Partida Rol por web

Antxon rebusca por toda la casa algo para intentar ayudar a sofocar el dolor a sus compañeros. Unas vendas, algo de pomada, un wisky... Y tenía que buscar el doble, pues ahora eran más los lisiados por quemaduras.

-¿Qué os ha pasado a vosotros Shaira? A nosotros el hijo de puta del súper cabrón este nos ha rociado de gasolina el confesionario y le ha prendido fuego, yo fui el que corrió más deprisa a por el traje ignífugo que había. Además, plantó unos girasoles muy monos por toda la casa, no se acababan esos cabrones, pero conseguí una espada y el resultado fue el previsto... Debí haberme traído mi hacha como objeto personal si llego a saber esto...

De repente se dieron cuenta de que Sharia no despertaba... No lo había hecho antes ni lo hizo cuando Rusty y Andrea comenzaron a hablar de lo sucedido en la casa. Tampoco parecía respirar...

|HABITACIÓN AZUL|

Antes de que Laura respondiera reparé en que Sharia tenía los ojos vueltos, asustado miré si su pecho se movía y al ver que no, le puse el dorso de la mano sobre la boca.

- ¿Sharia?

De pronto me di cuenta que no respiraba. A pesar del dolor que me producían las magulladuras tuve el impulse de zarandear el cuerpo inerte de la joven, que se agitó como un títere entre mis brazos. No hubo respuesta alguna.

Abatido, dejé caer el cuerpo en la cama y la cubrí con la sábana. Dejé mi mano apoyada encima de su frente unos segundos mientras me reacia con la mirada perdida al frente. ¡Aquello no podía estar pasando! Colmado de ira me arranqué el vendaje de los brazos y solté un alarido que se oyó por toda la casa...

|Habitacion azul|

¡HIJOS DE PUTA!

 Cuando el nuevo Zeke entra en el comedor poco queda del antiguo. Ya no canturrea ni pasea orgulloso su escaso 1,70. Se limita a caminar cabizbajo y en silencio hasta la nevera, y lo hace escocido como si su cuerpo fuese alérgico hasta del rozamiento con el aire. Está casi irreconocible por las vendas que lo cubren casi completamente, incluido más de medio rostro.

- Estamos jodidos.- dice mientras busca agua fresca en el frigorífico, después de asentir con aquel comentario de Rusty. La espalda arqueada, los vendajes y esos movimientos temblorosos hacen que parezca el mismísimo Darkman después de haberle pasado por encima media docena de Monster Trucks.- Pero bien jodidos.

Justo en el momento en que unos lamentaban la muerte de Sharia, la voz siniestra y horripilante del súper resonó en toda la casa, devolviéndoles a la realidad en la que vivían desde tan solo unas horas.
- Queridos concursantes de Bloody Big Brother, es un placer para mí daros la enhorabuena por haber llegado a la final. El premio está cada vez más cerca y el que lo consiga alcanzar será el más afortunado, y el único que acabe con vid... Ejem... Disfrutad del descanso- dijo la voz, soltando una risa malévola.

Mientras el súper habla, Zeke se refresca la garganta y mira a Antxón como si éste fuese la reencarnación de Tyr.

- Creo que entiendo de qué va esto.- dice intentando pillar la postura buena entre tantísimo escozor.- De aquí, me temo, que no salimos ni uno. Ni siquiera el último que quede en pié. Hablan de un "premio", pero...¿de verdad creéis que uno de nosotros volverá a su casa con una libreta del Santander, un apartamento en Torrevieja y un Seat Ibiza de regalo?. El que salga, denunciará esto...y ellos no pueden permitirlo.

 Sabe que los observan, que los escuchan, pero ya da igual. Ezequiel habla sin cortapisas.

- Una de dos: o buscamos una salidad entre los cuatro o nos ponemos una soga al cuello y les jodemos el espectáculo. Quien tenga una opción mejor que hable ahora..., o nos harán callar para siempre.

Estoy con vosotros -digo con voz rasposa. Entre los cuatro podemos intentar que al menos uno salga de esta.

No han dejado una chica con vida...

Entro en el comedor recostado contra la pared y con un brazo cruzado sobre el pecho.

- Sharia está en la habitación, no respira. Yo... no podía quedarme allí.

Me siento en el sofá mirando al resto

- Lo que más rabia me da es que alguien nos está viendo, se está riendo, quizás hasta manden mensajitos para votar cual será la siguiente putada... ¿Dónde hemos ido a parar?

