Partida Rol por web

Isaac no se perdía una y estaba atento a lo que pasaba

A duras penas me di cuenta de lo que pasaba cuando Azara descargó un golpe tremendo sobre el italo-americano recién renacido.

 - Pero... qué? - Alcancé a decir

-Malditos políticos...quitándonos el pan a la buena gente trabajadora...-Dijo Tony con los puños cerrados.

-Pues sí amigo, nunca te fíes de los Giovannis...-Cíen años? Escucharlo así, de repente, hacia que Toni sintiese una sensación extraña.

Ajeno a las nuevas personas que llegaban a la sala, iba a explicarle al neonato lo que lograba recordar, cuando de repente una bofetada lanzó su cigarrillo al suelo.

No me lo puedo creer!

-¿Qué? ¿Cómo? ¿Azara? ¿Eres tú? ¿¡Pero qué te ha pasado en el pelo?!?!?- Tony la recordaba mucho más tapada, y con el pelo de color normal.

-¿Qué haces tan destapada? ¿Ya no te da miedo que la gente te vea? ¡Que vergüenza y que descaro ir así niña!!- Aunque Azara era mucho más mayor que él.

-¿Y qué haces en este pais tercermundista?- Entonces se giro un momento hacia Jack

-Lo siento Hijo- Luego volvió a centrarse en Azara.

-¿¡Piero?! ¡Pues yo te pregunto lo mismo! ¡Lo ultimo que recuerdo...creo que es irte a buscar al puente...¡y no estabas! Y luego despierto en la otra parte del mundo...¡y estas aquí! ¿¡No te suena extraño?!?!

Tony frunció el ceño, era curioso que después de cien años de letargo en otro continente, Azara viviera encima suyo...

Ver que Azara conocía al extraño tranquilizó a Isaac. Además, ya no era su problema: al estar presente uno de los mayores sería ella la que tendría que tomar las decisiones adecuadas. Se sentía liberado.

Por otra parte, aún no había podido digerir lo que había visto. Prefirió guardar silencio dejando a la elección de Azara decir algo a los demás o no. De todas formas estaba claro que se iban a enterar.

... 

-Los tiempos cambian -fue la única respuesta de la joven ante la ingente cantidad de preguntas del señor Soprano- y el que no estaba en el puente fuiste tú, pero eso para otro momento. 

Entonces se giró hacia los cuatro neonatos que aún seguían en esa sala. 

-Todo esto os está poniendo a prueba, ¿verdad? -esbozó una sesgada sonrisa triste- Lo estáis haciendo bien. Id afuera, Rafael necesita a todo el que quede. Vamos... 

Tras observar algo atónito lo que acababa de suceder, reacciono ante las palabras de Azara como regresado a la realidad. Asiento mirándola. Luego vuelvo a mirar al desenterrado.

- Mr Soprano, si lo desea, podemos continuar nuestra interesante conversación más tarde. - Le sonrío, manteniendo la complicidad, e indicando con la mirada que le cedo de buen grado el espacio a solas con Azara, tal como la ocasión está pidiendo a gritos.

Miro a los demás neonatos.

- Veamos en qué podemos ayudar a Rafael.

Y dicho esto, abro la marcha para abandonar la estancia, suponiendo que los demás seguirán mis pasos.

Isaac asintió, no tenía nada que decir al extraño por lo que sin decir un palabra salió detrás de Jack para ir a ver a Rafael.

Tony levantó la vista cuando el inteligente del grupo le habló.

-Sí, esta bien chico. Luego Hablamos.

Luego volvio a centrar su mirada en Azara, con el ceño fruncido.

Verónica esprintó nada más salir del local, bajando por Recoletos, cuando se dio cuenta de que faltaban minutos para el amanecer y que las primeras pléyades iban a pillarla por la calle. Al llegar a la fuente de la Cibeles, sin embargo, se dio cuenta de que no podría continuar a ese ritmo hasta la casa de Jordi Hurtado, así que bajó el ritmo y avanzó rápidamente Gran Vía arriba en dirección a la plaza de Sol y más allá, en una carrera continuada que esperaba que fuera suficiente para no achicharrarse viva. 

Jack e Isaac salieron al vestíbulo, donde aún quedaban retazos de los estragos causados por la pelea, seguidos de John y Víctor, a quienes la situación comenzaba a superarlos y caminaban en aquel momento como autónomos llevados por los hilos que controlara un Deus ex, si es que aquello existía... Al fondo del hall centrál, en un corro cerrado, atisbaron a Rafael y, al acercarse los cuatro, vieron que rodeaba junto con Eileen (que tenía toda la pinta de seguir siendo Maeve), la Príncipe, y algunos más, un cuerpo tendido en el suelo. 

Cuando los del corrillo se dieron cuenta de quiénes se acercaban, se hicieron a un lado y entonces fue cuando ellos pudieron percibir la mirada condescendiente de Rafael, posada sobre John.

