Partida Rol por web

Belaya (Incompleta)

La Gran Llanura

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01/02/2010, 00:07
Director

http://content.foto.mail.ru/mail/al-prince/Mysteryal/i-126.jpg

  La Gran llanura comienza con tierras de cultivo de los habitantes de las aldeas de la Triple Alianza, sin embargo, las hierbas altas acaban por extenderse más allá de las vallas de madera castigadas por el intenso sol, cuando empiezan a verse las montañas nevadas en el horizonte. Es el camino más largo para llegar al Sacro Reino de Silmar, sin embargo, nadie se atreve a avanzar por el desierto negro pues no sólo el cansancio y la deshidratación juegan malas pasadas sino las arenas movedizas y otros peligros que han conseguido que la Gran Llanura pese a todos sus inconvenientes se convierta en el mejor paso hacia el Norte.

 Son algunas las lagunas naturales que aparecen en este área greográfica, lugar de reunión para animales salvajes, los caminos son poco frecuentados pero delimitan una zona algo más segura evitando los caminos de las migraciones naturales y la zona de caza de multitud de animales salvajes.

 

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01/02/2010, 00:59
Director

  http://s3.amazonaws.com/lcp/gina-saldana/myfiles/Tigre-Dientes-de-Sable..claudio-obregon.jpg Un camino largo, apenas hacía una hora que había salido de Lenora y la vegetación oscilaba entre las altas hierbas y los árboles que ofrecían algo de cobijo a los animales más grandes, no pasaría por alto la presencia de cuatro felinos de grandes colmillos, los ukrat famosos en las aldeas por su letalidad, no se alimentaban de ganado, les bastaba con cualquier presa que ofreciese resistencia, por ello se les consideraba diabólicos, malditos, pues mataban a los animales más nobles y a los humanos que se aventuraban en la Gran Llanura. Como felinos resultaban curiosos y recelosos de los grupos grandes, cazaban en manada, y se decía que a veces...sólo mataban por placer.

 Observaban el paso, rápido, de stanislav por sus tierras, y dos de ellos emprendieron la marcha tras él, con su piel del mismo color que la tierra era casi imposible distinguirlos cuando se adentraban en las altas hierbas, sólo uno se quedó contemplando al "humano" como si se deleitase con la boca abierta, sin babear, dispuesto, estudiando sus movimientos, trazando una estrategia. No había ruido, sólo la caricia de la brisa del norte sobre la naturaleza...

  Los buitres ya rondaban los cielos, carroñeros que advertían de la proximidad del fin...

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07/02/2010, 14:03
Stanislav

El herrero se detuvo en seco. Sopesando las opciones que tenía, pocas a ser franco, ya había quedado patente que le ganaban en velocidad, no era probable que lograse dejarlos atrás por cansancio sin arriesgarse a varias dentelladas en las piernas.

Podía intentar trepar a un árbol, pero ninguno le parecía suficientemente alto ni grueso para quedarse allí un tiempo, aparte si los gatos podían treparlos estos "primos" crecidos no tenían porque ser menos. Los felinos por lo que relatan los viajeros suelen tener una agilidad impresionante.

Apoyar la espalda en el árbol le podía quitar un lado de ataque, dejando solo el frontal y los laterales. No era mucho consuelo, seguían siendo 3 depredadores que no podía ni ver contra un aldeano harapiento. Mejor se quedaba el camino, al menos los forzaba a dejar la hierba alta.

Palpó el pecho notando el bulto del medallón oculto detrás de la armadura, sacó el tetsubo apoyando la mayor parte del peso en el hombro, volviéndose hacia atrás por donde esperaba que recortasen distancias. Si cazaban con astucia saltarían por los laterales y la espalda así que era irrelevante la orientación.

Dejó los ojos mortales a un lado, contemplando el mundo con el fulgor verdoso de su mirada maldita, mientras daba un último suspiro.

- Espero que os indigeste cabrones. -

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17/02/2010, 23:51
Director

  A su alrededor la llanura se presentaba como un yermo en sus posibilidades, pensaba con una inteligencia superior a la de un campesino normal y corriente, aunque aquella virtud con la que había sido bencedio si no era más una maldición podría no ser algo tan evidente...las hierbas eran altas y el constante zarandeo por parte de la brisa impedían diferenciar el trayecto que seguían aquellos felinos, nisiquiera el fulgor verde de sus ojos podría determinar su posición, aquellos animales sin humanidad alguna, como criaturas salvajes, no atendían a pecados para con el creador, era su ventaja y su carga, pero...¿Aquella presencia demoniaca los echaría atrás? ¿Acaso no son más sensibles los animales a este tipo de situaciones?

