Partida Rol por web

Xiaorang suspiro con cansancio al oir las explicaciones de la campesina, la situación era incluso peor de lo que sospechaba. Enfrentarse a los zombies sin conocer su número sería arriesgado, sobre todo si había alguien más con ellos, alguien que sabía abrir puertas. El joven recordo con resquemor las viejas historias acerca de magos de sangre y samuaris corruptos que se levantaban de sus tumbas. ¿Sería posible que uno de ellos fuese el causante de aquello?

 - ¿Recordais algún hecho inusual que sucediese antes de la aparición de los zombis? - preguntó de nuevo a la mujer, ahora con un poco más de amabilidad - ¿La llegada o el paso por el pueblo de algún viajero? -

Sus respuestas, en todo caso, difcilmente iban a cambiar su curso de actuación y el joven se volvió hacía los otros dos unicornios.

 - Creo que lo mejor será permanecer aquí hasta que amanezca, mis señores - no estaba seguro de poder protegerles si decidían abandonar el pueblo en plena noche - y de paso intentemos descansar un poco -  aunque el viaje no había sido particularmente cansado, les había llevado todo el día y Xiaorang era consciente de que su dolencia personal tendía a agravarse con la falta de sueño - Mañana podremos decidir mejor como proceder - miro significativemente a los Ide al pronunciar aquellas palabras. El corazón del Otaku deseaba auxiliar en lo posible a aquella pobre gente, pero una vez mas la decidión no dependía de él. 

El joven samurai se sentó y recostó contra la puerta de la casa, la katana cogida con firmeza y apoyada en su hombro, rezando a los kami para poder despertarse a tiempo si volvía a ocurrir una desgracía.

 - Confio en tí para que vigiles, Toki - susurró a al perrillo, acariciandole detras de las orejas - mantente tan alerta como antes y todo ira bien - Siguío la mirada del animal, que despues de olfatear por la casa con interes había vuelto a su lado, hasta los dos niños y sus rostro mostró la primera sonrisa sincera que esbozase desde el comienzo del viaje - Tranquilizaos, pequeños, vuestra casa estará bien defendida esta noche -

Aldea tras las Montañas del Espinazo del Mundo. Hora de Shinjo.

Cuando preguntas a la mujer, esta intenta ser concisa, pero no recuerda mucho. De alguna manera parece que se centra en su día a día y no piensa en cosas más allá. Sus palabras suenan tristes, como las de una persona que no tiene grandes aspiraciones en la vida. Tras un rato decides que no sacarás mucho más.

Ambos Ide, tras el incidente anterior han tenido una catársis total y notas el nuevo respeto que te profesan. Si bien ambos son tus superiores y podrían, como ya hicieran en el pasado, imponerte sus caprichos, aceptan con un gesto de la cabeza tu decisión.

Sientes miedo por dentro. Las criaturas a las que te has enfrentado son algo totalmente nuevo y para lo que no te habían preparado en tu dojo. Aún con todo, tu honor es lo primero y te sobrepones. Muchas vidas dependen de ti.

Los minutos fueron pasando y, cuando los Ide se recogieron, los campesinos se tranquilizaron y resulto obvio que la casa no iba a ser atacada de inmediato, Xiaorang se permitió relajarse un poco y comenzó a quitarse en silencio su pesada armadura. No era en absoluto la situación idonea para prescindir de ella, pero llevaba todo el día con ella y de poco le serviría si al alba estaba demasiado dolorido como para andar.

Una vez terminó, y tras comer a medias un poco de sus raciones de viaje con Toki, el joven Otaku se recostó de nuevo contra la puerta, agarrando con firmeza su espada, y trató de descansar un poco.

Mientras se sumia en la inconsciencia sus pensameintos volaron hacia su ancestro, implorándole que le concediese el coraje necesario para cumplir su deber, y su familia, la cual seguramente le creia a salvo y sin más preocupaciones que la de atender los caprichos de los Ide.

 - Ebisu.. Bishamon.. Shinjo.. dadme fuerzas para terminar con esta oscuridad.. para evitar que continue manchando las tierras de mi pueblo... -

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El sueño comienza a apoderarse de tu cuerpo, cuando comienzas a sentir cierta presión en la puerta. Alguien sin duda intenta abrirla. Miras a tu alrededor, sobresaltado. La casa está silenciosa. Los Ide descansan a escasos metros de ti, así como la familia. Observas la escena y sólo ves paz. Estas personas están ajenas a lo que se avecina.

Sin hacer ruído te levantas y comienzas a ponerte la armadura de nuevo. Con cuidado. No tardas mucho en ello, aunque para cuando lo haces, la puerta ya no se mueve. El silencio vuelve a rodearte.

Inquieto, te diriges hacia alguna de las ventanas que tiene la casa. No ves mucho, aunque sí alguna sombra lenta y tambaleante.

