Partida Rol por web

Año 1612, en un campamento cercano a Elz Ast

Habeis ingresado en el ejército lunar para ser instruidos comosoldados. Tras un largo viaje hasta Primer Bendito, la más sagrada de las Satrapías lunares, lugar de nacimiento de la Diosa Roja y cuna de la cultura y el arte lunares. Desgaraciadamente, tras un larguísimo viaje por caminos interminables, parece que no vais a tener demasiado tiempo para recrearos en las maravillas de las ciudades y en estos momentos os apresurais por adecentaros un rincón y montar una tienda en medio de un campamento lleno a rebosar de soldados de distintos rangos y especialidades.

Cuando ya habeis elegido un lugar, es hora de que os asignen un instructor adecuado a vuestra especialidad, una rutina de aprendizaje y como no, aprender los pasos básicos de la instrucción militar. En estos momentos estais formando, un centenar de hombres y mujeres de diversos orígenes y culturas, ante la imponente figura de Vesekor Telmanus, la mayor autoridad militar del lugar.

Estais formando en fila y un oficial, ataviado con una coraza parcial os observa detenidamente. Todos los reclutas guardan silencio y éste comienza a hablar con una voz profunda y potente.

-Muy bien reclutas... No se si sois conscientes de ello, pero ahora formais parte del mayor ejército de toda Glorantha: El Ejército Lunar, al servicio del Emperador Argenteus, soberano bajo el favor de la Diosa Roja.

El oficial señala al cielo, donde incluso a pleno dia puede verse la Luna Roja, más cerca de lo que jamás la hubieseis visto.

-Nosotros somos el último recurso del Imperio. Allí donde falla el diálogo y el entendimiento; Allí donde los buenos gestos y las palabras conciliadoras se encuentran con la olosición de la espada y la rábia entramos nosotros para enseñar a los enemigos del imperio que somos inamovibles. Un solo guerrero puede ser fuerte, pero la unión de todos nosotros nos hace invencibles. Esa es la filosofía del Ejército Imperial. Mi nombre es Vesekor, pero podeis dirigiros a mi como "Vrivrimeron"; Soy el cargo más alto en este campamento y mi obligación es la de velar por vuestra seguridad y aprendizaje, para convertiros en verdaderos soldados. Como ya sabreis, a los dos años de estar aquí, os convertireis en soldados, a los cuatro en ciudadanos imperiales y con diez años de sevicio al Imperio podreis retiraros con una casa y tierras de vuestra propiedad. Este es el camino Lunar: Servir para ser recompensado.

Vesekor os mira uno a uno. La variedad de tonalidades de piel, vestiduras y en general, culturas, es tan variada que cualquiera pensaría que formar un ejército con todos vosotros va a ser impòsible.

-Todos vosotros os habeis presentado voluntarios y eso os honra. Habeis elegido servir en Primer Bendito, antigua Rinliddi, una tiera orgullosa de haber dado nacimiento a la Diosa Roja aún en su forma humana. Aprenderis a luchar pero también a leer y escribir, a comportaros como verdaderos sirvientes de la Diosa y a ser, en definitiva, ciudadanos ejemplares. Ese es el camino Lunar. La senda de Sedenya.

Vesekor se queda en silencio observandoos. Todo el mundo guarda silencio.

Después del discurso de Vesekor comenzais vuestra instrucción, cada uno en vuestra especialidad pero coincidiendo numerosas veces en algunas disciplinas comunes. La infantería suele entrenar en el centro del mismo campamento; La mayoría de reclutas no han empuñado un arma jamás, y mucho menos la han utilizado contr un enemigo real, por lo que esta parte de entrenamiento es fundamental. Los dedicados al hostigamiento, como Loranda, entrenan en el exterior del campamento, aprendiendo a moverse de forma silenciosa y también en uno de los barracones, donde aprenden a usar el poder de la palabra por si alguna vez son capturados. En el gremio de magia enseñan magia capaz de apoyar a los guerreros en el combate, así como las habilidades necesarias para utilizarla con efectividad.

