Partida Rol por web

Notas como te agitan suavemente el hombro. Abres los ojos y una luz ténue entra por entre las faldas de la tienda donde duermes. Por la luz, deduces que aún no ha amanecido, el cielo solo debe estar clareando, pues aún  lo ves todo en una escala de grises. Frente a ti ves a uno de los mensajeros del legado, que trataba de despertarte. Cuando se da cuenta de que estás despierto, da un paso atrás y te saluda con respeto. - Señor, el Legado requiere la presencia inmediata de todos los centuriones de su cohorte - Te comunica rápidamente, antes de perderse de nuevo bajo la falda de tu tienda y salir al exterior.

Frente a tu tienda ves uno de tus hombres, montando guardia, y allí mismo están tus suboficiales, de los cuales solo tu optio parece haber habierto los ojos ya ante la entrada del mensajero.

Lucio asimiló el mensaje, y cuando el mensajero se marchó, dio un respingo de la cama, directo a asearse con rapidez. Al ver a Décimo despierto, se dirigió a él, con la voz grave del despertar.

-Décimo, despierta a Aulo, que rápidamente coja a tres hombres y avisen a los centuriones de la cohorte, los quiero a todos en el camino a la tienda del legado en cinco minutos, hay reunión y mucha prisa- imprimió de importancia sus palabras.

Tras asearse, se dispuso a ponerse sus ropajes para la guerra, armas y armadura. Siempre había que ir en perfecto estado de revista.

Tu optio asiente y saluda con respeto, y despierta con presteza al tesserarius de la centuria, transmitiendole las órdenes pertinentes. Lucilio, al que conocías ya de hace varios años, se pone en posición de firmes, y puedes observar como estira sus músculos tras recibir sus ordenes y se dispone a cumplirlas con la diligencia acostumbrada.

Un grupo de hombres se acerca a las tiendas de cada uno de los centuriones de la tercera Cohorte. Los reconoceis claramente como miembros del contingente no combatiente de la primera centuria de vuestra Cohorte, administrativos y mensajeros, que acuden junto con Aulo Lucilio, el Tesserarius de la primera cohorte. Los hombres se dispersan por las tiendas de los diferentes centuriones y os despiertan.

- El centurión Lucio Augusto Glauco os emplaza a acudir en la mayor brevedad a la tienda del Legado para una reunión urgente, Señor. - Os comunican al despertaros, repitiendo el mismo mensaje uno por uno, tal y como les había ordenado el centurión al mando de la Cohorte. Por la tenue luz que se filtra en vuestras tiendas, deducis que aún no ha despuntado el alba.

El día había sido extenuante y Marcus tan sólo esperaba que llegase el momento de descansar. Cuando llegó a su tienda se tumbó sobre su cama luego de desvestirse y quedó dormido casi al instante. El Centurión estaba soñando con su padre, algo raro pues ya hace tiempo que no lo hacía. Éste aparecía en su sueño diciéndole.- Honor y valor hijo mío, honor y valor. Nunca lo olvides. Marcus trataba de hablar con él, pero su padre no dejaba de repetir eso, hasta que de repente un ruido hizo que se despertara súbitamente.

Exaltado y con puñal en mano giró para ver quién era el responsable de aquél ruido, tranquilizándose al ver que se trataba de un par de mensajeros parte del administrativo de la primera centuria. Al percatarse de que todavía no amanecía Marcus les dijo de forma enérgica.-¡Por los dioses! Más le vale que me hayan despertado por algo importante, ahora bien ¡¿qué hacen ahí parados?! Díganme porque han venido.

Una vez supo el motivo por el cual lo habían hecho llamar el sueño que sentía se le fue de inmediato. Agradeció a los mensajeros y les dijo que en seguida acudiría. De un saltó se levantó y se puso la armadura lo más rápido posible, pero fijándose de que todo estuviera en orden, pues no quería darle una mala impresión al Legado. Tomó sus cosas y salió hacia la tienda a la que debía acudir. Cuando estuvo ante ella se detuvo un instante para una última inspección del equipo, se retiró el casco y entró adoptando una postura firme.- Buen día Señor dijo cordialmente inclinando un poco la cabeza para saludar al Legado.  Saludó a las demás personas allí presentes y esperó a que se le informara el porqué de la reunión. Algo me dice que no es nada bueno, la brevedad y la hora de la convocatoria me extrañan. Pensó el Centurión mientras aguardaba en silencio. 

Después de unos días de marcha agotadora, el centurión Quinto Cecilio, que tiene a su cargo la III centuría, llace en su lecho pensando cuando llegará el momento de entablar la primera batalla contra los irreductibles galos. En efecto, había llegado a  oídos de Julio César,  que los nervios,atrebates y viromanduos se estaban reuniendo con la finalidad de enfrentarse a las legiones romanas. De repente Quinto Cecilio oye pasos en el exterior de su tienda, se incorpora agilmente y toma su espada.