  Los árboles estaban lejanos y no parecían ofrecer cobertura ninguna, el camino estaba silencioso y sólo lo recorría el viento incapaz de desplazar las pequeñas piedrecitas, nisiquiera de levantar algo de polvo o arena, la misma que posiblemente procediese de la aldea que vio nacer a su esposa. El zigzag constante del mismo impedía localizar un horizonte en él, salvo las montañas y la vasta llanura.

  De súbito, algo se desplazó no muy lejos de él, en la línea de visión de su flanco izquierdo, las hierbas altas se zarandeaban con inusual violencia y la brisa sólo mecía placidamente el resto de vegetación, no avanzaba contra él, pero su línea recta pasaba muy cerca del camino y de su posición, avanzaba deprisa...

 ¿Qué haría el herrero entonces? Parecía tratarse de una sola criatura, por el sonido de su trote no parecía tan pesado, era rápido como el demonio, ¿o no? Quizás pronto...se saldría de dudas.

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21/02/2010, 23:38
Stanislav

Aquel movimiento violento era tal vez demasiado evidente, muchos animales advertidos por tal brusquedad no dudarían en alejarse, pero podía tratarse de una táctica, lanzar a la presa asustada hacia un compañero de manada. Era una maniobra astuta, y efectiva.

El herrero tenía la bastante racionalidad como para sopesar ese camino. Pero de nuevo se quedaba en una mera conjetura, la vista podía engañar con facilidad y desgraciadamente en esta ocasión la necesitaba más que nunca.

Correr en dirección contraria o mantener la posición se le antojaban igual de malas, pero forzosamente tenía que escoger una u otra, tal vez encontrar el termino medio entre ambas si es que había alguna posibilidad oculta que aun no había evaluado.

Se alejo un paso lateral hacía su derecha, poniendo distancia entre si y ese movimiento brusco, pero continuaba encarado hacía el, sin perderlo de vista por ningún instante. Aferrando el tetsubo con ambas manos, preparado para recibir con contundencia a cualquier gato crecido que surgiera de la espesura.

Necesitaba doble atención para su espalda, por eso se había colocado ladeado, otorgando solo un costado a un posible atacante, si lograba girarse con rapidez podía defenderse de un enemigo a la espalda, aunque prefería no poner a prueba sus reflejos.

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28/03/2010, 00:19
Director

 Y uno de aquellos felinos se mostró a su espalda, pero no atacó, sus ojos brillaban, agazapado en la linde del camino, entre las hierbas altas. El violento azote de la vegetación prosiguió a su alrededor, parandose en seco en algunos instantes, como si alguno de aquellos depreadores no encontrase su lugar o variase su estrategia...

 No encarandolo por completo una de aquellas magnificas criaturas caminó con el mentón erguido como si dispusiese de orgullo, como si reconociese la disposición del campesino a luchar y la aceptase. Era un animal noble...lo eran todos, sólo necesitaría observarlo con sus verdosos ojos...estos, hacian que todos los demás felinos estuviesen agazapados, uno a uno,  a su alrededor, si pudiesen sentir temor, si eran animales tan sensibles, entonces debían de estar con aquella carga, temerosos del campesino y aún así dispuestos para darle caza dejando a un lado la compasión. Ningún animal...se compadece de si mismo...

  El lider de aquella manada salió de entre las hiervas a una distancia prudencial de Stanislav, lo miró a los ojos y avanzó adentrandose en el camino hasta detenerse, frente a él. Las fauces cerradas le daban una humanidad...que no debería poseer, igual que su gesto, casi altivo si se malinterpretaba.

 Era de gran tamaño, casi como el de un potro crecido, su masa muscular doblaba o quizás triplicaba la del campesino, sus garras eran largas, afiladas, brillantes y acababan en la tierra sin arañarla.

 Gruñidos a su alrededor...

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18/04/2010, 23:28
Stanislav

Algo no marchaba bien. Esa situación no era una simple cacería de un viajero infortunado. Semejante forma de perseguir no era propia de un animal, no, aquello parecía más una pelea de escuela o de taberna. En donde el corrillo esperaba a que el valentón se adelantase para golpear a su desafortunada víctima.

Puede que realmente estuvieran imbuidos en maldad o tal vez fueran ciertos los rumores sobre la inteligencia de esas criaturas, porque tal comportamiento era más propio de personas que animales salvajes.

De cualquier modo el herrero no podía permitirse ignorar por más tiempo a ese felino, estaba rodeado y evidentemente en cualquier momento un miembro de esa manada podía saltarle encima y despedazarlo con total impunidad, esa pelea era una simple cuestión de inferioridad numérica que no podía paliar. Incluso un momento para vigilar sus alrededores podía cederle ventaja al animal que ahora se enfrentaba.

Se volvió lentamente, clavando sus ojos en los de esa criatura. No podía expresar lo que sentía pues carecía de otro lenguaje que lengua natal. Solo le restaba la loca determinación en su interior que descartaba cualquier rendición, cualquier otro camino que no fuera luchar contracorriente en un mundo donde no era bienvenido.

