Partida Rol por web

- ¿Uh? No, no. ¿Qué podría estar haciendo? -ladeó la cabeza haciéndose la tonta, aunque dando a entender lo contrario en aquella sobreactuación, quizás bromeando o tonteando. En todo caso sí que terminó abandonando el barreño, estirándose de brazos y desperezándose un poco cuando creía que por lo menos no estaba mirándola de pleno, tal vez para no parecer una exhibicionista. En contradicción a ese pensamiento, no se molestó en cubrirse con la toalla y tomó con naturalidad las flores que había traído.

- Es una buena idea. Me gusta que las flores sigan siendo flores en este lugar -dijo riendo un poco- Hay que andarse con ojo, no sea que nos encontremos con plantas devorapersonas o algo por el estilo -repuso entre divertida y preocupada. Lo cierto es que nada impedía que así fuera. De todas maneras se dispuso a machacarlas tal y como había comentado, con tal de emplearlas para perfumar el baño.

- Aunque no lo parezca tampoco suelo parar quieta -comentó frotándose los ojos con delicadeza, tras lavarse las manos no fuera que los jugos de las flores le causaran escozor- Pero he acabado rendida, hoy. Se me cerraron los ojos cuando te fuiste. Pero se te da bien mantenerme despierta -añadió con una ligera sonrisa, diciendo aquello sin ningún tipo de enfado.

Al cabo de un rato, vertió el resultado sobre la bañera, mirando algo ensimismada los pétalos aplastados tras ello. Se sentó en el borde del barreño una vez confirmó que se mantenía estable y miró de nuevo a Cassandra.

- Y hablando de cosas que hacer... ¿en qué sueles invertir el tiempo? Yo leía bastante, aunque últimamente prefería meterme en embrollos -confesó tras pensar un poco- También estuve un tiempo participando en un teatro, pero éramos aficionados, nada de importancia.

-Pues ya sabes, cosas normales. El clima allí impedía prácticamente cualquier reunión social con cierta constancia, y eso sumado al tiempo que pasaba estudiando, pues no hacía muchas cosas interesantes. También leía mucho, y poco más. 

Se puso los guantes y vertió el agua caliente en la bañera, recargando el vapor que se había dispersado. El lugar ya parecía una sauna, y eso le hacía sentir un poco extraña, no estaba acostumbrada a tanto calor, pero tampoco era demasiado molesto, simplemente diferente.

-Y no tenía demasiados amigos... La mayoría de la gente de Rusia no lleva el mismo rollo que yo y bueno... Digamos que hacía lo justo para agradarles...- Su tono de voz se apagó un poco, mostrando un claro signo de vergüenza, pero no la misma que había mostrado hasta ahora, pero pronto volvió a su expresión pensativa de siempre.

Se retiró de nuevo la toalla, esta vez con un poco de menos timidez que la otra vez, y volvió a entrar en el agua. El dulce aroma y el cosquilleo de los pétalos con su piel enseguida relajó todo su cuerpo. Era como estar flotando en una nube perfumada.

-Ah bueno, las navidades a veces iba a Portugal con mi abuelo... Allí la gente es fantástica, mucho más cercana y amigable, y la verdad es que me sentía un poco más cómoda. Pero claro, sin conocer el idioma, poco podría hacer allí... Su rostro se ensombreció, mostrando una mezcla de añoranza, arrepentimiento y tristeza. Claramente, era un tema profundo para ella, y se sorprendió a sí misma de poder hablar de eso con una casi recién conocida.

Se enjuagó la cara de nuevo, quizás para ocultar alguna lágrima, pero también por el gusto del tacto del agua. -Y hablando de idiomas, ¿no te parece extraño que podamos hablar? Estamos en un mundo distinto, y además somos de distintos paises. ¿Que habrá pasado para poder comunicarnos? ¡No puedo esperar a ver como es la escritura aquí!

Le hizo unos gestos para que se uniese al baño, haciéndole un hueco para que se colocase donde más gustase, mientras le decía:

-¿Y en que clase de embrollos te metías, si puede saberse?- dijo con una sonrisa. Claramente no se esperaba nada serio que unas novatadas o quizás algún trapicheo.

