemente lejos para que los legionarios tuvieran tiempo de recomponer la formación antes de recibir la carga rival.

 

  • A la orden Agmen formate ("formad en cuadro"), los legionarios se disponían en cuadro, formación más común de una centuria durante la batalla.

 

Infantería romana contra pueblos celtas, iberos y germánicos

Las vistas sobre los enemigos galos de Roma han cambiado mucho. Varios historiadores antiguos los consideran salvajes retrógrados, destructores sin escrúpulos de la civilización y gloria de Roma. Algunas visiones más modernas les ven como una luz proto-nacionalista, luchadores ancestrales por la libertad que resistían el pie acorazado del imperio. A menudo se celebra su valentía como dignos adversarios de Roma, como ocurre con la escultura del gálata moribundo. La oposición gala se componía de un gran número de gentes y pueblos diversos, que iban geográficamente desde los valles de Francia a los bosques del Rin, pasando por las montañas de Helvecia; de tal modo que es complicado categorizarles de forma homogénea. El término "galo" ha sido utilizado indistintamente para nombrar a las tribus célticas de Britania y Caledonia, añadiendo más diversidad a las gentes agrupadas bajo este apelativo. Desde un punto de vista militar, parecían sin embargo compartir varias características generales: políticas tribales con una estructura de estado relativamente escasa y poco elaborada, armamento ligero, tácticas poco sofisticadas, escasa organización, alto grado de movilidad, e incapacidad de mantener poder de combate en sus fuerzas de campo durante un largo período.

Aunque los anales populares muestran el poder de las legiones y a un grupo de comandantes carismáticos masacrando rápidamente a grandes hordas de "bárbaros salvajes" (como la escena inicial de la película americana "Gladiator") Roma sufrió no pocas vergonzosas derrotas a manos de dichos ejércitos tribales. En el período republicano, (hacia 390-387 a. C.), los galos cisalpinos al mando de Breno , saquearon la ciudad de Roma. Incluso finalizadas las Guerras Púnicas, los romanos sufrieron fuertes derrotas contra los galos como el desastre de Noreia o la batalla de Arausio, ambas durante la primera Guerra Cimbria. En el período temprano imperial, bandas deguerra germánicas infligieron a Roma una de sus más severas derrotas, en la batalla del Bosque de Teutoburgo, que terminó en la aniquilación de tres legiones imperiales, y marcó el límite de la expansión romana en el centro de Europa. Fueron estas tribus germánicas en parte (la mayoría tenían cierta familiaridad con Roma y su cultura, y se habían romanizado ellas mismas) quienes provocaron la ruina final del poder militar romano en el oeste. Irónicamente, en las postrimerías del Imperio, la mayor parte de los combates se producían entre fuerzas compuestas mayoritariamente por bárbaros, en ambos bandos.

Problemas tácticos al combatir contra fuerzas celtas y germánicas

Ventajas de las tácticas celtas y germánicas

Cualquiera que fuese su cultura en particular, las tribus celtas y germánicas probaron ser oponentes duros, que consiguieron varias victorias contra sus enemigos. Algunos historiadores muestran que a veces se producían combates masivos en formaciones compactas al estilo falangista, solapando los escudos, y utilizando cobertura de escudos durante asedios. En batalla campal, ocasionalmente utilizaban una formación de flecha al atacar. Su mayor esperanza de éxito radicaba en cuatro factores principales:

  • Superioridad numérica.
  • Factor sorpresa (v.g. una emboscada).
  • Mediante un ataque relámpago.
  • Entrando en combate en terreno boscoso o irregular, donde las unidades de la horda podían buscar refugio mientras atacaban a distancia, hasta que llegaba el momento decisivo, o si era posible, retirándose y reagrupándose en cargas sucesivas.

Las victorias celtas y germánicas más significativas muestran dos o más de estas características. La clásica batalla del Bosque de Teutoburgo contiene las cuatro: sorpresa, traición por parte de Arminio y su contingente, superioridad numérica, rápidas cargas de acercamiento, y terreno y condiciones medioambientales favorables (bosque espeso y chaparrones constantes) que limitaron el movimiento romano y dieron a los guerreros suficiente cobertura para ocultar sus movimientos y montar ataques sucesivos contra la línea romana.

