Partida Rol por web

Shiro no Soshuro. Hora de Shinjo.

Sudada, decides terminar tu entrenamiento por hoy. Gracias a los movimientos de hilos de tu maestro Soshi Hainchi, has conseguido entrenarte con los Soshuro en las artes del sigilo. Si bien no has sido aceptada en la Escuela de Shinobi, sí se te ha permitido entrenarte con ellos, lo cual, sumado a tus aptitudes mágicas te hace una infiltradora estupenda.

Te diriges hacia tus aposentos, en los que tomar un cálido baño para quitarte la suciedad de encima, cuando por el camino Soshi Hainchi, tu maestro aparece. Sientes un gran respeto por este hombre, si bien a veces sus métodos te han supuesto duras lecciones.

-Hanako-kun, ven aquí. -Te acercas a él, humilde, como un alumno debe acercarse a su maestro.- Tenemos una misión. Mañana al amanecer partiremos en dirección a Tierras Grulla con una gran comitiva, entre los que se incluirá al propio Daymio del Clan. Como sabrás, ha habido ciertas tensiones entre nuestro Clan y el Clan del León en nuestra frontera común y los pomposos Grulla se han ofrecido a acoger la base donde negociar y dirimir nuestras diferencias. Se nos quiere por si acaso.

Tú sólo asientes. Una oportunidad así podría suponer un importante ascenso en la escala social de tu Clan y no quieres perderla. Hainchi comienza a irse, pero antes de estar demasiado lejos, sin girarse te dice:

-Ese Akodo que tanto te gusta sé que va a estar ahí.- Su risa da por terminada la conversación mientras se aleja de ti, dejándote sola y en cierto modo odiándole por su crueldad. Te hizo prometer que jamás volverías a verte con ese chico.

Volviste a tu habitación, donde tu mono te espera comiendo algo de fruta. Te desnudas y procedes a meterte en la cubeta con agua caliente que has ordenado preparar.

Mientras el agua caliente rodea el cuerpo cansado y los largos cabellos negros entran poco a poco en contacto con la superficie vaporosa de la tinaja, los pensamientos de Hanako fluyen y se deja llevar por el recuerdo, sabe que no debe, pero es inevitable.

Akodo Jantsi, se lo repite una y otra vez mientras el vapor aleja su mente de su cuerpo, odiaba y amaba a ese hombre al mismo tiempo, se descubria a menudo en esta misma situacion, pensando en el joven Bushi Leon, y queriendo tenerle entre sus brazo, y a la vez le odiaba por hacerse sentir tan debil y tonta, ella era una escorpion, no podia permitirse estas tonterias enamoradizas, su maestro tenia razon, como siempre.

El mono se acerco al borde de la cubeta, y se paseo agilmente por el borde, en precario equilibrio entre una caida al vacio y un chapuzon, Hanako extendio una mano distraidamente para acariciarlo y este se subio rapidamente trepando por el codo, para acabar encima de los hombros alborotando el mojado pelo, Hanako sonrio, -Tu vida si que es facil, no?, siempre comiendo fruta, descansando y viviendo tranquilo- el mono la miro, ladeando la cabeza, y mirandola con unos ojos expresivos, al ver que no le ofrecia nada de comer, simplemente siguio su camino y se dejo caer por el otro lado de la tinaja en busca de algun insecto para el postre.

Hanako volvio a sus pensamientos, porque su maestro le ponia en esta situacion, el sabia que ese estupido bushi tenia algun tipo de poder o influencia sobre ella, porque se arriesgaba a debilitar el clan, exponiendola a ella a esta situacion, por  un lado no queria ir, no queria verle, no queria volver a sentirse debil, pero por otro lado, el era tan maravilloso, fue tan bueno en el incidente, se descubrio otra vez a si misma vagando en sus pensamientos, dejandose llevar por el calido abrazo de los recuerdos.

Salio del baño y se cepillo el pelo con fuerza, cada tiron en el cabello le recordaba su deber, era muy poco practico para un Shinobi el pelo largo, era una incomodidad que no se complementaba con su trabajo, pero aun asi ella lo llevaba asi, lo necesitaba para su doble papel de damisela, su vida era igual, se decidio a acatar las ordenes de su maestro con valentia, iria y veria a Akodo Jantsi, pero aunque se sintiese debil frente a el, no dejaria que nadie entreviese entre su disfraz, seria la mas recatada y seria de las damas escorpion, y nadie notaria el secreto cariño que profesaba por ese estupido hombre.

