Partida Rol por web

El rostro de Taifold se endurece ante las palabras del monarca isleño...

"Rey Hrotgar" Habla el enano con voz tranquila, pero contundente "Los enanos no traman argucias. Si luchamos, la hacemos de frente, cara a cara. Si quisieramos combatir con vuestra gente..." Taifold sonrie fieramente "...lo sabriais"

Con calma, el fornido enano se adelanta, procurando no parecer una amenaza... pero sin dejar de sonreir

"Rey Hrotgar, vuestro pueblo sufre... y con el, vos" Los pesados pasos del guerrero se detienen antes de que los guardaespaldas se pongan a la defensiva... "Si creeis que soy responsable de vuestro mal, luchare para defender mi honor. Si pensais que esta joven es responsable, luchare para defender su honor. Si quereis un oido amigo que escuche vuestras cuitas, Taifold Thunderhammer queda a vuestro servicio.... ¿Que es esa criatura que atemoriza vuestro reino?"

-Soy rey de hombres, y al igual que los reyes de los enanos, se toman decisiones. A veces, no del gusto de todos.-  El tono del rey no era agrio, si no sincero. -No os escudeis en la honra de la gente pequeña. Pues se conocen historias de las guerras iniciadas por codicia, antaño.- Apoyó el mentón sobre el puño, que descansaba en su rodilla.

-No hace falta combate, pues me es dificil imginaros tras los sucesos acaecidos en mi reino. Los cadaveres de aquellos que os atacaron en los caminos dicen muchas cosas. Esas criaturas, bestias de la oscuridad, no son comunes, si no en las leyendas. Los fomor, guerreros avidos de sangre, que al igual que a vosotros, ya nos han atacado a nosotroso. ¡No dejaba de ser una amenaza!. Pero era defendible, con empalizadas y acero. Pero esta criatura... esta bestia...- Su tono se apagó. Hasta que pasado un tiempo, tomó una decisión. Y se levantó.

-Se que ha llegado a nuestra costa un Drakkar que estabamos esperando. ¡El lobo negro esta en sus velas!. ¡Wolwyff ha llegado!. El hijo de Gunthar acabará con el demonio... Y quizá podamos ahondar en las razones del mal que se cierne sobre nuestras cabezas... ¡incluso de la de los enanos!.-

Se acercó hasta la puerta, pero antes de salir les dijo.

-Sois libres, y se os devolverán las armas. Pensad quizá, señor de la gente pequeña, que vuestra ayuda quizá sirva para terminar con la amenaza que se cierne sobre todos nosotros... Buen dia.- Y salió por la puerta. Los cuatro guardias le siguieron, dejando la puerta abierta.

 La joven sin decir nada ve como parte el rey Ilushkano, asombrada de que no le haya dirigido la palabra. Mejor así, pues estoy libre para acutar como me plazca.

 Al partir hace un pequeño gesto de reberencia al rey.

Con un sonoro gruñido, el enano se despide del monarca... para despues volverse con una sonrisa hacia la doncella Evea y decirle:

"Creo que esa es su forma de invitarnos a comer algo..." Coloca el brazo para que la muchacha se agarre a el y empieza a caminar "Esperemos que entre vuestras ropas halla algo con lo que dar envidia a las dams de esta Corte..."

Todavia sonriente, Taifold guiña un ojo a sus acompañante y salen de la habitacion....

"¿Wolwiff? Ese nombre me resulta vagamente conocido, pero no acabo de situarlo... ¿Hijo de Gunthar? Tendre que conocer a ese Lobo Negro"

Al salir fuera de la cabaña, el enano sintió como si no hubiera salido de la casucha oscura. El cielo estaba gris plomizo, cargado de agua, mientras teñia todo el lugar de un ambiente palido, carente de vida. La fortaleza de Heorot estaba construida al estilo de los hombres del norte. Eran construcciones en su mayoria de madera, con techos muy agudos, para facilitar la caida del agua sobre los tejados. La muralla estaba construida en madera, de forma rudimentaria, y los caminos eran de tierra sin grava. Gracias a la lluvia, ahora era barro.

En cambio, el fortín estaba construido en roca basta con mortero. Era una fortificación de base cuadrada, no muy amplia, que trepaba a un altozano de manera desigual. Un torreón coronaba la esquina mas alta, apuntando mas la fortificación de bastas esquinas. Los muros eran gruesos, donde no colgaban pendones ni adornos. Y no tenía ventanas, en su lugar tenía troneras pequeñas y alargadas en vertical, pues la arquitectura no había conseguido aumentar su tamaño, sin disminuar la fuerza estructural del edificio.

Las calles estaban vacias de gente y vida. Los pocos que se movian por el barro estaban callados y centrados en sus quehaceres. Asi como los guardias, armados con mallas y casquetes, con espada al cinto, caminaban taciturnos mirando a todos lados, sin conversación. No se veian niños en las calles, y si se llegaba a ver alguno, éste corria con rapidez de una puerta a otra, pues sus madres no los dejaban llegar mas lejos. Era un pueblo sin vida, palido y gris como el clima de las islas del norte.

