Partida Rol por web

Die observa el cuchillo de su compañera, piensa que quizás sea alguien sin culpa, sin remordimientos, sin vacilaciones a la hora de quitar una vida. Una soldado perfecta. Sin embargo él no puede evitar rellenar su cuaderno mental de muertes donde ha sido cómplice o responsable, y su espíritu se apaga un poco más. Ninguna se sobrelleva más fácil que la anterior.

Piensa: "Quizás podríamos interrogarlo y encontrar a Viktor más rápido", pero se responde a su propia indagación mental: "No, solo un grito de un guardia asustado alertaría a todo el lugar". 

Mira de nuevo el cuchillo y luego a Renata. Asiente sin decir nada.

La voz de Sombra rompe el silencio. Comenta que va a observar el interior, pero ya sabemos la respuesta. Así pues, trato de darle la información que teníamos lo más silencioso posible.

—Hay presencia hostil, pero es el único camino de momento. Procedemos a entrar en sigilo. Observa si hay movimiento en los pisos superiores.

Corté la comunicación y miré a mis compañeros con decisión. Con suerte, podríamos hacerlo sin mucho ruido. Si no, confiaba en el cuchillo de Renata.

Consigue distinguir formas y luces, pero nada útil. Las ventanas muestran cortinas parcialmente cerradas, algunas salas iluminadas por luces encendidas y movimiento ocasional. Algunas sombras humanas que pasan por delante, quizá hablando, quizá preparándose para dormir, quizá simplemente caminando por sus viviendas. Nada que destaque. Nada que dé una confirmación clara.

Desde esa distancia y con la lluvia filtrando parte de la señal térmica, no hay patrones que indiquen vigilancia, ni armas, ni actividad inusual.

A medida que Oskar avanzaba por el corredor, puede escuchar al guardia hacer un movimiento que rompe el silencio en el edificio. Un desplazamiento de botas, unas pisadas contra el suelo de baldosas, y después el clic seco de una linterna que se enciende. El haz de luz entra en el pasillo desde un ángulo lateral, iluminando una franja irregular de pared y suelo, pero sin cubrirlo por completo. Eso le da a Oskar el margen justo para reaccionar y apartarse, pegándose contra la pared y quedando fuera del cono directo de luz antes de que el guardia pueda verlo.

Desde su posición, ve cómo la linterna se mueve lentamente de un lado a otro, como si el soldado tratara de localizar el origen de un ruido que no termina de identificar.

—Эй… кто там? —gruñe el guardia con un tono más cansado que alarmado—. Серёжа? Это ты?

La linterna se desliza despacio hacia el interior del pasillo, avanzando apenas medio metro cada segundo, iluminando puertas cerradas, tramos de pared desconchada y un tramo del suelo cada vez más cercano a Oskar.

No parece del todo convencido de haber oído algo, pero tampoco lo descarta. La radio que lleva en el cinturón emite un leve siseo estático entrecortado. El ambiente queda en una calma tensa, con el guardia quieto, observando, y Oskar a pocos pasos.

A tomar por culo, hacemos cuatro cadáveres, el suyo o el mío.

Aprovechando que el guardia está alerta en dirección a Oskar, intento flanquearle con el cuchillo en mano. Intento ser discreta, aunque, si me ve, correré hacia él. 

Sabía que el truco de Dallas no funcionaría dos veces, menos a corta distancia donde sería más fácil reconocer el timbre de la voz que por radio, por lo que me quedé callado. Con suerte, creería que no era nada y retrocedería. Si no, confiaba en la habilidad de Renata con el cuchillo. Por si acaso, yo también desenfundé el mío. Entre los dos acabaríamos con él antes de que diera la voz de alarma.