Partida Rol por web

   Deor y Eofor, los dos jinetes eorlingas que os acompañan arrojan ambos sus lanzas al mismo orco y se preparan para echar mano de sus espadas. Una de las lanzas pasa ronzando la cabeza del orco, pero la otra impacta en uno de sus muslos.

Dastar tiene a los orcos a tiro y tomando su gran arco decide atacar al 6. 

Baldred se bajó de su caballo y sacó la cimitarra para acercarse a uno de los orcos y descargar un fuerte mandoble sobre su enemigo. La hoja se clavó cerca del cuello, haciendo que un reguero de sangre negra manchara el suelo. Baldred odiaba a aquellos seres, su olor era espantoso, y su aspecto sacado de las peores pesadillas de un hombre. 

Ceorl había guardado su gran hacha y había cogido la lanza para la primera carga. Más adelante quizás podría cambiar de arma, pero ahora mismo era mejor utilizar aquella, puesto que podía centrarse en el ataque sin tener que preocuparse por el control de su caballo. 

Tras ver a los orcos y ver como sus compañeros azuzan a sus caballos hacia el enemigo, él hace lo propio y en un abrir y cerr

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   Cargáis contra los orcos. Deor, Eofor y Ceorl cargan contra la misma pobre criatura. Mientras Deor y Eofor arrojan sus lanzas, Ceorl la remata empalándola y arrojando su cadáver al suelo.

   Mientras, Baldred al llegar a su altura desmonta de un ágil salto dejando su montura y agarrando su pesada cimitarra con ambas manos le causa un tremendo tajo al orco que estaba al lado del que ha sido abatido.

   Dastar suelta las riendas y agarra su arco para disparar, pero un incómodo traspies del caballo le hace perder el equilibrio y cae de la montura, aunque rueda ágilmente sin sufrir daño ni soltar el arco.

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   Tras la carga, los orcos arrojan sus lanzas cortas y echan mano de sus cimitarras, sólo uno de ellos acierta a uno de vosotros a Deor, el resto fallan miserablemente, es vuestro turno de contraatacar. Dastar y Baldred están desmontados, el resto seguís a caballo.

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Baldred nunca lo decía, creía que sentiría el rechazo de sus compañeros si se enteraban, pero era el heredero de una dinastía noble cuyas gestas épicas contra los orcos de Mordor le habían dado renombre y fama. Ahora caídos en desgracia, Baldred sabía que si quería recuperar el prestigio de antaño, tenía que ganarlo desde la cuna. Y aquella era una señal del destino, un reinicio de su linaje. 

Levantó el arma sobre la cabeza, tratando de evitar esos pensamientos y centrase sólo en el presente. Descargó un nuevo tajo. Esta vez sí, el orco cayó presa de su ataque y quedó tumbado en el suelo. Pero no tenía tiempo de congratularse. A su derecha otro orco le atacaba (el 3), así que Baldred se volvió hacia él para hacerle frente.  

Aunque cayó del caballo Dastar pudo mantener algo de control y quedar con su arco disponible. Toma nuevamente una flecha y apunta nuevamente al mismo monstruo que no logró impactar hace un momento. Pero vuelve y falla malamente, al parecer la caída le afectó de todas formas. Suelta el arco entonces y desenfunda su espada larga. -No me falles mi fiel compañera -dice mientras se apresta  para ayudar a Baldred.

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   Baldred se arroja sobre el orco que estaba herido de antes y lo remata de un potente tajo con su cimitarra, al lado, Dastar vuelve a fallar y tras desechar el arco agarra su espada, pues se la aporxima un orco.

   Mientras tras arrojar las lanzas, tanto Deor como Eofor desenvainan sus espadas y se abalanzan sobro el orco más expuesto a la derecha, si bien Deor no es capaz ni de acercarse, Eofor le alcanza sin problemas causándole un profundo tajo en el hombro. Cabalgando cerca de ellos se acerca Ceorl.

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   Ceorl se aproxima y desmonta ágilmente al lado de sus compañeros y empuñando el hacha con ambas manos lanza un tajo con la idea de decapitar a uno de los orcos del centro, pero se tambalea y el hacha al final sólo roza la frente del orco.

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   Con dos orcos ya abatidos, empiezan a ponerse nerviosos, los dos que están más cerca de los jinetes se abalanzan sobre ellos blandiendo sus curvas espadas y consiguen alcanzarles. No así los que están a pie. El orco herido por Ceorl intenta atravesarle, pero la herida, o tal vez el temor al fiero guerrero hace que falle el golpe. Del mismo modo el orco que llega a la altura de Dastar también falla su acometida.

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Esquivando el ataque el joven Dastar devuelve atenciones blandiendo su espada a dos manos contra el orco que le acecha. Logra impactar en la criatura -¡Muere horrible engendro! -grita, esperando infundir terror al orco.

Habiéndose librado de un enemigo, Baldred sonreía. Después de casi haber muerto, hacía menos de 48 horas, ahora se sentía de nuevo útil en combate. Un nuevo tajo, dirigido contra la espalda del orco que le ignoraba para atacar a Ceorl, fue esquivado en el último momento gracias a un golpe de escudo. 

El joven maldijo, preparándose de nuevo para atacar. 

Ceorl vuelve a atacar al orco que tiene enfrente y esta vez logra cortar la cabeza a la criatura. 

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   Deor y Eofor se apresuran a rematar al orco que había quedado malherido por Dastar, es Deor quien lo abate y tanto Eofor como él se giran para enfrentarse a los otros dos orcos que quedan, pues Ceorl abate de un soberbio hachazo al orco con el que estaba trabado.

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   Los dos orcos restantes se agrupan para detener a los dos jinetes, si bien uno falla el otro acierta, pero con un golpe que roza el brazo de Eofor.

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Dastar ve que quedan dos orcos y se prepara  con escudo y espada y carga contra el primer orco. 

- ¡Vamos amigos! - gritó Baldred dando un nuevo espadazo - ¡Ya los tenemos! - intentaba animar a sus compañeros. Mientras, la espada impactaba en el orco y le hacía una gran raja en el pecho. El enemigo aguantó de pie, pero estaba realmente herido. 

En la batalla hay dos tipos de luchadores que inspiran a las tropas: Aquellos que tienen una gran labia, y aquellos que inspiran liderando el combate. Baldred, de estar en algún grupo, estaba claramente en el segundo. 

Ceorl fue a ayudar a su compañero Dastar y aprovechando la ventaja numérica, le lanzó un golpe en el costado a aquella bestia.