Un norteño, de cara picada por la viruela y cabello rojo, dejó los bultos de los dos viajeros a sus pies. Y con voz algo mas socarrona les dijo.

-Mi señor Hrotgar les invita a la alegre pitanza que se comerá en el fortín, para celebrar la llegada del heroe Wolwyff.- Éste les sonrió con cierta dejadez, como aquel que lo ha perdido toro, y ya solo queda reirse de la muerte. -Se me ha encargado el agradable puesto, que no por ello peleado por nadie mas, de hacer de guia de vuestas señorias.-

 La joven aferra el brazo de Taifold.

 - Vayamos a ver lo que se cuece, respecto a mi indumentaria, mucho me temo que no he traido ningún vestido de corte, pues poco me pensaba que lo necesitaría.- Dice medio en broma medio en serio.

 Una vezfuera el desolador paisaje causa una bajada en la luminosidad de la mirada de la joven. Esta imagen me recuerda Arabel, despuésdel saqueo, que triste y tétrico... Dónde estará Tianna en estos momentos? Que el Caballero Rojo te guarde, hermana.

 - No creo que haya corte donde lucir ningun traje, tampoco.- Susurra a su acompañant.

 Una vez fuera, aparece un hombre, de mediana edad, peirrojo. Presentándse como nuestro guía y traiendo nuestro equipo. Recojo mis enseres y me los visto, ciñéndome el cinturón armado, y colgando el carcaj con el arco al hombro.

 - Me llamo Evea, encantada.- Dice con una agradable sonrisa.- Como has dicho que te llamas?

Taifold guarda silencio mientras recupera sus pocas posesiones y oye al humano quejarse amargamente de su suerte, observando a la doncella ceñirse sus armas...  "Asi que Evea es una doncella guerrera... esta muchacha esta llena de sorpresas" El rostro del enano conserva su calida sonrisa ante la inocente pregunta de la joven... "Con sus palabras, tranquiliza al aldeano y, de paso, consigue informacion... me pregunto de donde vendra"

"Muy bien, joven Evea, impresionemos al "Lobo" Wolwiff. Tengo ganas de conocerle en persona, pues hasta en mi pueblo tenemos conocimiento de sus gestas"

El hombre le devolvió la sonrisa a la muchacha.

-Mi nombre es Aesher, señora. Y todavía no han llegado a nuestro fuerte. Wolwyff y los suyos han sido avistados en la costa, y hemos enviado un emisario a recibirlos. Mientras tanto, si quereis, podeis instalaros en una de las dependencias de mi casa.-

El hombre iba vestido con las tipicas telas bastas de los norteños. Unas calzas y una camisola, con botas. Y aunque el clima no era nada amable, el hombre no llevaba nada mas de abrigo.

Mientras os guiaba, se cruzó con varias patrullas, que le saludaron alegremente en su idioma. Al poco tiempo, llegaron a una casa, como cualquiera de las que allí había. De techo alto y espigado, fabricada en madera oscura.

-Pasad, por favor.- Dijo, como siempre, con una sonrisa.

Gracias a que Evea conocía el idioma Ilhuskano, pudo notar el deje de respeto con el que le hablaban los hombres a Aesher. Le trataban con el termino "mylord", y le comentaron que el mismisimo rey Hrotgar en persona le esperaba para iniciar el "consejo de leales".

 Justo antes de entrar la joven.

 - Gracias Aesher por ofrecernos compartir tu techo con nosotros, unos desconocidos.- La joven muestra a una agradable sonrisa.- Espero que no le moleste a tu esposa.

 Una vez dentro contempla la decoración de la residencia con atención.

 - Parece ser que soys muy respetado entre vuestra gente. Es por linaje o por gestas?- Dice d golpe, tanteando el terreno.

Mientras caminan hacia la casa del norteño, el rostro de Taifold adopta un gesto adusto, mientras su experta mirada recorre el fortin de arriba abajo...

"Aunque el resto del pueblo esta construido a la manera humana, el fortín es un buen ejemplo de trabajo y dedicación. Una construcción recia, hecha para perdurar y aguantar los embates del tiempo y de los enemigos... supongo que con un poco de tiempo, podría mejorarse"

Para cuando llegan a la residencia de Aesher, el enano ya es conscientes de que este hombre no es un criado o un soldado renuente, sino de un pilar de su comunidad, querido y respetado por el pueblo llano.

"Gracias por vuestra hospitalidad Maese Aesher. Procuraremos causaros los menos inconvenientes posibles"

Con disimulo, Taifold descarga su bota sobre el delicado calzado de Evea, a modo de amonestacion por su ultimo comentario...

 La joven aparta el pié, el pié que le ha pisado el enano.

 - Auuuu.- Mira al enano preguntándose que ha pasado. Luego recapacita ante sus modales.- Ho perdone, estaba pensando en voz alta, espero que no le molestara, no se sienta obligado a contestar.- Luego le mira con picardía.- Si no quiere, claro.

Aesher soltó una risotada muy fuerte.

