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Aventuras en los Reinos Olvidados II

Capítulo primero. El secreto de Suzail.

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17/03/2014, 00:46
Silbido

Silbido creía que la chica, Gina, era una prisionera reciente de los orcos. Sin embargo, el resto de su relato, y lo que encajaba con lo que ya sabía, le permitió estimar la línea temporal de su cautiverio. Al menos cuatro días enteros habían pasado desde que los orcos atacaran su pueblo y la secuestraran.

—Lo siento —dijo simplemente, mirándola a los ojos. Las palabras no eran lo suyo, y no tenía ni idea de qué valor podían tener, en cualquier caso, para la otra chica. Era una superviviente, y tendría que aprender a vivir con ello, como había hecho ella—. No tienes que pagarme na, Gina; no es un trabajo. Amás, has ayudado. Los orcos vuelven a sus tierras, no poemos hacer nada de momento; pero los otros, los del barco, cuando vuelva con mis compañeros en Suzail, iremos a por ellos.

La conversación no fue larga. Escucharse a sí misma en la lengua de los humanos era violento para Silbido. Su voz sonaba demasiado seca para una chica de su edad, carente de la musicalidad que había oído en la de otras muchachas; su acento era basto, y su dominio del lenguaje burdo. Prefería el silencio al sonido de su voz, con mucho. Y estaba cansada, demasiado cansada, y dolorida.

Fue imprudente. No organizó guardias, ni se preocupó por la seguridad en la cueva. Antes de darse cuenta, sus ojos estaban cerrados, y su cuerpo recostado, de lado, en el duro suelo.

 

Tal y como esperaba, el despertar no fue agradable. Había sudado mucho durante la noche; sus ropas se habían pegado a su piel. Las heridas ya no latían, pero dolían más que el día anterior. Se forzó a ignorarlo todo, como tantas otras veces. El que vivía por su cuenta se acostumbraba a ello si quería conseguir comida un día más.

Mientras se preparaba para el viaje, reflexionó sobre lo que el agotamiento la había conducido a obviar la noche anterior. El Secreto de Suzail… ¿Cómo era eso? Que la vida de la hija de Pieldearmiño dependía de descubrir el Secreto de Suzail, ¿no?

No había pensado en ello; eran solo unas palabras. No era idiota, aunque todavía se sentía como tal, pero ese era el tipo de cosas que prefería dejarles a otros. Que se ocuparan Ark o Banjeela de desenmarañar misterios, si era necesario. Ella se ocuparía de pasar desapercibida, proteger a los demás a cierta distancia, y asegurarse de que pudieran moverse con seguridad. No había pensado en ello, pero no pensaba que El Secreto no fuera un secreto, sino un nombre, el nombre de un barco.

Se había fijado cuando tomó el ferry fluvial hacia Paso de Ashaba. En las tablas exteriores, por encima de la superficie del río, tenía clavado un cartel en el que se podía leer “La Gacela de Río”. Uno de los pasajeros le había dicho que era el nombre del barco. Era de esperar que otros barcos tuvieran nombres también, aunque se preguntaba por qué el de Ashaba era hembra, mientras que el de Suzail era macho.  Puede que porque este es de mar.

Lo que le había dicho a Gina sobre los hombres del barco era verdad, al fin y al cabo, aunque por la noche fueran solo palabras de aliento.

La hija de Pieldearmiño podía ser una más de las víctimas de esos hombres. Otra mujer capturada para ser vendida. No sabía que las personas pudieran venderse como si fueran cosas. Aunque jamás hubiera pensado en algo así por su cuenta, una vez asimilada la idea, no le costaba imaginar el uso que podía darse a la gente comprada y vendida.

Un negocio despreciable, en opinión de la chiquilla. Y si hubiera sabido en qué consistía la esclavitud, repugnante hubiera sido un calificativo más apropiado.

 

Todavía no estaba en condiciones para afrontar el trayecto por la foresta con seguridad. Y no iba a hacerlo sola, sino con la otra chica, que quizás no tuviera idea de cómo moverse por el bosque. Más valía cautela, evitar los problemas, como había hecho en el bosque de Paso de Ashaba, que lamentar problemas.

—No sé ande queda tu aldea —advirtió a Gina, cuando salieron esa mañana —. Iremos pal este, y miraré de buscar señales de que hay grupos de gente por la zona. Dime si reconoces algo. Iremos con cuidao, sin prisas, pa no meternos en líos, ¿entendido?

Notas de juego

Hacia la aldea de Gina. Bien atentas a cualquier problema, y procurando hacer poco ruido, aun a costa de perder un poco de tiempo.

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17/03/2014, 10:32
Bronas

 El norteño se encogió de hombros ante el elfo.

- Como quieras. Pero en qué posada vas. Yo me voy a relajarme, nos lo hemos ganado por descubrir la presencia de ese emplazamiento y haber podido alertar a los Dragones Púrpuras. Yo me voy de fiesta, mañana iré a Puerta Nocturna por si llega Silbido o alguna noticia de los otros.