- Ya lo imagino, no debe ser nada agradable moverse a bajas temperaturas. ¿De qué zona eras? -preguntó con cierta curiosidad, aunque desde luego sólo conocía un puñado de ciudades rusas importantes, por lo que si se salía de las cuatro de siempre, no llegaría a situarla en el mapa.

- Mhmm. Bueno, tampoco tenía un gran círculo de amigos. Éramos un grupo de cuatro o cinco, pero al menos eran amigos de verdad -sonrió con cierta amargura sabiendo que era improbable que volviera a verlos- No ví ninguno de ellos entre los refugiados, aunque tal vez deje algún cartel. No es que tenga grandes esperanzas, pero que no quede por no intentarlo, ¿uh? -hizo una pequeña pausa observando a Cassandra. Se voltearía para dejar las piernas sumergidas en el agua, aunque se mantendría por el momento sentada en el barreño- Los rusos son un poco tontos entonces, ¿no? Sin ofender, pero no denota mucha inteligencia distanciarse de tí -expuso de manera sincera. No es que conociera en profundidad a su compañera, pero consideraba que se le daba bien juzgar a las otras personas y en principio se había llevado una muy buena impresión de ella.

- No conozco demasiado de Portugal, pero es cierto que en general la gente del Mediterráneo es bastante abierta -concedió asintiendo un par de veces. Debió percatarse del gesto de la chica, pues Dellanie la miró algo preocupada. Terminó por bajar con cuidado para sumergirse, y de paso le dió un fugaz abrazo a Cassandra, aunque evitó alargarlo demasiado- Igual no debí tocar algunos temas, ¿mm? Es bueno tener recuerdos favorables, pero no hay que darle cancha a la nostalgia.

- También me percaté de lo del idioma. Es como si todo el mundo se entendiese. ¿Quizás es cosa de este mundo? Ni idea... -terminó por encogerse de hombros, algo dudosa- ¿Crees que los escritos también los entenderemos? No sería raro dadas las circunstancias.

Ladeó un poco la cabeza ante la última pregunta y no respondió de inmediato, llevándole un rato.

- Uh, bueno. Hacía cosas que no estaban bien -declaró sin aparente arrepentimiento- Pero tampoco diría que eran malas. Por ejemplo, me gustaba colarme en algunas casas, sobretodo cotilleando jardines cuando los dueños no estaban. Pero no hacía nada desagradable, ¿vale? -aseguró aquello con insistencia, quizás dándose cuenta de que aquello no era algo que se comentara abiertamente de manera tan feliz como estaba haciendo.

Era de un pueblo a unos 50 Km al norte de San Petersburgo, y aunque los sitios están muy climatizados y tenemos abrigos enormes, sigue siendo algo incomodo. La verdad que me resulta raro poder estar bañándome al aire libre- Rió mientras removía distraídamente el agua y veía a los petalos moverse y flotar. Hablar de su tierra no le provocaba demasiada añoranza, nunca había estado muy apegada a ella, y siempre había querido irse a otro lugar en cuanto consiguiese un trabajo.

Cuando Dellanie dijo aquello, y le dió un poco pena. Su transición había sido fácil, tampoco es que hubiese perdido mucho, pero en cambio ella... -No te preocupes, si quieres te puedo ayudar a colgarlos-  Iba a decir que no se hiciese ilusiones, pero se calló para no hurgar más en la herida.

-No es que sean tontos, simplemente son bastante cerrados... Es como si fuese un error que naciese allí, más con lo último que estaba pasando... No dijo claramente a qué se refería, quería comprobar como de enterada estaba ella sobre la situación de su país, y sobre que podría intuir a raíz de ello. -Cada uno es como es, y no puedes hacer nada. Lo que sí puedes hacer es elegir con quien pasas tu tiempo.

