Partida Rol por web

Lorethel descubre que, la piedra bajo la cual se metieran los trasgos està a buena distancia de la "x"... Lo que no quita la posibilidad de llegar al sitio de destino bajo tierra, quizà por las cuevas...

Nuevamente, las acusaciones van y vienen, pero ya parecen haberse calmado algo los ánimos.

- ¡Chicas, basta ya! - salto enfadado, ya que se me acabó la paciencia - Ahora nos urge el tema de la guarida, dejad esto para otro momento por favor. Dejemos el tema de las monedas de una vez, he sido yo la única víctima de ello y no estoy armando un alboroto... y tendría todo el derecho del mundo para hacerlo y estar enfadado - respiro hondo, tratando de calmarme un poco - Entiendo que hay muchos nervios por todo lo acontecido, pero ahora, por favor, centrémonos en esto. Bastante tengo con haberme quedado sin mi dinero como para que me lo estéis recordando constantemente... - digo señalando el mapa, antes de girarme y sentarme nuevamente, poniendo las manos sobre mi cabeza gacha y cierro los ojos, tratando de relajarme.

Durbara enarcó una ceja. Así que además del latrocinio, la elfa se daba a la demagogia. No hacía falta que repitiera una vez más que ella sólo había utilizado las armas en defensa propia, cuando el semiorco la iba a destrozar el cráneo con su mazo. Cuando Hugash se abalanzó con los puños desnudos, ella ni siquiera hizo ademán de desenvainar.

Claro que era muy fácil desviar la atención. No sabía si Lorethel contaría con la complicidad del resto del grupo, pero desde luego no iba a lograr desviar su atención. De ahora en adelante, la vigilaría de cerca. No habría más "escapaditas a tomar aire".

Durbara decidió, por respeto a sus compañeros, ignorar la pulla de Lorethel. Pero dio unas palmaditas en el hombro a Nathan para tratar de animarlo.

--No importa que hayas perdido tu oro. Yo compartiré mi parte contigo, en respeto al honor de tu padre.

Levanto la mirada y dedico una sonrisa a Durbara.

- No puedo aceptar eso, pero gracias por el detalle, amiga mía...

Posteriormente suelto un suspiro y me incorporo más tranquilo.

Estrechó el hombro acorazado de Nathan con su propio guantelete, de guerrero a guerrero. Por primera vez desde que la conocían, la enana esbozó un remedo de sonrisa.

--Entonces quizás puedas aceptar una espada fabricada por mi hermano cuando volvamos a Silverymoon. 

- Eso sí que me lo pensaré, aunque no hacía falta - digo sonriendo de oreja a oreja y devolviéndole la palmada en el hombro a Durbara

Por fortuna las pullas acabaron sin que Magnus tuviera que intervenir, lo cual agradeció mentalmente a su dios. Meterse en una pelea verbal de mujeres era algo que prefería evitar a toda costa.

Se concentró en el mapa que tenían del lugar donde se dirigían. Al parecer la guarida de los trasgos no estaba tan cerca de donde tenían que ir como habían dicho en un principio.
No le gustaba la idea de meterse en una guarida de esas bestias si no era estrictamente necesario, pero quizás al grupo le viniese bien descargar un poco la agresividad que tenía acumulada.

Bueno, la cueva de los trasgos no está donde tenemos que ir, pero no me parece seguro dejar a esos seres cerca nuestro para que nos ataquen cuando quieran. Así que haremos lo siguiente. Nos dirigiremos hacia donde tuvieron la pelea Hugash y los demás con los trasgos por si podemos recuperar su arma. Desde allí iremos a echar un vistazo a la cueva. Un vistazo. Si vemos que no son muchos entablaremos combate, si no iremos hacia nuestro destino de origen.

Si todo el mundo está listo pongamonos en marcha.

No obstante antes de partit y viendo como al barbaro le seguía doliendo sus heridas a pesar de que no se quejaba, el clérigo se acercó a él.

Que la sabiduría del Caballero Rojo alivie tus heridas y te de fuerzas en la batalla.

La plegaría de Magnus curó la mayoría de heridas del barbaro.

No lo he hecho para que te lances de cabeza a la batalla, sino por si nos emboscan o tenemos que puedas defenderte bien. Tenlo en cuenta.

Miro a Magnus cargando con mi escudo y con todo encima.

- Yo estoy listo. Busquemos el arma de Hugash y echemos un vistazo a esa guarida

Asì las cosas, levantado el campamento y "limadas" las asperesas en lo aparente al menos, con sus equipos al hombro y una noche de sangre y muerte a la espalda, el grupo se pone nuevamente en marcha.

El camino hasta el sitio en que sufrieran la emboscada es tan pacifico como un paseo por un cementerio al mediodía...

No hay nada extraño,  y, recién al llegar a la angostura del follaje en que Arshade fuera presa de la red (que ahora pende del árbol enorme arbol sobre el margen izquierdo de la huella al igual que la dejara la rojiza maga) ven el macabro paisaje de carnicería que allí dejaran Hugash, Crotar y la maga...