Debilidades de las tácticas celtas y germánicas

Contra los legionarios, sin embargo, los celtas se enfrentaban a una tarea desalentadora. Individualmente, en combate singular, el feroz guerrero celta podía probablemente hacer algo más que defenderse contra un romano.31 En combate masivo, por el contrario, la rudimentaria organización y tácticas célticas resultaban un pobre adversario para la máquina militar romana. La fiereza de las cargas celtas es a menudo mencionada por los historiadores, y en ciertas circunstancias podía llegar a desbordar la línea romana. No obstante, la profunda formación romana permitía realizar ajustes, y la presión constante al frente convertía un largo combate en algo muy arriesgado para los celtas. Gracias a su brillante disciplina, moral y entrenamiento, los romanos eran capaces de derrotar a ejércitos celtas que les superaban ampliamente en número.

Aunque atacaran por los flancos, la legión era lo suficientemente flexible para pivotar y oponer frontalmente, si no todo, al menos una parte del ejército, bien mediante submaniobras o repliegue de líneas. La pantalla de caballería en ambas alas añadía una capa extra de seguridad. Los celtas y germanos luchaban, asimismo, con poca o ninguna armadura (a veces incluso desnudos) y utilizaban escudos de madera o cuero, más endebles que los romanos. Como menciona Polibio, hablando de la batalla de Telamón:

En efecto, el scutum romano tiene una gran ventaja sobre el galo en defensa, y el gladius para maniobrar y apuñalar en ataque. Por el contrario, la espada gala sólo sirve para cortar. La única diferencia [entre galos y romanos] individualmente o como colectivo, consistía en sus armas y armaduras.

En la misma línea, ni celtas ni germanos prestaban atención a la logística a largo plazo. En general, necesitaban conseguir una posición muy ventajosa de inicio contra los romanos y romper sus líneas cuando la batalla se encontrara aún en fase temprana. Un combate en similitud de condiciones entre los guerreros tribales ligeramente armados, y los bien organizados y armados legionarios, a menudo implicaba la fatalidad para aquéllos.

Carros de guerra celtas

No obstante lo anterior, los celtas mostraron un alto grado de poder táctico en algunas áreas. Los carros de guerra celtas, por ejemplo, mostraron un alto grado de integración y coordinación con la infantería. Los anales de Polibio, que se remontan a la batalla de Telamón, e historiadores más tardíos como Diodoro de Sicilia, mencionan la utilización de carros de combate en los ejércitos galos que invadieron Roma. Los celtas aparentemente utilizaban carros con un conductor y un guerrero de infantería ligera, armado con jabalinas. Durante el choque, el carro dejaría al infante en tierra y se retiraría a cierta distancia, en reserva. Desde esta posición podía recoger a las tropas de asalto si las cosas se ponían feas, o recogerles y llevarlos a algún otro lugar. A pesar de ello, los carros resultaban un arma cara y frágil y, para el siglo III a. C., se habían convertido en un arma escasamente utilizada en detrimento de la caballería.

Guerrilla celtibérica

La zona de conflicto ibérica. Los pueblos celtíberos emprendieron una lucha obstinada contra la hegemonía romana. Lucharon continuamente en la Península Ibérica, con varios niveles de intensidad, durante más de dos siglos. Hispania había sido conquistada por los cartagineses, que lucharon contra distintas tribus para crear colonias y un imperio comercial, principalmente costero. Las derrotas cartaginesas a manos de Roma enfrentaron a los locales a un nuevo poder colonial. Tribus como los ilergetes,suesetanos, vacceos o lusitanos de Viriato opusieron una dura resistencia a la dominación romana. La Guerra Lusitana y la Guerra Numantina son sólo ejemplos del prolongado conflicto, que se extendió a lo largo de 20 décadas de la historia romana. El conflicto se prolongó con las Guerras Sertorianas. La subyugación total no fue conseguida hasta el Imperio, en época de Octavio Augusto. La eterna e implacable contienda convirtió a Hispania en un lugar ominoso para los soldados romanos. Sir Edward Creasy, en su obra "Las Quince Batallas Decisivas del Mundo" comentaba esto sobre los conflictos ibéricos:

La guerra contra los iberos, quienes, de todas las naciones subyugadas por Roma, defendieron su libertad con la mayor obstinación... los romanos de ambas provincias [Citerior y Ulterior] eran derrotados en tantas ocasiones, que nada era más temido para un legionario en Roma que ser enviado allí