Cuando le dio aquel abrazo, su mente quedo totalmente en blanco, sustituida por el contacto de sus pieles. Había sido un fugaz momento, cortó como un rayo pero enorme como una estrella, una estrella de cariño y calidez. Entendió porque qué había durado tan poco, y deseó con todas sus fuerzas que no hubiera sido así, pero ya no podía hacer nada. Enrojecida y con un leve temblor le dijo -No, no te preocupes... Es solo que hacía mucho que no pensaba en eso con todo el ajetreo de estos años con la carrera- Se frotó un poco la cara, la miró sonriendo y concluyó -Estoy bien, tranquila

Mientras se recolocaba, rozó de nuevo la suave piel de su pierna, medio adrede medio sin querer, pero a quien iba a engañar, sentir el contacto de otra persona era mucho mejor de lo que jamás habría imaginado; sólo que no quería hacerla sentir incómoda, así que decidió colocar sus manos encimas de sus propios muslos. Esperó a que terminase de hablar y le respondió amablemente. -Mientras no hicieses daño a nadie, supongo que no pasa nada- realmente pensó que era una conducta muy infantil, pero acababa de salir de la adolescencia, y en esa edad se hacen muchas tonterías, por lo que no añadió nada al respecto.

Estuvo un rato más en silencio, no sabía muy bien que más decir y el cansancio estaba haciendo mella. Decidió hacer una última pregunta, y si eso no daba mucha más conversación, le propondría de echar una cabezadita, y con suerte la ropa estaría seca al despertar.

-Y bueno... -dijo en un tono de tentativa-  ¿Y qué quieres hacer a largo plazo? ¿Quizás encontrar a tu chico ideal y formar una familia, o no eres de esas?

Dellanie asintió un par de veces ante las menciones del duro clima en el país natal de su acompañante. Lo cierto es que le costaba ponerse en situación, aunque bueno, aunque en París las temperaturas no solían ser tan hostiles, de tanto en tanto se enfrentaba a épocas lluviosas poco agradables.

- Lo cierto es que la situación aquí es envidiable. Al menos en cuanto el tiempo que hace -repuso con una ligera sonrisa antes de terminar de acomodarse en el lugar. No rehuía al roce y de hecho parecía apuntarse a prolongarlo, si bien evitó hacer gestos demasiado evidentes, era obvio que disfrutaba de su tacto.

Ladeó un poco la cabeza cuando algunas de las palabras de Cassandra captaron su atención. Al principio no tenía muy claro a qué se refería -tan extensa como era Rusia y siendo varios los conflictos en los que se involucraba directa o indirectamente hacían complicado que acertara- pero cuando mencionó aquello de que cada uno era como era, se le encendió la bombilla. 

- Cuando dices cerrados... no te refieres sólo a tener poca curiosidad, ¿verdad? -hizo una pequeña pausa sin saber muy bien si era de buena educación hacer una pregunta tan directa. Frunció los labios por un instante, en una mueca que bien podría parecer preocupada: tampoco quería avergonzarla. En todo caso decidió arriesgar- ¿Es posible que te gusten más las chicas? -por el tono con el que se pronunció, estaba claro que no le parecía algo ni mucho menos negativo.

- Era una manera de sentirse viva -rió de forma algo infantil, pero asintió- Nunca habría molestado a nadie. Nadie que no se lo mereciera, claro -dijo lo último más bajito.

- No sé si me plantearía formar una familia -comentó de manera sincera- No me lo planteaba en la Tierra, ahora todo ha cambiado y no sé si figura en mis prioridades... tampoco sé si sería con un chico o con una chica -expuso aquello independientemente de qué respuesta pudiera darle anteriormente- Te ves cansada, ¿quieres que durmamos un poco? -preguntó adelantándose, quizás viéndoselo venir. Aún así, habiéndose percatado de que no había rehuído al contacto anteriormente, buscó acurrucarse en ella.

Bum.

Algo había estallado en Cassandra, algo grande y peligroso. La adrenalina fundió cada músculo y nervio de su cuerpo, suméndola en un estupor como nunca había sentido. La carrera por el bosque huyendo de una bestia horrible y salvaje parecía un juego de niños al lado de lo que sentía ahora. Si no se levantó y salió corriendo de allí fue por el tono amable con el que lo dijo, pero su cuerpo estaba en un estado de parálisis, sin saber cómo responder. 

Veía que la moca de Dellanie se movia, estaba hablando, pero a sus oídos solo llegaba un zumbido mezclado con los terribles latidos de su corazón. Posiblemente estuviese temblando, aún intentado serenarse. Su mente era un batiburrillo de ideas, tanto catastróficas como maravillosas, lo que hacía un efecto contraste que resultaba en tener la mente realmente en blanco. Se sentía fuera de sí, como si todo aquello fuese una mala comedía de las que ponían en la televisión los fines de semana. Tenía que hacer algo, pero no sabía el qué, así que no hizo nada, simplemente esperó paralizada.