 Viendo el gesto cansado del elfo, le despidió y se fue a celebrar el trabajo bien hecho y disfrutar de las putas sureñas, sentía su ser vibrar tras la emoción de los últimos días.

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17/03/2014, 13:57
Director

Turno 40.

A medida que se va recuperando y que va dándose cuenta de la inmensa suerte que ha tenido, Gina comienza a sonreir más a menudo. No sabe nada de supervivencia, pero no se queja por la dura marcha, y permanece siempre junto a tí, solícita a cualquier cosa que puedas necesitar. De vez en cuando observa tus heridas, y entiendes que le gustaría saber algo de curación para poder ayudarte.

Cuando os dirigisteis hacia el oeste, en busca de los orcos, lo hicisteis siguiendo su rastro. Eso os retrasó bastante. Pero la ciudad está bastante cerca; sabes que si encuentras un camino directo a través de la foresta podrás estar allí en un solo día. Sin embargo no tienes suerte, y sea por tus heridas o por algún despiste, terminas perdiendo la pista y desviándote por donde no es.

La primera noche, Gina y tú dormís protegidas por las paredes oscurecidas de un antigüo edificio, probablemente un granero, que en su día se quemó hasta los cimientos. No tenéis problema alguno, y aunque era tu idea pasar la noche con un ojo abierto te despiertan los sonidos de pesadas pezuñas en los alrededores; cinco caballos salvajes, que se acercaron durante la noche, se pierden entre los árboles en cuanto asomas las cabeza.

El segundo día intentas recuperar el rumbo, dirigiéndote hacia la capital atravesando un hermoso robledal. En una ocasión, Gina y tú tenéis que atravesar una pequeña corriente, de apenas un par de metros de ancho y medio de profundidad en su centro. Mientras buscais un paso, la joven parece alegrarse y da un par de palmadas, abriendo mucho los ojos.

(Sigue...)

- Tiradas (3)
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17/03/2014, 14:09
Gina del Río

"¡Espera, Silbido!", te dice con un tono musical y alegre que no habías escuchado hasta ahora. "¡Espera, conozco este sitio!", exclama.

Sigues a la joven, que echa a correr reguero abajo hasta llegar a un puente de madera más bien tosco. Un sendero de tierra serpentea entre los anchos árboles, y con una risa animada la joven lo sigue a todo correr. A pesar de tus heridas no te cuesta seguir su marcha, y al cabo de diez minutos, jadeando por la carrera, salís del bosque. Un prado verde desciende hacia una aldea pequeña, y más allá, en el horizonte, el sol se refleja sobre el impresionante mar del Dragón. Cuando ves el rostro de la joven, ves que está llorando.

"Allí estaba el molino", dice señalando una estructura ruinosa, que todavía despide algo de humo. "Y allí viven mis tíos... ellos pueden acogerme". Grandes lagrimones descienden por sus mejillas.

(Sigue...)

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17/03/2014, 14:13
Director

A medida que bajais por el sendero de tierra podéis disfrutar de una hermosa vista; cuarenta cabañas de madera, techadas con teja o con paja dependiendo de la riqueza de sus propietarios, adornan el fondo del valle rodeado de hierba. Cada una de las viviendas tienen anexo un huerto; puedes ver frutales en algunos, maiz, lechugas, rábanos y judías. Algunos labriegos están afanándose en el trabajo, y os observan extrañados al pasar.

Finalmente llegais a la casa de los tíos de Gina, que al verla corren hasta ella y la abrazan desconsolados. Cuando ella refiere el rescate, un montón de hombres que hablan de una manera muy parecida a tí te rodean, y te lo agradecen dándote comida y bebida en grandes cantidades, ofreciéndote hospedaje y ayuda. Un viejo clérigo de Ilmater, que oficia los ritos en la capilla de la aldea, usa el poder su dios, e incluso algunos pergaminos que tenía guardados, para recuperar tus heridas completamente.

Todos se apenan cuando les dices que debes dirigirte a Suzail; has visto un cartel al llegar que indica el camino, y no está muy lejos de aquí. Con la barriga llena de cocido y la mochila repleta de comida y agua, te pones en camino lo antes posible, no sin antes despedirte de tu nueva amiga.

(Sigue...)

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17/03/2014, 14:19
Gina del Río

La joven te abraza con fuerza antes de que te marches. "Tú dices que no te debo nada... pero te debo la vida. Pensé que moriría". La muchacha se sorbe los mocos, y puedes ver cómo brillan sus ojos. "Si necesitas cualquier cosa... lo que sea... debes saber que aquí, en la aldea de Matalegre, tienes una amiga".

(Sigue...)
 

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17/03/2014, 14:26
Alusair Obarskyr

Turno 40.

(Flashback)

La imponente mujer asiente a tus palabras, te escucha, y solo la ves sonreir divertida cuando te refieres a ella directamente como Alusair, en lugar de como Regente, que es el título por el que casi todo el mundo la trata. Detectas en ella una disposición claramente favorable hacia tí; tanto por haber cazado a los orcos en sus fronteras, como por tu trato directo y sin ambages.

