Partida Rol por web

Llevaba mucho rato apartada y callada. Algo me daba vueltas en la cabeza desde hacía horas. Todos esos "monstruos horribles" que temía la Hermana Flora, la conclusión sobre el espejo de Leroy... Algo no me encajaba y la cabeza empezaba a dolerme pero por alguna razón no podía dejar de rebuscar en la mente un recuerdo que quería salir a la luz pero a la vez se escondía. Hasta que al recordar de nuevo a la dueña de aquel antro, que en algún momento había estado leyendo un periódico o una revista, me viene de repente.

Curiosa asociación.

- Señores... - Digo casi sin voz al principio debido a no haberla usado durante tanto tiempo. - ¿Alguno de ustedes ha leído alguna vez la Revista de estudios epigráficos?

Nunca había oído ese nombre, ¿de que tipo de revista se trata? 

Enarco una ceja, sorprendido por la pregunta de Irina. No entiendo a qué viene ni a dónde quiere llegar con ello.

-Yo le habré echado alguna mirada de vez en cuando a alguno de los artículos que suelen publicar. No soy un gran seguidor de esa publicación que digamos, pero la conozco... ¿Por?- me quedo mirando a nuestra bruja de bolsillo, esperando que ofrezca algún tipo de explicación mínimamente cuerda.  Si no lo es, la lanzo al río. En serio.

- Es confuso. - Comienzo a decir mientras con los dedos parece que trato de estirar las arrugas de la frente, cansadas de marcarse por el contínuo ceño fruncido. - No sé por qué lo recuerdo ahora y no antes. Quizás por tanto hablar de monstruos, no lo sé... El caso es que he recordado que una vez un ejemplar de esa revista cayó en mis manos, pero las mías no eran las primeras en tenerlo, ya que junto a un artículo llamado "Leyendas populares del 'Vermis Mysteriis'", el cual hablaba de cadáveres con el mismo aspecto que el del Padre DeBriac, había unas anotaciones... No sé quién las hizo, pero hablaban de... - Parece que dudo antes de continuar. - Van a pensar que estoy loca. - Vampiros Estelares.

Madre de Dios misericordioso, ¿pero qué está usted diciendo? ¿Qué el padre Emil fue atacado por un ser diabólico, por un engendro del averno?, ¿qué son las huestes de Satán las que buscan el poder del espejo? 

Vamos a calmarnos un poco, creo que el ambiente de esta ciudad y la fatiga no nos deja pensar con claridad. Demos el siguiente paso, entremos como sea en la habitación, necesitamos de toda su labia señorita Irina. No puedo en virtud de mi condición pedirle que mienta pero... cuentele algo, lo que sea, llevesela a hablar en un lugar más privado y nosotros buscaremos en la habitación. Después con lo que tengamos pensaremos en el siguiente paso. 

En éste punto busco la mirada del profesor y su aprobación así como la de Leroy que sigue sin parecer convencido del siguiente paso.

No digo que no hubiera pensado en el tema "vampiros", pero soy un científico, ¡por el amor de Dios! Si voy diciendo cosas como esas, arruino mi reputación en menos de un día!

-¿Y con estelares se refiere a que brillan en la noche, o algo así?- bromeo cínicamente. Porque vamos, yo sólo he oído de vampiros a secas, como en la novela de Bram Stoker o de Sheridan Lefanu, ¿pero estelares?

-Mejor sigamos con el plan y vayamos a la pensión. Al menos descartaremos algo físico. Y Real- más tono cínico por mi parte.

Por cierto, deberíamos echar un vistazo a la ventana de la habitación, ya se que estaba cerrada, y no había nada especial cuando estuvimos allí, peor no miramos desde fuera. No nos costará nada buscar la ventana y echar un vistazo.

- Supongo que luego habrá tiempo de explicárselo. - Le digo a Leroy con tono claramente ofendido. - De acuerdo, intentaré distraer a la dueña, pero no prometo nada. Algo me dice que sólo le gusta entablar interesantes conversaciones con varones.

Intervine finalmente a lo que mis compañeros decían, tras haber meditado cierto rato. No me gustaba hablar a a la ligera:

-¿Vampiros estelares? Lamento contradecirte, Flora.. pero a estas alturas y tras todo lo visto, poco puedo dejar de poner en duda. ¿Os acordáis del cadáver de Emil? Así como seco, como una vaina vieja y con aspecto de cuero... En su momento pensé eso, que era como si alguien o algo le hubiese.. chupado, en general, y perdonad la expresión. Ahora me cuadra todo algo mejor.. y lo de estelares será que vienen de algún remoto lugar de fuera de nuestro planeta, posiblemente..

Vista la división del grupo, yo me acerco a la dueña de la pensión para entretenerla con alguna historia improvisada. El caso era que no se preocupase por mis acompañantes.

-Eso sí, Leroy...-avisé a mi amigo antes de embaucar a la señora-.. ¡Me deberás una cerveza bien fría por ésto!-y le guiñé el ojo antes de suspirar y pensar en lo que me esperaba con la "amable" recepcionista.

- Así sea.- Dije justo antes de comenzar a caminar hacia la mujer.

Los pocos pasos que nos separaban de ella iba pensando en qué podía decirle para caerle bien. La última vez no había funcionado. ¿De qué podía hablar con una mujer que estaba 24 horas metida en la recepción de un hotel de mala muerte?

Pues quizás, precisamente de eso.

- Señorita Simon. - Comienzo al estar a su altura. - Trabaja usted más horas que un reloj. ¿Cómo lo hace?
Creo que yo no sería capaz. Debe tener usted mucha energía.

Jenny Simon no desaprovechaba nunca ciertas cosas: copas gratis, dinero fácil y una cara amable que compartiera su tiempo con ella mientras cavaba su propia tumba. Jenny, atusándose la colorida y aceitosa melena, se encendió un cigarrillo y ofreció otro a la señorita Krilov.

- Espero que esto no sea un interrogatorio encubierto, como antes. - Dijo ella, con cara seria, justo antes de romper a reír. - Jajajajaja. Estoy bromeando, señorita Krilov. ¡Vamos, siéntese un rato! - Las risotadas sonaban grotescas, potenciadas por los efluvios alcohólicos que despedía.

Con el cigarrillo en la boca, aumentó el volumen de las dulces melodías francesas que salían del gramófono, y volvió a sentarse frente a Irina Krilov.

- Le mostraré mi secreto, señorita Krilov. - Dijo mientras rebuscaba algo en algún cajón, con la cara girada para que el humo no le molestase. De repente, y con sendos golpes sobre la superficie de madera que tiene delante, coloca una botella llena hasta la mitad con un líquido transparente y ninguna etiqueta, y dos vasos no muy limpios en la otra. - Así es como paso mi tiempo aquí. - Dice, mientras llena los vasos una cantidad por encima de lo que se considera decente.

Su rostro era la viva imagen de la degradación. Una tez salpicada de capilares a punto de estallar, eccemas, granos y ojeras producidas por la permanente exposición al alcohol y tabaco. Era una mezcla fulminante que echaba una palada de tierra diaria sobre su cuerpo, en su incesante autodestrucción en busca de la guadaña de la muerte.