Se vistio y se sento en silencio en el centro de la habitacion, cruzo las piernas debajo del cuerpo y adopto la posicion del loto, regulo su respiracion y alejo los pensamientos carnales de su mente, solo siendo poderosa se le permitiria un grado de libertad dentro de su clan, necesitaba entrenarse.

Suavemente expulso aire de sus pulmones, y imagino musica entrelazada con la respiracion, abrio los ojos al mundo, su mente estaba calmada y el remolino de pensamientos que habia tenido ahora se alejaba como una tormenta, convoco a los  Kamis del viento y creo una pequeña brisa en la habitacion, les pidio que bajasen la intensidad y ejercito su capacidad de autocontrol sobre el elemento aire.

Ya era suficiente por hoy, estaba cansada, fisica y mentalmente, necesitaba dormir, solo esperaba que no le invadiesen sueños durante el descanso, lo ultimo que necesitaba era afrontar el dia siguiente con una mente invadida de recuerdos del Akodo, cuando se encontraba ya tumbada se descubrio deseando en secreto que los sueños si llegasen esa noche, y asi poder revivir a su Akodo.

Shiro no Shosuro. Hora del Sol.

El día amanece y tu monito parece excitado con la promesa de un nuevo día. Sus brincos y grititos te despiertan. Es la hora. Te levantas y te vistes con premura, pero cuidando cada detalle. Si bien el viaje será largo, sabes que debes ir impecable.

Os dirigiréis hacia el sur, hacia Kyuden Bayushi, donde os reunireis con la comitiva principal. Iréis a caballo, por lo que decides ponerte un kimono elegante, pero a la vez adecuado para el viaje.

Cuando estás vestida, un sirviente te trae tu desayuno que comes con delicadeza en tu propia habitación. Justamente al terminar, Soshi Hainchi aparece.

-Vaya, estás deslumbrante Hanako-kun. -No puedes evitar ruborizarte. -Guarda estos papeles. -Te dice mientras te ofrece unos papeles que miras y guardas inmediatamente. -Son tus papeles de viaje. El Emperador nos ha concedido el permiso de transitar por su Carretera Imperial durante todo el trayecto, lo cual hará nuestro viaje algo más cómodo. ¿Estás lista?

-Si maestro- dice Hanako humildemente, mientras se pone en pie, se ajusta el kimono a su alrededor, de forma que este quedase perfectamente alineado y mostrase un aspecto impecable.

Mientras acompañaba al maestro Hainchi, Hanako se sintio lo suficientemente confiada como para tentar a la suerte realizando una pregunta a su mentor -Señor, desde ayer he estado pensando en los problemas en la frontera entre nuestro clan y los escorpion, ¿Podria darme su vision de los sucesos que han ocurrido? lamento decir que no tengo un conocimiento actualizado sobre lo sucedido- intento modular la voz como le habian enseñado, intentando parecer timida, de forma que la pregunta no resultase una amenaza, dejando esta lo suficientemente abierta como para permitir a su interlocutor explayarse y soltar mas informacion de la necesaria, sabia que su maestro no caeria en este truco, pero seguro que sabia apreciar la artimaña y se sentiria orgulloso de su discipula.

Shiro no Shosuro. Hora del Sol.

Hainchi te mira, evaluando si realmente debería hablarte de cosas que al final no te incumben, pero eres la niña de sus ojos y opta por contártelo.

-Lo cierto, es que como todas las cosas empiezan en este Imperio, problemas en la frontera que derivan en escaramuzas y estas en guerras. Esperemos poder evitar ese tercer paso, que sería motivo de alegría para muchos Clanes rivales, al ver cómo nos desangramos entre nosotros. Además, nosotros no sacaríamos nada de ello. No nos combiene una guerra ahora mismo. -Tras darte unos segundos para que pienses en sus palabras, continúa - ¿Tienes que hacer algo más?, aún tienes un rato antes de que marchemos. Tus cosas han sido empaquetadas tal y como ordenaste, sólo tienes que bajar a por tu caballo. Yo esperaré abajo.