"El Conde Drago... creo que hay historias sobre él en la biblioteca del castillo", afirma pensativa. "Pondré a mi gente a trabajar sobre ello, amigo Bronas". Te sorprende un tanto que te trate de amigo, pero sigue en el mismo tono; "En cuanto al miembro de los Soldeinvierno... no sé mucho de esa familia. Tengo entendido que viven en la periferia del Reino, donde me temo que tendrán más mano ancha para hacer lo que les apetezca. En todo caso, creo que voy a enviarles a unos cuantos criados para que trabajen para ellos", afirma sonriendo con dureza. "Serán tan aplicados y tendrán tanta experiencia que tendrán que aceptarlos, y ellos me mantendrán informada. Gracias por tus servicios a la Corona, noble bárbaro", sigue hablando, "Siéntete libre de pedir lo que desees como recompensa por ponernos sobre aviso acerca del Conde Drago. Si realmente existe, puede tratarse de una amenaza seria para el reino. Dime, ¿qué desearías como pago?".

(Sigue...)

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17/03/2014, 14:34
Director

El alojamiento y mancebía del Guiño tiene a las mejores profesionales de la noche de la ciudad. Tras abandonar al aburrido elfo, que parecía tan cansado que se iba a caer de culo, te dirigiste a ella y disfrutaste de su vino especiado, su música de zimbales y los bailes y arrumacos de sus prostitutas, venidas de todos los lugares de los reinos.

Recuerdas haberte reido con los chistes de un hombre calvo y obeso, y haberte lucido ante todos contando a voz en grito tus aventuras y desventuras por los Reinos. También bailaste, al modo de tu pueblo, para enseñar a los débiles sureños como se hacía, y entre las nieblas de la borrachera te parece entrever un conflicto con un guardia de caravanas, que se solucionó cuando tu furia te hizo aplastar el cuenco de cerámica del que estabas bebiendo con tu mano desnuda. El guardia no estaba tan loco como para enfrentarse a tí, y salió de la posada a todo correr, entre las risas de los asistentes.

Ya bien entrada la noche, se anunció el baile de la atracción principal del local; Dalia de Puertaoeste.

Los zimbales y las cítaras comenzaron con lentos acordes, mientras la gente del local ve abrirse dos pesados cortinajes tras un escenario de madera de roble. En la penumbra, la mujer que sale de entre ellos te deja sin respiración por su belleza; frente a ella, las dos muchachas que acunas en tus rodillas parecen solo adolescentes torpes y flacuchas.

De poco más de veinte años y rasgos más sureños que los habituales en Suzail, una preciosidad de piel morena agita lentamente su sedoso y largo cabello castaño. Te das cuenta de que lleva por única vestimenta unos pantalones de gasa de color blanco; sus pechos son grandes, morenos, y se deslizan tibios y turgentes detrás de su cuerpo cuando comienza a danzar. La música se acelera, y se escuchan vítores y aplausos de los demás clientes cuando la joven insinúa sus caderas y se cimbrea como una cobra de músculos elásticos; da vueltas sobre sí misma y mueve sinuosos sus brazos y sus manos, recordándote con sus curvas y sus delicados movimientos a las olas del mar.

El obeso amigo que te hiciste en la mancebía, que no está lejos de tí, se seca las babas de los labios y te susurra; "No trabaja como las demás. Solo algunas veces, cuando lo desea, escoge a un cliente y se lo lleva arriba. Yo vengo cada puto mes, cuando la ruta me trae a la capital, para ver si me escoge a mí".

No sabes cómo consigue desprenderse de las gasas que forman su pantalón mientras el ritmo se vuelve loco, y termina el espectáculo desnuda, mostrando unos glúteos firmes, grandes y musculados, y un sexo afeitado que pronto vuelve a cubrir con algunas de las gasas al terminar la canción.

Estás bastante borracho y son altas horas de la madrugada cuando la mancebía cierra, y te dispones a marcharte con una de tus acompañantes cuando ves a Dalia en las escaleras que suben a sus habitaciones privadas, mirándote directamente, vestida con su pantalón de gasas, ahora totalmente restaurado. La muchacha que llevabas al lado resopla, y se dirige a los brazos de tu nuevo y gordo amigo, que se la lleva negando con la cabeza. "Cabrón con suerte...".

(Sigue...)

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17/03/2014, 14:57
Dalia de Puertaoeste

Un exótico olor a oriente, agradable y embriagador, te envuelve cuando la joven se acerca a tí, sacando la lengua por sus anchos labios y sonriendo con picardía. Te mira entornando los ojos; "Yo nunca he estado con un hombre tan grande...", te ronronea mordiéndose el labio inferior, aplastando sus pechos contra tu piel. "... me pregunto si todo lo tienes tan grande".

(Sigue...)

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17/03/2014, 15:00
Director

La muchacha parece una persona muy interesante, pero lo cierto es que toda la sangre de tu cuerpo se agolpa en el mismo lugar, (que no es tu cerebro), y el alcohol que has consumido no te hace muy locuaz, así que te dedicas a menesteres distintos al arte de la conversación durante la noche.

