Partida Rol por web

La caravana estaba compuesta por ocho carretas, tiradas por asnos y ponies. Todas ellas tenían sobre sí lonas que sujetaban con tensión barriles en su interior. Se trataba de una caravana de comerciantes enanos, doce sujetos, que probablemente iban a vender mercancía a Bree o al Oeste de Eriador. El caso es que tenían ahora como invitados forzosos un grupo de seis dunlendinos, hombres propios de las Tierras Brunas principalmente, que vestían con pieles y telas pardas y gastadas. Todos eran hombres y estaban asaltando a los enanos. A uno lo acuchillaron, a otro lo lanzaron hacia las carretas y otro par forcejeaban contra ellos como podían. El resto estaba asustado, acongojados al igual que los ponies, que comenzaban a encabritarse por los gritos.

Por el flanco izquierdo, procedente del norte, apareció un enano con un martillo de guerra, en alto, y cargó contra los dunlendinos. Y a su lado una mujer elfa, sin duda extranjera en esas tierras del Paso de Rohan, que empezó a lanzar flechas contra los agresores. Por el flanco derecho al paso, procedente del sudeste, dos caballeros rohirrim con armaduras plateadas y metálicas, sobre caballos (uno con espada y otro con lanza), cabalgaban al acecho de los dunlendinos, pues habían visto la misma escena desde el otro lado. Entonces comenzó la lucha de los hostigadores contra los cuatro nuevos invitados, pues se percataron de ellos y ahora atrajeron la atención sobre todos vosotros.

Tenso el arco y sale silbando la primera flecha.

Cuando cabalgamos con velocidad, vi que, a lo lejos, otras personas ayudaban también a la caravana. Bien, toda ayuda es poca. 

Cuando me acerqué a los dunledinos, dos de ellos vinieron a por mí, y ataqué al que estaba más cercano a mí. No me eran extraños, y sabía cómo actuar, pero ver a aquella elfa disparar dos flechas tan seguidas me despistó un momento, y el golpe al primer rival fue una mera caricia...

Llegó hasta las cercanías de esos miserables. Nuestros gritos de intimidación no habían tenido éxito y los dulendinos nos plantaron cara. 

Dos de ellos vienen a por mi. Con mi martillo empuñando lanzo un golpe a uno de ellos impactándole en el pecho. No fue un golpe lo más duro posible, pero al menos veían a quien se enfrentaban. 

Mientras esto pasaba precia que alguien más colaboraba en la defensa de los enanos, esto era bueno, cualquier ayuda siempre es bien recibida. 

Agarro la lanza con firmeza y de forma inconsciente, como el que agarra una cuchara para comer ya que la lanza para mí es como un una extremidad más de mi cuerpo. Espoleo al caballo mientras veo como la situación puede ponerse peligrosa si no atajamos la situación a tiempo.

Decido atacar con brutalidad al rival que parece querer plantar con insolencia a un rohirrim.

Iriä comenzó lanzando una flecha, y luego otra. La elfa no acertó su primer ataque, pero sí el siguiente, clavándolo directamente en la frente de su rival más próximo (D1)*.

Daño: 7 puntos (eliminado)

Por el flanco oriental, uno de los dos caballeros rohirrim (Rhoffar), espoleó al caballo y cuando estuvo al lado de otro de los hombres de las Tierras Brunas (D4) le clavó la lanza desde su caballo, atravesándole el pecho. Por poco su lanza queda empalada. El dunlendino pereció al instante:

Daño: 6 puntos (eliminado)

Entonces el enano Balderick enarboló su martillo golpeó a otro de los hostigadores (D2) de sus compatriotas. Este cayó hacia atrás herido:

Daño: 2 puntos

Acto seguido, el otro soldado de la Marca trató de cortar con su espada a otro de ellos, pero no tuvo tanta suerte. A partir de entonces, los enanos de la caravana miraban con miedo cómo los dunlendinos os atacaban ahora a vosotros (los cuatro que aún quedaban de pie). Tres de ellos trataron de hundir sus cuchillos a Rhoffar, Balderick y Helmgund, pero fue sólamente este último quien fue herido de pleno  con uno de sus cuchillos. El dunlendino logró incrustar la hoja del tipo en la pierna del rohirrim, aún sobre su caballo, y volver a sacarlo. Helmgund gritó de dolor.

Daño: 6 puntos (crítico).