Extendió su brazo, apuntando con la cabeza del tetsubo a su feral oponente. Si era el momento de irse haría todo lo posible por llevar compañía al infierno.

- Sabes gato gordo, últimamente parece que el universo se ha empeñado en darme por el culo por mero capricho, pero no tengo tiempo para esto, hice un par de promesas que voy a cumplir y me niego a que un saco de pulgas crecido me mande de vuelta al infierno. Así que ven aquí hijo de puta que te vas a llevar la indigestión de tu vida. Espero que te guste el acero, porque te voy a te voy a reventar la cabeza con el.-

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20/04/2010, 00:05
Kerán

  Si creía que aquello era muy humano que aquel gigantesco felino ladease la cabeza para que los demás se retirasen y, aún mostrando sus afilados dientes, permitiesen proseguir al campesino, debió de confirmar cualquier sospecha.

  Sus ojos se clavaban en los de aquel protohombre, ahora verdes como las ánimas corrompidas por la putrefacción y la condena de ser exclavas de los dioses y demonios del inframundo y la pestilencia, y no había atisvo de temor en el dientes de sable.

 - Incluso a los ojos de un depredador resultas una amenaza.

 Declaró y la voz brotó de la garganta del felino con fluidez, era ronca, grave y retumbaría en el pecho de aquellos que lo escuchaban. Vibrante, no conocía el miedo, pero si parecía acercarse a la soberbia sino era, de otro modo, sabiduría.

 - Sé diferenciar entre el valor y la temeridad, tus palabras, para ser las de un mendigo piojoso, no guardan ningún amor por la vida aún cuando pareces dispuesto a luchar por ella.

  Desconozco cuales son tus promesas...pero reconozco la verdad en lo que has pronunciado. Tu pasado y tu destino es mucho más oscuro que la inmensidad del firmamento en una noche sin estrellas.

  Mantenía su mentón alzado, las zarpas delanteras estaban juntas, unidas, y allí, en pie, ambos eran practicamente del mismo tamaño.

 - Ahora veo que no supones una amenaza para esta llanura...sólo para los tuyos y para ti mismo...

 Dejaría que se retirase, pero añadiría...

 - Son muchas las ocasiones en las que hincar una rodilla y utilizar el don de la palabra amable hacen de la carga de un alma torturada algo más llevadero.

  Vete ahora si es lo que deseas. - Rugió. - Si lo que buscas es luchar...lucha, pero hagas lo que hagas, si vuelves a insultarnos con tus esputos lo pagarás con tu vida.

 Aunque probablemente...eso no valga nada para ti.

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20/04/2010, 00:52
Stanislav

Se debería haber sorprendido, sino fuera porque en escaso tiempo había comprobado en sus propias carnes que la realidad no suele ser lo que uno percibe, sino lo que grandes poderes desean. No sabía que era esa cosa ni como tenía el don de la palabra y a decir verdad le importaba una mierda.

Tenía el bastante orgullo para que las palabras del gato sarnoso le medio molestaran. Pero no era el momento de hacerse le héroe, no era amable ni lo sería, porque el mundo no era amable con nadie menos con él, y si aquella bola de pelo pensaba que acechar a un hombre en manada y cerrarlo en coro como en una reyerta de taberna era amabilidad o cortesía es que directamente era gilipollas.

No recordaba cuantas veces le habían amenazado con matarle ni tampoco cuantas veces intentaron cumplir con esa amenaza. Le resultaba una advertencia tan vacía, se pudriría en el infierno hiciera lo que hiciera y no había nada para evitarlo.

Pero la última parte, cuando alguien obviamente muy superior que sabe con total certeza que ha ganado de antemano la lucha desafía tan abiertamente... un león contra un mosquito, era un recuerdo muy familiar, que ironía de encuentro le había deparado el destino. Dejaba claro una vez más que era simplemente un gusano en un plan que no podía imaginar.

Algún día tal vez se cruzasen con un ser de orgullo, un ser poderoso y alguien que realmente amenazase ese maldito follaje inservible. Entonces puede que comprendieran que ciertos aseveraciones y juicios de valor están fuera de lugar dependiendo de que seres. Eran demasiadas cosas que le gustaría decir, romperle los dientes y luego morir despedazado, pero a gusto.

Lo más evidente era pedirle a un mendigo como bien habían dicho educación o cualquier otro comportamiento civilizado que se pareciere.

Quizás debería intentar dejar un comentario ingenioso, o algo que sostuviera su escasa honra o su tenue orgullo. Pero eso lo dejaba para héroes de brillante armadura y figuras que luego escribirían y recordarían la historia, prefería hacer el trabajo sucio, Dios ya juzgaría o no cuando deseara.