Consiguió entender lo que dijo sobre dormir, recibiéndola sin apenas moverse cuando se intentó acurrucar, y simplemente dijo:

Vale

Y la oscuridad se sobrevino.

Dellanie percibió que su compañera no respondía. Temía haber dicho algo que la hubiera molestado, pero terminó por achacar aquello a su timidez. Tenía sus dudas sobre como debería actuar en aquellos momentos: desde luego, insistir y bromear sobre aquel tema no era una buena opción. Pero tampoco quería presionarla más de la cuenta. Le dió un par de palmadas a la espalda en un vago intento de confortarla o de comunicarle que todo iba bien.

- En unas horas estarás mucho mejor -dijo en voz baja, en apenas un murmuro terminando de apoyar la cabeza en uno de sus hombros. En todo caso se mantendría abrazada a ella tratando de transmitir su apoyo: aquella reacción había sido tan extrema que dejaba claro que lo había pasado muy mal en su tierra de origen. Incluso le apenaba profundamente el hecho de que se hubiera puesto a temblar.

Aunque inicialmente se distrajo repeinándola un poco, su propio cansancio haría que finalmente cediera del todo, cayendo dormida sin apenas ser consciente de ello, lamentándose vagamente por no tener mayores capacidades a la hora de apaciguarla.

Entre una cosa y otra había pasado algo de tiempo, una hora mas o menos y aunque estabais cómodas en la bañera, no erais las únicas que necesitaban usar la bañera. Escuchasteis que alguien tocaba la puerta, no lo hacia de forma violenta pero si para que lo escucharais porque era de madera y era gruesa. -Los ents me han comentado que dos señoritas han entrado en la bañera, hace ya un buen rato.- La voz la reconocíais, era la misma elfa que os había dado la bienvenida, Sayna, que dejo de tocar la puerta pero sentíais que estaba aun fuera. -Estáis bien? Tendré que veros, espero no os importe.

Escuchasteis una oración en un idioma que no entendíais y un fogonazo de luz justo detrás de la puerta, de repente por el marco de la puerta empezaron a escalar unas hadas de luz muy pequeñas, no mayores a la palma de la mano que empezaron a revolotear por la habitación, mirándoos con curiosidad como si os estuviera examinando. Las hadas estaban echas enteramente de luz, su cuerpo era femenino y estaba bien tallada en la luz, eran graciosas y parecían risueñas, os tocaban un poco para ver si estabais bien como si fueran mariposas revoloteando cerca de vuestras caras, no era desagradable a decir verdad.

Los golpes despertaron a Cassandra, pero no fue hasta que escucho un extraño revoloteo que abrió los ojos. Ver de repente a varias hadas alrededor suya fue bastante impactante, pero lo fue aún más ver a Dellanie abrazada a ella. Así que no ha sido un sueño, pensó. En otras circunstancias las habría examinado más de cerca, incluso les habría hablado, pero ahora no. Apartó con cuidado a Dellanie, y sin hacer mucho ruido se colocó su toalla a su alrededor, y salió de la habitación.

Fuera estaba la bella mujer que las había recibido, pero no tenía demasiada intención de hablar con ella, así que simplemente le dijo en voz baja, un poco cohibida y sin mirarle a la cara:

-Si, no te preocupes... Simplemente nos quedamos dormidas. Discúlpeme, voy a por mi ropa.

Fue entonces hacia el árbol donde las había colgado. No estaban demasiado secas, pero no le importaba, necesitaba salir de allí. Se vistió lo más rápido que pudo, sin apenas haberse secado, colgó su toalla usada y empezó a dirigirse de nuevo hacía la ciudad. 

No entendía muy bien que estaba haciendo, ni si era lo correcto. Definitivamente ella se había portado bien con Cassandra, y no se merecía esto, pero necesitaba un poco de tiempo a solas, el shock había sido demasiado fuerte. Se fijó en el área de la bañera, esperando no ver a Dellanie, o por sí la mujer le hacía algún tipo de seña. Había dicho que necesitaba verlas, pero con suerte se olvidaría o simplemente lo decía para saber si estaban vivas. Todavía tenía la boca seca, y no paraba de mover una mano dentro del bolsillo por el nerviosismo; aunque a decir verdad, cuando empezó a caminar, cierto arrepentimiento la sobrevino. Ella la había abrazado ¿Estaba intentando consolarla? Obviamente había visto su reacción, y la pobre chica, en vez de ignorarla o irse, había decidido quedarse y ayudarla como mejor pudo, incluso siendo recién conocidas. ¿Se merecía dejarla sola?