-Si hay algo que me gusta realmente de una mujer, es que sea descarada. Pero si además, es salvajemente hermosa, no hay manera de que me pueda ofender...-

El interior de la casa era austero, y basto en decoración. La entrada era un gran comedor. Al final había una pequeña cocina con una despensa. Una escala de piedra, subía hasta el piso de arriba donde estarían probablemente dos habitaciones con jergones de paja. Las pieles abundaban, para dar calor en invierno. Estaban en muy buen estado, y cuidadas. No había objetos de valor, pero si trofeos de caza mayor, y armas y armaduras ganadas en combate. Anclada justo encima de la chimenea, estaba un gran garrote de metal, imposible de haber sido sostenido por un solo hombre. La casa estaba deshabitada, y muy probablemente no habia mujer compartiendo su vida con el guerrero. La casa tenía una marcada austeridad varonil.

Acercandose con presteza hasta un arcón, sacó tres jarras de metal a las que les quitó el polvo con un trapo del mismo arcón. Con alegría entró en la cocina y sacó una basija con licor, que sirvió con generosidad. Les dió una a cada uno.

-Entre mi gente, el linaje tiene una importancia menor, pues incluso el hijo de un rey no durará mucho, si sus jestas no lo respaldan. Llegaría a oidos de otros reyes norteños de su debilidad, y pronto sus drakkares estarían atracados en nuestras costas. Por eso, constantemente hemos de combatir, para demostrar nuestra habilidades, y conocernos a nosotros mismos y a los demás.

Taifold pone los ojos en blanco, desistiendo de cualquier tipo de intromision... "Acaban de encontrarse el Hambre con las Ganas de Comer"

Con un discreto bufido, se aparta un poco, para dejar caer la mochila junto a las pocas pertenencias que llevo al combate... discretamente, su mirada recorre la casa, observando los trofeos, las posesiones y demas utensilios, a fin de catalogar a su anfitrion.

"Sabias palabras las vuestras, mas cuando mas peligrosa es una fiera, es cuando se ve herida." El enano acepta de buen grado el licor que se le ofrece, con un sentido gesto de asentimiento "Vuestros enemigos descubriran esa fiereza, si osan atacaros confiando en la debilidad de vuestro señor... Un licor excelente, muy suave"

Satisfecho, Taifold chasquea la lengua, mientras se sienta en una banqueta... "Aesher, ¿como de mala es la situacion?"

 La joven se ruboriza un momento ante las palabras del guerrero, y soníe tímidamente. Mustiano un: Gracias.

 Cuando Aesher le entrega la jarra, repleta de licor, primero lo olfatea y luego lo degusta un poco. Al tragarlo su rostro muestra una expresión afable, pero a medida se dsliza garganta abajo, quemándola, arruga un poco el gesto y deposita de nuevo la jarra en la mesa.

 Mientras Taifold habla con Aesher, Evea aprovcha para dar un vistazo a los trofeos que cuelgand de las paedes. Caray parece que no le tiembla el pulso ante advesarios de gran tamaño.

Aesher se permitió un momento de meditacion, mientras observaba el arma de gigante, que estaba colgada sobre la chimenea. Saboreo un poco de su jarra y como si se hubiera olvidado de que tenía visitas en su casa, despertó con una sacudida de su ensimismamiento. Como si ese momento de pesar se hubiera borrado de sus pensamientos, recobró esa triste sonrisa, que habia tenido al presentarse fuera.

-¿La situación... decis?. Nosotros los de Norland, celebramos con asiduidad, multitud de fiestas. Nos encanta beber, cantar y retozar con mujeres. Bien es sabido por todos, que nuestras fiestas son las mejores...- La sonrisa se le congeló en el rostro. -Pero desde hace algunas lunas, cada vez que mi señor hace un festejo, la criatura hace su aparición, matando a todo aquel que ose enfrentarsele. Como a...- Se contuvo, y despues apuró otro trago bien largo de ese duro licor -Bueno, a todo el mundo. Las armas no le hacen mella, las flechas no le hieren. Los norteños somos hombres de valor, y ya hemos luchado tres veces contra la criatura. En el último encuentro, a mi lanzó a través de una ventana, y para cuando desperté ya había terminado todo.-

Dejó la jarra con presteza sobre la mesa y se enfiló hacia la puerta.

-La reunion será tras la cena. Utilizad lo que necesiteis aqui, alli hay una jofaina con agua por si quereis asearos. Yo he de hacer algunas cosas.- Y salió por la puerta.

 La joven despide al guerrero al partir por la puerta.

 - Hasta más ver.

 Tras la partida de Aesher, la joven se levanta, pone su equipo en la mesa y lo repasa. Su mochila, sus armas, sus prendas. Tras cerciorarse de que todo está en orden mira a su compañero de fatigas.

 - Taifold, lamento la pérdida de tus compañeros. Si quieres hablar de ello te escucharé encantada.- Suposado es serio, una sombra cruza su mirada, denotando gran experiencia, mucha más de la que se podría estimar por sus delicados rasgos de jovn muchacha.- El hacerlo ayua, en ocasiones, a enterrarlos y dejarlos partir en paz, junto a sus ancestros.