Los meses pasan lentamente, sin demasiada novedad, del entrenamiento a la cama y viceversa. Vuestro escaso tiempo libre lo pasais en la taberna, una enorme tienda habilitada para ello con mesas, sillas y una barra donde se sirven bebidas en cuentagotas. No se permite beber más de una jarra de cerveza o licor por persona para evitar borracheras y altercados, aunque parece que hay quien logra saltarse esa regla. En una mesa cercana a la vuestra, un joven alardea de sus habilidades ante otro grupo.

-Vosotros no sabeis quien soy yo... Mi padre es Dara Happano... De la Tierra Brillante... Y me enseñó más de lo que aprendereis vosotros aquí en toda vuestra vida...

Los de la mesa de al lado, un pequeño grupo de nativos no pueden evitar reir ante la soberbia del jóven y éste parece enfurecer ante su falta de respeto.

-Vosotros...-Dice señalandoles con el dedo. -¿Como os atreveis a reíros de mi... un Dara Happano? Acaso no sabeis que...- El joven saca su espada, algo totalmente prohibido en esta zona -...Puedo acabar con vosotros en un instante. Yo se utilizar las armas, amigo. Yo he luchado en combates reales, al contrario que todos los que están aquí sentados. Venga, levantate y demuestrame qué sabes hacer.

El joven se agarra a su silla nervioso. Lleva un arma pero no parece dispuesto a sacarla de su funda a pesar de que el filo del otro está peligrosamente cerca de su cara y mira desesperado a su alrededor; Parece que no hay ningún superior para poner orden en el lugar.

Sentada en el bar, observo la escena en silencio hasta que el joven saca su espada y amenaza a uno de los que se han burlado. Preocupada por si la discusion acaba mal, intervengo sin moverme de la silla y me dirijo al hijo de Dara Happano. 

-Baja esa espada, muchacho. Si accidentalmente le cortas el cuello a ese desgraciado tendremos un problema. Sabes que esta prohibido empuñar armas en la taberna- hago una pausa y lo miro fijamente- Puedes retarlo fuera de aqui, si realmente piensa que no dices la verdad aceptara, de lo contrario demostrara que es un cobarde que simplemente se divierte riendose de los demas, en ese caso con que pida disculpas basta- miro de reojo al incauto que esta a punto de morirse del susto esperando que sea inteligente y sepa lo que tiene que hacer. 

Entre dientes mascullo "como venga el Vesekor "El Biberón"... "

Me levanto al ver que Loranda comienza a meterse en medio de la pelea, me acerco al bravo guerrero, y le doy un golpe en la parte roma de la espada con la mano:

-Guarda eso, "noble guerreo", hay una norma de honor en todos lados, y si se saca un arma es para utilizarla, no para lo que estás haciendo...

Vuelvo a mascar palabras entre los dientes:

-esto parece una pelea en el patio del colegio, en vaya sitio hemos acabado...

Vuestras palabras parecen no impresionar al jóven, que reacciona dejando en paz a su antiguo objetivo y encarandose a vosotros con la espada todavía en la mano.

-¿Que sabeis vosotros de espadas? Una mujer y un enclenque no van a decirme qué debo hacer ni cómo debo comportarme.

Algunos salen de la taberna a toda prisa, seguramente en busca de ayuda, mientras que los mas curiosos o morbosos se quedan a contemplar la escena que se pone mas interesante cada vez.

Vuelvo a mi sitio mientras maldigo y digo en voz baja un poco audible para todo el mundo:

-De donde no hay, no se puede sacar...

Doy un paso atras y respondo al joven.  

-No se casi nada de espadas, y no pretendo decirte como debes comportarte, solo quiero evitar problemas. Vekesor lo dejo bien claro, quiere que seamos ciudadanos ejemplares y si le cortas el cuello a alguno de tus compañeros estaras muy lejos de serlo. Siento haberme metido en "tu discusion".

