Partida Rol por web

Hugash, dolorido como el que màs, hace caso del clèrigo, sobre todo al ver su evidente esfuerzo. Una vez que se recuesta a dormir dice

Mi espada... Donde està mi espada?

Pero no hace ningun esfuerzo por levantarse.

Caminan menos de cinco minutos, hasta llegar a un sitio en que el semiorco se planta, maza en mano a menos de treinta pies de distancia de ti.

Ah, gallina viene por lobo eh? dice Crotar satisfecho por poder derramar algo màs de sangre esta noche... Y aùn màs por haber dicho algo tan inteligente.

Enana cobarde, vienes a que te viole Crotar? jaja querer engendrar otro semiorco? JAJAJA

Durbara acompañó al semiorco a una distancia prudencial del campamento. Tenía el gesto lúgubre, sabiendo que lo que iba a hacer no iba a ser bien recibido por el grupo. Pero en el fondo, sabía desde el principio que aquello iba a acabar así. Una sensación fría en el estómago así se lo decía. Al final, sería él o ella.

--¿Lobo? ¿Dónde hay un lobo? Lo único que veo aquí es un cerdo hediondo.

No dijo nada más. No había que decir nada. Habían ido allí a matarse. Insultarse solo era el preludio para lo inexorable. 

--Venga, puerco. Aquí te espero.

Embravecido, el semiorco carga con su enorme maza ya sucia por sangre y restos del reciente combate... La enana lo espera tras su escudo, hacha en mano, y con las piernas separadas como para soportar el impacto de un toro... Impacto que no llega puesto que Durbarà traza un arco lateral ascendente, cortando el abdomen de Crotar, y evitando asì su ataque... Al tiempo que el brabucòn piel verde (aùn con la maza en alto, agarrada con las dos manos) ve sus tripas salirse cual serpiente viscosa... Hasta enredarse con sus propias piernas, y caer de rodillas...

Con los ojos abiertos como platos, la maza ya en el salpicado cèsped, el bobalicón descubre que se empeña el ùltimo respiro... Aferrando las tripas con ambas manos, sangre saliendo a borbotones por la boca, la nariz y las heridas (viejas y la nueva)... Sucede lo impensado...

Mnff... C-Crotar mo-morir... En un sollozo, descubre que su falsa inmunidad a los golpes no es tal... Y que ha muerto...

Ahora, queda plantar cara ante el grupo... Explicar el porque Crotar muriò a manos de su compañera.

Durbara se plantó delante del cuerpo de Crotar. Para asegurarse que estaba bien muerto alzó el hacha por encima de su cabeza y descargó un golpe contra el cráneo. La cabeza de la bestia estalló como un melón maduro, enviando sangre, pequeñas astillas óseas y trozos de seso en todas direcciones. La enana escupió a su cadáver.

--¡Por Moradin, por los enanos y por los Corazón de Forja! --aulló Durbara en el áspero idioma de los enanos.

Ahora quedaba los más difícil. Volver al campamento y dar explicaciones. Quizá la echaran del grupo. Quizá incluso tuviera que enfrentarse a Hugash. 

Ellos jamás lo entenderían. Pero había hecho lo correcto.

Durbara regresó al campamento pocos minutos después. 

Su armadura y su hacha estaban manchadas de sangre, pero ella no parecía herida. Su rostro estaba ceniciento, y su mirada rehuía la de su compañeros.

--El... perímetro está asegurado, aparentemente. No quedan trasgos por las proximidades --tragó saliva--. Ni orcos.

Miro a Durbara, sobresaltado, y acto seguido de acuerdo de Crotar. ¿Habrán sido capaces de llegar a las manos?

- ¿Durbara...? ¿Qué...?

Con Magnus y Hugash descansando, Samir, el explorador taciturno y silencioso... Los demàs presentes caìan ràpidamente en la cuenta de lo ocurrido... O al menos eso parecía.

--Sí. Lo he matado --confesó la enana--. No sólo me volvió a llamar cobarde después de haberlo avisado, sino que cuando fui a buscarlo, dijo que me violaría. Después de matarme, supongo, porque fue él quien se abalanzó sobre mi. Los dioses saben que no guardo ningún aprecio a esa criatura y a su ralea. Pero aunque lo hubiera tenido, en este caso, no tuve más remedio que defenderme.

- Por Tyr... - apenas logro decir tras escuchar lo que había ocurrido, llevándome las manos a la cabeza tratando de asimilar todo lo que había ocurrido. Estoy literalmente sin palabras.

Al escuchar las palabras de la enana una curiosa idea pasa por mi mente, por mas bestia y poco seso que fuera nuestro compañero verde tambien le habrian pagado su parte del botin. Con esa idea en mente y aprovechando el sobresalto general por las acciones de la enana, intente escabullirme del campamento sin ser vista.

Si todo seguia asi, esta noche haria bastante dinero facil...

En el momento que cerro los ojos su alma se escapo del cuerpo... sus parpados pesaban toneladas...... pero alli mirando desde una pequeña elevacion de terreno estaba el mirando su pueblo en llamas.... estatico y sin poder hacer nada escuchaba los gritos, observaba las lenguas de fuego y los gritos de los Trasgos....