-Os dije varias veces que fuerais a los pasillos de invitados... -murmuró Maeve, con el rostro bajado y la voz dura, antes de darse la vuelta y salir en dirección a la calle-. Voy a ver a los magos. Deben de estar a punto de terminar -anunció sin siquiera girarse. 

Al dirigir su mirada hacia el cuerpo, John se quedó paralizado, sin saber muy bien cómo reaccionar. Allí, tendida en el suelo, inerte y claramente sin vida a juzgar por las heridas que sobre ella se veían y por los rostros de los "mayores", estaba tendida Lola, la Sire de John. 

-No hemos podido hacer nada por ella. El ataque que ha sufrido ha sido brutal, una venganza por la traición al Sabbat, supongo -aclaró Rafael-; y no tenemos ni idea de dónde está Victoria... Mi Sire ha ido a buscarla, pero aún no ha regresado. -Terminó, mirando a los ojos a John.

-¿Una venganza? -Acertó a pronunciar el señor Summers, aún sin dar crédito, con la ira comenzando a correr por sus venas, previo paso cedido por la tristeza- Pero...

-Todos los actos tienen consecuencias -cortó la Príncipe-, deberíais haberlo aprendido ya. Se acabó el espectáculo, aún tenemos gente que encontrar. 

Justo en ese momento, como si hubiera sabido que necesitaban alguna respuesta (o, quizá, sí que lo había escuchado de verdad), Ángela apareció por el pasillo con el rostro lóbrego. No necesitó abrir la boca... "Nada" fue lo que todos escucharon en su mente, como si de un sueño se tratase... No había nada de Victoria, ni rastro. Se había esfumado, como los atacantes de la noche eterna de Lola.

John apretó el puño fuertemente, pero fue capaz de controlarse a duras penas. Sin embargo, sintió cómo en su interior algo se rompía, algo comenzaba a quebrarse, algo que no sabía muy bien qué era pero que estaba ahí, aunque nunca se hubiese dado cuenta. Ese algo que había sufrido ya una grieta previamente, con sus actos en un oscuro callejón de Madrid... Ese algo, se quebró de nuevo y, al sentirlo, una risa gutural, profunda, que le recordaba a su propia voz pero mucho más salvaje, se escuchó en su cabeza... O quizás fue en su pecho. Fuera donde fuere, John supo que en ese momento algo se había removido en sus entrañas y, aunque tragó saliva y mantuvo bien el tipo, aquello no desaparecería tan fácilmente. 

Víctor, sin saber muy bien qué hacer siendo el más novato de todos ellos, le puso una mano en el hombro, tratando de ayudarlo, pero no fue capaz de decir nada más. 

La escena, con el cuerpo inerte de Lola en el suelo, con aquellas heridas que parecían dispuestas a permanecer allí, como en cualquier cadáver. Sin embargo, todo aquello inspiraba aún peor sensación de lo que sucedería con cualquier cadáver que hubiera visto antes, pues era consciente de los innumerables años, cuando no siglos, que llacían en el suelo, perdidos para siempre.

- Siempre resulta difícil escapar a la sed de venganza. Más aún contra un enemigo tan poderoso. - Musité. Acto seguido observé asombrado la cara de sorpresa de John cuando se nombró la palabra venganza. - ¿Qué otra cosa si no, John? ¿Qué otra cosa te parece que ha sido el ataque que hemos sufrido, si no la venganza por la traición de Lola a sus antiguos amigos del Sabbat? Para ser tu sire, se diría que no habíais hablado demasiado, John. - Falta de tacto, podría decirse. Pero dada la situación, no me preocupó. John era ahora un paria. Sin sire, tras haber cometido diablerie y bajo la amenaza de juicio directo.

Miré a los demás.

- Aún a riesgo de parecer insensible, a menos que Victoria tenga información interesante, con la muerte de Lola, la responsabilidad de este principado sobre la niña ha finalizado y no creo que sea inteligente arriesgar más vidas tras su pista. - Arqueé una ceja y miré a los más antiguos. - ¿Me equivoco?

Tras encajar la reacción, que me daría información interesante sobre las actitudes y aptitudes de los presentes, continué con el otro punto que quería hacer notar.

- Y hablando de encontrar a gente, en la biblioteca ha... resucitado un tipo que parece haber pasado un siglo bajo los cimientos del Elíseo y, al llegarle la sangre derramada por entre las fisuras de las baldosas, ha vuelto a la vida. Un tal Toni Soprano. Un gángster estadounidense de la época de la ley seca. ¿Alguien sabe algo de eso? Azara está con él, parece conocerlo bastante bien.

Isaac se sentía como si se hubiera colado en una fiesta a la que nadie le había invitado. Las cosas habían cambiado bastante desde el ataque. La seguridad que sentía, el poder que le rodeaba y que parecía omnipotente había quedado disipado como una voluta de humo de las que el nuevo invitado exhalaba mientras fumaba.

Era un neonato, un chiquillo en un mundo que ahora mismo le parecía enorme. La sensación de insignificancia era como una losa que caía sobre su ánimo. Lola, en la propia sede, había sido asesinada sin que los seres más poderosos que había conocido nunca hubieran podido hacer nada.

