Partida Rol por web

Iorlas vio, con una irritación que nunca se manifestaría lo más mínimo al exterior, cómo la partida con aquellos cerriles guardias estaba perdida, así que, viendo que la puerta se abría para dejar entrar a Caleb y su fiel perro, decidió cambiar de estrategia, despidiéndose de los guardias con la mejor sonrisa que supo esbozar.

Cuando ya se encontraba a una cierta distancia de los guardias, se acercó en voz baja a Caleb y le dijo:

- Esos dunlendinos del demonio - empezó en tono confidente - no me han dejado salir, aduciendo a que la contraseña de los aprendices ha cambiado. ¿Sabes algo de eso? ¿Por qué te dejaron salir a tí? Ah ya sé - dijo con tono bromista señalando al can - es por tu fiel amigo, que necesitaba salir a regar las plantas, ¿verdad? ¡Buen salvoconducto, desde luego!

Caleb mira a Iorlas con una medio sonrisa y miro al guardia

-Salve Iorlas. ¿Vaya.. no tienes la nueva contraseña?
Creo que no podrás salir entonces hasta que vuelva Saruman. ¿Para que tenias pensado salir?

Hace un día gris; posiblemente caiga una buena lluvia... no te lo recomiendo

La inquisitiva mirada y palabras de Caleb hicieron poco por serenar a Iorlas, quien no pudo dejar de pensar si aquel taciturno hombre del bosque no sería sino un informador del viejo mago. Lo cierto era que la contraseña había cambiado y a Iorlas no le habían informado, acaso porque no le mereciera la misma confianza a Saruman que el resto de sus aprendices. Sería cuestión de averiguar si al resto de aprendices se les habían confiado la nueva contraseña, en cuyo caso...mal asunto.

- Desde hace algunos días estoy repasando a fondo las enseñanzas sobre el arte de la herboristería. He encontrado interesantes ejemplares por los alrededores de Orthanc últimamente, y tenía pensado seguir completando mi inventario. Pero dado que no se me permite la salida, deberé volver a mis quehaceres en el estudio. Y así me ahorro una buena lluvia, ¿no es verdad?  

Iorlas señaló con el dedo el cielo claro con toda la intención. No hacía falta ser meteorólogo para ver que el clima no era un elemento disuasorio para salir aquel día. Confió en que Caleb entendiera que no se había tragado lo de las lluvias. "Así que me quieres recogido dentro" pensó. "Esta bien. Tú ganas"   

Se dirigió de nuevo hacia el interior, intentando localizar a algún compañero más empático. Saruman estaba fuera, pero alguien debía estar al mando en su ausencia. Hacia allí se dirigió entonces Iorlas, poniendo tierra de por medio con los dunlendinos y con Caleb.

Salgo del estupor ante el comportamiento de Iorlas y trato de olvidarlo. Tengo cosas que revisar y preparativos que hacer. - ¡Vamos Urko!..

   Los guadias sólo responden ante Saruman, que tu sepas. Hay una sala de guardia al lado de la puerta, por el pasillo por el que has venido, quizás ahí esté alguien al mando con el que puedas hablar.

Sabiendo que estaba en una situación comprometida, Iorlas se jugó el todo por el todo. Si conseguía ser suficientemente persuasivo con el oficial de Orthanc que hubiera asumido el mando en ausencia de Saruman, tal vez algo podría solventar. Iba a jugar la baza de la tácita superioridad de los magos (incluidos aprendices) sobre los hombres de armas. Entró en la sala de guardia y vio a quien sin duda se trataba del oficial al mando:

- Disculpad la interrupción, oficial. Pero el comportamiento de sus subordinados en la puerta me obliga tomar la resolución de escalarlo a su mando superior, que entiendo sois vos. Creo que a Saruman no va a gustarle demasiado que el aprendizaje de sus alumnos se vea obstaculizado por la actitud pueril de algunos de quienes deberían limitarse a proporcionar seguridad a los habitantes de la torre. Y el disgusto que tendrá por ellos es fácilmente extensible también a los superiores que toleran estos comportamientos...

 Con precaución, fui bajando por las escaleras, procurando que no se notara que la puerta habría sido abierta desde afuera, pero no sin asegurarme antes de que pudiera volver abrirla desde dentro, en caso de que no hubiera otra salida al final de las escaleras. En cuyo caso, podría algo para evitar que saltara el seguro de la puerta y permaneciera abierta.

Tras descender por las escaleras y llegar a la entrada principal, Baldac se asombró por la magnificencia de aquella sala, era la primera cosa que veía un visitante que llegaba a Orthanc, aquello asombraba a todo visitante que fuera a ver a su antiguo maestro.
El aprendiz de mago escuchó voces procedentes de la entrada de la torre y Jambo miró en aquella dirección.

Alertado por aquello, y aunque le apetecía salir corriendo de aquel lugar, fue hacía la despensa a coger algo de comida que le ayudara en su escapada, ya que quitando del amuleto de luz, no tenía comida para el viaje.
De paso, y con sumo cuidado para que no repararan en él, intentaría descubrir quién había entrado en la torre.

