Partida Rol por web

Tu plegaria es escuchada:

—Oh, hombre pío, escuchad la voz del bosque. En el interior del gran Árbol Esmeralda ha anidado un mal antiguo que lo está corrompiendo poco a poco. Si nada lo impide, se extenderá una plaga que consumirá toda vida a su paso. Lo que conocéis se convertirá en un páramo, feudo del polvo y la sombra. Todos los hombres morirán.

Sumergíos en las aguas del pantano de los Tormentos, retirad las rocas que ocultan la entrada secreta y buscad el camino que os llevará a vuestro destino, pero guardaos de los seres viles que habitan en sus aguas.

—Me gustaría hacer la primera guardia —digo—, así aprovecho y voy armando unos bocadillos para emprender maña temprano el viaje hasta el Árbol Esmeralda.

Me froté las manos frente al fuego. La noche era fresca. Saqué una ración de la mochila y empecé a comer. No tenía mucha hambre, tal vez fueran los nervios. Pero me obligué a comer para estar al cien por cien mañana. Una suave brisa hacía tremolar las llamas como una bandera. ¿Aguantará la balsa? ¿Qué peligros nos deparará el día de mañana? Cargábamos una enorme responsabilidad sobre nuestros hombros. Si fallamos podría ser el fin de la aldea. Terminé de comer y me limpié con el dorso de la mano. 

- Despiértame dentro de dos horas. Yo haré la segunda guardia. - le dije a Garsam.

Observé a mis compañeros. Parecían gente que sabe lo que hace. Eso me tranquilizó un poco. Cerré los ojos y no tardé en quedarme dormido.

Descansáis frente a un fuego que os cuesta mucho encender y mantener vivo dada la humedad de la leña. Más que para calentaros, sirve para ahumaros las ropas. Nada ni nadie perturba vuestro descanso, salvo los inquietantes sonidos de la noche. Amanece temprano y os veis rodeados por los tonos verdosos de la vegetación fresca. Desayunáis y desmontáis el campamento, de modo que nada haga parecer que pasasteis la noche allí, no queda ni rastro del fuego. Estáis preparados para zarpar, rezáis para no perturbar al agua y que sus hijos os dejen en paz.

-entonces yo duermo afuera si hay jaleo, si Quit eren déjenme el último turno - a comer y a mimir

Antes de embarcar, Dasig se gira hacia sus compañeros y les dice:
- Los dioses han respondido mis plegarias y me han advertido que el mal que aqueja al árbol esmeralda no es algo natural. Un mal ha anidado entre las raíces del árbol, está alimentándose de él y cuando acabé con el árbol será suficientemente poderoso como para extenderse por el resto de la región en forma de plaga, dejando la tierra yerma. Así, no es suficiente con recoger el remedio que necesitamos del árbol: debemos extirpar ese mal o nuestra misión será estéril. Así mismo los dioses me han hablado de una entrada secreta a las raíces bajo el árbol, sumergida en el pantano y oculta bajo unas rocas. Sin embargo ¡cuidado! El mal habita en estas aguas y criaturas hostiles nos esperarán en el agua.

Después de descansar y dormir de mala manera, me toca mi turno de guardia, el cual aprovecho para leer mi conjuro y estar preparado para lo que nos acontezca al día siguiente. Cuando todos estamos despiertos, desayuno y me preparo para el viaje. Los pies me duelen a rabiar y las manos no están mucho mejor, sumando ahora un fuerte dolor en la espalda. Esto de viajar como un aventurero no es lo mío, está claro. Antes de partir, Dasig nos comenta lo que su Dios le ha dicho en sus oraciones: que hay un mal debajo del árbol y se está alimentando de su magia.

-"Si tal es el caso, debe de tratarse de una criatura muy poderosa y casi seguro que no es de este plano." Digo pensativo.

La pesadumbre surca mi cara, ya que al mirar a los demás, no veo un grupo experimentado y fuerte como para enfrentarse a una criatura así. Pero ya estamos aquí y puede que seamos los únicos capaces de parar a ese mal antes de que se haga más fuerte.

Por suerte las guardias fueron sin problema y a la mañana siguiente todos estábamos con nuestras energías al máximo. Pero todo no era dicha, las palabras de Dasig auguraban grandes calamidades, no solo para el grupo sino para todos los que dependían de los prodigios del Árbol.

—¿Cómo debemos proceder honorable clérigo? —pregunto al religioso esperando que los dioses a los que rezaba también le hayan iluminado sobre ese particular—. ¿Algún ritual para protegernos?  —y dejo de preguntar para no resultar molesto o demasiado nervioso.

El pequeño halfling parecía preocupado y no era para menos si era verdad lo que decía el hombre santo.

-"Bien, pues por lo que dices, Dasig, debemos de encontrar esa entrada e intentar acabar con el mal que allí habita. Pero primero hay que librar estas putrefactas aguas y llegar al árbol."

Mira al mediano y dice:
- Como decía mi Abad, a los dioses rogando y con el mazo dando.

