Partida Rol por web

El viaje transcurrió con tranquilidad hacia el teatro Orpheum. Zarkov seguía silenciado, observando el trabajo de los Blade Runners, parecía de esos tipos que si hubiera pelea se quedaría anotando la manera de pelear de cada uno. 

En el otro coche la conversación se tensó entre John y McMillan, se podía cortar el ambiente con un cuchillo. 

Debajo, en el suelo, los habitantes de Los Angeles recorrían la ciudad pensando en sus problemas, recordando si se dejaron el gas abierto antes de salir, o si dieron de comer a sus mascotas... Ninguno podía entender la gravedad de sus situaciones con todos esos androides pululando entre los edificios sobrepoblados, sucios, grises y adornados con luces brillantes, era como un faro en mitad de la tempestad.

Entre los aglomerados edificios, un claro arquitectónico se abrió debajo de los vehiculos. El espacio dentro de las ciudades era escaso, tener una extensión de tierra sin edificar era símbolo de alta sociedad. Hoy era un día entre semana, y por la mañana, no tiene que haber ricachones cerca del lugar, los agentes tendrían algo mas de margen de acción.

Al otro lado del claro, el teatro Orpheum, el mas impotante de la ciudad después de la Guerra Terminal. 

Los dos vehiculos estacionaron cerca de la entrada. Al bajarse los cuatro agentes los peatones observaron con curiosidad, pero con cierto miedo a acercarse a ellos, no querían buscar problemas. El cartel del teatro mostraba el título de la obra: La llegua trotante. Obra conocida por todos, donde una llegua tenía que liberar a su pueblo atrapada en una granja, era una obra preguerra. Ahora no hay tantos caballos vivos como para guardarlos en granjas, sería muy abaricioso. 

El agente se bajó del vehículo obserbando el teatro anonadado. Casi tropieza al deslizar el pié para bajarse del coche. Se quedó allí con la boca abierta, impresionado e inmóvil, mirando hacia el infinito de las torres blancas. Sus ojos se movían rápidamente, intentando encontrar algún tipo de entendimiento de cómo se podrían haber construído semejante edificio en mitad de la ciudad. Sin duda alguna, Los Angeles no era lo que el agente se esperaba. Y era un claro ejemplo de que San Diego no era tan espectacular. 

- Impresionante, ¿verdad?- Comenté mirando de reojo a Mc Millan.

Mi vista apuntaba en dirección a la gran edificación que teníamos delante. Una grande y llena de ostentosidad. Nada que ver con lo que había sido antaño, sin embargo, su aspecto actual no hacia mas que engrandecer el espíritu de lo que realmente representaba: un pequeño faro para la libertad de expresión. También el punto de encuentro para la gente excéntrica pues, de todos era bien sabido que, en esos sitios, se podía adquirir de todo a un precio altamente prohibitivo.

Un paraiso lleno de mierda hasta el culo tapado con una sabana de seda.

También un sitio donde alguien con talento podría hacerse un hueco si jugaba bien sus cartas. Y dudaba que el replicante que fuera allí, hiciera las cosas mal a posta. Aunque sería una buena baza para demostrar que era mas.. humano. Los fallos...

- El los tiempos de la guerra el edificio no era así, desde luego. Era mucho mas pequeño y modesto. Pero sirvió como bastión para... la gente con ideales mas progresistas. Sufrió muchos daños. Al terminar la guerra, decidieron engrandecerlo. - Suspiré pesadamente.- Creo que se pasaron.

Me volví hacia ellos con una sonrisa algo burlona.

-Espero que haya traído su invitación, señor Mc Millan. Ahí no se puede acceder si una. Yo tengo la mía justo aquí.- Dije abriendo mi abrigo y señalando mi placa de Blade Runner.

El novato tampoco pudo dejar de observar el magnífico edificio. No todos los días podías cruzarte con su majestuosidad y ostentación. Parecía una joya entre harapos. Las palabras del Doctor le sacaron de su ensimismamiento y no reprimió una sonrisa ante la idea de poder entrar en el edificio como si un tipo acaudalado se tratara. El asiático reparó en el flujo de personas que accedían al interior.

- No va a ser fácil moverse ahí dentro con tanto gentío. Y por nuestra indumentaria, no creo que contemos con el factor sorpresa. Habrá que andarse con cuidado -

Recorrió el edificio con la vista y añadió:

- Si vamos a dividirnos me pido los camerinos de las bailarinas - Propuso con un tono jocoso tratando de aliviar la palpable tensión en el grupo. Consciente de su error, John, evitó el momento desenvolviendo un chicle y se lo llevó a la boca, desviando la vista hacia la suntuosa entrada.