Los enanos estaban aliviados, compungidos delante de una carreta, por vuestra llegada. Esperaban que acabárais con ellos. Los dunlendinos no cesaban en su empeño.

Iriä sonríe satisfecha por la baja que ha causado. Se gira y mira el combate. Balderick está de maravilla, mata a otro. Ya solo quedan cuatro. 

Veo que uno de los rohirrim lo está pasando especialmente más y disparo al dunlendino que le ataca.

La batalla había comenzado, dos de ellos habían caído, pero esto seguía estando peligroso. Iriä se había cargado a uno y seguía disparando flechas. Yo tenia dos junto a mí. Intento golpear al mismo de antes ya que va a ir a por Iriä, aunque esté herido prefiero que no la alcance y pueda seguir con su arco.

Lanzo de nuevo mi martillo contra el y le grito: -Quieto ahí, no te acerques a ella bastardo.

Lanzo el golpe contra el golpeándole en la espalda y dándole aun más fuerte que antes por la rabia acumulada. Tras golpearle me giro ya que su compañero viene a golpearme e intento evitarlo.

- ¡Ahh! - Maldición, aquella hoja me dio en el músculo, pero creo que no me seccionó nada vital. Mi dolor fue más por la rabia y por el enfado de haber no solo fallado, si no haber perdido el equilibrio de forma que me pudiera alcanzar un rival... 

Vi que la elfa lanzaba una de sus flechas contra ese orco que me atacaba, y en ese momento, le alcanzó, y aproveché para descargar mi arma contra él, con ira. Estaba ligeramente obnubilado por el enfado de haber sido herido, pero le acerté. 

-¡Gracias!- Grité a la elfa. Nunca había visto a alguien de esa raza, pero para ser la primera, ya me habían salvado la vida. 

Mi caballo relincha del esfuerzo pero de un fuerte tirón lo reconduzco de nuevo a la batalla. Un golpe de tacón alienta a mi montura y vuelvo a cargar a otro enemigo sin piedad. Por el camino veo una herida sangrante en mi compañero y no puedo evitar preocuparme y por eso fallo el lance.

Iria comenzó a disparar contra uno de los dunlendinos (D6), incrustando una de sus flechas en un costado, y haciéndole tambalear:

Daño: 5 puntos

Claro que, la lanza de Rhoffar no fue esta vez tan efectiva, y no logró picar a ninguno de los agresores. Balderick, entonces, se lanzó martillo en mano contra otro de los dunlendinos (D2) que pretendía acercarse a su amiga elfa, haciéndole crujir su espalda de mala forma:

Daño: 4 puntos.

Después, Helmgund, herido en su pierna, se abalanzó con su caballo sobre el tipo al que Iriä había disparado. Dispuesto a rematarle con su espada; tras enarbolarla, así fue, acabando con su vida (D6), pues la cabeza del tipo voló en el aire y rodó metros más allá:

Daño: 6 puntos (eliminado)

Ahora era el turno de los hostigadores. Uno de ellos (D2) cargo contra Iriä, cuchillo en mano, y logró hacerle un corte en el vientre, aunque fue más bien un leve corte:

Daño: 1 punto

Y lo mismo ocurrió con Rhoffar, a quien otro de ellos (D4), le dedicó un severo corte en su espalda, estando éste en el caballo aún:

Daño: 4 puntos

Y para rematar la faena de ese lance, otro de los susodichos logró endosar el cuchillo en el menudo cuerpo del enano Balderick. La sangre le brotó del estómago. Esos tipos os estaban dando muchos problemas.

Daño: 5 puntos

Estando aún en el combate, todos comenzasteis a oir ahora un sonoro rugido. Procedían de más allá de la colina del este, por donde Rhoffar y Helmgund habían acudido a auxiliar la caravana de los enanos. Todos os detuvísteis un instante reaccionando al sonido, incluido los tres dunlendinos que aún quedaban en pie. Segundos después, comenzaron a recortarse en la colina cascos plateados con forma de cabeza de caballo, capas verdes y una ristra de lanzas en alto. Luego se vieron los caballos y los escudos de los jinetes que los portaban. Finalmente, todos comprobásteis que eran soldados, más bien, jinetes de Rohan. Todos cabalgaban hacia la caravana. Los dunlendinos comenzaron a  huir... Era un Éored completo, al parecer. El sonido de los caballos hacía temblar la tierra, estando aún a distancia...

