Partida Rol por web

En cuanto creo que los cylons no me van a catalogar como objetivo, me muevo agachado hasta el cuerpo de uno de los marines, que yace sobre el suelo malherido. Sujeto con las manos su chaleco externo por los hombros y tiro con fuerza, arrastrándole hasta una posición con cobertura.

Examino someramente la herida más importante, y coloco su mano haciendo presión sobre la misma. Y de paso, cojo su arma para intentar tener alguna otra opción al enfrentarme con los exoesqueletos de metal de los cylon. Una pistola, contra esos engendreos, sirve de poco....

Helo corre hacia el marine abatido mientras las balas silban por encima de su cabeza y arrastra al hombre ocultándole de los cylons. Comprueba que el soldado tiene varios impactos de bala y que necesita ayuda médica urgente. Mientras tanto, el resto de soldados logra convertir a otra de esas máquinas en chatarra.

El comandante Adama logra encontrar una pistola entre las estanterías de suministros y se acerca al teléfono de comunicaciones de la pared.

-Aquí Adama -dice intentando escuchar entre el ruido de los disparos-, informe "D".

Pero quien contesta es el teniente Gaeta, confirmando que en el CIC también han escuchado el estruendo.

-Aquí el CIC, teniente Gaeta, señor ¿cuál es la situación? Estoy preparando equipos adicionales de marines.

El Centurión restante, al ver caer a otro de sus compañeros, retrocede intentando refugiarse entre las estanterías. Este es otro patrón que tanto Tigh como Adama no habían visto nunca. Los cylons anteriores no se preocupaban por su propia seguridad y cargaban alegremente contra todo confiando en superar a sus rivales tanto en superioridad numérica como por blindaje y armas. Pero estos pensaban y creaban mejores estrategias, lo que los convertía en adversarios terribles.

Kendra avanzó unos pasos más y se acercó hasta Helo para tener mejor oportunidad de tiro sobre la máquina restante. Disparó dos veces aunque sólo una de las balas logró perforar de nuevo el blindaje de la máquina. En respuesta, el cylon abrió fuego sobre la mujer. Las balas le alcanzaron en el brazo derecho y la derribaron al suelo.

Adama seguía hablando con el CIC por el teléfono de Ragnar.

-¡Hemos encontrado centuriones dentro de Ragnar, teniente! ¡Al parecer esa nave desconocida les transportó hasta aquí. Hemos acabado con dos pero están llegando refuerzos. Creo que son aproximadamente una media docena. Han tomado el almacén y no nos dejan avanzar. Tenemos varios heridos, uno de ellos muy grave! ¡Envíe refuerzos!

Después se giró hacia el jefe Tyrol que no se había movido de su sitio durante toda la lucha.

-¡Jefe, reaccione! ¡Retire a sus hombres de aquí o los harán picadillo!

Tyrol había permanecido agazapado durante todo el tiroteo. Lo cierto es que, aunque el ataque genocida que habían desatado los cylons en esos momentos le había hecho darse cuenta de la situación, no había sido consciente del verdadero estado de guerra en el que se habían vuelto sus vidas.

En el hangar, entraban y salían naves con más o menos desperfectos, pero este había sido un primer encuentro directo con el enemigo.

Los gigantescos centuriones cylon le habían sorprendido realmente, manteniendole en un estado de cierta irrealidad. Afortunadamente, el Comandante Adama, un perro viejo acostumbrado desde la primera guerra cylon a estar en constante alerta, le había sacado de su temporal parálisis.

- ¡Si, señor! - respondió el jefe a la certera orden del viejo de retirar a los hombres de la zona de combate. - ¡Vamos! ¡Moveos, moveos, moveos! - gritaba a su vez, mientras indicaba con aspavientos el corredor seguro por el que los hombres podían evitar ser alcanzados por el fuego enemigo.

Miro de nuevo al Comandante, mientras asentia en señal de "orden cumplida", y acompañaba, en retaguardia a sus hombres y mujeres que salían de la zona de los ataques, hasta que los marines terminaran con los centuriones.

Agazapado tras unos estantes y una caja de metal, junto al marine herido, asomo discretamente la cabeza por uno de los lados cuando los disparos y los destellos ceden por un instante. Es evidente que los cylon a los que nos enfrentamos no son los de hace 40 años, y su exoesqueleto parece impenetrable.

El marine, quejoso, se mueve nerviosamente tratando de presionar su herida. Me inclino sobre él y le ayudo a apoyarse de forma un poco más cómoda. "-Shhh... no te muevas - le susurro - Tengo que salir ahí y tratar de cargarme a una de esos cylons....¿entiendes? - añado antes de levantar el pulgar y arrastrarme con discreción hacia unos estantes vecinos."

Sujetando el arma que le cojí al marine, empiezo a rebuscar entre las cajas de munición. El arsenal del ejéricto colonial está estandarizado, así que no debería ser difícil hallar munición adecuada.... otra cosa es que la suerte me aocmpañe y encuentre algo más potente que pueda perforar el armazón cylon.

Aunque lo ideal sería encontrar munición explosiva, tras unas cajas cubiertas de polvo, puedo leer la tipología y el calibre de la munición perforante. Su uso está prohibido en el interior de las naves por razones obvias, ya que el riesgo de atravesar el casco podría causar una descomprensión y una verdadera catástrofe. Pero su utilidad contra los cylons es indudable.

Con cuidado, abro la caja y me aseguro de obtener munición para rellenar el cargador de mi arma, y sin más dilación retomo una posición en la que pueda abrir fuego contra los cylons.

Había que aguantar hasta que llegaran los refuerzos, y cubrir el repliegue de los mecánicos. Buscó en otras cajas, intentando encontrar munición apropiada para su pistola. La encontró a la derecha de la caja de los suministros médicos, y se apresuró en cambiar el cargador, asomarse y disparar al cylon sobre el que estaban concentrando el fuego.

-¡Bill, repliégate! Yo me quedo aquí hasta que lleguen los marinos -exclamó, apoyando la espalda en la pared.

El jefe Tyrol empezó a dirigir la evacuación de los mecánicos de la zona de combate. La mitad del grupo se había replegado ya a los pasillos mientras los marines se posicionaban para cubrirles la huída. Tigh encontró finalmente algo de munición que le podía servir y se encargó de encabezar la defensa. Volvía otra vez a sentirse joven, en el fragor del combate, y a convertirse en el eficiente oficial que una vez había sido. Mientras tanto, el comandante Adama hablaba por el teléfono de la estación con el CIC. Gaeta le contestó de inmediato:

Comandante, los refuerzos están en camino. Pido permiso para trasladar civiles heridos a bordo de Galáctica, también solicito permiso para remolcar una nave cylon derribada con intención de estudiarla.

Habían acabado con aquel cylon, pero quedaban más. Podía escuchar sus pisadas metálicas, y aún más, pudo escuchar la ráfaga de disparos que hirieron a la recién llegada oficial de Pegasus. Con el ruido de la radio de fondo, que no escuchó demasiado dada la situación, puso una mano sobre el hombro del marino que tenía delante.

-Vamos a movernos hacia la columna, busquen ángulo de tiro y efectuen fuego de supresión. Hay que anular al cylon con nuestro fuego.

Dicho lo cual, dió la vuelta a la columna, y se asomó para disparar al cylon de modo que él apenas pudiera verle, o pudiéndose parapetar con rapidez si decidía contraatacar.