Al día siguiente te despiertas en un dosel de plumas, solo, con la ventana de la lujosa habitación sobre "el Guiño" abierta a la calle.  Estás descansado, y todavía te impregna el olor de la mujer que te acompañó durante la noche. Mientras recoges tus cosas y te vistes no puedes evitar recordar sus bailes privados y su destreza con la boca y con muchas otras partes de su cuerpo. Sin duda han sido los tres... o seis... no lo recuerdas... mejores polvos de tu vida.

No la ves cuando te marchas, y además tienes bastante resaca, pero una muchachita desnuda, de pechos pequeños y puntiagudos, te pone un plato dorado frente a tí cuando te marchas. "¿Un donativo?". Dalia no te ha cobrado; tú decides qué pagarle.

(Sigue...)

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17/03/2014, 15:05
Director

Turno 40.

Garius ha descansado a cuerpo de Rey en la Puerta Nocturna, a la que se dirige Bronas después de pasar la mejor noche de su vida. El elfo tartamudo sale de su habitación y desayuna, acompañado por el dueño de la posada.

(Sigue...)

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17/03/2014, 15:08
Eldar Peloescarcha

"¡Que alegría verte otra vez por acá, mancebo!", exclama el propietario, "¿Cuales aventuras has tenido por ahí y por allá, cuéntame?", le inquiere mientras le sirve un buen desayuno basado en huevos duros y leche.

(Sigue...)

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17/03/2014, 15:09
Director

En ese momento se abren las dos puertas de la posada; por una, la que asoma a las murallas de la ciudad, entre un Bronas muy satisfecho. Por la otra, después de una noche de caminata, entra una Silbido algo cansada, aunque sana y con buen aspecto. ¡Todos estais reunidos de nuevo, es casi mediodía y tenéis que decidir lo que hacer!. ¿Contaréis vuestro periplo?. ¿Cómo llegasteis aquí?. ¿Y qué haréis ahora?.

Es vuestro turno... y vuestra decisión!

(Sigue...)

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17/03/2014, 15:12
Director

Notas de juego

Seguimiento.

Bronas gana 30 Px + 30 Px por avisar de la huída del Conde Drago.

Silbido gana 30 Px + 30 Px por devolver a Gina a su aldea.

Ark gana 0 px.

Banjeela gana 0 px.

Rordar gana 0 px.

Garius gana 30 px + 15 px por intentar avisar de la presencia orca.

Barundar gana 0 Px.

Experiencia.

Bronas: 4.515 + 30 + 30 = 4.575 Px.
Silbido: 4.640 + 30 + 30 = 4.700 Px.
Ark: 4.145 + 0 = 4.145 Px.
Banjeela: 2.635 + 0 = 2.635 Px.
Rordar: 2.365 + 0 = 2.365 px.
Barundar: 2.385 + 0 = 2.385 Px.
Garius: 2.555 + 30 + 15 = 2.600 Px.

Notas.

Ark ha gastado 3 conjuros de nivel primero y 2 de nivel segundo.

Rordar ha gastado 1 conjuro de nivel 0 y 1 conjuro de nivel 1.

Rordar sufre 8 daños por hombro atravesado por sable, 7 daños por pecho atravesado por sable y 3 daños por desangramiento. (¡Y SE HA ESTABILIZADO!).

Barundar sufre 2 daños por corte en mejilla, 10 daños por espalda atravesada y 3 daños por herida menor en muslo.

Ark tiene chichón craneal para 4 daños y corte profundo en el brazo para 6 daños.

Banjeela tiene diminuto corte en el brazo para 1 daños.

Bronas gana una sonrisa bobalicona durante todo el día.

Bronas pierde un número de monedas de oro que él decide.

Silbido gana un pollo empaquetado y desplumado, una ristra de chorizos, un redondo de pan de trigo y una damajuana de buen vino.

Aviso

Próximo turno para Bronas, Silbido y Garius, el lunes día 19 de marzo.

Próximo turno para Ark, Banjeela, Barundar y rordar, el martes 18 de marzo.

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17/03/2014, 18:06
Silbido

La chiquilla que había entrado en la aldea de Matalegre no parecía la misma que había salía del humilde conjunto de cabañas, un par de horas después. La mueca de dolor tallada en su rostro se había transformado en un gesto difícil de interpretar, entre la satisfacción y la vergüenza. Su tez, todavía pálida tras las semanas de prisión, había adquirido un violento tono rojizo. Era como si el ardor que el humilde sacerdote de Ilmáter había arrebatado de sus heridas, se hubiera trasladado a sus mejillas, brillantes como lámparas de aceite.

A punto había estado de salir corriendo cuando los aldeanos habían dejado sus quehaceres en la huerta, y habían acudido corriendo para rodearla y agradecerle lo que había hecho. No fue capaz de hacer nada más; se dejó arrastrar más allá del molino, donde le dieron de comer y llamaron al ilmaterita para que se ocupara de sus heridas.