¡CLAP!   ^¡CLAP! ¡CLAP!    ¡CLAP!
               ¡CLAP!¡CLAP!
¡CLAP!
      ¡CLAP!¡CLAP!¡CLAP!
                                 ¡CLAP!

¡CLAP!    ^¡CLAP!¡CLAP!

- ¡Bienvenidos sean nuestros hermanos jinetes de Rohan! - Dije, en voz alta hacia aquellos que se acercaban, mientras intentaba distinguir algún emblema, para saber quién era el que comandaba el éored. 

Me sentía a la par alegre por redimirme eliminando un dunledino, y a la par molesto por haber sido herido, lo que provocó, probablemente, la herida de mi propio amigo Rhoffar. Me dirigí a él, preocupado de su corte en la espalda. - Amigo, quiero verte esa espalda, espero que no sea mucho ni haya hecho gran destrozo. 

Luego, mientras se acercaban los jinetes, me dirigí a la elfa y el enano: - Os debo un agradecimiento, señora, por salvarme. Espero poder ayudaros, a vos y vuestro acompañante. Extraña pareja hacen, si me permiten decirlo. - Dije mientras descabalgaba, tomando a mi caballo por las riendas, y acercándome a ellos, y a la caravana que había sido atacada por aquellos salvajes infectos. 

Guardo el arco y me acerco para recuperar las flechas lanzadas. Llevo mi mano a mi vientre para cerciorarme de que la herida no es nada y sonrío. Busco con la mirada a Balderick y cuando nos encontramos esbozo una sonrisa.

- Tenemos más compañía - le digo al enano mientras guardo mis flechas en el caraj. No suelto el arco pero tampoco lo levanto del suelo, simplemente me mantengo alerta.

Miro al rohirrim que me habla y asiento con la cabeza.

- No podíamos dejar a los hermanos enanos caer en las garras de esos dunlendinos - miro a los enanos para cerciorarme de que la caravana está bien. Cuando habla de la extraña pareja que hacemos el enano y yo sonrío, se creerá original por esa chanza.- Puede ser extraño para sus ojos, para los mios tambien es extraño ver como atacan comitivas de mercaderes pacíficos en vuestras tierras. Si la fortuna no nos hubiera cruzado en el camino no quiero pensar que hubiera sido de los enanos o de vosotros.. - les digo con un aire místico como elfa que soy. No puedo dejar pasar la oportunidad de fascinar a los humanos.

Al final los dulendinos acabaron huyendo al recibir ayuda. Me miro la herida, es más de lo que pensaba, pero nada que pueda acabar conmigo.

- Iria, gracias por ayudar a mis hermanos. Amigos, mi nombre es Balderick, gracias a vosotros tambien por vuestra ayuda. Sin vosotros igual hubieramos perecido. 

La visión de un Éored siempre es bien recibida por mis ojos y es que no creo que haya nada más bonito que las montañas que rodean nuestras tierras pero esto se le quedaba bien cerca. Reviso mi espalda buscando la herida y no es muy profunda, podré seguir bien mi viaje, una marca más en mi cuerpo.

- Tranquilo amigo, es solo una herida superficial, me preocupa más la vuestra. Seguro que podemos detenernos y revisar las posibles heridas, el peligro ahora es mínimo con nuestros hermanos aquí. - digo mirando al resto de rohirrim.

Una elfa entre enanos, creo que ya lo había visto todo, pero mi compañero ya hace ese apunto así que no quiero insistir. Me quito el casco y me inclino levemente.

- Soy Rhoffar y mi amigo es Helmgund, un placer poder haber sido de ayuda. 

Los dos compañeros de la Marca se preocupaban uno por el otro, mientras que Balderick lo hacía por sus hermanos enanos y se preocupaba de Iriä. A la elfa le parecía extraño cómo una caravana de enanos podía ser atacada por una hueste tan pequeña, y ciertamente a seres pacíficos.

Los enanos no tuvieron tiempo de responder. Dos de sus ponies estaban muertos, y una carreta estaba destrozada. Habían estado agazapados contra las ruedas de otra de ellas, y ahora se estaban levantando. Algunos agradecieron vuestra ayuda mientras otros se llevaban la manos a la cabeza... Y es que el éored de los nuevos jinetes se aproximaba recortándose sobre la colina contra el cielo. En pocos segundos, la multitud de caballos y jinetes rodearon la caravana.

Uno entre todos ellos hizo aparición, y aún sobre el caballo miró la comitiva, a Balderick, a Iriä y a los dos jinetes de Rohan.