La estrategia de las atracadoras criaturas surge a todas luces... Auxiliados por la densidad del follaje a ambos lados del camino, y, con la red como trampa para frenar a los viajeros desprevenidos, dos acumulaciones de piedra a ambos lados del camino hacen de trinchera desde la cual las criaturas disparaban a distancia hasta aniquilar, o al menos diesmar al emboscado... Pero, no contaron con los felinos reflejos del bárbaro que evadieron la trampa y tiraron por tierra los ataques con sus jabalinas (de las cuales alguna se ve aún en el piso, esperando ser utilizada por un trasgo)... Incluso Arshade logró salir indemne de aquella encerrona al soltarse mejor de lo que cualquier maestro de las sombras de Azhkatla podría haber hecho... Suerte quizá, o destino.

Ahora si, tras pasar el portico de follaje denso y ver con claridad las trincheras y demás, trasgos desmembrados... Literalmente alguno descabezado... Alguno muy acorazado tirado en el medio de le huella, cada uno de sus dos hemisferios (Hugash recuerda como lo partio literalmente en dos partes)... Y allí, tras una de las improvisadas barricadas a ambos costados del camino, el lugar donde el bárbaro casi muriera a causa del brutal golpe del semiorco, ahora con la cabeza hecha un puré de cerebro y hueso (cortesía de Crotar, que en paz desanse)... El mandoble de Hugash, descansa sobre la hierva sucia de sangre...

Lo que había que hacer estaba hecho... Ahora, podían  volver sobre sus pasos para investigar la madriguera de las criaturas, puesto que la espada estaba nuevamente con su dueño...

Tus conocimientos sobre las distintas estrategias de seres racionales y de criaturas cuasi bestiales te hacen ver como incoherente el hecho de que estas bestezuelas trabajaran tan organizadamente. Si bien el semiorco destrozado en el piso, victima de Crotar, podría haber sido el artífice de aquella encerrona, hay algo que no termina de cerrar...

Las imágenes de lo ocurrido allí le vinieron como una avalancha al bárbaro, aquella lucha desigual pero que finalmente pudieron salir vivos, los recuerdos de Crotar inundaron la mente del bárbaro que no pudo evitar mirar a la enana con rencor y odio, aún así supo mantener la compostura y finalmente caminó hacia su espada y la recogió... La sangre seca de la espada era difícil de limpiar pero gastó un poco de su agua para conseguirlo y después guardarla, ahora se sentía mejor, esa espada le había echo un gran servicio, y estaba seguro de que se lo seguiría dando...

 - Bien... Ya podemos seguir...

El clérigo del Caballero Rojo observó con ojo experto el lugar de la emboscada. Desde luego tuvieron mucha suerte de salir vivos. O eso o verdaderamente Hugash y el fallecido Crotar, sin olvidar a Arshade, fueron unas verdaderas maquinas de matar. Ya solamente el semiorco tenía aspecto de fiero contrincante, pero la red y las barricadas delataban algo más.

Esto no tiene sentido. Los trasgos no se caracterizan por elaborar emboscadas tan sofisticadas, confian en su superioridad numerica y avasallan al enemigo.
Puede que el ese semiorco los guiase y les diese las instrucciones, pero me da a mi que hay alguien más detras de esto. Puede que sí que tengamos que demorarnos un poco más en examinar con detalle esa cueva. Un grupo de trasgos tan bien organizado puede ser un gran problema en la región.

Miro con algo de asombro el campo de batalla donde Crotar, Hugash, y Arshade, lograron vencer la emboscada de los trasgos. Definitivamente impresionante que lograran sobrevivir a eso... sobre todo la maga...

-Vaya... la verdad es una suerte que lograran salir con vida de una emboscada asi. Mis felicitaciones a los tres... digo a los dos.

Dije en direccion a Arshade y a Hugash, haciendo notar la falta del tercer superviviente. Me tomo un momento para mirar con detenimiento mis alrededores, en caso de que hubiera algo que estemos pasando por alto en aquella situacion.

Mientras el bárbaro busca su espada Lorethel camina de un lado al otro, soltando algunas parrafadas irónicas... Pasa al lado de cada criatura muerta, como tratando de imaginar cómo fue el combate, o algo por el estilo.

Tus erráticos pasos te llevan metòdicamente a explorar el campo de batalla... Descubres que las jabalinas utilizadas por los trasgos son propias de su diminuto tamaño, y por tanto, resultan hasta incomodas para un humanoide de tu tamaño.

Ves asi mismo algunas armas de poca o nula calidad. Mazas pequeñas en su mayoría. Una herrumbrosa espada bastarda en la mano derecha del trasgo con armadura cortado por la mitad, y un hacha de batalla al lado del semiorco que casi diera muerte a Hugash...

Y aunque no ves ningún "tesoro" a simple vista (debieras revolver entre los muertos para ello), del cuello del semiorco con la cabeza hecha papilla ves una correa de cuero que pasa por su cuello... Si tomaras la misma podrías ver qué es lo que cuelga de allí... Pero sin duda tus compañeros te  verían.