En una de las ventanas, las cuales habéis tapado de alguna manera, por seguridad, ves una sombra mucho más veloz que el resto. Esa visión te hiela la sangre.

Durante unos momentos Xiaorang contemplo la posibilidad de volver a relajarse. Al fin y al cabo no parecia que nada estuviese realmente intentando entrar por la fuerza en la casa, y Toki seguía durmiendo tan feliz. Pero su prudencia fue más fuerte que su cansancio y en poco tiempo se encontró de nuevo armado y dispuesto, sin dejar de vigilar en todo momento la puerta y las ventanas de la casa.

Por ellas oteo preocupado, preguntandose si las criaturas simplemente habrian desistido de intentar entrar en la casa, cuando vió moverse una silueta no pertenecía ningún zombie y comprendió que no habían sido estos los que intentasen abrir antes la puerta.

Se quedo congelado un instante, tratando de distinguir los detalles de aquella sombra, pero de inmediato reaccionó y se arrodilló al lado de los hermanos, mientras desenfundaba su espada y mantenía en su ángulo de visión la puerta y todas las ventanas que pudo.

 - ¡Ide-samas, despertad, os lo ruego! - susurró vehementemente, mientras sacudía muy ligeramente el hombro de Junichi - Hay algo más ahi fuera además de los zombies y creo que acaba de intentar entrar hace un momento -

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Junichi se despierta y te mira con rencor. No parece de las personas que disfruten siendo despetadas, aunque tras tus palabras, su expresión cambia. Asiente ante tus palabras y con suavidad despierta a Gemmei. Ambos se arman. La mujer y los niños duermen a pierna suelta. Tu perro, parece haberse despertado, aunque para tu suerte, se mantiene callado.

Observas por las ventanas, pero no ves nada irregular. Quizás la sombra que has visto no haya sido lo que parecía, quizás no tenga intención de entrar en la casa...

Comienzas a oler a quemado.

Por unos momentos el joven se preguntó si sus ojos y nervios no le habían jugado una mala pasada haciendole ver una sombra que no estaba allí. O tal vez se tratase simplemente de algún perro callejero o de el marido de la campesina que regresaba a su casa, aunque no tenía ningún sentido que no hubiese vuelto antes de anochecer; la verdad es que tendría que haberla preguntado a tal respecto cuando tuvo oportunidad pero tenía tantas cosas en la cabeza que se le paso.

Sin embargo pronto le quedo claro, para su consternación, que proablemente había estado en lo cierto respecto a la sombra y que su situcición podía ser incluso más acuciante de lo que había supuesto.

- Ide Gemmei-sama - Xiaorang se aproximó a sus protegidos para no tener que levantar el tono de voz - Voy a revisar de nuevo la casa, creo que huelo a quemado - trató de no dejar traslucir la inquietud que sentía, a fin de no preocuparles mas - Si hemos de abandonarla vos y vuestro hermano dirigios directamente al cobertizo de los caballos, me ocupare de que las criaturas no os den alcance - se volvió hacia el otro unicornio - Ide Junichi-sama, vigilad la puerta hasta que vuelva, por favor -

Haciendole una seña a Toki de que permaneciese tambien allí el joven Otaku deambuló por la cabaña, tratando de determinar la procedencia del olor. Se sentía un poco culpable por no despertar a los campesinos, pero lo último que necesitaban en aquel momento era que se pusiesen a gritar histéricos.

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Comienzas a investigar la casa en busca del posible fuego. No te cuesta encontrarlo, el calor le delata. Entras en una habitación en la que un fuego demasiado crecido está llevándose parte de la casa de por medio.

Puedes sentir sin lugar a dudas que el lugar se convertirá en un infierno prontamente.

La decisión es difícil, pero debes tomarla ya. O salís de la casa, con lo que eso supone, o morís abrasados.

 - Maldición... -

No entendía como era posible que el fuego hubiese crecido tanto en tan poco tiempo, pero Xiaorang retornó enseguida a la sala principal, donde se dirigió a los Ide con un susurro tan vehemente que casi no lo era en absoluto.

- ¡El fuego se ha extendido demasiado, tenemos que irnos de inmediato! - sin duda era muy proable que los estuviesen esperando, pero no veía de que otra manera podían abandonar la casa. Hechar una pared abajo les llevaría demasiado, y desde luego no pensaba escabullirse por una ventana como un vulgar bandido - Saldre primero e ire abriendo camino, dirigios hacia los caballos en cuanto veais un camino despejado - Su vista se poso en los campesinos dormidos - Si no es pediros demasiado Gemmei-sama ¿podriais despertarles?. no estoy diciendo que les llevemos con nosotros - añadió rapidamente, al recordar el caracter de su protegida - y se que su hospitalidad ha dejado bastante que desear, pero nadie merece morir abrasado en su propia casa - Y tampoco a manos de los zombies, pero la seguridad de los Ide iba primero sin lugar a dudas.