- Rusty, al confesionario- ordenó el súper, con aquella voz imponente y bastante terrorífica.
En ningún momento se había escuchado a la mujer que anteriormente les hablaba con altanería, pero siempre desde la educación. Después de haberse quejado sobre su manera de hablarles seguramente ahora la echaban de menos, teniendo en cuenta que el nuevo súper era mucho más agresivo que la mujer. ¿Qué habría sido de ella?

Al oír las palabras del Super volví a mirar asustado a mis compañeros. "¿Por qué yo? ¿Que quería de mi?" Por un momento contemple la idea de negarme, pero ¿Qué iba a conseguir? Seguramente entrarían dos fornidos, quizás más grandes que Antxon, y me llevarían a rastras hasta dónde quisieran y me harían lo que quisieran. Por otro lado habían dicho que hoy nos dejarían descansar. Incluso cabía otra posibilidad, quizás la única para alguien como yo...

Me levanté magullado y me dirigí al confesionario, cuando pasé junto a mis compañeros les dirigí una mirada de complicidad y palmeé el hombro de Antxon con aire de gratitud. Era un buen tipo.

- Ezequiel, al confesionario- dijo la voz del súper nuevamente, cogiendo por sorpresa a los que se habían quedado en la casa. Rusty ya había marchado al interior de esa sala y ni él ni nadie conseguía entender a qué se debía aquel llamamiento.

Mierda mierda mierda. Otra vez. Van a pegarle fuego a todo con nosotros dentro. Sharia tenía un traje ignifugo. Sí así era. me lo ofreció. 

Cojo el traje ignifugo de Sharia, no me lo pongo pero lo arrastro conmigo.

-Yo el mío no me lo he quitado por si acaso. Ahora, como encuentre alguna de las garrafas de gasolina con las que rociaron el confesionario, me la llevo conmigo y cualquiera que no sea uno de vosotros, le prendo fuego de arriba abajo, ya puede ser el mismísimo Papa que venga a confesarnos antes de lo que creen que será nuestra muerte. Si he de morir, será luchando hasta el último momento.

Al oir su nombre, Ezequiel rompe a llorar como un chiquillo. La entrada al confesionario son para Zeke las mismas puertas del infierno, pero algún que otro reciente cadáver daba fé de que el paraiso tampoco estaba fuera precisamente. Na había dado tiempo para trazar un plan, para empezar a buscar una salida.

 O quizá sí. A lo mejor la solución estaba ahí, tras esas puertas.

- Suerte.- dice mirando al suelo mientras camina arrastrando los pies.

Justo cuando Ezequiel desapareció atravesando la puerta del confesionario, la casa cambió de forma. Del suelo salieron algo parecido a cuatro muros de cemento grueso, rodeando a los dos concursantes que se habían quedado allí, introduciéndoles dentro de un cubo imposible de derribar. Las paredes se iban ajustando cada vez más, haciendo el espacio mucho más pequeño. El cemento fue atravesado por unos clavos que amenazaban con atravesar los cuerpos de los concursantes. Se acercaban peligrosamente, con gran lentitud, alargando el calvario de Andrea y Antxon. De nada les servirían los trajes.
- ¡Sorpresa!- exclamó el súper, soltando una carcajada maliciosa-. Esas paredes y esos clavos os atravesarán en menos de cinco minutos... Si queréis evitarlo, tendréis que luchar entre vosotros, y las paredes dejarán de avanzar cuando uno de los dos muera- añadió, sin dejar de reírse.

En ningún momento he soltado la espada que llevo de segar plantas. ¿Puedo usarla para clavársela en el canalillo a Andrea? Porque si es así, no lo dudaré ni un segundo.

Antxon coge la espada que tiene entre manos. Mira a los pechos a la guapísima mujer que tiene delante y se encandila por un segundo pensando en lo que le haría ahora mismo en ese mismo lugar, pero el crujir de las paredes puntiagudas hace que menee la cabeza y vuelva en si. Empuña la espada con todas las fuerzas que el miedo le permite y, pidiendo perdón por lo que va a hacer dice:

-Lo siento Andrea. No tengo nada en contra de ti, pero ya he visto lo que este cabrón puede hacer con la vida de los demás, y sintiéndolo mucho, para mi vale mucho más mi vida que la de una desconocida. 

Vuelve a mirar a su pecho donde, con un movimiento rápido y decisivo, clava la espalda entre pecho y pecho, justo donde el corazón y la clava con todas sus fuerzas, rezando para que la muerte, al menos, sea lo menos dolorosa posible.

-¡YA ESTÁ HIJO DE PUTA! ¡AHORA HAZ QUE LAS PAREDES PAREN!