-¿Quién se atreve a perturbar mi sueño?

Se trata de un emisario del centurión Lucio Augusto Glauco. -El centurión Lucio Augusto Glauco os emplaza a acudir en la mayor brevedad a la tienda del Legado para una reunión urgente,Señor.-

Quinto Cecilio responde al emisario. -Decid a nuestro buen centurión Lucio Augusto Glauco que acudiré presto a su llamada.-

El emisario abandona la tienda y Quinto Cecilio  corre a vestirse, no puede hacer esperar a Lucio y mucho menos al Legado. Mientras se dirije a la tienda del Legado Quinto Cecilio va pensando cuál será el motivo para tan urgente reunión.

Sin duda alguna los espías que trabajan para Julio César han hecho su trabajo y noticias de los próximos movimientos de los galos han llegado a sus oídos.Quinto Cecilio va pensando si ésta será su última batalla y por un momento también en si  algún día retornará a Pollentia,su ciudad natal. Pero ahora no es momento de pensar en uno mismo, tiene que reunirse con el Legado, la gloria de Roma está en juego.

Os váis dirigiendo a la mayor presteza posible a la tienda del Legado. Un administrativo levanta el faldón de la tela y os saluda respetuosamente al pasar. Dentro, encontráis que el lugar es cálido, parece haber sido caldeado durante la noche. Hay dos bancos colocados en paralelo frente al escritorio del Legado. 

- ¡Oficial en la sala! - Grita uno de los asistentes del legado. Es la señal para que os levantéis a saludar al Legado al entrar. Es parte del protocolo y la disciplina de las legiones. El legado avanza y toma asiento, esperando que hagáis lo mismo para comenzar. 

El centurión Quinto Cecilio se encuentra reunido con los otros centuriones esperando la llegada del Legado cuando una voz anuncia que éste está haciendo entrada en la sala. Quinto se levanta de su asiento y con su mano izquierda sujeta su espada que está envainada para que no le golpee el muslo y efectúa el saludo reglamentario.

- ¡Ave, Legatus!-

Quinto permanece de pie y con el semblante preocupado esperando el momento en que el Legado tome asiento. El Legado se sienta y el centurión de la III centuría retorna a su banco. Quinto piensa que esta reunión debe ser de suma importancia dada la celeridad con la que ha sido convocada. Ha llegado el momento de conocer los detalles de la que seguramente será una misión no apta para cobardes.

Después de regresar con sus hombres de una pequeña maniobra ordenada por el mismo, se puso hablar tranquilamente con sus hombres, porque así se podía enterar de muchas cosas y sobretodo sabían sus hombres que era de fiar, pero eso no le impedía ser duros con ellos en las maniobras, combate, disciplina y entrenamiento,después de un buen rato hablando con ellos se marchó a su tienda, allí se quitó la armadura y se puso ropa comoda, mientras cenaba algo y miraba mapas de la zona para conocer más el terreno cuando le entro el sueño se fue a dormir siempre ha tenido un sueño ligero cuando desde la entrada de la tienda alguien le llamaba por su nombre, QUE QUIERES DE MI le suelto, con una voz que parecía un poco sorprendido me comunica que requieren mi presencia en la tienda del legado lo antes posible, solamente le respondo OK, ya que soy hombre de pocas palabras.me levanto me aseo, me visto y voy a la tienda del legado

Mario ya estaba despierto cuando entraron a avisarle. Se vistió con la ropa reglamentaria y sonrió. Sin duda algo nuevo iba a pasar pues no era normal que les mandaran llamar de esa forma. Mario estaba aburrido de la campaña. Habían viajado mucho y habían conseguido poco. Además, gracias a la educación que su familia le había otorgado, dudaba que la guerra que estaban emprendiendo fuera completamente legal y eso le martilleaba la conciencia. Mandó llamar a su segundo al mando.

- Tiberio.- le dijo. Sabía que su segundo al mando no acostumbraba a levantarse tan temprano sin motivos pero esta vez era especial. Me han mandado llamar. Seguramente preparen una misión. Necesito que estés ojo avizor por si debemos partir. Sabes que me gusta la diligencia.- le explicó y tras darle unas palmadas en el hombro salió de la tienda rumbo al punto de reunión.

Una vez llegó a la tienda se percató de que no era el único centurión allí reunido. El resto de sus colegas estaban allí también y sonrió. Sin duda iba a ser una misión especial.