 - Ancestro misericordioso, dame fuerzas para protegerles a todos... -

Inspiró profundamente y sonrio a Toki, antes de abrir la puerta dde un empellón y salir cargando contra lo que quiera que estuviese esperandoles allí fuera.

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El olor ha quemado se intensifica y pequeñas nubes de humo comienzan a invadir la estancia. El tiempo se agota.

Gemmei corre hacia los campesinos y les despierta. Tal y como prevéias comienzan a gritar desesperados, pero una orden imperiosa de la Ide parece calmarles, o al menos que no griten.

Desenfundáis vuestras armas, siempre listos para el posible combate. Desatascas la puerta principal con la intención de salir.

La puerta cede con cierta facilidad, abrís la puerta y veís que varios muertos os están esperando. Incluso llegas a oír una estrepitosa risa, pero no sabes de dónde viene.

Sin duda la encrucijada te propone dos opciones, deberás elegir entre el menor de los males. U os enfrentáis a los muertos, seis para ser exactos (aunque ves llegar a más desde las inmediaciones) o arriesgaros con el fuego...

Xiaorang tan solo se detuvo un momento para girarse hacia los Ide con un imperioso susurro - Recordad lo que os dije, en cuanto podais dirigios hacia el cobertizo -

Acto seguido el joven Otaku continuo con su carga, sin miedo o vacilación algunos, embiestiendo con decisión al zombie del centro. Sabía que era muy proable que entonces los otros le rodeasen, pero si así lograba atraer su atención tanto mejor.

Recordando lo efectivos que habían sido los anteriores golpes de los hermanos contra tales criaturas Xiaorang dirigió el suyo, fuerte y certero, contra la cabeza de la repugnante criatura, esperando decapitarla y abatirla de un solo tajo.

 - ¡Por la dama Shinjo! ¡Por el Clan Unicornio! -

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La terrible carga que inicias termina con un muerto viviente menos, mientras los otros te intentan rodear. Sus esqueléticos brazos se abaten sobre ti, en un terrible abrazo.

Todos se lanzan en un frenesí asesino contra ti, pero aunque te rodean y ya es imposible para ti salir del cerco, todos sus lances fallan en mayor o menor grado. Sus defensas han quedado bajas, pero no podrás deshacerte de todos a la vez.

Algunos muertos vienen desde otras calles en dirección hacia donde la pelea ha estallado. Con paso vacilante, estos se acercan poco a poco.

Por detrás del tumulto, puedes ver como los Ide y los campesinos se dirigen hacia el punto de encuentro. Confías en unirte a ellos pronto.

Su "plan" (por llamarlo de alguna manera) había funcionado y despejado el camino de sus compañeros, pero tambien le había dejado en una posición bastante comprometida. Así y todo Xiaorang no titubeo, su katana alzándose y bajando de nuevo sobre el cuello del monstruo que tenía ahora delante, cuyo sitio ocupo acto seguido.

 - ¡¿Esto es todo lo que podeis hacer, engendros patéticos?! ¿No es tan facil cuando el enemigo se defiende, verdad? ¡¡Venid y enfrentaos a mí si os atreveis!! -

El joven samurai no tenía ni idea de si los zombis se sentirian de veras provocados por aquellas palabras, o siquiera de si aquellas cosas podían llegar a ser provocadas, pero esperaba al menos zaherir al bastardo que había orquestado aquello y prendido fuego a la casa.

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Un nuevo oponente cae con tu rápido corte descendente. Los engrendos se juntan cada vez más y muchos van llegando poco a poco a tu posición. Si me quedo aquí no podré matarlos a todos suficientemente rápido.

El tiempo se te agota. La casa comienza a arder de forma visible desde fuera. El humo, negro, comienza a llenar el aire y de paso tus pulmones. Comienzas a toser. Pero a los muertos, precisamente por su condición, no parecen afectarles.

Muchos de ellos se lanzan contra ti, pero todos fallan. A lo sumo alguno te roza. Tu entrenamiento marcial te está salvando, pero dudas que pueda salvarte continuamente. Quizás lo mejor sea huir cuanto antes.

 - ¡Ahora! -

Por un momento una abertura se abrió en el círculo de zombis y Xiaorang aprovechó de inmediato para escurrirse por ella y correr por la calle que llevaba al cobertizo. La ardiente sangre de su gente le instaba a quedarse y pelear contra aquellas criaturas, pero se obligo a si mismo a ignorarla del mismo modo que momentos antes había violado el tradicional silencio en combate de los Otaku. Sabía que sus antepasados comprenderian sus acciones. 