Mientras caminaba de regreso a Suzail, por el tosco camino trazado entre los linderos del bosque, no era capaz de describir cómo se sentía; nunca se había sentido así. El calor de sus mejillas subsistió pasado un rato, pero la extraña sensación en las tripas, muy diferente al hartazgo por la comilona de cocido, era inexplicable. Y agradable, le parecía, aunque no estaba segura.

Gina estaba a salvo, y tenía información que compartir con sus compañeros; eso era lo que importaba, no lo que alborotaba sus vísceras y su cabecita.

 

El azar hizo que, en el mismo instante en que atravesó la puerta de la posada, Bronas estuviera accediendo por la otra entrada. Encontrar sano y salvo al bárbaro disipaba la última nube que se empeñaba en tapar el brillante sol que parecía iluminarla esa mañana.

También estaba allí el elfo, desayunando con el posadero. Era bueno verlo con vida, pero todavía no lo conocía, y no esperaba otra cosa. Cuando vio, desde la loma, siguiendo el bramido del cuerno y aguzando la vista, la figura de Bronas seguida por los worgs, ya se había imaginado que el encapuchado había huido. La única duda era que fuera capaz de regresar por su cuenta.

—¡M’alegro de veros vivos! —exclamó, sorprendentemente animada.

Se acercó a la mesa en la que estaban sus conocidos, y se desembarazó de la mochila, que parecía a punto de reventar, bastante más cargada que cuando había salido de allí —y lástima no poder registrar el cofre de los malditos orcos—. La presión de todo aquello la había dejado como si hubiera aplicado cola entre los huesos de los hombros. Se dejó caer en una silla y estiró los brazos para librarse del entumecimiento.

—Lo último que te vi —dijo entonces al bárbaro— fue corriendo y soplando el cuerno. Los lobos tras de ti. De veras que creí que te almorzaban. ¿Cómo te me los quitaste d’encima?

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17/03/2014, 18:23
Bronas

 Viendo que Alusair se muestra receptiva con su relato acerca de Soldeinvierno y Drago, el norteño le explica hacia qué dirección encontrar el templo por si quiere mandar algún oteador propio para que le cuente que hay allí. Por cual de los valles ascender e incluso le da detalles del templo de Mephisto, como la piedra fractal, la trampa de la roca aplastante de las escaleras y en qué peldaño sortear su activación, y la runa para acceder a la parte inferior del templo donde encontraron a Drago cautivo en la prisión en medio de aquella carnicería.

- Olbur el Andante puede corroborar el relato. Tengo entendido que es conocido en la zona oriental de Cormyr como guía.

 De nuevo la Regente se mostró complacida y preguntó que estaba en sus manos para pagar el servicio del norteño.

- Dos cosas os pido. La primera, estar presente el día que la sabandija de Soldeinvierno sea juzgado por sus crímenes.- Tras un momento, el norteño estudió la posibilidad de qué poder pedir a Alusair, finalmente lo dejó en sus manos.- Y la segunda, la posibilidad de hablar de la generosidad de Alusair por su recompensa a quien a servido al reino.

 Con esas dos peticiones, el ilushkano aguardó las respuestas de Alusair, intrigado en parte por cual sería esa, pudiendo valorar así mejor a la regente. 

***

 A últimas horas del atardecer, tras el adiós del aburrido elfo, Bronas, libre como el aire en las montañas, se perdió por los barrios de la capital de Cormyr, comiendo y bebiendo de las comidas y bebidas que allí se ofrecían para terminar en la mancebía "El Guiño". El pielescarcha contó con gusto, entre tragos, sus encuentros por la geografía de Toril, pero centrando sus historias en los últimos días, su combate contra el ogro y los orcos, su encuentro con los wargos, mostrando su capa de piel blanca ganada como trofeo y los recuerdos en su piel broncínea que la criatura dejara. Se regaló el tacto y el aroma con las carnes y perfumes de las jóvenes que calentaban sus piernas, se carcajeó con las bromas del calvo y finalmente se incendió con el clímax alcanzado por aquella bailarina, Dalia de Puertaoeste. 

 Cuando parecía que el ambiente decrecía y se disponía abandonar el lugar con una de las chiquillas del lugar, la misma Dalia se interesó por el colosal norteño. Las curvas de la chica incendiaron las pasiones del norteño, quien convidado por aquella mirada evocadora, y el roce de su cálida piel, fue conducido hacia la lujosa alcoba de la joven para darle la experiencia de conocer las virtudes de un descendiente de gigantes.

 Tras una intensa noche repletas de emociones, con el ego subido por las nubes, la mañana encontró al ilushkano enterrado en un colchón de plumas, tal como llegó al mundo, desnudo salvo por los tatuajes azules de su tribu. Con el aroma de Dalia impregnando su piel y labios. Recordando por primera vez la inolvidable noche que acababa de pasar. Con una sonrisa en sus labios se levantó y vistió para ir hacia Puerta Nocturna donde dijo a Garius que iría. Antes de abandonar el lugar una chiquilla se le presentó con un platillo de oro.

