Partida Rol por web

- Me apetece tomar algo sí... -respondió ella- y sí, hay una bebida para compartir esta hermosa noche, mucho mejor que cualquier otra que hayas probado jamás... 

Sin embargo, continuó mirando al horizonte, sin hacer ademán de moverse, ensimismada con la bella vista. 

Posiblemente ella sepa más de bebidas que yo pensó John pues ese no era su fuerte a pesar de todo, no pensó en hacer algún movimiento incorrecto al ver que Lola estaba sumergida en el escenario, simplemente imagino que las palabras en este momento estaban de más para ella y se le unió para disfrutar del horizonte, solo se limito a romper un poco más la distancia y acercarse a ella sin llegar en algún momento a tocarla, probablemente era el tipo de mujeres solitarias y quería dedicarse a disfrutar de la vista con algo de compañía y no más...

Espero antes de irme me permitas probar entonces dijo a modo de juego y se dejo sumergir en la vista del balcón...

Pasaron unos minutos sin que ninguno de los dos dijera nada. Las luces de os coches se veían rápidas entre las fijas de los edificios. La suave brisa del otoño acarició sus rostros. Lola levantó la cabeza, con los ojos cerrados. 

-Lo único que echo de menos es poder sentir la brisa en el rostro... -musitó para sí. 

Entonces, abrió los ojos de repente, lo miró. Algo había cambiado en su mirada. Se le acercó, pero no se había movido. Era como si se hubiese desvanecido y hubiese vuelto a aparecer a su lado, más cerca, como una sombra. Entonces, sin dar tiempo a John a reaccionar, echó los brazos sobre su cuello y se acercó a él, rápida como el rayo y sutil como la niebla. 

De pronto el hombre sintió un leve pinchazo en el cuello y entonces se vio sumergido en una sensación que nunca hubiera imaginado. Se sentía embargado por el placer, envuelto entre sedas. De pronto, sin saber como, estaba sobre la cama y Lola se inclinaba sobre él, dejando caer sus mechones del color de ébano sobre sus mejillas y su frente, cual si de gélidas caricias se tratase. Llegó un momento en que, sumido en un agradable semiletargo, a punto de entrar en una apacible y vaga oscuridad, John escuchó lejana la voz de Lola. 

-Bebe, chiquillo, bebe del mejor de los licores...

Entonces notó algo húmedo y cálido sobre los labios y, en ese limbo entre el sueño y la realidad, entre la vida y la muerte, un olor dulzón le llenó las fosas nasales.

Bebió.

Bebió y la sensación de placer se multiplicó. Finalmente, un rato después, la mente de John dejó de percatarse de lo que a su alrededor sucedía y se sumió al fin, por completo, en la más inconsciente, profunda y densa oscuridad. 

Verónica miró en derredor, pero no fue capaz de localizar a nadie, parecía como si todo el mundo se hubiese esfumado de repente. No sabía qué quería aquel joven de ella, trató de debatirse, trató de convencerlo de que la dejara en paz... pero no lo logró. Sin que ella pudiese evitarlo, él se acercó a su cuello y al punto notó un leve pinchazo. Pero entonces, de pronto, tuvo una sensación que no había tenido nunca en su vida. Sintió como si estuviera en el más maravilloso éxtasis. Recordaba cómo se imaginaba ella la definición romántica del Síndrome de Stendhal y creyó que estaba sintiendo algo así. Poco a poco, como si flotara en una nube, se fue sumiendo en una especie de letargo en el que sus sentidos se atenuaron, su mente consciente dejó de pensar y se adentró en el más puro placer. 

-Bebe, mi chiquilla -escuchó entonces la voz del joven-, quiero que llegues alto, muy alto, bebe, vamos, bebe. 

Entonces pudo vislumbrar vagamente cómo el chico se mordía su propia muñeca y la acercaba goteando a sus labios. 

Bebió.

Verónica bebió y la sensación de placer se multiplicó. Y entonces sintió tranquilidad, calma, paz. Y quiso descansar. Su mente consciente se retiró, dejó paso a sus sensaciones y a sus emociones. Y entonces, sólo entonces, una cálida oscuridad la engulló. 

Tras observar la ciudad durante la noche John disfrutaba de la compañía de Lola, era un escenario que no habia visto antes desde el balcón de aquella bella mujer...

Tras unos minutos Lola dijo una frase que para John resulto un tanto extraña y al momento de voltear para responder se da cuenta que sus ojos le miran cual depredador a presa, apenas tuvo chance de cambiar su mirada a extraño cuando esta ya estaba con sus brazos anclados al cuello de John, en ese mismo momento tras un suave pinchazo una sensación de calor y frío pasaba por todo su cuerpo, era algo que sentía por primera vez, su corazón bombeaba sangre sangre de manera acelerada a medida que todo se tornaba más oscuro.

Al caer en la cama de Lola pudo en su bajo nivel de conciencia sentir ese último latido del corazón, de allí el mas dulce néctar se deja fluir en su boca, traga y cae dormido...

Primero quisiera observar el alrededor en busca de algún recurso que usar como arma, en caso de no haberlo quisiera esperar a defenderme y de lograrlo realizar un contra ataque.

En pocos segundos la pelea comenzó y terminó. Sara intentó defenderse de lo que se le venía encima, pero no tuvo oportunidad. De pronto se encontró inmovilizada de rodillas, en una posición en la que no podía ver al joven que había ido a defender pues éste quedaba a su espalda, sin embargo, escuchaba cómo él también se debatía contra sus captores infructuosamente. Entonces, una de las dos mujeres que habían quedado libres, caminó hacia ella, se agachó y se colocó justo enfrente, levantándole la cabeza para que la mirara a los ojos. 

-No teníamos pensado cogerte a ti, chiquilla... -entonces pareció pensar- pero has demostrado que tienes agallas y eso nos gusta... nos gusta mucho. 

Se relamió de una forma siniestra. Sara vio cómo parecía que se lo pensaba un momento y, después, se lanzaba hacia ella, sujetándole la cabeza con ambas manos. Sintió un leve pinchazo en el cuello y, de pronto, se vio sumida en una sensación que jamás había conocido. Se encontraba inmersa en un estado de nirvana maravilloso. 
Su mente consciente, lentamente, se dejó llevar y vagó por los recovecos del limbo entre el sueño y la vigilia, entre la vida y la muerte. 

Sumida en esa nebulosa de placer, Sara escuchó la melódica voz de aquella mujer, resonando en lo más profundo de su cabeza, lejana, persistente.

-Bebe, mi chiquilla, bebe y ven con nosotros. 

Bebió.

Sara bebió el líquido caliente y salado que le resbalaba por los labios como si fuera el más maravilloso elixir que jamás hubiese tomado. El placer se redobló, su conciencia, poco a poco, se fue sumiendo en la más tranquila, cálida y profunda oscuridad...

Por mi me parece bien todo, pero tengo un problema con la ficha tendría que modificar porque quiere usar méritos y defectos del libro que por fin ya tengo.

Aparte de eso me gustaría revisarme un poco la ficha yo mismo antes de volver a dártela.