Guardó el arma en la espalda, no era cómodo correr con ella en la mano. Alzó la vista al horizonte, como si aquella situación y esa víspera de morir no le importase, que realmente así era. No podía ni atisbar su destino en la lejanía, quien sabe cuantos días o jornadas de carrera le quedaban. Miró a esa criatura, dando unos pasos laterales para evitar cualquier contacto o roce fortuito cuando volviera a correr.

Todo seguía en su sitio, el arma, el colgante y la bolsa con los escasos útiles que había decidido llevar. Miró a esa bestia una vez más para cerciorarse que no se había puesto en medio una vez más por algún capricho oculto, y sin más prosiguió su carrera, como si jamás pudiera dejar atrás aquello de lo que huía o alcanzar lo que buscaba.

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27/04/2010, 04:11
Director

   El camino bajo los pies de aquel hombre maldecido por todos se perdía en el horizonte al principio, el día transcurría, el sol avanzaba por el firmamento, y el calor hacía que los cuerpos de aquello que estaba a su mercez se secasen como si estuviesen en el mismísimo infierno. Stanislav tenía suerte de que sus pasos no pudiesen detenerse tan fácilmente por la sed, o que aquel calor no acabase con su cuerpo. Podía no ser del todo humano, pero no sería extraño que consciente o insconscientemente agradeciese la caída del astro rey y la llegada de la luna.

 Amenazaba tormenta al norte, en la lejanía, y las montañas aún no se veían desde la llanura, posiblemente estuviesen debajo del nivel del mar, y de igual forma, el bajo relieve no ayudaría a contemplarlas. No eran su destino, pero si estaban muy cerca de su meta.

  El camino terminaba, aquel sendero en la llanura se extinguía, igual que el día. Y cuando la luna y las estrellas colonizaron los cielos la única luz cercana que pudo contemplar el herrero fue la de un hogar en el interior de una casa cercana. Allí terminaba el sendero, y aunque la oscuridad ocultaba buena parte del horizonte con su manto, también cabía la posibilidad de ver el bosque, no muy lejos de aquella casa. disponía de establo, y de un pequeño granero. Había aves de corral cerca, se oía su inquietud.

  Un hombre, de anciana edad, barría con una escoba de paja la puerta de su entrada, no se percataría de la presencia del herrero, no almenos que siguiese su camino acercandose o dijese algo que le advirtiese de su presencia en el manto de la oscuridad.

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28/04/2010, 16:07
Stanislav

Podía arriesgarse a viajar de noche. La oscuridad hace mucho que dejó de ser un problema, podía ver en ella con sus ojos malditos riendose de los miedos a lo oculto. Sin embargo la noche traía raros presagios y aun más extrañas criaturas, si era sorprendido en medio de una tormenta podía perderse y vagar indefinidamente hasta encontrar de nuevo una referencia, peor era el tema de los depredadores nocturnos y los bandidos.

Aquella casa era el último vestigio de civilización que podía ver en su travesía. Era extraño ver un hogar en un lugar tan remoto y aislado. Aunque con algo de ganado y aves de corral podían subsistir, la leña siempre podía buscarse no muy lejos. Debían tener alguna manera de obtener agua y otras cosas de inmediata necesidad.

La verdad no eran detalles que realmente le importasen. Pero seguía siendo un techo donde cobijarse y quien sabe obtener algunas direcciones antes de la peor parte de su travesía. O puede que como otros muchos recuerdos no fuera más que una maldita trampa puesta por voluntades oscuros.

Se acercó con la bastante calma para no terminar siendo una aparición surgida al anochecer. El tetsubo estaba lo más camuflado que podía y el amuleto siempre oculto entre si torso y la armadura.

- Buenas noches buen hombre, quizás haya un lecho en vuestra morada para un viajero cansado, monedas no dispongo pero me sobra voluntad para pagaros con esfuerzo. -

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04/05/2010, 23:38
Director

 - Pocos son, sin duda, los viajeros que recorren estos caminos de noche. - El hombre había demostrado su buena voluntad hablando antes de presentarse de improviso, había cuidado de no sobresaltarle y había dicho la verdad que blandía por escudo. No parecía un hombre malvado a simple vista, pero tenía fuertes piernas y brazos.

 - Y mucho me temo que, aunque quisieras, pudieses continuar ahí fuera. - Murmuró alzando la vista hacia el cielo en el horizonte, sobre el bosque.

  Mejor que nadie aquel viejo sabía como jugaba el tiempo en contra de aquellos que viajaban estos días, más, al amparo de la noche. Era lo único que le hacía a aquel buen hombre preguntarse sobre las intenciones de Stanislav.

 - Oscurece rápido. Venga, entre conmigo.

