Partida Rol por web

 La joven sonríe pícaramente.

 - Entonces lo tengo peor pues!- Sonríe quitando seriedad a las palabras.- Pues rehuyo todo combate que puedo y nunca he sido especialmente buena con las armas.

 Pone las manos en su fino talle mirando al anciano.

 - Pero creo que os confundís. Ciertamente tube el tutelaje de una gran sierva del Caballero Rojo, más yo no me siento especialmente inclinada en su devoción.- Saca una pequeña medallita que cuelga de su esbelto cuello, en una humilde cadenilla de cobre, la medallita tiene la forma de una moneda.- Yo me siento más cómoda con la Dama de la Fortuna, Tymora.

Hace una breve pausa contemplando la medallita, mirandola dice.

- La experiencia me ha enseñado, que muchas veces de poco sirve ser buena, hábil o fuerte, si no tienes la fortuna de tu lado.- Luego mira al Viejo Roble dedicándole una afable sonrisa.- Como ves creo que te has confundido.- Dice guardando la alhaja en su escote de nuevo.

Todavia furioso, Taifold recupera la tranquilidad y las formas...

"Que quede dicho. No rechazo desafios ni tolero ofensas a mi honor. Mas, di mi palabra de enano: Ese monstruo no saldra indemne de una confrontacion. Estupido seria, sin duda, debilitar a los defensores de este salón. Ya habra tiempo de arreglar nuestros asuntos, Zenram, servidor de Bahamut"

Con esas palabras y una reverencia hacia Evea y el muchacho, el enanose zambulle de nuevo en la algarbia para tomar una copa de hidromiel y fumar en pipa, sumido en oscuros pensamientos. El escudo reposa cerca de él, a mano y el martillo se mece en la cintura, acompasado con la respiración del guerrero.

El viejo se rió afablemente con sabor a cerveza.

-Tu opinión le tiene sin cuidado a los dioses. El caballero rojo te observa sin duda, tu puedes decir lo que quieras.- Le dijo sin intención de ofender. -Y aqui en el norte, tenemos un dicho. ¡La suerte le sonrie a los valientes!. Y no me intentes engañar, esa arma de tu costado no es ningún juguete.-

 La joven sonríe, una sonrisa muy agradable y hermosa.

 - Sea pues, que no sea por falta de dioses a mi favor.- Luego acaricia su florete.- No, en verdad no es ningún juguete.- Mira al anciano de nuevo, para esbozar de nuevo otra sonrisa.- Ahora sólo me queda saberlo usar como es debido. Pero si puedo prescindir de él mucho mejor, por eso siempre tengo a mano mi Lira.- Dice acariciando la oscura madera labrada de su arco corto compuesto.

 Hace un leve saludo.

 - Si me disculpaís, había un joven que me había retado a cantar una canción, justo antes de que el caballero Zenram y Taifold tubieran el intercambio de opiniones.- Hace una pausa.- Mucho gusto de conocerte, Viejo Roble.

 Sin más la joven se dirige hacia un rincón con una mesa más o menos despejada. Se sirve una copa de vino especiado.

El paladín asiente sin mediar palabra, con el escandalo generado era evidente que todo derivaría en un pleito de cantina y nada mas lejos de los deseos de Zenram, por lo que el guerrero se limita a alejarse un tanto del enano mientras que su mente comienza a divagar en los resultados del próximo enfrentamiento...

 La muchacha se sienta en una barra alta, sacando un pequeño laud, tocando un par de notas cerciorándose de que está bien afinado.

 Mirando al muchacho que antes le pidió que cantara le dice. Hace unos gestos en el aire, creando unos puntitos de luz, que van estallando en sonidos graves y agudos.

 - Bien, a ver que tal suena esta canción, esta la aprendí en lejanas tierras, en el continente, un lugar llamado Calimshan... suena así...

 Los efectos del encantamiento que ha lanzado siguen el compás de la música, haciendo sonidos de percusión siguiendo la tonada.

 Al terminar queda sumida en unas reflexiones.

La melodia que Evea interpreta desconcierta al estoico enano, mas acostumbrado al eco de gaitas y tambores, que a los ritmos melodicos de Calimshan... los sutiles acordes acarician los oidos del guerrero, erizandole los cabellos de la nuca...

"Por las barbas de Moradin, que sonido tan extraño...  diria que es incluso sensual..." Las curtidas mejillas del enano se arrebolan y disimula con un buen trago de hidromiel... "Es hermosa la condenada... de ojos oscuros y azabache melena. Por Moradin, que si se cruza Zenram en mi camino, lo desencuaderno... Maldición"

Sumido todavia en un torbellino de pensamientos, a Taifold se le escapa que Evea ha dado por concluida su actuacion y permanece de pie, con la mirada perdida, sin decir palabra.

Llegada la media noche, el rey se levantó. Con chispeantes ojos fruto de la bebida, se dirigió a su pueblo con alegria.

-¡Mis señores!. Esta noche tenemos entre nosotros a un gigante entre hombres. Wolwyff de los diez lobos. Que junto a sus hombres, acabarán con la bestia Grendel.  Es la hora de los valientes, el momento en que hemos de marchar.-

Las gentes comenzaron a salir del Hall, seguidos por soldados y hombres de armas. Algunos demasiado borrachos para combatir, otros cabizbajos sin mirar atras. La sala se fué quedando vacia, a excepcion de unos pocos...

Adasdair se estiraba en su silla. Habia dejado de beber hacia tiempo y su mente estaba tan afilada como podía ser pasar la noche en los tejados de AguasProfundas. Suspiro... mirando al resto divertido, con un brillo de picaresca en sus ojos y una sonrisa en sus labios.

- Entonces, ¿ha llegado el momento?

