Partida Rol por web

Subiendo la cuesta, la ladrona es seguida por el paladín.

El sol comienza a bajar, y las ansias de un breve descanso se incrementan... Sin embargo, imposible dormir en la puerta de la cueva del lobo... Al menos si se sabe que allí se encuentra...

Sigo a Lorethel a unos pasos de ella, más que nada para evitar delatar nuestra posición ya que mis pasos son más pesados y torpes. Esperemos que la misión resulte más sencilla que el asunto de los trasgos, aunque no logro imaginarme que pueda esperarnos algo tan duro, o más. Ni de coña.

"Total, es solo ver que ocurre y comunicarlo, ya está" pienso, pero no me relajo para nada. Estoy atento ante el mínimo peligro para ponerme delante de Lorethel y cubrirla

Silenciosa cual gato cazando pájaritos, la semielfa avanza sin hacer siquiera un pequeño ruido... Sin embargo, varios metros más abajo, Nathan tropieza al engancharsele un pié en una raíz y cae bruscamente contra el piso, haciendo un enorme estruendo, que, vuelve a magnificarse cuando rueda casi dos metros cuesta abajo entre hojarasca, raices, y ramas secas que se hacen añicos al pasar la mole blindada...

El paladín se levanta tan rápido como puede, sin ningún razguño, salvo en su higiene (la armadura queda con tierra y hojas por aquí y allá), y ve como arriba la ladrona lo mira con los ojos entornados en gesto de desaprobación...

Siguen luego hasta la entrada a la montaña, y no ven ni escuchan sonido alguno que acuse movimiento en la misma, dentro o fuera... Salvo, claro está, el "silencio del bosque", compuesto por una miríada de criaturas viviendo...

Lorethel mete la cabeza en la cueva, tallada en la montaña, de lisas paredes... Y puede ver como, hasta donde llega el resplandor del agonizante sol, parece simplemente un pasillo semidesmoronado... Que luego se funde en las sombras... Adentrarse a ver más, sería ir más allá de lo encomendado por Magnus...

Intento avanzar sigilosamente tras la semielfa cuando mi pie se engancha a una raíz y pierdo el equilibro.

- ¡Mier...! - no consigo acabar la frase cuando me doy un buen castañazo y ruedo cuesta abajo hasta que finalmente me detengo, todo eso montando un buen alboroto. Una vez parado, me reincorporo y compruebo que, aparte de la suciedad, estoy en perfectas condiciones. Alzo la mirada y veo a la pícara mirándome con poco agrado. Obviamente no le ha hecho gracia el hecho que armara tanto escándalo - Lo... lo siento...

Tras disculparme en voz baja, me sacudo un poco la suciedad de la armadura e intento subir nuevamente.

"Ay, qué vergüenza... Tyr, dame fuerzas y suerte para no volver a cagarla"

Habiamos logrado llegar a la entrada de la prueba, pero no sin hacer "algo" de ruido... todavia molesta por la pesima actuacion del Paladin, intento divisar que nos espera en el interior de la cueva. Aunque si hubiera algo alli dentro de seguro ya estaria sobre aviso de nuestra presencia...

Pongo una mano sobre mi recientemente adquirido estoque, no puedo evitar hacerle una pequeña caricia cuando poso la mano sobre su mango.

En efecto, nada aparte de un pasillo oscuro ve la especialista en seguridad... Al buscar en la entrada, ve que los gravados en la piedra han sido molidos tiempo atrás...Quizá a martillazos... Pero las trampas brillan por su ausencia...

Todo está en orden y silencio como para adentrarse de manera definitiva... Pero el sol ya está cayendo (no tanto como el paladín)... Sin duda, es tiempo de volver al campamento e informar que no hay moros en la costa, y que parece estar todo en una quietud extrema...

- ¿Ves algo? - murmuro en voz baja a medida que me acerco a ella

Habiendo inspeccionado la entrada con suma cautela y precision me vuelvo hacia mi ruidoso compañero para responderle.

-No, volvamos... la noche ya casi esta sobre nosotros.

Sin otra mueca o gesto particular comienzo a emprender la retirada manteniendo el mismo sigilo con el que me acerque a la cueva.

Al dar unos pasos me volvi con cara muy seria hacia el paladin.

-Procura no hacer tanto ruido esta vez.

Asiento lentamente con la cabeza.

- Va... vale...

Sigo a mi compañera, teniendo sumo cuidado con no volver a tropezar con aquella raíz