No, definitivamente no lo merecía, pero necesitaba pensar un poco. Se sentó en el árbol donde estaba su ropa, y se quedó esperando a ver que ocurría.

Lo cierto es que Dellanie dormía como un tronco. Tal vez fuera el cansancio acumulado durante la huída, el hecho de haber encontrado al fin un ambiente más o menos cómodo y relajado, o el simple hecho de que de verdad fuera tan perezosa. En cualquiera de los casos tardó en abrir un ojo, echarse algo de agua a la cara y empezar a reaccionar. Para cuando se quiso dar cuenta, Cassandra ya no se encontraba ahí: de algún modo había sido sustituida por aquellas curiosas alas y la voz de la elfa que les dió el recibimiento horas atrás.

Si es que habían pasado horas... sus ojeras eran bastante visibles y habría deseado dormir mucho más.

— Ah, eh, hola -rió por lo bajo, algo apurada- Temo que me quedé dormida... ¿Habéis visto a Cassandra? —preguntó aquello sin saber muy bien cuanto tiempo había pasado, tanto en aquella situación como desde el punto en el que su compañera había marchado.

Ladeó un poco la cabeza enfocando mejor con la vista a aquellas hadas. Había percibido como le daban algún toque, confirmando que se encontrara bien. Lo cierto es que eran criaturas sorprendentes, ¿pero cuáles no lo eran en aquel lugar? De un modo u otro se las apañó para salir del barreño y cubrirse con una toalla.

— Disculpad si me he quedado más de la cuenta por aquí... —añadió después mirándose la zurda, mirando como las yemas de los dedos se le habían arrugado un poco debido a la humedad a la que había sido expuesto su cuerpo.

Las hadas revolotearon un poco mas antes de ponerse cerca de la elfa y seguidamente desapareciendo dejando una especie de polvo de hadas en el aire. -No hay problema, parece que estabais muy cansadas, pero no podéis quedaros eternamente en la bañera.- Sayna vio marchar a Cassandra por su lado, viendo que estaba visiblemente afectada por algo, así que ayudo a que Dellanie saliera de la ducha ofreciendo su mano, pero a diferencia de ambas ella no se puso sonrojada ni nada por ver el cuerpo de una mujer desnuda, después de todo todas erais mujeres en aquella bañera. -No es bueno para la piel, ni tampoco es bueno para la salud, vuestras ropas están mojadas, si vas a tu habitación te las llevare cuando estén mas secas, parece que tu compañera no se encuentra muy bien y se las a puesto mojadas...no es lo mas recomendable a decir verdad pero no soy quien para decirle nada.

Se alejo un par de pasos para que Dellanie tuviera algo de espacio para acomodarse o si quería vestirse podia, ella no os estaba dando ordenes solo consejos. -Si eso es todo, lamento haberos molestado pero mis amigos me avisan de cualquier cosa rara que pase en los dormitorios y soy vuestra encargada esta semana. Os recomiendo ir a los puestos a por algo para comer antes de que cierren, también podríais ir a por ropa sencilla, solo os costaria una moneda o dos dependiendo del sastre.

Dellanie asintió ligeramente, lo cierto es que no parecía importarle en demasía la presencia de la mujer, se limitaba a sostener la toalla mientras la escuchaba. Todo apuro se desvaneció una vez estuvo bien despierta, aquello que le había dado más vergüenza era el hecho de no haber pensado en que requerirían el baño.

—Oh, que aún están mojadas —dijo con un suspiro.

—Por algún casual... ¿no habrá algún método para secarlas más rápidamente? ¿o quizás puedan prestarme alguna muda? Es la única ropa de la que dispongo y supongo que no es apropiado que me pasee con la toalla a la hora de comprar —hizo todas aquellas preguntas mientras se frotaba la nuca, riendo por lo bajo.