 Le ofreció el paso terminando de barrer, no había logrado más que apartar ligeramente la paja y no parecía tener intención de recogerla, posiblemente no la aprovecharía para nada pero gustaba de ver su entrada limpia, más si tenía visita.

 - Le ofreceré algo de comer y algo de beber. ¿Le apetece?

 Aquello prometía una buena historia o almenos oídos atentos para contar las suyas.

 Entró sin más dilación dejando la puerta abierta, ésta, era de madera fuerte, posiblemente de los mismos troncos de los árboles de la línde del bosque, de aspecto sólido, se vislumbraba la seguridad en su interior, con un gran madero que actuaría como refuerzo, podría aguantar un ariete de mano, aunque no parecía que el hombre viviese con miedo.

  Fue evidente que vivía solo cuando se apartó del umbral y se adentró, no había más que herramientas y lecho para una sola persona, era una casa bastante modesta. Una cama, una mesa pequeña para como mucho cuatro comensales apretados. Tenía un hogar amplio, más de lo que podría necesitar una casa como aquella y el fuego estaba poco vivo. Tenía instrumentos de forja al lado derecho del mismo, aunque no los cotidianos de un herrero...su profesión podía suponer un gran interrogante, había jarrones de cristal y figuritas de vidrio con aspecto de dientes de sable, árboles jamás vistos, casas, montañas y algún insecto, como mariposas, todos hechos con un exquisito gusto. Tenía herramientas propias de un soplador, pero también yunke y martillo. Cualquiera que se adentrase en su casa vería que la mayoría de aquel lugar estaba dedicado al trabajo del metal y el vidrio. Es más, el granero estaba conectado por una puerta de madera con la vivienda principal. Aquella puerta era endeble, cubierta por una manta de aspecto pesado, todo lo que podía entreverse entre los huecos de las maderas era oscuridad...

  El lecho estaba bien hecho, con sabanas y mantas, preparado para el frio aún cuando era temporada de bastante calor por entonces.

 El suelo era de madera, las ventanas estaban en la misma línea de cimientos que la puerta principal, aunque tenía un pequeño ventanuco en la pared del frente.  No eran sino huecos en la pared de adobe bien cerrados, si así lo quisiera por maderos. En el lateral izquierdo una estructura de madera, sobre la cama y apoyada en las patas de la misma, que se prolongaba hasta el techo, de allí mantenía colgadas herramientas de campo como hazadas y alguna hoz, utensilios para separar la semilla del trigo.

 Tenía un único plato en la mesa, pero había cinco sillas bien construídas, posiblemente por su propia mano, no tardaría en poner otro junto al suyo. Olía a comida, estaba preparando algo, guisado tal vez y fue lo primero que atendió con una gran cuchara de palo.

 - Siempre hago más de lo que me puedo comer. Asique hoy no tendré que desperdiciar la comida. No están los tiempos para tirar nada...

 Dijo acariciandose el final de su espalda, parecía aquejado por la edad.

 - Por cierto, mi nombre es Ulho. - Lo miró de soslayo con una sonrisa debajo de su bigote que le llegaba hasta el mentón y ascendía hasta las patillas uniendose con su canoso cabello. No preguntaría con el forastero aunque se mostraba interesado.

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08/05/2010, 13:16
Stanislav

Aquel lugar parecía la morada de un maestro artesano. Era ciertamente un emplazamiento muy curioso para alguien que se ganase el pan con la pericia de sus manos. Esa casa era el último vestigio de civilización en varias leguas probablemente. Su propietario debía subsistir por si mismo, algún cultivo tal vez, tala de árboles, recogida de fruta y algo de ganado, o puede que aves de corral.

Quizás fuera un lugar de descanso, una casa tranquila donde relajarse, alejada del caos de las ciudades o los deberes de las villas. Un lugar donde estar a solas consigo mismo y un oficio que te marcaba para toda la vida, más que un sustento era una filosofía de vida, una devoción a la artesanía que ni siquiera los años podían apagar.

Tal vez no fuera absolutamente nada de eso y estuviera equivocado hasta las trancas. Pero con los ojos y el juicio de un hombre poco más podía conjeturar. Al menos parecía un lugar tranquilo donde pernoctar en lugar de hacer el idiota a la intemperie.

La más elemental norma de cortesía le hizo retirar el arma de su espalda y dejarla reposando en un rincón discreto. No hacía buen efecto hablar ni compartir mesa con un hombre armado que no se separaba de su herramienta asesina. Esa misma cortesía le hacía aceptar la oferta, era mejor que explicarle que no necesitaba sustento alguno.

- Gracias, es muy amable. Soy Stanislav, me dirijo a Silmar si los caminos o la espesura no deciden jugarme malas pasadas. -

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16/05/2010, 21:36
Ulho

- Entiendo...entiendo... - Dijo el hombre, lo entendiese en realidad o no, mas guardó silencio teniendo a bien no opinar de las palabras de aquel hombre adulto que aunque de brazos y piernas jóvenes, comparados con los suyos, tenía, o almenos así la encontraba el anciano, una mirada centenaria.