- ¿Un donativo?- Murmuró pensativamente, realmente había pasado una buena noche y aquellas chicas ayudaron en ello. Sacando un saquito con diez piezas de oro, lo depositó en el platillo.- Aquí tenéis, de tener más, más dejaría, pero me marcho con la promesa de que si en el futuro sigo vivo, regresaré, y que por todas partes por donde vaya, del Guiño y sus bondades hablaré.

 Luego se inclinó y dio un beso en la boca a la chica.

 - Dale eso de mi parte a Dalia.

 Tras un guiño y un cachete en el trasero, el pielescarcha se fue del lugar, en dirección a Puerta Nocturna, pero antes de abandonar la ciudad pasó otra vez por el Templo de Tempus para dar otra donación y agradecer en una muda oración la atención al dios. Tras eso, los pasos del norteños se encaminaron hacia Puerta Nocturna.

Notas de juego

-10 po para el Guiño.

-20 po para el Templo de Tempus.

- En otro momento posteo el post de llegada y encuentro en Puerta Nocturna.

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18/03/2014, 10:16
Garius

Allí estaban de nuevo, los tres. Mientras desayunaba el elfo le habia dado muchas vueltas a lo que pasó el día anterior y se sintió mal de nuevo, que se perdiera no era culpa de Bronas, si bien es probable que estar desayunando tranquilamente fuera gracias a él.

Te-te pido dis-discuplas por lo de ayer, Bro-bronas. Me per-perdi en el bos-bosque y esta-estaba de mal humor por lle-llegar tarde. Tras la disculpa de rigor, cambió de tema y de actitud. Su espalda normalmente encogida se tensó y gesticulaba al hablar, cuando normalmente se agarraba las manos.

No vuelvas a hacerme esto Bronas, si me atrapan por ir más lento, así sea, pero no arriesgues tu vida mientras me envias a un lugar seguro.

Tan rapido como llegó, se fué. En cuanto se sentó, su actitud agresiva desapareció y volvió a su silencio habitual.

¿Que nuevas ha-hay?

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18/03/2014, 11:40
Bronas

 Tras un paseo agradable, el pielescarcha llegó a Puerta Nocturna, viajaba con su gran capa de piel blanca, la bisarma apoyada en su hombro y sus múltiples armas colgando de su cinturón o mochila, acompañado por el tintineo de su camisote de mallas.

 Después de agacharse levemente y entrar en el salón de la fortificada posada, vio al elfo desayunando junto a Peloescarcha y a otra persona que llegó con el gesto cansado de alguien que ha andado largas horas sin descanso. La sonrisa que estaba instalada en sus labios se abrió en una ancha sonrisa al encontrar en ella la menuda figura de Silbido. Con cuatro pasos llegó junto a ella a la que levantó sin esfuerzo antes de estrecharla en un amistoso abrazo, con más de medio metro entre el semigigante y ella, parecían un padre abrazando a su hija. Silbido pudo oler a una agradable fragancia exótica despedida de la piel de wargo.

- Chiquilla, ¡que bueno es verte! ¡Me alegro de que mis sospechas fueran acertadas! 

Lo último que te vi —dijo entonces al bárbaro— fue corriendo y soplando el cuerno. Los lobos tras de ti. De veras que creí que te almorzaban. ¿Cómo te me los quitaste d’encima?

 El norteño dejó de nuevo a su compañera de fatigas en el suelo, y aligerándose del equipo se sentó en el banco de la mesa en la que desayunaban Garius con Peleoescarcha, dando una amistosa palmada al elfo.

- Ciertamente la cosa fue muy ajustada.- Dijo con una sonrisa deslumbrante, parecía de muy buen humor.

 Entonces Garius tomó la palabra, parecía ofendido por lo acaecido allá entre las ruinas de la fortaleza.

Te-te pido dis-discuplas por lo de ayer, Bro-bronas. Me per-perdi en el bos-bosque y esta-estaba de mal humor por lle-llegar tarde. Tras la disculpa de rigor, cambió de tema y de actitud. Su espalda normalmente encogida se tensó y gesticulaba al hablar, cuando normalmente se agarraba las manos.

No vuelvas a hacerme esto Bronas, si me atrapan por ir más lento, así sea, pero no arriesgues tu vida mientras me envías a un lugar seguro.

- Olvídalo, Garius, hice lo que hice no por ser tú. Sino por ser yo. Yo asumí la voz cantante en la expedición y era mi responsabilidad como líder de la expedición que esta resultara.- Mirando a Silbido y a Peloescarcha, comentó.- Mientras tú fuiste a liberar a la chica esa, Garius y yo intentamos sorprender a la patrulla orca y el ogro, por desgracia no fuimos suficientemente hábiles y nos detectaron, haciendo sonar ese maldito cuerno... alertando de nuestra presencia a toda la maldita partida de guerra, y complicándote las cosas. Tras dar muerte a los orcos y al gigante, y decapitarle para llevar pruebas a Suzail, vi lo descabellado de la situación. Garius con su maldita coraza sería incapaz de mantener la distancia con los orcos y ogros, y no había tiempo para quitársela, si íbamos los dos lo más probable era que tarde o temprano cayéramos acosados, y tal vez tú no pudieras llegar a informar con todos los orcos alertados. Indiqué a Garius el camino de regreso a Puerta Nocturna, dirección sur, y partí hacia el este haciendo tronar el cuerno para atraer a los orcos y ogros con la esperanza de daros tiempo y una oportunidad a vosotros de ir a informar.