Hanako escucha las palabras de su maestro, y las analiza, intentando leer entre lineas, no se desea la guerra, no se quiere llegar al tercer paso, pero eso da a pensar que se han llevado a cabo los otros dos.

-No Maestro, estoy preparada para el viaje, le seguire- dice humildemente, contiene su lengua, pero se muere de curiosidad por saber mas sobre los conflictos, su maestro ya le ha dicho lo que queria, mas preguntas solo le enojarian, necesitaba ser paciente, pero no podia evitar pensar en su mision, estaba claro que era hija de sus padres, con autentica sangre escorpion corriendo por sus venas, el desconocimiento de este pequeño secreto la tenia intrigada, se propuso averiguar todo lo posible durante el trayecto. 

Al Sur de la Torre Nihai. Hora de Shinjo.

La tarde cae sobre Rokugan cuando llegáis a un pequeño albergue. Por suerte, sois gente importante en la comitiva que se dirige desde Shiro no Shosuro hacia Kyuden Bayushi, por lo que se te aloja en el interior del mismo. Otros no tienen tanta suerte y tienen que hacer noche en el exterior. Al menos la noche no ha salido lluviosa. Piensas para ti.

Los grillos chirrían de forma sonora en el exterior. Un sonido agradable para tus oídos. Hainchi, te dice que no te va a necesitar en esa noche, por lo que puedes hacer lo que gustes, si bien las opciones no son muchas.

El albergue está regentada por un viejo samurái retirado, que no consiguió suficiente dinero para retirarse cómodamente, pero si lo suficiente como para abrir un pequeño negocio, que no parece irle mal.

El viaje ha resultado una delicia para Hanako, la ruptura de la rutina de entrenamiento ha resultado excitante y a la vez inspiradora, se siente llena de fuerza y vitalidad y con muchas ganas de expresar su alegria.

La joven muchacha de aspecto fragil se acerco al viejo samurai, con una reverencia le presenta sus respetos, y le solicita amablemente la oportunidad de amenizar su posada con su musica, hace muchos dias que no puede dedicarse a una tarea tan trivial como tocar la flauta y su estado de felicidad le anima a ello.

Sus manos recorren el estuche de madera y seda, los hilos rojos se entrelazan con los negros para darle ese tono iridiscente que siempre ha adorado, el estuche junto con la maravillosa flauta fueron un regalo de su madre y los cuidaba a ambos con especial cuidado, observo el dibujo en la caja, como el bordado de hilo se entrelazaba para dibujar motivos florales que rodeaban el mon de su familia, tras un momento de respeto, sus manos abrieron el cierre, y la caja se abrio lentamente, dejando el interior expuesto a la menguante luz del dia, el interior en seda de color naranja, hacia destacar el plateado color metalico de la flauta, las palidas manos de Hanako ensamblaron las diferentes partes de esta con la destreza que solo un millon de repeticiones consigue, y acercandose el instrumento a los labios se dispuso a tocar.

Cerrando los ojos, penso en que melodia seria la adecuada para aquella ocasion, y tras un momento de duda se decidio por  el cuento del escorpion y la rana, siempre habia sido una de sus favoritas, y la alegre melodia simpatizaba mucho con la luz dorada que bañaba la estancia, se tomo un momento para dirijir una plegaria a los Kamis de aire, de forma que le fuesen propicios para que el sonido fluyese de forma correcta, y tras un breve instante las primeras notas sonaron.

Al Sur de la Torre Nihai. Hora de Shinjo.

Con tu interpretación, el albergue se anima un poco más. La gente aplaude la elección realizada para la música. Si bien El Cuento del Escorpión y la Rana es todo un clásico, nunca decepciona.

Casualmente parece ser la canción favorita del tabernero, y dado que la canción parece haber animado al resto de comensales a consumir másm, éste te invita a la cena. Un hermoso pescado de mar al horno te es servido con una jugosa salsa de ostras. Mucho le ha tenido que gustar para invitarme a pescado de mar. Piensas para tus adentros, pero no es algo que vayas a ir a desaprovechar.

Tras la cena decides que estás suficientemente cansada como para querer hacer nada más.

Al Sur de la Torre Nihai. Hora de Fu Leng.

Algo parece que te ha sentado mal de la cena y te desvelas. En ese momento hueles algo raro. Husmeas el aire en busca de más información. Hueles a quemado.