 - Toma asiento, esto estará listo enseguida.

 Le dio la espalda, vestía con alguna clase de abrigo oscuro, quizás fabricado con la piel de un oso, su barba era canosa, como su cabello, aunque se adivinaba la superficie de su cabeza, reluciente.

 Con la cuchara se entretuvo dandole vueltas a la olla sobre las ascuas.

 - Puedes dormir aquí. En el suelo. Te daré unas mantas. La madera es cálida, no pasarás frio. Se avecina tormenta, y no debería.

 El tiempo está loco. - Sonrió mientras le daba la espalda, no con la intención de faltarle al respeto o de no prestarle atención pero en ese momento su comida requería de toda ella, o de buena parte almenos.

 - Hoy mismo he ido hasta las lindes más meridionales del bosque y encontré las nubes extrañas. ¡Me volví antes de que empezase a llover! Una suerte, le confesaré que no tengo gusto por mojarme, no más de lo necesario, se entiende. - Bromeó y una risa áspera y de tono muy bajo brotó de su garganta resonando en su pecho.

 - No debería llover. - volvió a repetir, posiblemente no estuviese demasiado bien de la cabeza. - ¡Ah! Te ofreceré algo de vino...si.

 Abandonó sólo en ese preciso momento su tarea y fue en busca de una botella de vídreo de color oscuro, tenía un gran corcho y estaba sin abrir, aunque podía quedar a lo evidente que solía beber pues antes de dar con ella tuvo que librarse de unas cuantas botellas que sonaban completamente vacias, aunque las guardaba con cautela.

  El recipiente de, posiblemente, arcilla cocida, o creado por algún otro tipo de arte manual, no era excesivamente grande, más bien pequeño comparado con las manos de Stanislav, era probable que se tratase de un seguro para no gastar más vino de la cuenta o para no beberlo y perder la cabeza, después de todo Ulho no parecía tener problema alguno en compartir sus bienes.

 - Hace mucho que no bebo. Había una taberna no muy lejos de aquí, pero por avatares del destino tuvo que cerrar...ahora es escombros, y añoraba compartir un vaso de esto con alguien...

 Ojeó la comida y preparó cuencos para vertirla, también una tabla circular en el centro de la mesa que sin duda sustentaría la olla.

  Sirvió el vino, pero antes de llevar la diestra a su recipiente y beber, miró de nuevo la olla y después a Stanislav.

 - ¿Podrias...? Ya sabes...

 Le invitó cordial a que le echase una mano para poner la olla de metal encima de la mesa, el podría, pero sus brazos se antojaban flácidos y enfermizos por la edad.

 - En verdad creo que he hecho demasiado...¡aunque es una suerte! - Pues tenía con quien compartirlo.

 

 

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30/05/2010, 22:47
Stanislav

- Claro, no se fatigue. -

Una olla candente y abundante. Realmente había demasiada comida, tal vez incluso para dos personas. Puede que con la edad ese hombre hubiera perdido la noción de las proporciones, quizás era de naturaleza generosa o a lo mejor en sus últimos días no sufría de la escasez por la que en algún momento de la vida todos pasan.

Podía moverla sin muchas complicaciones. El calor no podía medirlo y tampoco era algo que le importase. Dejó la olla sobre la tabla, asegurándose que estuviera firme, antes de volver a colocarse en la mesa. En esta situación convenía meter algo en el estómago y no dar muchas explicaciones, por el bien de todos aunque tal vez más por el de ese pobre hombre.

- Hasta donde se no voy mal orientado. Pero desconozco que trayecto sigue el sendero más allá de esta morada. No puedo permitirme el lujo de demorarme en exceso en mi viaje a la capital.

Tal vez en su experiencia ya conozca los entresijos de todos esos caminos. -

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01/12/2010, 22:43
Ulho

- Uhm...ya veo...ya veo....- Musitó...pero más bien parecería que no respondía a nada que hubiese dicho su invitado, más bien a una observación del propio anciano.

 - ¿Disculpa joven? ¿Qué decía? - Pareció despertar de su ensoñación - ¡Ah, si, si, el camino al reino de reinos! Bueno....almenos conocidos...

 Se encogió de hombros y se dispuso a compartir la comida con Stanislav, no permitiría que no probase bocado, después de todo era su invitado, y sin duda se ofendería si no bebía vino y la compartía con él. No había nada extraño a simple vista en ninguno de aquellos privilegios, después de todo...no todas las personas de la triple alianza podían permitirse comidas tan copiosas, aunque sin duda venían mejores tiempos, quizás sólo fuera la calma antes de la tempestad.