Hal observó al nuevo agente mirar intimidado el gran edificio. La tensión entre McMillan y Schreiber se podía cortar con un cuchillo. - Andiamo - Puso su mano sobre el hombro del agente de Los Angeles y empezó a su camino hacia la puerta principal del teatro. 

Las escaleras eran grises y pobres en comparación con la blancura del resto del teatro. Las grandes puertas adornadas con animales como jirafas, osos, pájaros... Eran imponentes y elegantes. Frente a ellas, un guardia de seguridad con su uniforme. 

Excuse mua, ¿trendé tu que open esa door? - Le enseñó la placa, automáticamente el guardia se quedó inmóvil, casi sin saber que hacer. Tardó unos segundos en reaccionar pero al final abrió la puerta, no sin antes comunicar que sus jefes le habían dado la orden de no dejar pasar a nadie, estaban de ensayo principal.

El ensayo transcurría con normalidad, ningún espectador se volvió para notar la presencia de los 4 agentes. Los actores se encontraban en escena, interpretando un momento bastante conocido de la obra, donde unas yeguas bailaban al compas de la música de la orquesta, la cual también estaban tocando con sus instrumentos en un escenario aparte a la derecha. 

Sobre los actores, unas lámparas de araña congalaban deslumbrantes, se ve que qerían darle un tono muy antiguo a la obra, en ese momento la escena transcurría en mitad de la noche. La yegua protagonista apareció en el acto con unos pasos bien calculados de ballet, tras unos giros y varios saltos más, se detuvo para empezar su texto.

Siempre me había gustado el teatro.

Tenia ese no se qué que encandilaba a las almas mas viejas, como la mía. Recuerdo cuando mis padres me llvaban a ver películas al cine. O lo que solía ser un lugar de reproducción audiovisual. justo antes de que todo pasase a formar parte de cristales de silicio.

Recordaba lo que me decían. Una imagen vale mas que mil palabras. Cuando descubrí que el teatro era una de esas cosas que han perdurado toda la vida, mas allá de toda tecnología, supe que era algo que merecía la pena conservas del viejo mundo. Algo que ni el polvo se podría llevar. Cuando todo se fuera a la mierda, solo quedaríamos nosotros.

Y ese era un problema también pues, nunca sabríamos cuando alguien estaba actuando por necesidad o simplemente interpretaba un papel para entretener al resto. Justo como lo hacían los pellejudos.

-Precioso. Casi poético.- Susurré a mis compañeros poniendo especial atención al escenario. Veamos de lo que es capaz esta Yegua...

John agudizó los sentidos preparado para encontrarse con su primera situación de conflicto real como blade runner. Detrás de los agentes, cruzó el umbral concentrado en localizar cualquier indicio del paradero de la replicante. Todo en el interior era un ejemplo, casi obsceno, de un lujo desmedido. El asiático nunca había estado en aquel teatro ni desde luego, habría podido costearse la entrada a un lugar como aquel, destinado a las clases altas. En cuanto su compañero hizo el breve comentario por la representación de los actores, el novato dirigió su mirada hacia el escenario, donde quedó cautivado por la gracilidad de movimientos.

En un instante, su mente desconectó y se dejó llevar por las sensaciones que transmitían aquellos actores vestidos de caballos. Había sido trasladado a un entorno campestre observando a aquellas magníficas criaturas moverse de manera casi sobrenatural. Se olvidó de su misión. En aquellos instantes, no le importaban replicantes, corporaciones o disputas entre departamentos y agradecía haber tenido el privilegio de poder contemplar aquello.

- Es lo más hermoso que he visto nunca... -

La obra transcurrió sin cortes, sólo para cambiar de escena. Los actores iban y venian del escenario, actuando con sus coloridos atuendos, cantando y bailando. Media hora después, la obra habia terminado y los actores saludaban al publico que estaría presente mas adelante entre las butacas. 

Durante la obra, Scheriber admiraba la actuación y técnica de los actores en el escenario. Sin embargo, John miraba ensimismado cómo la obra trascurría casi sin pestañear, nunca había visto una obra de teatro y estaba disfrutándolo. Cuando hubo terminado le había parecido que habían pasado pocos minutos. 

Cuando los actores terminaron de actuar el saludo el director se levantó para dar las últimas lecciones sobre la obra que tenía apuntado en una libreta, mientras tanto los actores se quedaron en el escenario de pié escuchando atentamente las indicaciones del director.