Te alertas y te levantas rápidamente. Te vistes con premura y abres la puerta de tu habitación, sólo para ver las llamas devorando algunas de las habitaciones. Los primeros gritos comienzan a sonar a tu alrededor.

Con horror Hanako asistía al espectáculo de las llamas, el incendio estaba demasiado extendido como para contenerlo, y todavía no tenía suficientemente desarrollada su afinidad con los Kamis como para detenerlo de forma sobrenatural, sus primeros pensamientos fueron para sus pertenencias y su querido animal de compañía, viajaba ligera, sin muchas cosas encima, y a penas había desempaquetado nada durante la noche, metió todo rápidamente de nuevo en la mochila de mimbre, y cargo con ello hacia el exterior, gritando mientras salía para alertar al resto de personas dormidas.
Mientras avanzaba hacia el exterior una idea cruzo su mente, alguien quería retrasar su llegada hasta el parlamento con los León, debía asegurarse que su maestro estaba bien, quizás estaba en apuros, pero el humo empezaba a llenar rápidamente los pasillos, y se podía llegar a asfixiar si no hacía algo.
Recurriendo a la calma de los años de estudio, concentro su mente en el mundo espiritual, necesitaba sobrevivir al fuego, los Kamis de agua le ayudarían, imagino las olas rompiendo contra el mar, y sin hacer más que un leve gesto con la mano, apenas percibirle, suplico que el agua empapase sus ropas, la magia no surtió efecto, el elemento fuego estaba demasiado presente en el ambiente, y su concentración fallaba debido al humo en sus pulmones, tosió un par de veces y se dio cuenta que empezaba a sentirse fatigada, si seguía así podía morir.
Volviendo a centrar su mente y dejando atrás su anterior fracaso, se concentró en su elemento, toda su vida la había pasado entrenándose con los Kamis del aire, le gustaban y ella le gustaba a ellos, sin hacer ningún gesto, exhalo todo el aire que tenía en sus pulmones, este no se dispersó con el humo, sino que formo una burbuja de aire limpio alrededor de su cabeza, mientras se mantendría concentrada podría respirar.
Era hora de buscar a su maestro, ojala estuviese a salvo.
Con suaves movimientos avanzo por el pasillo en dirección a la habitación de su maestro, era difícil andar y mantener la concentración sobre el hechizo, pero su vida dependía en gran medida de ello, su mente se encontraba dividida, por una parte necesitaba pensar y concentrarse en las lejanas montañas de su tierra natal, donde el aire era fresco y puro, y por otro lado, la dura realidad llamaba a las puertas con la fuerza de un ariete, el calor en el interior de la posada era omnipresente y el humo estaba empezando a emborronar la visión.

Al Sur de la Torre Nihai. Hora de Fu Leng.

Cuando llegas a la habitación de tu maestro, ves que la puerta ya no existe porque ha sido consumida por el fuego. Lenguas del explosivo elemento devoran poco a poco y con violencia la habitación. Por suerte, ves una sombra que salta por la ventana. Confías en que sea tu maestro.

El piso comienza a temblar, el fuego está devorando el edificio. Con premura bajas al piso de abajo y sales a la calle. Allí encuentras a la mayoría de miembros de la caravana. Algunas personas siguen saliendo del edificio. Al de poco, el edificio colapsa y una gran polvareda se levanta. Comienzas a oir los llantos de muchos de tus acompañantes. Oyes como varias personas no han aparecido. Tampoco Hainchi... Mi maestro no está aquí, ¿habrá muerto? Las lágrimas afloran por tus bellos ojos, empañándote la mirada.

Los bushis de tu Clan comienzan a interrogar a la gente. En ese momento, de entre las partículas de polvo suspendidas, comienza a surgir una figura que anda de forma renqueante. ¡Es Hainchi! Tus amargas lágrimas de tristeza se convierten en dulces lágrimas de alegría. Si bien debieras de haberte comportado, no puedes evitar correr hacia tu sensei y abrazarle. Aunque severo, Hainchi sonríe esta vez, incluso a pesar de la rotura de la etiqueta que has realizado. Él también se alegra de verte viva.