 - El que atraviesa el bosque no es recomendable, no se lo voy a negar. El acceso es dificil, incluso para un hombre fornido como usted. - Le señalaba tratando de no menospreciar sus capacidades - Además, no vas muy bien servido de compañía, tampoco de protección. Protección que sin duda es necesaria en estos tiempos.

 ¿Cómo piensas evitar a las alimañas del bosque? ¿Cómo orientarte a través de la densa vegetación? No existen caminos marcados, no visibles para el ojo inexperto de un explorador almenos. Las vías de los comerciantes se desvían, y ahora pasan por el nuevo puerto. ¡Puerto Bravo lo llaman!

 No hace mucho que se ha erigido cerca de allí un edificio grande, secreto parece...la verdad es que es bastante llamativo a pesar de encontrarse en la nada, junto a un acantilado. Pero...vaya, eso no deberia haberselo dicho...

 Procedió a tomar un trozo de carne de lo que el mismo había preparado, rápidamente dio cuenta de ello, y se permitió un tiempo para masticar, quizás también para pensar.

 - Los bandidos son un problema también en cualquiera de las opciones de vuestro viaje - dijo después de terminar con la primera porción mientras partía algo de pan, seguramente lo hubiese hecho o comprado ese mismo día, si Stanislav gustaba de probarlo comprobaría que era algo soso e insípido - y tus armas, aunque gocen de una buena forja, no tienen una resistencia suficiente para un combate prolongado contra ciertas...armas.

 Nisiquiera llevas un buen peto.

 ¿Estás seguro de que deseas continuar? Creo que vas al encuentro de la muerte.

 Parecía dificil que el viejo se concentrara en un único tema.

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02/12/2010, 13:48
Stanislav

Para un observador casual el herrero comía lentamente. Tomándose su tiempo en saborear y paladear cada bocado. Mientras respondía y atendía con cortesía a la narración de su interlocutor.

No era que le desagradase el sabor ni la cantidad de los alimentos, simplemente el comer era una necesidad humana de la que el estaba privado, para algunos era un pequeño placer más de la vida. Para él no significaba nada, salvo cuando contemplaba lleno de emoción a sus hijos alimentándose con el sudor de su frente.

Aun así las más elementales normas de cortesía le forzaban a no despreciar a su generoso anfitrión. Las personas buenas no abundaban y era de estúpidos estar a mal con ellas.

- La muerte... todos caminamos hacia ella, tan segura está de su victoria que nos da una vida de ventaja. -

Un comentario quizás algo siniestro, pero tristemente real, desde el día en que las gentes son concebidas empezaban la carrera imparable hasta la muerte. El miedo a ella, a su eterna oscuridad era el motivo por el cual muchos vivían existencias prudentes y plenas.

Pero el herrero la despreciaba, el concepto de morir era irrelevante, solo se lamentaba por dejar sola a su familia, pero tanto si ardía en el infierno, redimía en el purgatorio o gozaba en los cielos el ver la guadaña de la parca no le atemorizaba nada. Ya había vivido, luchado, visto y sufrido lo bastante. Conocía en primera mano lo que significaba no tener nada que perder y la situación no había cambiado mucho. Había gente por la que vivir, pero no por el mismo.

- Soy de ideas sencillas y directas, el tener que dar un rodeo que me retrase no me gusta, pero vuestras palabras son sabias, es una insensatez adentrarse en la espesura. -

Bestias, bandidos, alimañas, el clima, perderse. Demasiados obstáculos, algunos más difíciles que sortear que otros. Lo importante era llevar su peregrinaje lo más discreto y rápidamente posible, el desvío le restaría velocidad, pero era mejor seguir pareciendo un don nadie sensato que un valiente curioso. La caprichosa mano del destino solía jugar malas pasadas.

- ¿Puerto Bravo? Espero que sea por estar lleno de gente valiente, no por poseer aguas o tormentas tumultuosas . -

Al menos en ese lugar podría intentar acompañar a una caravana o algunos viajeros hacia Silmar. Por caminos más transitados y a priori menos peligrosos que la ruta por el bosque salvaje.

- No tengo nada para pagar su generosidad, no me gustaría irme pareciendo un ingrato. *“La esplendidez da el valor a la persona, si eres desprendido toda tu persona vales, y tuyas seran las riquezas de los cielos”-

Notas de juego

*(Mateo 6-19)

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12/12/2010, 17:34
Ulho

- No me gustaría que pensases que no doy una puntada sin hilo.

 Pero después de ver como cogiais una olla de metal con la que cualquiera se hubiese calcinado los dedos nada más agarrar las asas, he de reconocer, que has despertado mi curiosidad.

 Me parecía extraño que un hombre fuese a solas por esos caminos. Pero vaya...¡yo también doy largos paseos a solas!