 Tomó una jarra de cerveza que estaba en la pesa par dar un trago.

- La cosa fue muy ajustada, a pesar de que podría haberme plantado y desafiar a los wargos que me estaban dando alcance, decidí correr y seguir atrayendo a los orcos para daros más tiempo, corrí por la espesura y las rocas, cruzando riachuelos intentando despistar a las bestias, siempre hacia el este, con la idea de dar con un barranco o algún accidente geográfico que me diera ventaja para llevarme a tantos perros como pudiera a los 9 infiernos de baator. Entonces apareció una de las bestias cortándome el paso, tras esquivar por los pelos su dentellada, en mitad de la carrera, el suelo desapareció bajo mí. Caí al vacío por un barranco dando tumbos en el descenso... por suerte los largos años vividos en mis tierras, escalando montañas, hicieron que mi cuerpo reaccionara y mi mano- Dice mostrando una manaza callosa y musculosa.- logró encontrar asidero... y mantenerse aferrada mientras casi me dislocaba el hombro, frenando así una caída fatal. Terminé de descender por el barranco y proseguí la carrera tras tronar el cuerno de nuevo. Las bestias se separaron y una de ellas me encontró kilómetros más allá en los restos de una vieja aldea abandonada. Cuando estaba a punto de enfrentarme a ella, un lejano cuerno la llamó y se fue. Dando más importancia el avisar a las fuerzas de Cormyr que el combate con la bestia, reanudé el camino, esa vez dirección Puerta Nocturna.

 El norteño tragó un trozo de pan y quedo antes de proseguir el relato.

- Ayer al medio día llegué aquí, extrañado por no tener noticias vuestras, avisé por si llegabais de que estaba en Suzail para alertar a los Dragones Púrpuras. Allí me recibió Alusair.- Mirando a Peloescarcha, apunta.- Soys afortunados los comrytas por contar con una regente como ella y el gobernante de la ciudad.

La alerté y mandó un destacamento de Dragones Púrpuras a la fortaleza, seguramente pronto serán expulsados los orcos de la zona. 

Luego centró su atención en la chiquilla, buscando la complicidad de las aventuras vividas.

- Alusair estaba contenta y se interesó por mí y qué hacía tan lejos de casa. Le hablé de mis pruebas ante Tempus, y de nuestras experiencias en las montañas del este. De Soldeinvierno y del Conde Drago. Dijo que tomará cartas en el asunto, por su determinación y honorabilidad... no tengo duda alguna en poder confiar con ella. Después... después me fui a celebrar que seguía vivo para decir a la muerte otra vez "hoy no".

 Miró de nuevo a Peloescarcha y con un lobuna sonrisa añadió.

- Pero más afortunados sois los cormytas por tener tan cerca a Dalia de Puertaoeste. ¡El cielo en la tierra!

 Dando otro trago de la jarra añadió.

- Y qué fue de ti, pequeña ¿lograste rescatar a la chiquilla esa? por esas costras de sangre que presenta tu armadura, tampoco has estado ociosa.

 Sin nada más que añadir, continuó comiendo, recordando que no había desayunado aún, y el ejercicio nocturno no había sido poco precisamente, sus labios se curvaron en una nueva sonrisa mientras comía.

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18/03/2014, 14:41
Silbido

Si el ilmaterita no hubiera curado sus heridas, el abrazo de oso de Bronas se las hubiera vuelto a abrir. Silbido se hubiera quedado inconsciente, Garius hubiera tenido trabajo cerrándolas de nuevo, y las camareras de la posada limpiando el charco de sangre. Pero estaban curadas, así que solo la dejó sin aliento un momento.

Mientras el bárbaro contaba su historia, en detalle, la muchacha bebía a sorbos la leche de cabra y engullía los huevos duros que le habían servido. Los tíos de Gina la habían cebado hasta que casi se le escapan las tripas por el ombligo, pero las horas de caminata bajo la luz de las estrellas le habían aligerado el estómago.

El norteño había sobrevivido, y había puesto sobre aviso a los dragones púrpura. Quizás eran los cascos de sus caballos lo que había escuchado dos noches atrás, desde las ruinas en las que se había refugiado con Gina. Pero él no sabía lo que había ocurrido después de que los orcos y los lobos cesaran en su intento de ir tras él.

Cuando el bárbaro le devolvió la pregunta, se aclaró la garganta. Estaba lo bastante animada como para que no le importara hablar un rato, por una vez.

