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Al final de aquella cruenta jornada recibían el hornor por parte de sus superiores. Aunque las heridas eran recientes aquellas palabras de Gamelin cayeron como bálsamo, restaurando el orgullo y las energías de Dastar. Siguiendo el ejemplo de Baldred se posa en señal de respeto y agradecimiento.

—Mi sangre perenece a la Marca —dice aceptando aquella nueva responsabilidad.

Tras la cruenta batalla y la victoria, ahora los superiores reconocieron la valía de sus compañeros y él. No pensaba el guerrero que hubieran destacado más que otros en aquella batalla, pero se sintió orgulloso cuando le hicieron ese ofrecimiento.

Al igual que sus compañeros de armas, hincó la rodilla en señal de respeto y dijo un lacónico:

Acepto.

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   Gamelin asiente, y desenvuelve de la mesa los bultos, que contienen armas. Entrega una cimitarra pesada a Baldred, un hacha de batalla a Ceorl, y una espada larga a Dastar.

   - Estar armas pertenecen a eorlingas caídos en combate que no han dejado heredad a quien legárselas ni tienen familia, - vacila un poco y añada, - ... bueno, la cimitarra hemos tenido que buscar con algo de ahínco en la armería, no es un arma muy habitual. -

   Luego prosigue.

   - Coged el arma con vuestra mano y jurad lealtad al Mariscal de la Marca y a su Rey. -

   Tras vuestro juramento sigue hablando.

   - A partir de ahora, sois Jinetes de la Marca, llevad bien alto este orgullo. Si alguna vez el rey llama a las armas a todos los eorlingas, debéis presentaros. Hasta entonces, vuestro tiempo es vuestro para que atendáis vuestros asuntos.

   Pero ahora, he aquí una muestra de mi gratitud, llevad estas armas con orgullo. La espada perteneció a Cwellanbrand, un valiente jinete que cayó sin dejar herederos, el hacha la había empuñado Dwimmerthane, que por desgracia tampoco deja familia tras de sí. La cimitarra fue un regalo de antaño al Mariscal de La Marca y ocupaba un lugar de honor en la armería. -

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Baldred se golpeó el pecho varias veces con los puños como forma de mostrar respeto y excitación al mismo tiempo. Dió las gracias a Gamelin, pues no sólo eran jinetes, sino que portaban armas del mismismo Mariscal. La cimitarra era ligera en peso y la punta afilada. Estaba claro que era mejor que su vieja bastarda. Miró a sus compañeros, Dastar, con su nueva espada, Ceorl con su hacha y su larga barba. Se merecían aún más que el propio Baldred aquel honor. Les sonrió y cerró los ojos en señal de fraternidad y alegría. 

Nuevas responsabilidades les llegaban pero ahora Dastar tendría la opornunidad de vivir sus propias aventuras. Y esperaba que todas fueran junto a Baldred y Ceorl, aunque ellos tuvieran sus propias ambiciones y deseos, sabía que sus destinos estaban pron fundirse en un ideal común.

—Ceorl Y Baldred —dice dirigiéndose a sus dos hermanos de armas—, estoy dispuesto a seguir luchando a su lado por La Marca, Por el Abismo, por Roján...— Tomando la nueva espada con las palmas la ofrece a los demás en señal de lealtad a la Tierra Media y en especial a sus compañeros.

Creo que nuestros caminos aún no se separan- responde Ceorl ante las palabras de Dastar- a decir verdad tenemos unas nuevas responsabilidades y estoy seguro que aún habrá mucho combate por delante. 

- Mucho habeis demostrado ya, compañeros. Si no fuera por vosotros no contaba que ha sucedido estos días. Quizás haya sido yo el que, aparentemente, ha sido más débil. Espero poder compensarlo en el futuro - dijo con determinación y sin un deje de victimismo en su voz. De los tres, el que había estado más cerca de morir había sido Baldred, y en varias ocasiones. Pero eso sólo aumentaba su resolución y, estaba seguro, de que no le volvería a suceder. Todo era un proceso de aprendizaje, y Baldred había aprendido que no se debe bajar la guardia ni un instante. 

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   - Sea entonces un hecho, ya no sois jóvenes guardas bisoños, a partir de ahora seréis jinetes de La Marca, con derecho a un caballo y a portar armas. -

   Tras una sencilla ceremonia en la que os hace entrega de las armas y os toma los nombres para añadirlos a los registros que se llevan para saber quien ha sido nombrado jinete os dispensan de vuestras obligaciones.

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