La hora había llegado, el momento esperado se acercaba irremediablemente hundiendo el ambiente en la tensión común al inicio de un combate, aun que en esta ocasión el enemigo fuera desconocido, Zenram se limitó a tomar su espadón por el pomo mientras elevaba una oración a Bahamunt.

 La joven tras unas cuantas canciones más come un poco de asadao y bebe un poco de vino especiado, sin dejar que le nuble el juicio.

 - Os acompañaré en este épico enfrentamiento contra la bestia, que clase de trovadora sería si rehuyera la oportunidad de ver como se forjan las leyendas.

 Saca su acero de su vaina para comprovar que sale sin impedimiento, satisfecha lo envaina de nuevo.

 Luego toma su arco y se ubica en un rincón más o menos resguardado, junto a un pilar.

Cuando el Rey anuncia la proximidad del enfrentamiento, Taifold sale rapidamente en direccion a la casa de Adereas, su anfitrion, con intencion de enfundarse su armadura. Mientras se encamina, en la oscuridad y la frialdad de la noche cerrada, nota la creciente excitacion previa a la batalla... "¿Es este el momento Moradin? ¿Recuperare mi honra y mi orgullo como hijo de mi padre?

-¡He dicho que me quedo!, sucios bas...bastardos... ¡hijos de mala madre!- Varios hombres, entre ellos Herger, intentaban sujetar al norteño para arrastrarle fuera de Hall. Hasta que el mismo Wolwyff le dirigió una mirada firme que contuvo al hombre. Luego una sonrisa sesgada del lobo le quitó hierro a la mirada, y Helfdanne aceptó a regañadientes, y salió tras el rey.

Eigil cerró las puertas del Hall, dejando encerrados dentro, a los extranjeros y a los hombres del norte de Wolwyff. Serían Evea, Taifold, Adasdair, Zenram, Edgtho, Herger, Eigil y el mismo Wolwyff.

Las puertas dobles del Hall se abrían a una sala amplia de planta rectangular, con unos trabesaños y escuadras que mantenían el techo a gran altura. El trono estaba en una pequeña elevacion de dos escaleras. Donde estában dos sillas de madera muy gruesa y antigua. En las paredes colgaba escudos grandes (Paveses) con blasones antiguos. Aunque la madera era vieja. Dos hileras de mesas largas de comensales llenaban la estancia hasta el final. Justo en el centro de la sala, un perol grande donde se había hecho el puchero de la cena estaba enfriandose sobre unas brasas recientes. Algunos basos de peltre y botellas quedaron sobre las mesas.

-Muy bien señores... aqui estamos. ¿Quereis decir algo?, ¿Sobre la tactica o vuestras habilidades?-

Parecía fortalecido, ahora que estaba próximo el combate.

El guerrero tomo el pomo de su espadón y lo desenvaino lentamente cual si se tratase de un complicado ritual, enseguida rodeo la empuñadura con ambas manos al tiempo que sopesaba su movilidad y balance, su cadencia y ritmo, el paladín dibujo un par de cortes en el aire, lentos, sinuosos. Cuando esteis listos...

 Evea con la extraña sensación de mariposas en su barriga mira como los valientes se dispone a plantar cara a la bestia que pronto acudiría. Que empujaba a dichos guerreros, valentía o temeridad?

 Entona una dulce tonada, que aumenta en crescendo las notas se dibujan en el aire, rodeándola. Dándole determinación en la mirada.

 Y luego, con su Lira en las manos, alguna vez ya se ha referido durante la fiesta de este modo a su corto arco de madera oscura, entona unas canciones, con las percusiónes y coros que la acompañaban en sus otras interpretaciones, que empiezan siendo profundas para ir tomando forma en las mentes de los oientes.

Resoplando, el enano se cuela entre las pesada puertas que se cierran sobre el salon, enfundado en su armadura completa, con el martillo en la diestra y el escudo en la siniestra. Pesadamente, el enano se coloca en las cercanias de Evea, mientras lanza miradas escrutadoras a los altos travesaños del techo...

"Aqui estamos, gentes de Faerun, unidos en la guerra... frente al mal que nnos acecha."

Viendo como sus compañeros toman posiciones, aparentemente sin orden ni concierto, Taifold gruñe entre dientes...

"Moradin, protege a este tu siervo y ayudanos a salir victoriosos"

La musica de Evea evoca en la mente de Thunderhammer, el sonido de las batallas ancestrales de su pueblo, los himnos de batalla, las endechas a los caidos... Lentamente, balancea suavemente su arma, acunandolo al son de la cancion...

Todos se prepararon con sus armas y armaduras. El tiempo pasó lentamente. Cada minuto se alargaba horas mientras esperaban en la sala. Nadie hablaba.

Llegó la medianoche y un gran estruendo golpeó la puerta principal. Luego fué seguido por otros, cada uno de ellos mas fuerte que el anterior. La madera se astilló y en algunos lados se partió. Parecía que estaban usando un ariete contra la puerta. La madera vibraba y del techo caia trozos de polvo y madera. ¡Iba a echar la puerta abajo!.

LA puerta estalló en mil pedazos atravesada por una criatura enorme que casi llegaba al techo. Era una bestia humanoide, de piel estirada y gris, un remedo de hombre deforme y de cara ajada y fea. Sus brazos eran largos y fibrosos y sostenía una gran claba mas grande que cualquiera de los hombres del norte. Una amalgama de pieles de animales muertos hacían las veces de armadura. De su cinto hecho de soga colgaban sacas, restos de animales y lo que parecían trofeos de combate: Miembro humanos...

Con un grito ensordecedor amenazó la sala entera, escupiendo de su boca deforme y bulbosa. Su voz era ciertamente aguda e hirritante.

-¡Fuera de aqui!...-