No podía evitar pensar en Lucy. Se sentía afortunado de que se hubiera ido a tiempo, pero ahora la preocupación le asaltaba. Estaba sola y vulnerable, tenía que protegerla.

Sentía la proximidad del nuevo día. Ni siquiera pensaba que podría alcanzar su refugio antes del alba, mucho menos ver a Lucy antes. Pasaría las horas de luz en la sede, no tenía otra opción. Quizás podría llamarla más adelante a lo largo del día para preguntar cómo le iba y acallar sus propios fantasmas.

Isaac no decía nada mientras observaba la escena y los pensamientos corrían por su cabeza. Su semblante serio por un instante cambió a una medio sonrisa irónica mientras un último pensamiento atravesaba su mente:

¿Protegerla? Daría su existencia para ello si sirviera de algo, pero en el fondo sabía que sería inútil.

John se quedó sin habla ante las palabras de Jack. Realmente, en el fondo de su corazón, sabía que tenía razón, pero no quería creerlo. Su mirada se quedó prendida del vacío durante largo rato. Su puño se cerraba y se abría, pero no hacía nada más. 

Rafael parecía sumido en sus pensamientos. Cuando Jack mencionó al tipo de los años 20, levantó la cabeza, con una expresión mezcla de sorpresa y confusión que no habían visto aún en él. 

-¿En serio? ¿El señor Serpiente Soprano está aquí? -preguntó, más como una pregunta retórica que para los neonatos- Vaya, veo que por fin tendré el honor de conocerlo... 

Entonces se dio la vuelta y se quedó mirando a John unos instantes. 

-Por mucho que me duela reconocerlo, John, tiene razón. Victoria ahora no es una prioridad con todos los frentes que... 

Pero entones sucedió algo, el político levantó la cabeza y miró a Rafael directamente. En sus ojos...

"Ella está bien, por el momento" percibió de pronto Isaac en su cabeza en un momento en que todos quedaban pensativos. 

Cuando se giró, los ojos de Rafael estaban fijos en él, negros como el ébano. 

"No te preocupes por el momento, no han descubierto sobre su relación con nosotros aún, pero más le vale no acercarse demasiado por aquí, por el momento". 

Verónica salió corriendo hacia la casa de Jordi Hurtado. Con la confusión inicial y la calle llena de humo y escombros, la joven no se dio cuenta de hacia dónde se dirigía y perdió tiempo. Un tiempo valioso que, en cualquier otra circunstancia, le habría resultado indiferente, pero en aquellos momentos fue crucial. 

Los primeros rayos del sol asomaron a la superficie cuando ella salía de la Plaza de Ópera. Tan sólo un par de decenas de metros la separaban del portal, pero no logró ser lo suficientemente rápida por mucho que corrió una vez corregido su error. Justo cuando llegó a la puerta y apretó el botón del telefonillo, el sol la alcanzó. Verónica notó cómo le ardían el brazo derecho y el rostro, justo cuando la puerta se abría con un chasquido y ella se precipitaba en el interior. El dolor fue asfixiante, nunca antes había sentido algo de ese tipo. Fue abrasador, como si le hubieran tirado encima un cubo lleno de ácido. Logró arrastrarse hasta el ascensor a duras penas y sólo dejó de dolerle cuando las puertas de éste se cerraron. 

Una vez arriba, todo sucedió muy rápido. El mago le abrió y le dejó entrar. Dentro ya estaba todo acondicionado a oscuras, con luz artificial, para que ella no tuviera que sufrir más. Sin embargo, la joven pintora no contaba con aquel dolor en el brazo derecho y el sopor terrible que comenzaba a sentir. 

Se encontraba débil, muy débil. Debía valorar muy minuciosamente la importancia de la decisión que tenía que tomar ahora. Podía descansar, de hecho, el señor Hurtado le había ofrecido un lugar cómo y oscuro. Sin embargo, perdería un tiempo valioso. Por otro lado, algo le decía que sólo podría curarse eso con un enorme esfuerzo y mucho descanso. De otra manera, tendría que soportar el sueño y el dolor para terminar lo que había ido a hacer. 

Verónica sentía un dolor horroroso, tenía que decidir que hacía. Lo mas fácil habría sido descansar pero le venía a la cabeza todos los cuerpos inertes en el Coliseum y no podía permitir que por un brazo, aunque le doliera horrores, todos sus planes se fueran al garete. Le agradeció a Jordi la cama pero antes de descansar intentó, con todo el esfuerzo del mundo decirle lo siguiente: Las cosas están muy mal en el coloseum y debido a la sangre ahora se ha despertado un vampiro que estaba enterrado debajo del Coliseum, se llama soprano y parece que conoce a los giovanni. Si no te importa y los conoces podrías ponerte en contacto con Rafael y explicarle lo que sepas?

Si conseguía descírselo, aceptaría despues la cama con mucho gusto y cuando se levantara intentaría acabar el cuadro.