Partida Rol por web

Cuando regresáis al poblado descubrís que en estos pocos días fuera, ha cambiado sustancialmente. Su frágil empalizada se ha convertido en un recio muro de madera de más de tres metros de altura que rodea no solo las casas, sino los campos y las granjas de alrededor, ahora repletas de tiendas de piel y cabañas donde se alojan los guerreros que han venido desde todas partes de Brolia para luchar por su tierra. Más allá, varias fosas repletas de estacas forman un laberinto que impedirá el avance de caballerías o máquinas de asedio y aquí y allá, promontorios bien protegidos servirán de cobertura a un buen número de arqueros. Cuando llegáis, el ajetreo de los preparativos hace que paséis desapercibidos entre tanto orlanthi armado y pertrechado para la batalla, pero una vez en la aldea, Garnath os recibe con los brazos abiertos y escucha vuestros relatos con total atención. Os pide que descanséis y os reunáis con él al atardecer para participar en los planes de batalla.

Cuando llegáis a la tienda del caudillo, le encontráis junto a varios “Voces de los vientos”, sacerdotes de Orlanth, y caudillos encargados de coordinar a las distintas tropas disponibles. Aquí, al contrario que en los cuarteles lunares donde se exhibían detallados planos de la geografía broliana, no hay ningún elemento sobre la mesa, que está cubierta de pieles sobre las que descansan las armas de los presentes. Se os insta a dejar también las vuestras y Garnath habla.
-Han llegado un millar de guerreros expertos, procedentes de todas las tribus conocidas, así como dos millares más de voluntarios, campesinos y pastores dispuestos a levantar sus armas contra el invasor, así como varios cientos de orlanthis de las tierras del sur, siempre dispuestos a luchar contra la luna de Sangre. También disponemos de unos mil hombres más, batidores y cazadores.
Mi plan es el siguiente: Formar una línea ofensiva con los guerreros expertos, apoyados en la retaguardia por los voluntarios, por si fuera necesaria una retirada segura. Los batidores formarían dos grandes grupos, uno en cada flanco para hostigar al enemigo, apoyados por los extranjeros, por si fuera necesario luchar cuerpo a cuerpo. En el interior de la aldea permanecerían los menos aptos para la lucha con la misión de atender a los heridos y pedir los favores del Tempestuoso.
Parece ser que nadie tiene nada en contra del plan y Garnath os mira a vosotros.
–Si os parece bien, podéis elegir vuestras posiciones.

Vehexa ha atendido las explicaciones del caudillo pensativa. Mucho más cómoda con el idioma Orlanthi que con el imperial, habla rápido y convencida - Es un buen plan, aunque a muy grandes rasgos. Creo que todo depende de dónde nos vayamos a enfrentar. Debemos intentar evitar el campo abierto, a cualquier costa, o seremos barridos. Un bosque o una zona montañosa es lo mejor. 

Había entrado al poblado, y justo al cruzar la puerta me saqué la túnica y le di la vuelta y me la volví a colocar. Mas por respeto que por otra cosa.

Cuando me invitan a dejar las armas sobre la mesa, miro escandalizado al chico, y con un susurro al oído le digo:

-Yo soy mi arma...

Saco el cuchillo y lo dejo encima de la mesa haciendo el teatrillo de todos y entro dentro de la tienda.

Escucho el plan, y pienso para mi:

Buena idea, dejamos todos los mas débiles dentro de la aldea, y así, si se cuela el enemigo no lo tendrá nada difícil para hacerse con el control. -torcí los labios al pensar esto-

Esperé a que todos diesen su opinión en silencio dentro de mi capucha.

Sigo el protocolo y dejo mis armas junto a las demas. Me uno a la reunion y escucho en silencio a Garnath. Mis ultimas actuaciones en batalla no han sido muy brillantes, mas bien he sido un estorbo al que han tenido que proteger y curar, pensando principalmente en eso decido hablar. 