-Oh maestro, me había temido lo peor, me alegro de verle- dice Hanako mientras aprieta con fuerza su frágil cuerpo contra el de su maestro, dándose cuenta de lo que está haciendo, intenta calmarse y serenarse, no le es fácil separarse del cálido abrazo, pero al final poco a poco se aleja y recompone su compostura, con tristeza observa los restos humeantes de la posada, quien sería tan cobarde de hacer algo así, destrucción y caos, implicando a gente inocente en el proceso, solo un alma perversa podía haber producido semejante catástrofe, estaba claro que alguien no quería que la delegación llegase a las conversaciones, miro a su maestro en busca de respuestas, pero no se atrevió a preguntar nada.

Su mirada se encontró con la de su maestro, y espero instrucciones, físicamente se encontraba sana, solo un poco aturdida por el shock.

Al Sur de la Torre Nihai. Hora de Fu Leng.

Hainchi te abraza de nuevo. Sientes de nuevo su cálido aliento sobre tu pelo y el ardor de sus abrazos. Te sientes feliz entre ellos. Ojalá fuesen los de Jaintsi. Piensas.

-Yo también me alegro pequeña.

Al Sur de la Torre Nihai. Hora de Ryoshun.

Ha pasado ya una hora desde el incidente y la comitiva a decidido continuar el camino. Al fin y al cabo no tenía sentido seguir allí. Piensas.

El camino ha sido silencioso. Rememoras todo lo que ha pasado esa noche y no entiendes nada.

A tu alrededor, sólo el caminar silencioso de los sirvientes y de los caballos perturban la absoluta falta de sonidos en la noche. Ni los grillos cantan. Varios sirvientes, provistos de lámparas de papel colgadas en largas varas abren y cierran la comitiva e iluminan cada pocos metros. El avance es lento pero constante, quizás el día siguiente sea más propicio. Aún os queda otro día de viaje antes de llegar a Kyuden Bayushi.

El viaje en caballo se te comienza a hacer pesado. Apenas has podido dormir y sigues cansada. A veces das pequeñas cabezas sobre tu caballo. Aunque te despiertas de forma continúa con cada bamboleo por miedo a caerte.

Al Sur de la Torre Nihai. Hora de la Luna.

El sol ya comienza a ascender por el firmamento, comenzando un nuevo día.

A lo lejos veís una aldea a la que os dirigís. Tienes el estómago vacío y un descanso y algo de comer te vendrían bien.

La comitiva sigue con su ritmo lento pero constante. No os lleva mucho alcanzar las inmediaciones de la aldea y comenzais a adentraros en ella.

Los sucesos de la terrible noche aun estan frescos en la memoria de Hanako, el viaje en caballo se esta haciendo increiblemente pesado, no es el idilico trayecto que se habia formado en su imaginacion, sino que es un camino lleno de penurias, hambre, cansancio y agotamiento, pero por fin ven un pueblo donde tomar un pequeño descanso.

Hace tiempo que no se da un baño, y necesita cepillarse el pelo, sus ropas necesitan ser lavadas, el olor del humo es persistente en toda la comitiva, los animos no estan muy altos, y su sonrisa hace horas que no asoma en su tez, los pensamientos alegres han quedado relegados a un segundo plano, ahora mismo en su cabeza solo hay conspiraciones contra el clan escorpion y una persistente sensacion de agotamiento y hambre.

El pueblo les ofrecera cubrira todas sus necesidades, pero tambien es una oportunidad para que otro ataque se produzca, Hanako desvia la mirada a su maestro, y lo estudia, intenta penetrar las capas exteriores para intentar detectar nerviosismo, pero como siempre le ha pasado con su tutor, no muestra nada mas que una capa de seriedad.

Con suavidad Hanako avanza junto con la comitiva hacia el pueblo.

Al Sur de la Torre Nihai. Hora de la Luna.

Entras en el pueblo con el resto de la comitiva, poco a poco. Los ánimos no son los más alegres, la gente está aún preocupada por lo que pasó anoche. ¿Quién habrá sido? Lo cierto es que quizás debiéramos haber investigado algo antes de irnos tan rápidamente, pero no es esta mi decisión. Piensas mientras cabalgas.

Los pueblos de los alrededores son plantados con arroz, en enormes extensiones inundadas con agua canalizada desde el río. Los aldeanos se afanan en trabajar la tierra, y sólo paran para inclinarse hacia vuestro paso. De todos es conocido que los aldeanos del Clan Escorpión son los más repetuosos para con sus amos.