Después torció un poco el gesto, algo preocupada por la mención hacia su compañera. ¿Se había ido por algo que había dicho o hecho? O tal vez tan sólo era el shock de encontrarse en un lugar ajeno a su mundo... a fin de cuentas les costaría un tiempo amoldarse a aquel lugar. De toda manera, no quería dejar aquello pasar.

—¿En qué dirección ha marchado, lo sabe? ¡Ah, y gracias por los consejos! Lamento el inconveniente —comentó lo último señalando el baño con un suave cabeceo.

Se quedo mirando la ropa mojada, fue sin pudor alguno y paso la mano por la tela, tanto de la camisa como de la ropa interior, todo. -Esta tela...es muy fina como para que pueda aplicar nada, podría dañarla y se rompería con facilidad. -Comento la elfa tomándola y llevándosela en el brazo para alcanzártela, negando suavemente. -El tiempo es el mejor aliado de la ropa, si fuera una ropa mas tosca quizás podría acelerar el proceso, no seria bueno pero podría, aun así debéis tener paciencia, el sol acabara por hacer su trabajo.

-Tu compañera esta allí, en el árbol sentada, quizás...deberías dejarla unos instantes sola, no parece tener buen aspecto. Te aseguro que aquí todas estáis a salvo, mis amigos están cuidando de que no os pase nada, si quieres algo de ropa podría darte algún vestido mio viejo, mas o menos creo que tenemos la misma talla, no sera nuevo pero podría valerte, vienes?- Pregunto mientras se dirigía hacia a catedral, el pensamiento de Sayna era que si la seguías estaría bien y si no la seguías tampoco pasaba nada ya que ella ya había hecho lo que tenia que hacer allí.

Observó como revisaba la ropa con cierto interés: casi parecía esperar que en cualquier momento un juego de luces delatara algún extraño sortilegio o cualquier tipo de acción de esa índole. Quizás era un poco exagerada al respecto y se le dibujó una pequeña sonrisa cuando escuchó la respuesta: ¡no estaba tan desencaminada! Al menos parecía que de haber sido prendas más recias habría tenido solución. Sonrió un poco ante la perspectiva.

—De todos modos agradezco que lo hayáis intentado. Y tenéis razón, el tiempo es siempre la mejor solución: acelerar cualquier tipo de proceso suele tener una vertiente negativa —comentó aquello con un ligero asentimiento, atenta a las palabras de la mujer. Era verdad que en aquel lugar, con aquellos custodios, se sentía a salvo. Pero la idea de ir paseando por aquel asentamiento vistiendo solamente una toalla era demasiado para ella: no le importaba la desnudez, si bien tampoco era una exhibicionista.

Miró entonces hacia el mencionado árbol y asintió despacio. Quizás era mejor así, darle unos instantes a Cassandra para que ordenara las ideas... tampoco quería ser demasiado insistente hasta el punto de hacerse pesada, entendía que tampoco la conocía de tanto como para atosigarla.

—La verdad es que me hariáis un favor, aunque sea temporal hasta que vea alguno de los sastres —respondió alegremente, la elfa se había probado generosa y no iba a menospreciar aquella oferta. Admiraba que se dedicara a ayudar a los demás de manera aparentemente desinteresada— Quizás de paso pueda traerle un poco de comida cuando vuelva. Los dulces siempre mejoran el ánimo —dijo dedicando un cabeceo sutil en la dirección en la que se encontraba su compañera.

No tardó en seguir los pasos de Sayna, desde luego, era una mujer de ideas firmes. ¡No había aguardado ni un momento! No era algo que fuera a echarle en cara, simplemente le pareció divertido. Aunque quizás ella habría actuado de un modo similar.

Los pasos de Sayna te llevaron a la catedral donde poco a poco ya iba entrando y saliendo menos gente, podías echar un vistazo rápido, al contrario que las catedrales de vuestro mundo, mas que un sitio religioso aquello parecía una oficina extraña. Gran parte de la catedral estaba decorada con armarios y mesas llenas de papeles, en una esquina se podía ver un tablón de anuncios enorme lleno de papeles con dagas clavadas, desde tu posición podías ver un poco los papeles y podías asegurar de que no sabias lo que ponía. Seguidamente estaba la parte mas administrativa, unos gnomos estaban recibiendo los papeles y hablando con los del gremio, otros entregaban bolsas pesadas por sus trabajos así que te imaginabas que alli era donde cobraban y aceptaban misiones. La otra parte era una zona donde habían mesas de madera donde los miembros se sentaban a hablar, descansar o tomar algo, también había una escalera que subía a la parte de arriba pero había un golem de piedra que custodiaba la entrada así que no podías imaginar que se hacia en esa zona.