-La estrategia no es lo mio, tampoco luchar cuerpo a cuerpo cuando los enemigos son fuertes y numerosos. Quedarme en la aldea me parece una traicion a las personas que me han acompañado hasta ahora, por el contrario si me uno a los guerreros puede que sirva de bien poco. Asi pues me gustaria que fuerais vosotros quien decidierais por mi cual es la posicion que debo ocupar. Sea la sea, dare mi vida por derrotar a los lunares. 

Miro la mesa dubitativo, intentando imaginarme un campo de batalla y recordando las explicaciones de su hermano, veterano del Ejército Lunar.

- No soy un general pero... los lunares son precisamente muy fuertes en campo abierto ¿no deberíamos emboscarles y llevar la lucha a un terreno difícil, como dice Vehexa? Siempre podríamos volver y fortificarnos aquí después, o plantear batalla tras haberles debilitado.

Me rasco la cabeza e intenta pensar en lo que he visto en todo el tiempo que llevo con los orlanthis.

- Además... los lunares luchan en grupos cerrados y cargan hacia adelante. Cuando hacen eso son casi imparables según cuentan. Pero tal vez si nuestras fuerzas más potentes estuvieran en los flancos, podrían rodearles y atacarles por la espalda aprovechando su propio impulso. El centro solo tendría que resistir el tiempo suficiente o aún mejor, retroceder para que sus formaciones se estiraran. Incluso si la batalla se plantea ante estos muros podrían guarecerse en estas fortificaciones mientras les atacamos por los lados. En el centro podrían situarse los hostigadores e ir retrocediendo, apoyados por la reserva y algunas fortificaciones rápidas, como estacas afiladas y hoyos ocultos, mientras los mejores guerreros rodean al enemigo... como en una partida de caza mayor.

El cazador que hay en mí es el que habla. Todo son trampas y añagazas, pero así es como se caza un uro, no poniéndose delante. Casi intuitivamente miro hacia el cielo.

- Y vosotros domináis el viento y las tempestades. Los sacerdotes podrían lanzar árboles, rocas, rayos y truenos que les desordenaran... ¿sabemos cuáles son al final sus fuerzas? ¿tienen caballería? -hago una pausa- ¿La tenemos nosotros? Si ellos la tuvieran... podrían lanzarla contra nuestros hostigadores y derrotarlos casi sin que llegaran a entrar en combate.

Me encojo de hombros y concluyo.

- En cualquier caso, me situaré donde me creáis más necesario. La reserva actuará cuando la batalla llegue a su cénit, así que ese lugar podría ser el nuestro. O bien situarnos dónde la lucha vaya a ser más encarnizada. Eso sería un auténtico honor para cualquiera de nosotros.

Erikand escucha atentamente. No estaba demasiado versado en estrategias de guerra, así que prefirió quedarse callado.

Mientras escuchaba a los demás, mi mente repasaba el incidente del pozo. Como esos malditos desgraciados habían llegado tan lejos, a usar algo que podía acabar con países enteros sólo para reducirlos. De repente, Erikand dio una palmada en la mesa:

-Yo estaré en la vanguardia! Quiero enfrentarme cara a cara con esos miserables!

Por suerte, Aldar había acabado de hablar, pues su intervención fue fruto de las imagenes de aquél demonio luchando por llegar a nuestro mundo.

-Los lunares tienen caballería -intervengo al escuchar la propuesta de Aldar-, jinetes carmanianos, por lo que nos contó aquel explorador al que interrogamos. Por eso quizá no podamos rodearlos con nuestros flancos. Aunque Kilder, Loranda y Vehexa deben conocer mejor las tropas de nuestro enemigo, ya que se infiltraron en su campamento -comento sintiéndome orgulloso de tener amigos tan valientes.

¡Y así se habla, Erikand! -comento al mercader-. Yo también estaré en la vanguardia. Y prometo que si veo a Arrhya, haré todo lo posible para abrirme paso hasta ella y darle su merecido a esa traidora -entonces miro a mi hermano un segundo y titubeo-. Quiero decir, si tú no lo haces antes, Garnath -afirmo tratando de evaluar la reacción de mi hermano ante la dura perspectiva de enfrentarse a su propia hija en la batalla.