—La chica está de vuelta en su aldea —comenzó, dejando a un lado el plato de huevos—. La acababa de desatar cuando oí el bramar del cuerno. Casi se me sale el corazón del pecho, pero por suerte, los orcos estaban tos dormíos aun. La di tu bebedizo y la mandé pa la covacha, vigilando mientras tanto. Después me fui yo tras ella. Un par de orcos ya estaban afuera, pero deslumbraos, y no nos vieron. Escondida, vi salir a la banda, veinte y ocho conté, con el jefe, uno grande como tú, y con un ojo solo. Y los lobos.

»La pobrecilla se quedó sopa en cuanti que llegué. Aluego m’enteré que llevaba media dekhana ahí atá, a merced del frío y los orcos —continuó—. Me subí a la loma, y te vi corriendo de lejos, soplando el cuerno, los lobos atrás. Te hacía ya muerto, la verdad, pero me bajé a to correr a la fortaleza otra vez, por si quedaba alguien allá. Casi me di en la cara con cuatro d’ellos, y casi me hacen tres a tajos, pero me escurrí y me escapé cuando soplaron otro cuerno, que era pa lo que me volví allí.

»Gina, la chica, y yo, dormimos en la cueva, y salimos pa su aldea. La dejé allí y como la noche estaba clara, me vine directa.

Agarró el tazón de leche y echó un buen trago. Casi hasta vaciarlo. Si se descuidaba, iba a terminar hablando tanto como Bronas.

—Y tengo nuevas —anunció, después de limpiarse el bigotillo blanco con la manga de la camisa—. Los orcos marcharon, hacia los Picos del Trueno creo, y a buen paso. Si los soldaos moraos van por ellos, falta les harán rastriadores, o sabuesos que les cojan el hedor.

»Y aun más —añadió—. Los orcos trataban con hombres, humanos, me dijo Gina. Las jalaron de noche, a ella y otras dos de su pueblo, y se las llevaron pa un barco. Dijo que los hombres iban sucios y olían a ron, que llevaban casacas y botas y pantalones bompachos, o algo así, y que uno llevaba un parche y otro un loro. Y qu’el que hablaba tenía ojos claros y una cicatriz en la jeta, y acento de Puertaoeste.

Silbido hizo otra pausa para beber de nuevo. Puertaoeste… Dalia de Puertaoeste. Sería mucha casualidad que tuvieran algo que ver. Aun así, tomó nota mental de que hablar con ella sería buena idea.

—El tío del carro había hablao con una adivina, y sabía algo —prosiguió Silbido—. Los hombres del barco pagaron a los orcos pa que fueran y lo mataran. Por eso s’arriesgaron a llegarse casi a la mesma muralla. Y compraron a las otras dos chicas, y Gina oyó también que vinían aquí, a Suzail, a agarrar más chicas, pa venderlas en la Costa del Dragón, doquiera qu’esté eso.

La muchacha se calló de repente, se inclinó sobre su mochila y sacó un objeto de ella. Una argolla de cuero, la que había rodeado el cuello de Gina, y había rasgado con su cuchillo para liberarla. Grabada en la piel podía verse una marca con forma de peto de cuero, junto al texto: “Marroquinería Feldan, cintos y cinchas para el ganado”.

—¿Está esto por aquí? —preguntó a Peloescarcha, tendiéndole tendió la argolla para que pudiera examinarla.

Cuando parecía que había terminado de hablar, Silbido se dio un golpe en la frente con la palma de la mano.

—Ah, joer. Casi se me pasa, y era lo más importante. El barco se llamaba El Secreto de Suzail.

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18/03/2014, 18:56
Bronas

 El norteño aprovechó para ir comiendo, pan, queso y fruta mientras escuchaba con una sonrisa a Silbido. En los últimos meses habían cambiado mucho, desde que conocieron a Banjeela, se acostumbraron a que alguien hablara por todos y ahora que no estaba parecía que se turnaban para llenar el vacío que dejaba su ausencia.

 Por cierto, ¿por dónde andará la mestiza?

- Veo que no te has aburrido tampoco, muchas cosas has descubierto. Lástima que partieran para las montañas, listo por su parte, y fuerte determinación por parte de su jefe, pero una lástima. Supongo que los Dragones Púrpuras les darán alcance, alguien debe dirigirles hacia la ruinosa fortaleza.

 Cuando la joven describió a los hombres que trataban con los orcos, o que la tal Gina describiera, añadió.

- Piratas, el hedor a ese veneno que jalan les delata, quien sabe si no rondará con ellos el mestizo Ugdush.- Una cabrona sonrisa afloró en sus labios.- ¿Te imaginas? Al fin de cuentas no sería tan raro, si llegan a tratar con orcos.

 No añadió nada sobre el hecho de las dos otras chicas, si no las menciona Silbido es que posiblemente ya están más allá de sus posibilidades. Sobre lo del collar y su firma miró a Peloescarcha.

- Tal vez el enano sepa algo de la competencia.

 Finalmente cuando Silbido habla del navío, al hombretón se le iluminaron los ojos.

- Un muelle, no estará de más ir a Suzail a preguntar por los muelles, a parte estaría bien saber que hay del resto.