Pero Sayna no te llevo al interior, en la entrada, en el pasillo de entrada habían dos puestas que conducían hacia abajo. -Espero que no tengas claustrofobia.- Comento Sayna antes de chasquear los dedos y una hada luminosa se puso en sus dedos, sentada mirando hacia delante con su cuerpo de luz, iluminando el pasillo. -Espero que no te moleste, no me gusta mucho la luz de las antorchas, vivir en una ciudad donde el fuego es algo natural me molesta, solo uso el fuego para cocinar y en contadas ocasiones.- Fue explicándote mientras te indicaba que bajaras con ella. Tal como te comento las antorchas estaban apagadas, cosa extraña porque deberían estar encendidas, quizás era por la magia de la elfa, ella fue bajando tranquilamente por las escaleras que eran amplias, podíais tanto bajar juntas como una detrás de la otra. Al bajar habían tres pasillos, todos amplios y algo iluminados por antorchas, uno iba hacia un pasillo mas amplio que el resto, el de la derecha iba hacia dos habitaciones grandes y el de la izquierda a una única habitación. -No eres miembro del gremio, así que esta es una ocasión especial en la cual vas a estar aquí abajo, si no estuvieras conmigo el pasillo te hubiera echado de aquí.- Con seguridad Sayna abrio una de las puertas del primera pasillo y te invito a pasar.

Parecía su habitación personal, era bastante amplia, muchísimo mas que vuestra habitación del barracon. Una de las paredes estaba decorada con flores silvestres que por algún motivo se encontraban en flor, una cama de sabanas limpias y cómodas ocupaba parte de la habitación, después un diván dividía la habitación dando algo de intimidad ya que detrás de el había un armario de madera. Por ultimo quedaba un tocador donde solo había un espejo y una zona de lo mas curiosa, cuatro tocones de madera puestos como si fueran sillones junto con una pira de interior pequeña con tronco sin pero sin rastro de ceniza. Sayna le dio un beso a la hada de luz la cual se convirtió en una esfera luminosa que se dividió en varias mas grandes metiéndose en unas botellas de cristal como si se trataran de farolillos que iluminaban la habitación como si fuera de día allí dentro. -Ponte cómoda, también quitate la toalla, tengo que medirte un poco.

Dellanie siguió a la elfa sin cuestionárselo en ningún momento. Sus ojos se posaban en los distintos elementos que conformaban la catedral, que sin duda no parecía un lugar de culto como los que había llegado a ver o visitar por mero interés cultural. Aquello por algunos momentos le parecía el equivalente a un gran bloque de oficinas, con las claras diferencias que podían verse: estaba claro que aquello era más rústico y en cierta manera agradable, las zonas comunes le parecían más atractivas que lo que habría encontrado en una estructura de cemento de su tierra natal. No perdió ojo de todos aquellos detalles, aunque era más que seguro que no retuviera tanta información acerca de aquel lugar por mucho tiempo. De todos modos, escuchó con atención aquello que mencionaba la mujer.

—¡Oh, no os preocupéis! —dijo en respuesta a la mención de la claustrofobia. Miró con interés a la hada, tratando de identificar si era una de las que había visto antes o se trataba de otra. En todo caso aquello no tenía mucha importancia y se le dibujó una pequeña sonrisa al ver como se dedicaba a iluminar el pasadizo.

—Está bien, como mucho me tropezaré —expone con calma, andando con cierto tiento aunque aquella ténue luz le era suficiente para guiarse bien, más allá de tener algún que otro desliz. Fue atendiendo a las menciones acerca del pasadizo, asintiendo a todas ellas con la atención de una estudiante aplicada.

Luego abrió la puerta y llegaron a su habitación. En cierto modo le parecía bastante característica, como habría esperado en una elfa de fantasía: no podía negar que aquello le gustaba. Rápidamente obedeció, desprendiéndose de la toalla y manteniéndose por el momento de pie, a fin de cuentas dijo que debía tomarle medidas.