Podría ser una broma por el tono, pero el clérigo no ha hecho amago de sonreír.

- Me temo que no tengo un ritual tan poderoso que pueda protegernos del mal. Nuestra mejor protección será, me temo, nuestro acero y nuestra fe.

Lay solo observó la platica en silencio viendo y volteando al arbol - padre... Disculpe lo pragmático pero sabe que tipo de plaga es?....... Digo mis Flechas don mejores contra goblins que contra mala hierba

Una vez recogido el campamento, os montáis en la balsa. El agua del pantano es verde, densa y se encuentra manchada por numerosas lentejas de agua que flotan en la superficie. Hay insectos que patinan sobre el agua y mosquitos por doquier. Rezáis de nuevo para que no haya depredadores acechando donde no podéis defenderos.

No tardáis demasiado en llegar hasta el gran Árbol Esmeralda. Es enorme, mucho más de lo que la vista de lejos parecía indicar; viejo, lo bastante para haber conocido varias eras de los hombres; y, efectivamente, está enfermo. El árbol se encuentra rodeado de agua, no hay lugar donde desembarcar. Para no perder la balsa podríais atarla a una de las ramas o a los nudos de madera. El agua parece bastante profunda y es imposible ver el fondo por lo turbia que está.

- Si no fuera algo que puede derrotarse con los medios que tenemos, sin duda los dioses no habrían encaminado nuestros pasos hacia esta búsqueda.

Llegamos sin afugias hasta el Árbol, pero no había manera de hacer puerto, no a simple vista; igual voy fijándome en que nada nos tome por sorpresa y por eso digo:

—Estemos alerta compañeros aunque no parece haber peligro para nosotros nunca se sabe. 

Prestando mucha atención adviertes un montón de sanguijuelas que se contonean en el fondo del agua, aquel que nade o bucee sin protección tendrá serios problemas.

—Atentos al fondo del lago —digo—, sanguijuelas, muchas sanguijuelas que no dudarán en drenarnos la sangre.

Era noche cerrada y la luna arrancaba destellos plateados al agua del pantano. En la penumbra podía ver al árbol. Tan viejo como éste mundo. Y enfermo. Me acerqué con cuidado, sólo éramos él y yo. Notaba el olor a tierra húmeda y el zumbido de los insectos nocturnos. Me acerqué un poco más. Entonces algo rozó mi pierna. ¿Qué es? Forcé la vista en la oscuridad. Era una raíz que se enrollaba juguetona por mi tobillo. Intenté quitármela de encima pero era fuerte. Pronto aparecieron más, se arrastraban sigilosas por el suelo, como serpientes. No tardaron en superarme y caí al suelo. Me rodeaban las piernas y trepaban hacia arriba. Intenté gritar pero no pude. Palpé mi rostro y descubrí con horror que no tenía boca. ¿Dónde están los demás? Luchaba en vano intentando escapar mientras las raíces me arrastraban hacia el interior del árbol. Intenté aferrarme a una rama pero el árbol era más fuerte y acabó engulléndome.

Me desperté con el rostro empapado en sudor. Había amanecido y los demás estaban recogiendo el campamento. Asustado miré mis piernas, todavía podía sentir aquellas raíces. Sólo había sido una pesadilla. Decidí no contárselo a los demás para no aumentar los nervios que ya tenían. Dasig nos contó que los dioses le habían hablado del mal que aquejaba al árbol y mencionó una entrada secreta. ¿Quizá él también había soñado?

Embarcamos rumbo al árbol. La rudimentaria balsa zozobró en un par de ocasiones y temí caer en aquellas aguas turbias. Por fortuna llegamos sin percances. El árbol era inmenso y muy viejo. Y estaba enfermo.

-Amarremos la balsa y busquemos esa entrada secreta.

Al montarme en la balsa, lo hice con mucho cuidado. No esperaba que aguantara mucho tiempo unida, así que cuando nos dispusimos a remar hasta el árbol, ayudé a ello. Cuanto antes llegáramos, antes podría salir de la balsa y poner los pies en suelo firme. El agua que nos rodeaba estaba turbia, negra y ponzoñosa, llena de insectos y criaturas que acechaban en el fondo. Cuando llegamos al árbol me llevé una decepción, ya que estaba totalmente hundido en el agua y no se veía tierra firme. Encima, el pobre estaba enfermo, se veía claramente. Un líquido espeso y pestilente salía de alguna de las ramas del susodicho. Si había una entrada a alguna cavidad que hubiera en la parte inferior del árbol, estaría anegada de agua.

-"Clérigo, me temo que parte de tus augurios son ciertos, el árbol está corrompido por algo. Lo que no veo es dónde podría estar esa entrada que comentabas, dado que el nivel del agua ha anegado toda la tierra."

Lay solo subió dando un pistón para probar la resistencia del bote, una vez arriba solo. Guardo silencio mirando, mirando alrededor, mirando debajo, mirando encima, mirando al frente como si temiera que algo los estuviera mirando a ellos también