Finalmente, tras media hora de discusiones con el director de la obra, los actores se dispersaron hacia las bambalinas, la andrillo entre ellos para quitarse el atrezo que estaban utilizando. Los músicos hacían lo propio con sus intrumentos, limpiándolos y colocándolos en sus fundas de forma ordenada. 

Aguardé unos instantes a que el director terminara con los actores.

No oía lo que les decía pero se le veía algo acalorado. Como todos los directores, nunca esta demasiado satisfecho o... siempre se puede mejorar. Lógico, por otra parte. El veía fallos en la interpretación que otros no, como por ejemplo mi compañero, que se quedó ensimismado al ver la actuación tan asombrosa.

Pero mis ojos se fijaron en ella.

En eso, si mi intuición no me fallaba. Veréis, para alguien como yo, acostumbrado a ver obras de teatro hay algo que es común en todas la obras: La improvisación. Siempre se improvisa algo que hace que un día de actuación sea distinto a otro. Casi todos los actores improvisan un trocito, una parte, que, aunque no influye en el desarrollo de la obra, si hace algo de mella en el resto de los compañeros actores. Un movimiento no ejecutado como se espera, una frase inacabada... cosas que hacen que el resto dude por un segundo, y reencáuce la obra a su camino.

Ella no dudaba. No cometía fallos. Movimientos y palabras cuidadosamente estudiados que hacían que sus compañeros actores le tuvieran como referente para continuar. O era una actriz de primera, o era una pellejuda. Los pellejudos no fallan. No está en su programación el hacerlo. ¿ un androide que errara? Eso sería nuevo.

- Bien. Dije girándome a mis compañeros.- Alguien tendrá que hablar con el director. Preguntarle cual de todos sus actores es el mas reciente, supongo. También habrá que ver a esa...- Dije señalándola con el dedo mientras se metía al interior-... Algo me dice que...- dejé mi frase inacabada. 

- ¿John?- Pregunté a mi compañero para saber qué prefería hacer él.

- ¿John? -

El asiático salió de su estupor y reaccionó de igual manera en la que un niño es sorprendido "in fraganti" mirando lo que no debería.

- ¿Eh?... Sí, claro... Perdón, estaba observando al grupo de actores por si notaba algo sospechoso, pero... no sé, son grandes actores... En fin, ¿Hay replicantes destinados al arte? Sólo he oído hablar de sujetos enviados a las colonias para tareas arduas o peligrosas. Me cuesta creer que salvo para el traslado del atrezo, un pellejudo se infiltre en este lugar -

El novato sintió por primera vez algo en su interior que le atormentó. Una sensación de disgusto que nunca había tenido realizando su trabajo. Ni siquiera trabajando para el fiscal. La idea de tener que "retirar" a un sujeto que pudiera formar parte de aquel grupo de actores le hacía sentir sucio y cruel. ¿Y si su subconsciente estuviera protegiendo a la pellejuda habiendo percibido más humanidad en su actuación que en la mayoría de los humanos? Se sintió contrariado, pero retomó la compostura y propuso:

 - Yo puedo encargarme de obtener información del director. Estamos en contacto ante cualquier suceso -

Antes de que se separaran, John miró al Doctor a los ojos. No dijo nada, pero intentó que su mirada transmitiera un mensaje para su compañero. Si estás en lo cierto y es ella la replicante buscada, detenla, no la retires.

El agente de San Diego observó la obra tan perdido como lo hizo John. Luego estuvo un momento como perdido en sus pensamientos, como buscando algo dentro de sus memorias . La obra le había hecho pensar algo, pero era algo que se quedó  para él. 

En cuanto se dió cuenta que los blade runners empezaban a moverse tras las explicaciones del director del teatro, él hizo lo propio y les siguió hasta que empezaron a trazar un plan entre ellos. Henry observó a ambos agentes, por un momento dudó, pero fué fugaz. - Voy con usted, Schreiber, no creo que deba ir solo a detenerla. - Se acercó al Blade Runner decididamente para acompañarle hacia el interior de las bambalinas. Era un tipo fuerte, sin duda si las cosas se ponían feas, él sería un aliado a tener en cuenta.

Hal disfrutó de la obra desde su silencio. Sin embargo, cuando terminó aplaudió tímidamente y sin hacer apenas ruido para que no se le escuchase. - Me he visto too molto opera en la TV. She ha actuatto molto good. - Cuando observó que los agentes se levantaban y trazaban su plan, en silencio le puso la mano en la espalda a John y con una voz tenue le indicó - Andiammo. 