—Oh, no hace falta que las arregléis para mí. ¿No estaría abusando de su generosidad? —dijo aquello con la cabeza algo gacha, lo cierto es que sentía que estaba quedando en deuda.

-No las voy a arreglar, pero debo saber que te ira bien, no crees? -Pregunto la elfa mientras se acercaba a ti, de cerca la elfa era exótica, hermosa, su cabello cabía por sus hombros mientras el resto del cabello caía en su espalda, bien recogido por aquella diadema extraña. Las manos de la elfa se posaron en sus hombros y cerro los ojos como si te estuviera examinando, muy cerca de ti a decir verdad mientras sus suaves manos iban pasando desde los hombros hasta los brazos, recorriendolos en perfecta sintonia antes de deslizarlas por tu cintura. Se paro en la zona del vientre, arrugando un poco la nariz antes de seguir por tu cadera, piernas, muslos incluso todo sin pudor alguno como si se tratara de un masaje corporal, entonces volvió a subir y con cuidado alzo tus pechos desde abajo para sostenerlos unos segundos y con cuidado volverlos a bajar. -No se muy bien como lo hacéis en vuestro mundo, los sastres usan cintas, nosotras las elfas usamos las manos, espero no te haya incomodado.- Respondió Sayna dándote un toque en medio del pecho, cerca del cuello para llamar tu atención. -Tienes la piel muy bonita, buena figura si, quizás necesitarías un poco de ejercicio pero en general te noto sana, eres una hermosa humana, creo que me dijiste tu nombre...como era…- Se giro para ir detrás del diván donde tenia el armario pero te tomo de la mano para que la acompañaras, por el momento la elfa parecía muy ceremoniosa, te preguntabas como se comportaría si no fuera tan seria-

-Dellanie, ahora me acuerdo.- Se respondió a si misma abriendo el armario, sonriéndote con dulzura, dentro habían varios vestidos, trajes de cuero de arquera y algunos muy hermosos con adornos de plata que parecían sacadas de libros de fantasía. -Como comente nada mas verte, creo que tenemos mas o menos la misma talla, eso es bueno porque puedo prestarte mi ropa, dime, en ciudad yo suelo usar vestidos pero no puedo darte un conjunto para cada ocasión, te dejo escoger entre vestido o pantalón? No se que usáis en vuestro mundo, puedes escoger tengo de sobra ambas prendas, luego te daré ropa interior y te enseñare como se coloca el sujetador, me fije cuando vi el tuyo, tiene un enganche extraño en la parte de atrás, nosotras los usamos de otra manera.

—En eso tenéis razón -contestó con una sonrisa antes de dejarla hacer. Lo cierto es que su modo de medirla la cogió de imprevisto y contuvo la respiración durante unos instantes: el tacto de su piel era agradable, por lo que no llegó a pronunciar queja alguna. Además, de algún modo supo que no había ningún interés lascivo en los movimientos de la elfa, por lo que permaneció bien calmada durante el transcurso. Su piel se sentía cálida, suave y realmente sensible, sin duda no había sido expuesta a los rigores de los climas más hostiles ni a ningún trabajo físico especialmente duro.

—Usamos cintas con marcas para medir —asintió discretamente, luego ensanchó la sonrisa ante el cumplido— Vaya, gracias. Sois muy gentil teniendo en cuenta que sois mucho más bella —dijo riendo por lo bajo antes de que la tomara de la mano. Con prontitud siguió nuevamente sus pasos. Le llamó la atención que actuara de aquel modo: era seria pero a la vez cercana. Y en cierta manera parecía seguir varios rituales a la hora de actuar.

—Sí, me llamó Dellanie —confirmó, sin perder la expresión risueña. Le sorprendió un poco que la recordara de entre la marabunta de gente que había llegado desde la Tierra— Ah, ya dije que no quería abusar de vuestra bondad, pantalón simple y cualquier cosa con la que cubrirme bastará —comentó modesta, estaba claro que no quería causarle dificultades a Sayna. Sin embargo se le abrieron bastante los ojos cuando observó algunos de los vestidos dispuestos en aquel armario— Uh, ¿de veras? ¿tan distintos son? —preguntó curiosa, lo cierto es que debería acostumbrarse a que muchas cosas eran distintas a como solía ver.