Los campesinos y los Ide le llevaban ventaja y se apresuró todo cuanto pudo en reducirla y darles alcance lo antes posible. Con suerte podría llegar hasta ellos antes de que se topasen con más muertos vivientes. 

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Con varios quiebros, consigues zafarte de los muertos vivientes que comenzaban a rodearte. En algunas zonas, tu kimono ha quedado rasgado. ¡Maldición, tendré que cambiarlo! Piensas para tus adentros.

La casa comienza a quedar calcinada y parte de ella está ya consumida. Una suave brisa sopla y ha extendido el incendio a una casa próxima. Si las cosas siguen así, el pueblo puede terminar totalmente presa de las llamas.

Mientras corres, miras hacia atrás en numerosas ocasiones, viendo la reacción de los muertos vivientes, cuando de repente, en una esquina chocas contra algo y caes al suelo.

Unos segundos pasan hasta que eres consciente de lo que pasa.

Una figura enmascarada te mira desde lo alto de su propia altura, a través de las pequeñas ventanas que son los huecos de la máscara que tapa su cara. No pronuncia palabra alguna, pero con unos gestos ves como llama a los engrendros diabólicos que comienzan a venir hacia ti.

Cierto era que el incendio, una vez dejado atras, apenas alumbraba las calles de la aldea, que aún le lagrimeaban los ojos por el humo y que había estado mucho más precupado por la seguridad de otros que por la suya propia, pero aun así... caerse por no mirar por donde iba.. ¡¿Como, en nombre de los kami, habia podido ser tan descuidado?!

La respuesta le vino tan pronto sus ojos enfocaron a la sombría figura que se alzaba ante él, llamando a los zombis. Asi que el responsable de todo aquello por fín se había decidido a mostrase... ¿de veras era tan necio como para pensar que una simple zancadilla bastaría para acabar con un samurai? Él se encargaria entonces de sacarle de su error.

 - ¡¡Miserable!! -

Sin preocuparse de las criaturas que se acercaban, llameantes los ojos de furia, Xiaorang se levanto de un salto y atacó al enmascarado en solo y fluido movimiento, su espada embistiendole de frente en una poderosa estocada.

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Tu katana se mueve veloz, describiendo un arco hacia la figura, mientras te estás levantando. Las facciones de la figura sombría no se mueven, ni tampoco su cuerpo, que recibe el impacto con toda su fuerza.

Te sonríes por dentro.

Pero la sonrisa desaparece de tu mente al instante. La katana atraviesa la figura de lado a lado sin parecer hacerla nada. Entonces, la figura enmascarada desaparece ante tus propios ojos. Sólo oyes una risa maligna situada en algún lado, pero que parece provenir de todos lados. ¡Magia!

Giras la cabeza. Los muertos estaban lejos, pero poco a poco se han ido acercando. Cuando has golpeado a la figura, les has dado unos valiosos segundos.

Aún te separán unos buenos metros de ellos. Miras hacia el otro lado, comprobando lo lejos que está el establo. Apenas unos pocos más allá. Tus ojos te lloran por el humo, pero ves con claridad. Un poco más, Xiaorang.

 - ¡¡¡Maldito Cobarde!!! -

Xiaorang ingnoró el ferviente impulso de buscar al sombrío encapuchado y hechó de nuevo a correr hacia el cobertizo. Ninguna duda le quedaba ya de que se trataba del hechicero oscuro que estaba detras de todos aquellos engendros, y, a pesar de ser perfectamente consciente de que tan solo estaría cayendo de nuevo en su trampa si intentaba perseguirle, el joven tuvo que recordarse a si mismo que su deber para con los Ide era lo primero para evitar caer en la tentación de hacerlo.

Apretando los dientes de furia el Otaku obligó a sus piernas a esforzarse una vez más, corriendo a toda velocidad hacía el improvisado establo.

Aldea tras las Montañas del Espinazo del Mundo. Hora de Togashi.

Corriendo hacia el establo, vas dejando atrás a los monstruos que paso a paso iban alejándose de ti. Aún puedes oir tras de ti el sonido horrible y desagradable de la maligna risa del hechicero. Sin duda te está provocando, pero sabes que debes cumplir tu misión.

Tras unos segundos, que se te hacen eternos, llegas al establo. Abres la puerta y puedes ver que todo el mundo está allí. Sus caras delatan su preocupación por ti. ¿Tanto he tardado?

-Xiaorang-san, por fin llegais. Pensabamos que os habíamos perdido. Por suerte no ha sido así. ¿Qué nos puedes contar? ¿Crees que sería posible terminar con esta plaga? No podemos dejar a este pueblo así. Si llegase a oídos de la Corte que el Unicornio permite esto en sus tierras seríamos la vergüenza ante todo el Imperio.