Los pasillos entre los diferentes camerinos estaban contruidos con una delicadeza y lujo impresionante. Se notaba que aquel edificio estaba pensado para la alta sociedad adicta al lujo y pulcritud. Los actores y músicos rondaban alrededor hablando sobre el ensayo eufóricos y hablando con voz alta. Sería difícil encontrar a alguien en particular en ese ambiente con tanto movimiento. 

El director se mantuvo entre los asientos hablando con sus ayudantes a espaldas de los agentes. El estrés se reflejaba en la tensión de su cuerpo y en la cara de preocupación, no era descabellado pensar eso pues todo el trabajo de la obra recaía sobre sus responsabilidades.

Me seguía McMillan andando entre bambalinas.

Aquellos corredores, llenos de gente y multicolores hacían que de cuando en cuando no tuviéramos que apartar del paso apretujándonos contras las propias paredes. No parecían vernos, o simplemente nos ignoraban. Daba igual que lleváramos abrigo largo o usáramos atuendo de polícias de calle con las gorras. No se se habrían fijado mucho en nosotros.

Pero entre la gente había un movimiento extraño, una cabellera giraba una y otra vez. No sabría decir si era lo que buscaba o no. Simplemente me parecía extraño que, yendo a contracorriente, ambos tres fuéramos en la misma dirección.

-Vamos- Apremié a McMIllan indicando la dirección que seguir, mientras que una chica con un sombreo de plumas nos tapaba la visión directa. - Oh, vamos... deje paso, querida!

Seguido de cerca por la inquisitoria mirada de Zarkov, el novato se aproximó con paso lento hasta donde se encontraba el Director de la obra. Notó el estrés del hombre. Tenía perlas de sudor en la frente y aunque trataba de mostrarse sereno, cualquiera podía percibir el nerviosismo en su expresión. John decidió actuar de inmediato. Mostró su placa al tiempo que se dirigió a él.

- Buenas noches. Unidad Blade runner 6256. Éste es mi compañero (Dijo señalando a Zarkov, que se mantuvo como ajeno a las circunstancias. Quizá era su forma de actuar para despistar o sencillamente, podría tener poco interés). ¿Podría hacerle alguna pregunta? Soy consciente de que tiene una obra a punto de comenzar, pero le prometo que seré breve. Por cierto, el ensayo me ha encantado. Tiene Usted grandes actores. En especial una mujer. ¿Ha contratado a alguien recientemente? ¿Una sustitución quizá de última hora? -

John miró a los ojos al Director. A pesar de admirar a aquel hombre por su trabajo, sabía que debía mostrarse inflexible. - Oiga... No busco crearle problemas. No voy a pedirle papeles, ni soy de inmigración. Tan sólo buscamos a "alguien" que puede resultar peligroso para cualquiera. Es un fugitivo y debemos dar con él. Si nos ayuda, mi departamento podría hacer la vista gorda a algunas irregularidades. ¿Qué me dice...Podemos ayudarnos? -

El agente espero unos instantes para ver la reacción del Director y ver si colaboraba con la información solicitada.

McMillan siguió a Schreiber por el concurrido pasillo. - ¿La has visto? - El agente de San Diego seguí al de Los Angeles, este era su territorio, debía saber qué es lo que hace... 

La escena era surrealista, dos agentes intentado pasar a través de un tumulto de gente hablando en voz alta, en busca de una andrillo que se parecía tanto a aquellas personas... Si ellos supieran el peligro en el que se encontraban seguro que les ayudaban.

EL director se giró bruscamente, no era habitual que le llamaran la atención de esa manera. - ¡Pero que...! - Al ver a aquellos hombres se dió cuenta que no pertenecían al teatro. Los miró de arriba a abajo. - ¿Qué es lo que quieren? - Dijo sin nungun tono de educación en su voz. 

En cuanto le notificaron que eran Blade Runners varias gotas de sudor empezaron a caer sobre su frente y dió un paso atrás. -Ble..ble...blade Ru...runners - Estaba indiscutiblemente nervioso, parecía que le fuera a dar un ataque al corazón.

Las demás personas con las que estaba hablando anteriormente se silenciaron al momento. Era evidente el miedo a los Blade Runner, su reputación les precede. El director se sentóen una butaca y se secó el sudor de la frente con una mano temblorosa. - ¿Qué... qué es lo que dice? - Estaba como noqueado, confuso. Demasiada presión y ahora esta noticia de un agente Blade Runner en su teatro, en su obra...