Vehexa escucha atentamente a Erikand y Kenvent - Es loable de vosotros, lo que queréis hacer, pero recordad: los héroes salvan a su pueblo, no se inmolan en batallas suicidas. El ejército imperial es más fuerte y nos sobrepasa en batalla abierta, esa es la realidad. La única forma de ganar es debilitarlo: emboscarles, luchar donde el terreno nos suponga una ventaja y cortar su línea de suministros. Si les dejamos sin comida ni agua, o les hacemos enfermar, se volverán vulnerables. Pero... Si nos lanzamos de frente en batalla abierta... - Vehexa baja la cabeza y niega con un gesto - no dejarán a nadie vivo para recordarnos.

-Entiendo vuestras posiciones, Vehexa, Aldar, pero sé que se deben a que no habeis sido educados al estilo orlanthi. Necesitamos guerrros en los flancos, pero la batalla ha sido acordada en las llanuras ante la aldea y allí será. Lucharemos cara a cara con todo nuestro ímpetu y esos lunares sentirán el poder de la tormenta que nosotros esgrimimos.
Luego mira a su hermano con expresión algo triste.
-Erikand, hermano, me alegro de que deseeis luchar al frente de nuestras tropas. Temer a la muerte es algo ajeno a un verdadero orlanthi. Los demás podéis elegir libremente. Los lunares llegarán mañana y mi... Ahrrya liderará el ataque dos dias después... en el dia sagrado de Orlanth. Ese dia seremos más poderosos que nunca, así que supongo que lo que Ahrrya quiere es derrotarnos ese dia para que su victoria sea mayor aún.
Garnath guarda silencio unos larguísimos segundos que rompe con uno de sus habituales estallidos de furia.
-¡Así que descansad, comed y bebed a la gloria de vuestros dioses porque pronto llegará la hora de demostrar el poder del atronador! Nos reuniremos de nuevo pasado mañana.

Vehexa niega con la cabeza y se levanta cuando el caudillo termina de hablar. Agarra dos vasos de madera con algo de hidromiel y le acerca uno a Kenvent. - Kenvent - dice mirándole curiosa, dirigiéndose a él en idioma imperial - ¿Tú no hijos? ¿No mujer?

Acepto el vaso que me ofrece Vehexa, le doy las gracias y bebo un trago de hidromiel. Luego me paso el antebrazo por los labios y contesto:

-No, no tengo hijos ni mujer, todavía. ¿Crees que lucharé en el centro del ejército por eso? ¿Crees que sería más precavido si tuviera mujer e hijos? -esbozo una sonrisa irónica-. Je, je... No, los guerreros que tienen mujer e hijos lucharán primero por ellos y luego por el clan, yo lucharé por el clan y para destrozar a esos malditos lunares. No hay diferencia. Y lucharé en el centro porque ahí es donde se librará la parte más dura del combate y hay que vencer esta batalla a toda costa. Tú también eres buena guerrera. Te he visto luchar. ¿Qué lugar ocuparás tú?

- En la vanguardia, claro. Vanguardia necesita mi hacha. No creo que gente con hijos luche menos, creo que lucha más porque tiene más que proteger. Pero no preguntaba por eso. - Vehexa se rasca la cabeza un momento, pensativa - Si sobrevivimos batalla, los dos, claro, ¿Entonces quieres esposa? Yo no volveré al desierto... - Al decirlo, por un momento mira por una de las ventanas, hacia el sur, con algo de melancolía. Un sentimiento que desaparece rápido de sus ojos - Quedarme aquí. Soy buen guerrero y buena mujer, ¡Mato muchos enemigos y preparo buenas gachas! - Vehexa mira fijamente a Kenvent, con duda en sus ojos pero segura de proponer buena oferta - Entonces, ¿Tú quieres ser esposo de mí?

Enarqué una ceja la ver aquella, mmm, ¿historia de amor? y pensé.

Bueno, por lo menos una de las chicas estará "segura", un hombre por según que cosas es capaz de bajar la infierno y volver, aunque no se hasta que punto valdría la pena...