-Hanako, tal vez debieras de adelantarte y buscar algún sitio donde podamos parar a comer. Ya descansaremos bien mañana cuando lleguemos a Kyuden Bayushi.

Hanako se gira para atender mejor a las palabras de su maestro, y tras escucharla detenidamente, asiente con la cabeza en una pequeña reverencia y dice -Si señor, así se hará- a continuación con un suave espoleo, apresura el paso de su montura, de forma que se adelante a la comitiva y penetre en el pueblo antes que estos.

Mientras avanza por el pueblo, vigila los alrededores, no solo buscando un establecimiento o un fuego encendido donde estén preparado algún tipo de comida, sino como buena miembro del clan escorpión siempre vigilando en busca de amenazas, y más teniendo en cuenta los sucesos pasados.

Siempre le había parecido curioso la forma rudimentaria de vida que llevaban los campesinos, se les veía tan desaliñados y sucios, incluso en el peor día, como podía ser hoy, ella iba mucho más impoluta e impecable, arreglada y preparada para ofrecer una imagen de seriedad y nobleza que aquellos labradores no podían ni soñar con alcanzar.

Dirigiéndose a uno de los aldeanos, Hanako pregunto -Saludos campesino, la comitiva y yo buscamos el mejor alimento que este pueblo pueda ofrecernos, hemos viajado desde muy lejos y estamos cansados y con ganas de hacer un alto en el camino, ¿Cuál es el mejor lugar de este sitio?-

Al Sur de la Torre Nihai. Hora de la Luna.

El campesino, arrodillado y no mirándote por encima de tus tobillos, te dice:

-Mi señora, este es un pueblo muy pequeño, pero un poco más adelante hay una posada donde quizás estén más cómodos. -Tras una pausa breve. -O si lo prefieren pueden repartirse por las casas del pueblo, será un honor para nosotros darles nuestra comida a tan ilustres visitantes.

Mirando al campesino arrodillado, Hanako piensa, la posada podria ser otro posible lugar para una emboscada como la sufrida, aunque dudaba mucho que su atacante repitiese la misma tactica, y tenia absoluta certeza que su grupo no volveria a caer en una treta igual, pero la opcion de repartirse por el pueblo era una desventaja evidente, si el enemigo queria eliminar a alguien en especial del grupo, que mejor metodo que separarles, era mejor permanecer unidos -¿A que distancia esta esa posada? estamos cansados del viaje, y necesitamos hacer un alto- dice la muchacha con voz suave.

Mientras esperaba la respuesta observo alrededor, buscando algun campesino que prestase demasiada atencion a la conversacion, quizas era paranoico de su parte, pero su clan estaba lleno de paranoicos y conspiradores, y era mejor prevenirse contra este tipo de cosas.

Al Sur de la Torre Nihai. Hora de la Luna.

El campesino responde con respeto al de poco de que hayas realizado tu pregunta.

-Estará a medio de ri de aquí. No tiene pérdida, simplemente salga del poblado y siga por la carretera.

Aceptas las explicaciones del campesino y vuelves a observar a tu alrededor. Nadie parece estar demasiado atento hacia lo que haces o dejas de hacer.

Los campos de arroz comienzan a vaciarse, tras la recogida y ves a los campesiones de un lado para otro llevando grandes fardos de arroz que alimentarán a tu Clan el próximo año. Los campesinos del Escorpión siempre han sido buenos trabajadores y muy sumisos.

-Gracias, no te distraigo mas de tus deberes para con el clan- con una pequeña reverencia y mostrandose agradecida con el trato recibido por el campesion, Hanako reconduce el caballo hacia su maestro para comunicarle la informacion.

Mientras se acerca al grupo, se siente cansada y hambrienta, la sed empieza a hacerse muy patente, y su humor empieza a resentirse, cada vez le cuesta mas mantener el aspecto de nobleza y la sonrisa complaciente en el rostro, pero se consuela pensando con la cercania de la posada.

-Maestro, hay una posada a medio ri de distancia segun se sale del poblado, con su permiso me adelantare para comunicarle al propietario nuestra llegada, y que haga los preparativos necesarios para el recibimiento- dice humildemente, en voz baja, colocando su caballo paralelo al de su sensei.