Sin decir nada mas, retrocedo hasta mi silla siguiendo los pasos de Kilder y me siento de nuevo. 

Lejos de tranquilizarle, las palabras de Loranda parecen enfurecer aún más al confuso jóven, que se lanza tras ella y lanza un golpe con su espada. Los que observaban la escena, retroceden asustados.

Afortunadamente, el estado del jóven le impide dirigir su espada con precisión, y ésta se estrella contra una mesa cercana, lanzando copas y platos por los aires, aunque esto no parece desmoralizar al jóven, que se prepara para un segundo golpe.

Muevo el bastón de la calavera sobre mi cabeza haciendo circulos y comenzando a rectar un cántico:

-Loranda, me parece que tenemos problemas...

El ataque del joven me sorprende, la discusion se le esta yendo de la manos y de repente me doy cuenta de que si no hago algo puede que la victima sea yo. Sin pensarlo, y tras escuchar las palabras de Kilder, reacciono rapidamente antes de que me ataque de nuevo con su espada. Los conjuros no funcionan y miro a mi compañero asustada.

-Se ha vuelto loco! LLamad a los guardias o esto acabara en tragedia!

Los pocos que quedaban en el lugar se apartan más del meollo, dejandoos solos con el enfurecido jóven que, interpretando los conjuros de Loranda como algo hostil, se lanza sobre ella con aviesas intenciones.

Enfurecido por la actuación del joven, continúo dandole vueltas al bastón, para acabar dibujando un pequeño circulo en el aire, y dando dos golpes rectos apuntando hacia el guerrero. 

Los ojos del craneo del bastón se iluminan de un color carmín, mientras que los mios se abren de par en par, y una sonrisa juguetona se dibuja en mi rostro:

- ¡Butan fire! -digo con cada uno de los golpes-

Una explosión ígnea parece tener lugar bajo el jubón de cuero del chico, que estalla hecho jirones de fuego y le provoca quemaduras en el pecho. El muchacho suelta su espada y cae al suelo retorciendose de dolor en el mismo instante en el que aparece la guardia acompañada por Vesekor.

-¿Qué ha sucedido aqui?- Ruge Veseñor al ver la escena. -¡Vosotros!- Os señala con el dedo mientras los médicos atienden al herido. - Quiero veros en mi tienda en diez minutos para que me expliqueis lo sucedido, y más os vale ser convincentes...

Escucho al guardia, y sin rechistar ni quejarme de nada, ya que aquello parecía mas bien serio, le digo a Loranda en voz baja:

-Si hace un momento, tenías problemas, ahora me parece que los tenemos los dos...

Sujetando el bastón con la mano izquierda, con la derecha le hago un gesto cortés para que pase ella primero.

Con cara de preocupacion, asiento a Kilder y salgo delante para dirigirme a la tienda de Vesekor. Tratar con el directamente me dara la oportunidad de comprobar como es nuestro jefe. Sin muchos rodeos, ya en la tienda, me dispongo a explicarle lo sucedido. 

-Señor, lo que sucedio fue que uno de los soldados se volvio loco, amenazo a uno de sus compañeros con la espada y pense que lo mejor seria intentar razonar con el para que guardara su arma. Lejos de conseguir mi objetivo el joven se volvio contra mi atacandome sin mas, por suerte pude esquivar la afilada hoja de su espada y Kilder- lo señalo con un gesto- viendo que mi vida corria peligro intento detener al joven como pudo. Mientras tanto pedi que llamaran a los guardias, se perfectamente cuales son las reglas y se que de no haber intervenido la cantina se hubiera llenado de sangre. Espero que comprenda cual fue la situacion y sea comprensivo con nuestra actuacion. 

Tras explicar con todo detalle lo que paso guardo silencio esperando la respuesta de Vesekor.