Tácticas romanas

Roma utilizó sus métodos estándar, con especial énfasis en tropas ligeras, combinadas con caballería e infantería pesada para enfrentarse a las tácticas de movilidad o guerrilla utilizadas por los iberos. Los castri fortificados resultaban un importante añadido a la hora de proteger a las tropas, y actuar como centros de operaciones. Aunque el resultado de un combate a campo abierto era dudoso, los romanos desempeñaron su labor bastante bien cuando asediaban ciudades iberas, eliminando de manera sistemática a los líderes enemigos, bases de suministro y focos de resistencia.La destrucción de recursos ibéricos por medio de la quema de campos de grano o demolición de poblados ejerció una fuerte presión sobre la población nativa. Las operaciones de Escipión durante la Guerra Numantina ilustran estos métodos, lo que incluía una vigilancia constante y una radicalización en la disciplina legionaria. Otras tácticas romanas incluían la esfera política, como los tratos de "pacificación" de Graco, traición y engaños, como en las masacres de los líderes tribales llevadas a cabo por Lúculo y Galba bajo la patraña de negociación. Roma confiaba a menudo en dividir internamente las tribus. Utilizaba en este sentido una estrategia de "divide y vencerás", con tratos competitivos (y en ocasiones poco sinceros) negociando el aislamiento de ciertas facciones, y utilizando tribus aliadas para subyugar a otras.

Tácticas celtíberas.

 Mientras luchaban por su autonomía y supervivencia, las tribus ibéricas utilizaban ciudades fortificadas o fuertes para defenderse contra sus enemigos, lo que combinaban con una guerra de movilidad que variaba desde grandes unidades comprendiendo miles de hombres a pequeñas bandas de guerrilleros. Los jinetes celtíberos eran superiores en habilidad a los romanos, un hecho probado años antes con el papel clave que jugó dicha caballería en las victorias de Aníbal. La libertad de movimientos y conocimiento del terreno ayudaron a las tribus en gran medida. Una de las emboscadas más fructíferas fue realizada por un jefe local llamado Caro, que acabó con 6000 romanos en un ataque combinado de caballería e infantería. Otra la llevó a cabo Caesarus, que se aprovechó de una desordenada persecución de que era objeto por parte de los romanos, al mando de Mumio, para tenderle una trampa que resultó en 9000 bajas para los legionarios. Otra táctica similar tuvo éxito ante Galba. Estas batallas, incluyendo tácticas y características particulares de los jefes celtíberos, están relatadas con todo lujo de detalles en la Historia de Roma de Apiano «Guerras Extranjeras: Las Guerras Hispánicas».

Armamento. 

Varios historiadores han elogiado la calidad de las armas ibéricas, como la conocida falcata o la lanza de una sola pieza llamada por los romanos soliferreum, asimilable al pilum. También utilizaron otras más ingeniosas como la falárica, a medio camino entre lanza y arma incendiaria. Filón de Bizancio relata el proceso de construcción de las espadas iberas, compuestas de tres cuerpos: dos duros, que correspondían con los laterales y el doble filo, y uno blando en el interior, lo que les otorgaba una encomiable flexibilidad. El escudo utilizado por las tropas ligeras, conocido como caetra era de un tamaño más pequeño y manejable, lo que les otorgaba una razonable defensa al mismo tiempo que una gran movilidad al utilizar tácticas de guerrilla.

Victoria por guerra de desgaste. 

A pesar de ello, como ocurrió en sus batallas contra otros pueblos, la tenaz persistencia romana, mayores recursos y mejor organización sometió a sus oponentes con el tiempo. Este aspecto "agotador" de la aproximación romana contrasta con la noción de mandos brillantes tan a menudo retratadas en relatos populares sobre la infantería romana. Al lado de líderes capaces como los Escipiones o los Gracos, el rendimiento romano en general fue mediocre, comparado con el desarrollado contra los púnicos y otros pueblos. En Hispania, se enviaron constantemente recursos para curar la herida abierta hasta que ésta terminó cerrándose, 150 años más tarde: una lenta, y ácida contienda de marchas eternas, asedios y luchas constantes, tratos rotos, poblados ardiendo y esclavos capturados. Mientras el Senado Romano y sus sucesores siguieran dispuestos a reemplazar y gastar más personal y materiales década tras década, la victoria podía ser conseguida mediante una estrategia de agotamiento. Tal patrón formaba una parte integral de la "forma romana" de hacer la guerra.