Así hizo, llamó a Jambo y fue hacia la despensa.

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. - Desde hace algunos días estoy repasando a fondo las enseñanzas sobre el arte de la herboristería. He encontrado interesantes ejemplares por los alrededores de Orthanc últimamente, y tenía pensado seguir completando mi inventario. Pero dado que no se me permite la salida, deberé volver a mis quehaceres en el estudio. Y así me ahorro una buena lluvia, ¿no es verdad?  

   Tras el estupor que te causa la respuesta entras dentro de la torre, ante las indecisas miradas de los guardias que sin embargo, no te ponen pega alguna. Aunque sabes que la próxima que salgas, con el incidente de Iorlas igual ponen trabas.

   Cruzas toda la estancia y entras en el tunel que lleva a la escalera de la torre (S1).

   Otra vez en uno de los rellanos del primer nivel de Orthanc. La espiral de piedra maciza llena la estancia de forma que sólo es visible el primer giro. Te detienes al creer oir el eco de pasos lejanos. Sin embargo, sólo el silencio llega a tus oídos. Urko tampoco parece inquieto. Sin saber porqué, te viene a la cabeza el pensamiento de que antiguos señores ya muertos han pasado por aquí antes que tú. Sacudiente ese recuerdo, empiezas a subir.

   Llegas al rellano del segundo nivel, donde unas grandes puertas dobles conducen al salón, la escalera sigue subiendo en espiral hasta perderse de vista.

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Te mira con cara de sorpresa, luego se retira con unas palabras dirigidas a su sabueso, - ¡Vamos Urko! -

   Los guardias os miran nerviosos, tanto a Caleb que se aleja con su perro, como a ti. Tus últimas palabras no parecen calmarlos sino todo lo contrario, y los ves hablar entre susurros.

   Cuando se aleja el otro aprendiz, ves que se hacen un gesto y ¡desefundan sus espadas!

   ¡Van a atacarte!

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   Desciendes setenta escalones hasta alcanzar un rellano, en ese lugar las escaleras cambian de sentido Cuentas doscientos diez estrechos peldaños hasta llegar al final. Sin lugar a dudas te hallas por debajo de la llanura de Isengard, tus sentidos élficos te dicen que el túnel se dirige hacia el este.

   Dudas de que el túnel desemboque en las fraguas de los herreros orcos. Este túnel parece antiguo, mucho más antiguo que las modificaciones a la Ciudadela de Hierro emprendidas en los últimos tiempos por Saruman.

   El pasaje se extiende en línea recta sostenido por unos esbeltos arcos apuntados en las paredes a intervalos regulares. Hace frío, como una cueva, y el suelo está sucio del polvo acumulado. Sigues por el pasadizo y ves algo que brilla en el suelo, lo recoges. ¡Una moneda! De acuñación númenóreana, es de oro, y es muy antigua.

   Tras recorrer kilómetro y medio (ochocientos metros más allá del Anillo de Isengard según tus estimaciones), llegas al pie de una escalera que sube. Doscientos ochenta peldaños después te conducen a una habitación pequeña y redonda, cuyas paredes han sido excavadas en la propia piedra. En el extremo oeste de la habitación hay una pequeña puerta oval. Al empujarla para abrirla gira de repente sobre sus goznes... casi caes de bruces al otro lado.

   Te encuentras en el exterior, en una pequeña depresión de un montículo rocoso. El terreno cae en una escarpada pendiente antes de entrar en las tierras áridas de Nan Curunir, el Valle del Mago, y a lo lejos ves la amplia extensión del anillo de Isengard. En el centro del anillo, como una púa negra y brillante, sobresale la esbelta torre de Orthanc. ¡Estás fuera de los límites de la ciudadela!

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   Entras en las despensas, dejas la puerta casi cerrada con apenas una rendija. Al dejar la pesada puerta de madera casi cerrada la despensa queda prácticamente a oscuras, iluminada sólo por un resquicio de luz que se cuela por la rendija. En la semioscuridad te parece ver varias hileras de altos estantes llenos de lo que intuyes provisiones apoyados contra las paredes. Parece que hay sacos de cereales, patatas, toneles con vino y cerveza y algunas otras provisiones.

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Hago una señal a Urko para que me siga en silencio y tratando de no hacer ruido sigo ascendiendo,
mi objetivo es llegar al estudio de Saruman.

Iorlas no se esperaba una reacción de aquellas características. Sus comentarios, si bien podrían ser considerados arrogantes, no justificaban un ataque a uno de los aprendices del maestro. De hecho, era algo muy grave. Así que, sin tiempo para pensar qué podría ser aquello tan extraño que estaba ocurriendo en Orthanc, se preparó para entrar en combate, no sin antes hacer un intento por recibir auxilio por parte del compañero con el que se acababa de cruzar:

- ¡Caleb! Estoy siendo atacado. ¡Auxilio! - gritó.