 Aunque esto ya es demasiado para pasarlo por alto.

 Le dijo, si le había pedido que levantase la olla no era únicamente para que pudieran compartir la comida, el conocía bien las herramientas que utilizaba, y sabía que aquellas endemoniadas asas se calentaban hasta límites insospechados.

 Por otro lado, aunque extrañado, el anciano no pareció sorprendido en un mal sentido, cualquier otro humano habría asociado aquello con alguna clase de mal.

 - Me gustaría ofreceros un tiempo en mi hogar, antes de que hagais vuestros cometidos o deberes. Antes era un buen herrero, y tienes manos hábiles, por lo que veo. Son fuertes para el martillo y el yunque.

 Podría enseñarte algo de lo que aprendí cuando era joven a cambio de que me trajeses algo de leña, cuidases de mis campos y me defendieses de las fieras que amenazan con tragarse hasta el último de mis huesos.

 Sé que...puerto bravo, cuyo nombre, ya que lo mencionas, deriva de ambas cosas, es un destino ideal para ti. Llegarías a Silmar sano y salvo, te lo garantizo. Pero no creo que estés preparado para las pruebas que allí te esperan.

 Negó mirandolo siempre con aquella suspicacia.

 - Tengo unos credenciales interesantes que podrían identificarte como un buen herrero. Es más, estoy seguro de lo que te puedo enseñar llamaría la atención incluso de los reyes que han existido, existen y han de existir.

 Tu camino sería menos arduo. Y personalmente no me gustaría verte volver como has venido. sin lo que buscabas.

 Si te quedas también te ofreceré algo de dinero, el sur es un lugar violento, pero la protección de las murallas de Silmar es siempre de agradecer.

 Quien sabe, un hombre como tu, en la flor de la vida, seguro que tiene familia. Allí tendrían un lugar mejor, aunque sólo fuese en las afueras, donde pudiesen crecer tranquilos sin los ataques de criaturas extrañas. Y sino, siempre puedes formar una...je...jeh...jeh...

 Ladeó la cabeza y gimió interrogante.

 Por algún motivo se esperaba una negativa.

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13/12/2010, 10:00
Stanislav

A pesar de la edad aquel anciano aun era un hombre observador. El herrero no se había percatado de la temperatura en las asas. Tan acostumbrado estaba a manipular cosas candentes sin preocuparse que esos movimientos para él resultaban naturales. Pero totalmente sorprendentes a los ojos de cualquiera que no le conociera.

Cada minuto perdido era tiempo que no recuperaría jamás. No quería prolongar por más tiempo del necesario tan singular viaje. Pero si se paraba a pensar detenidamente no podía dejar pasar una oportunidad como esa.

No era por dinero, eso era un mal necesario, pero tan vacío como el alma del herrero, ni por la posibilidad de residir en Silmar, demasiada gente, demasiado bullicio y demasiados ojos malintencionados para alguien que intenta pasar desapercibido.

Pero solo era un mendigo errante, demasiado insignificante para solicitar la atención de una reina, por muy grandilocuente que fuera el obsequio para darle. Sin embargo unas credenciales en el bolsillo podían allanar un camino de por si empedrado. Cualquiera con una vida entera dedicada a la forja tenía mucho que enseñar.

Un anciano así perdido en tan remoto lugar era algo extraño, pero si se miraba en el espejo podía darse cuenta que el no se quedaba atrás.

- Guárdese el dinero, la oferta es demasiado generosa de por si como para rechazarla. Los generosos serán benditos, porque dan su pan a los pobres. -

Notas de juego

Proverbios 22:9

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11/01/2011, 22:17
Ulho

- ¿He de suponer entonces que aceptais?

 Antes de hacerlo me gustaría avisaros, no es adecuado que me tomeis por traidor...pero la Gran llanura alberga oscuros secretos, sobretodo al amparo de la noche. Parte de vuestra tarea sera proteger mi hogar como si se tratase del vuestro.

 Cada dos semanas podreis ir a visitar a vuestra familia si así lo deseais. Como comprendereis el arte de la forja no es algo que pueda aprenderse de la noche a la mañana. Del mismo modo...

 dijo sirviendose algo más de comida y mirandole con cierta picardía propia de un anciano que ha vivido más de una vida.

 - Quiero tener vuestra palabra de que acabareis lo que empeceis. Es decir, que no os marchareis antes de conocer y aceptar cada una de mis enseñanzas, sólo podreis iros cuando os de permiso para hacerlo que...será...cuando asimileis el verdadero significado de ser un buen herrero.

  No estaría de más, aunque no teneis obligación, que me dijeseis cuales son vuestros asuntos. Pasaremos mucho tiempo juntos...

 Miró a otro lado y se concentró en masticar silenciosamente un mendrugo de pan.