- Ave. - dijo haciendo el saludo protocolario.- Servio de la gens Maria, oficial al mando de la II centuria, cohorte III, legión IX, la Hispana. - se presentó ante un cargo superior al suyo como mandaba el protocolo.- Los dioses guarden nuestra campaña - dijo con respeto y se preparó para escuchar lo que tuvieran que decirle.

Flavio se froto los ojos con gesto cansado mientras centraba la vista en las tablillas del informe de guardias y suministros. Con gesto cansado las dejo sobre la mesa mientras daba masticaba un trozo de pan duro de los restos del desayuno, no sin cierta desgana comenzo a conversar con el tesserarius. Dios que aburrida puede llegar a ser servir en las legiones, estas tareas administrativas acabaran conmigo

Cuando aquel mensajero aparecio en la tienda, con un gesto dio la conversacion por acabada y a mando a este que se retirara. Bien esperemos que no sea mas trabajo tedioso para que algun pedante legado nos de otro discurso alvando la glorio de roma y su emperador

Con paso decido se encamino a hacia la tienda del legado y saludo al resto de los centuriones, aun no les conocia bastante y se coloco en el rincon mas apartado de la tienda.

Ave Cesar grito con voz mecanica cuando el legado entro.

Uno a uno los Centuriones fueron llegando, lo que hice caer en cuenta a Marcus de que debìa tratarse de algo muy importante ya que varios habìan sido convocados. Sentado y en silencio sumido en sus pensamientos aguardaba la llegada del Legado. El silencio se volvìa cada vez más incómodo, pues era evidente que todos estaban preocupados y ansiosos por conocer el motivo por el que habìan sido llamados. 

- ¡Oficial en la sala! - Grita uno de los asistentes del legado.

De inmediato el Centuriòn se puso de pie para saludar a su oficial, adoptando una posición erguida y con voz firme dijo - ¡Ave! 

Una vez el Legado les hizo un gesto para tomar asiento Marcus procedió a ocupar el suyo. Se acomodó bien el gladius para sentarse y ya en su silla aguardó a que finalmente se acabara el misterio del por qué de esa reunión. 

Lucio se levantó cuando dieron la orden, y saludó al legado, extendiendo su brazo con la palma de la mano hacia abajo

-Ave!- acompañó el saludo con palabras. Luego se sentó, aguardando con tranquilidad las nuevas del superior. Algo fluia en su cabeza, si había hecho llamar a todos los oficiales de la cohorte, sería por algo, y quizás no estuviese demasiado errado al pensar que requeriría de cierto peligro...

...Pero eran soldados de roma, y tenían que cumplir. Siempre

una vez dentro de la tienda fueron llegando el resto de centuriones, cuando de repente oficial en la sala dice uno de los asistentes, me levanto de mi sitio, nunca fui bueno en saludar y esas, cosas, pero bueno que se va a hacer, AVE, espero a que el oficial se siente para sentarme yo a continuación, haber que misión tenemos hoy

El Legado entró y os saludo con presteza, tomando asiento. Frente a su mesa veíais un mapa desplegado con algunas marcas en él. Reconocíais el río Sambre, al sur del cual estabais acampados ahora, y el punto donde el general César había ordenado construir un campamento desde el que asaltar a los Belgas. 

- Buenos días, Centuriones. Seré directo. - Empezó diciendo el Legado, después os miró a todos y juntó las manos frente a si mismo, mirando al mapa por un momento, antes de seguir. - Estoy seguro de que estáis al tanto de las órdenes de nuestro ejército y de la Hispana, en concreto. Avanzaremos hasta este punto al sur del río, y allí montaremos un campamento para empezar la campaña de pacificación de esta zona. - Dijo, señalando al punto ya conocido por vosotros. - Sin embargo he recibido un encargo especial del General César. A una jornada de marcha del campamento se encuentra otro vado, mucho más pequeño que el que defenderá dicho campamento. Cabe la posibilidad que, mientras tomamos posiciones, los bárbaros intenten usar el terreno contra nosotros, y dirigan un ataque contra nosotros a través de ese vado. De no encontrar resistencia, habríamos perdido nuestro lado del río sin oportunidad de poder usar el vado en nuestra defensa y podrían atacar directamente a nuestra línea de suministro o interceptar las legiones de refuerzo que se aproximan. Es por tanto de vital importancia que ese vado sea puesto bajo vigilancia. - Tras señalar esto, el Legado hizo una pausa, mirandoos otra vez y tomando aire.