Su cuerpo se movio un poco.... sentia voces.... eso le basto para volver abrir los ojos....

- Que.. que paso? - cierta tristeza se noto en cada palabra...

Sorprendida por lo que escucha, la impetuosa maga abre los o jos como platos, y cubre su boca con una mano.
-qué hiciste...? No... No puede ser... El salvo a Hugash... Puede... Oh crotar...

Durbara bufó.

--No seas ingenua, niña. Él también puso en peligro a Hugash. Si no fuera por ese descerebrado piel verde, él nunca hubiera caído en la emboscada de esas criaturas.

Después se giró hacia el soñoliento explorador con un gesto amargo.

--Creo que mi historia te resultará familiar. Los orcos nos expulsaron de nuestra tierra natal, Ciudadela de Felbarr. No sólo se perdieron muchísimas vidas de buenos enanos. Sino que también perdimos cosas intangibles, que superan a los individuos. Parte de nuestra historia, de nuestra cultura... nuestro hogar ancestral se perdió allí. Todo por culpa de esos sanguinarios pieles verdes. Desde entonces, los mato doquiera que los encuentre. Lo que quiera que sientas cuando das cuenta de un trasgo será muy parecido a lo que siento yo cuando acabo con una de esas bestias. Los Reinos serían un lugar mejor si sus caminos no estuvieran mancillados con su presencia.

Poco tiempo te toma escabullirte hasta el lecho final del semiorco.
Le encuentras en un claro, con sus tripas rodeandolo, y la cabeza estallada cual calabaza.
Como supusieras, entre las hediondas ropas bajo la armadura llena de tajos, una bolsa con monedas encuentras... La sorpresa, Crotar no solo guardaba los 25 danteres del adelanto, sino treinta màsm.. Y quince fardar!!! El semiorco, o bien había estado haciendo otros trabajos, o bien era muy ahorrativo...

- Puede que con tus prejuicios y tus burlas hacia él despertaras su sangre orca - comento a Durbara intentando no sonar a reproche, sin mucho éxito - Pero su acción fue violenta... en fin, lo hecho hecho está y tuviste que defenderte.

Me incorporo con semblante serio.

- ¿Dónde está su cadáver? Semi-orco o no, era un compañero y al menos habrá que enterrarle... a no ser que quieras atraer a una jauría de lobos o algo peor...

El semiorco jamás había sido un compañero para Durbara. Y su concepto de los pieles verdes no incluía honrarles con un tumba, sino más bien dejar que sus cuerpos se pudrieran y fueran devorados con los gusanos. El máximo tratamiento que les daría la enana era empalarlos en picas.

Pero se mordió la lengua. Sabía por qué el paladín hacía lo que hacía. Sería posible que Hugash incluso hubiera perdido un amigo. Había una sensación de pesadumbre en el campamento por lo que se había visto obligada a hacer. Y no quería empeorar las cosas. Mas al contrario, quería colaborar para que el asunto quedara zanjado lo antes posible.

--Está hacia allí, os acompañaré si queréis --dijo mientras señalaba con el dedo y después añadió, dedicando sus palabras al bárbaro--. Murió en combate. Supongo que es lo que él habría deseado.

Asiento con la cabeza y me dirijo hacia el lugar que señaló Durbara, sin mediar palabra alguna. Intento mantener la calma, pero ahora estoy en pleno conflicto interno conmigo mismo.

"Durbara ha asesinado a un aliado, y debería ser castigada... pero por otro lado fue él quien le atacó, y ella actuó en defensa propia... me parece exagerado aplicar la doctrina de Tyr contra ella en este caso... un momento... ¿estoy dudando de mi fe? No, no, no... no es eso... ella no asesinó a Crotar a sangre fría, se defendió de él, quien fue el que atacó y resultó muerto... ¡Maldita sea! ¿Qué haría mi padre adoptivo en este caso?"

A medida que me acerco al cadáver de Crotar mi rostro refleja más y más el tormento que estoy sufriendo en mi interior. Estoy en un terrible conflicto interno y, por primera vez, temía perder la fe y el favor de Tyr.

Recién en el momento de encarar rumbo al punto que la enana indica, es Arshade la que levanta la. Perdiz.
-Y Lorethel?
Pregunta. Y se percatan de que poco después de regresar durbara, no parece estar presente.

El bárbaro gracias a las curas realizadas por el clérigo descansaba restablecido, pero aún cansado y dormido por las heridas sufridas no se percataba de lo que estaba sucediendo a su alrededor, no se había enterado aún que, el que comenzaba a ser un buen aliado y quizá podría llamarle incluso amigo había muerto a manos de la enana. Su reacción era imprevisible puesto que Crotar le había salvado la vida. De momento solo soñaba con horribles pesadillas de trasgos a miles le rodeaban sin descanso mientras el y Crotar se defendían como podían, eran muchísimas criaturas a matar y se encontraban solos, pero en un latido de corazón se cruzaron la mirada y ambos sonrieron, morirían luchando como debían morir los grandes entre los grandes...