Varios de mis compañeros guardaban silencio sin llegara decir el puesto en el que les gustaría. Por mi parte, me daba igual realmente, así que le dije a Loranda en voz baja pero audible:

-Yo iré contigo, hace tiempo que vigilo por tu vida, y ahora no voy a permitir que nadie te mate simplemente por el hecho de estar en un sitio u otro.

En voz mas baja:

-Aun tenemos una cuenta pendiente.

-Además, si he de hacer un informe de ti para un futuro en el ejercito Lunar, podré hacerlo viéndote actuar. A Vehexa -la señalo con un movimiento leve de cabeza- la di por perdida hace tiempo, aunque de guardaespaldas funciona muy bien.

La propuesta de Vehexa me toma por sorpresa y me hace toser un poco. Pese a ser un noble, las chicas del clan nunca me han visto con buenos ojos debido a las cicatrices que me cubren el rostro. Miro a Vehexa detenidamente y durante largos momentos, con nuevos ojos. Su porte es algo hombruno, pero su larga cabellera roja resulta muy atractiva. Además, es una gran guerrera. Si es fértil, sus hijos serán sin duda guerreros muy fuertes. Miro de reojo durante un breve instante a Loranda, que habla con Kilder, y finalmente, inspiro aire profundamente y contesto con una sonrisa:

-¡Rayos y truenos! ¡Claro que sí! ¡Si sobrevivimos a la batalla le pediré a mi hermano que nos dé su permiso para casarnos! -hago chocar mi vaso con el de Vehexa-. Será un honor desposarme con una gran guerrera como tú. Estoy seguro de que nuestros hijos serán conocidos en toda la región por su fuerza y su valor en combate.

Apuro el vaso sin dejar de mirar a Vehexa.

Vehexa suspira relajándose por un momento y sonríe complacida - ¡ Sol birlla en corazón de Vehexa hoy, sí! - dice mientras coge una jarra de licor y vuelve a llenar los vasos - ¡Celebraremos la noticia mañana en la vanguardia, luchando con honor y fuerza!

Erikand había quedado estupefacto cuando ese comentario de Vehexa se escuchó. En tensión esperó la respuesta de Kenvent. Si aceptaba, sería una gran noticia. Y cuando Kenvent aceptó y ellos dos brindaron, Erikand no pudo si no, sumarse a la celebración.

-Uuaaaaaaahú!!! Felicidades a ambos!! Vamos a celebrar mañana esta unión pateando culos lunares!

Emocionado levantó la jarra en el aire y esperó unos segundos a ver si alguien se le unía en este brindis por la nueva pareja. Por un futuro mejor. Tras esto, tragó el preciado líquido y se retiró para dejar a la pareja y se fue al lado de Aldar.

-Escucha. Desde que encontramos a los elfos quería darte esto. Creo que de entre todos, serás tú quién le sacará mejor beneficio a esta reliquia aldryani.- le dice mientras le entrega un colgante a Aldar.

Que ironia, pienso haciendo una mueca. Miro a Vehexa y niego con la cabeza. Me cuesta creer que haga planes de futuro cuando puede que dentro de nada la aldea quede reducida a cenizas. Me doy cuenta de que todos estan pendientes del brindis de Erikand y apoyo ligeramente la mano sobre la espalda de Kilder hablando sin alzar mucho la voz. 

-Creo que he tomado una decision, luchare en primera linea. Si lo conseguimos volveremos a la aldea a celebrarlo todos juntos, si no es asi... que los dioses nos protejan. 

No hago comentarios acerca de la propuesta de Vehexa, no tengo animos para eso. Ahora cualquiera que no este centrado en la batalla es para mi un insensato. 

Sonrio a Kilder. 

-Si vas a estar junto a mi seras bienvenido, ademas te lo agradezco- acaricio ligeramente las cicatrices que cubren mi cuerpo, especialmente la que adorna mi cuello como si de una gargantilla se tratara- Intentare no darte mucho trabajo. Respecto a lo otro...- asiento en silencio.