- Pero no podemos permitirnos dejar una Legión por el camino, y este vado es realmente estrecho en comparación con el otro. No se espera una gran batalla allí, pero será mejor no correr riesgos. Así, se me encargó la taréa de asegurar el vado, y he decidido que será una cohorte tan valerosa como la vuestra quien lleve a cabo esta tarea. - Sentenció, y todos sabíais ya que esa sería vuestra nueva misión. - Marcharéis inmediatamente en dirección noroeste, seguiréis el camino que lleva a Nomica, una aldea gala. Son aliados, y se encuentran a media jornada al noroeste de aquí. Desde allí continuaréis hasta el vado. Vuestras órdenes son fortificarlo y custodiarlo hasta que el campamento base esté listo y se os mande llamar. - Al finalizar, el Legado se echó hacia atrás y se irguió. - ¿Alguna pregunta? - 

El Legado comienza a hablar y explica brevemente para que ha reunido a Quinto y a los demás centuriones. Se trata de una misión que consiste en controlar un lugar estratégico del río Sambre por el que se piensa que los Belgas puedan atacarles y cortar su línea de suministros. Mientras el Legado expone los detalles de esta misión Quinto escucha sin perder un detalle de cuanto dice el Legado y piensa en cómo transmitir las ordenes a sus legionarios. Quinto está preocupado, piensa en qué posibles peligros les reserva esta misión. El Legado finalmente acaba su alocución preguntando a los centuriones.

-¿Alguna pregunta?. - A lo que el centurión de la III centuría responde sin verguenza a manifestar su preocupación.

-Sí tengo una pregunta Legado,¿son dignos de fiar esos supuestos aliados de Nomica?.-

Lucio escuchó con atención al legado, y la pregunta de Quinto, aunque realmente, Lucio ya había decidido en su cabeza que aquellos galos no eran de fiar.

Nadie era de fiar, salvo los romanos. Una misión un tanto dura, ya que los galos eran expertos en guerrillas y emboscadas. Deberían de prepararse a conciencia, ya que una vez puestos en marcha, estarían solos. Y bajo su mando.

Defendería la retaguardia de la legión, costase lo que costase, incluso pediría el decimatio para la cohorte si esta no respondía adecuadamente. Mucha responsabilidad, para algo que se aventuraba muy costoso.

-Lo que dice Quinto es cierto, legado. ¿Nos podemos fiar de los galos? tengo la impresión de que no, y en el peor de los casos, quedaríamos atrapados entre dos frentes, o lo que es peor, defenderíamos el vado futilmente, mientras los de Nomica atacan a la legión por la retaguardia-

Flavio respiro tranquilo tras escuchar las palabras del legado, hasta ese momento habia mantenido su puño cerrado con tensión y en ese momento abro y cerro la mano dejando escapar la rigidez que la atenazaba. Se recordó a si mismo que debería hacer una ofrenda a los dioses por su buena fortuna. Aquello parecía un encargo facil y libre de riesgos, defender un pequeño vado mientras el resto de las legiones llevaban el peso del combate, sin duda uno de los mejores destinos en una campaña como aquella.

Escucho las preocupaciones y preguntas del resto de centuriones sin mucho interés, serian asi todos los legionarios o seria solo una fachada se preguntaba mientras guardaba silencio. El no tenia ninguna pregunta, aun tenia que aprender mucho sobre las legiones y sus componentes y sin duda lo mas acertado era guardar silencio.

permanezco atengo a las instrucciones de nuestro legado y como nos da las ordenes de montar una pequeña fortaleza en un terreno, cerca de una aldea gala amiga, con la misión de proteger más o menos la retaguardia y de que no pillen a la legión entera por la retaguardia, mis compañeros tienen dudas de que la aldea aliada gala sea de fiar y se lo preguntan al legado, aunque fueran de fiar,nunca ay que confiar del todo de alguien conquistado.

legado. esa aldea tiene tropas?

Finalmente se les revelaba el motivo por el cual habían sido llamados y mientras el Legado comentaba sobre la importancia de la misión a Marcus se le iba dibujando una sonrisa. -Finalmente algo de acción. Pensó el centurión, cansado ya de tener que lidiar con el día a día en el campamento. Si bien es cierto le incomodaba algo dentro de la misión sabía que sería bueno para sus hombres probarse en armas, pues así no sólo aumentarían su destreza sino que también se unirían más. 

Cuando el Legado terminó su intervención y sus compañeros comenzaron a hacer las preguntas obvias para la misión, Marcus se quedó en silencio, escuchando y tratando de prestar atención. Aunque especialmente una frase del legado lo tenía preocupado. "He decidido que será una cohorte tan valerosa como la vuestra quien lleve a cabo esta tarea" Su experiencia le decía que las adulaciones de un oficial no venían gratis, ni eran comunes. No le agradaba la idea de que consideraran a su cohorte prescindible y menos aun de que pongan en riesgo la vida de sus hombres en una misión que parecía fácil, pero que él presentía no sería así.