Partida Rol por web

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Sábado, Enero 31 de 2009. Rock des lions, Lyon, Francia. 10:22 pm

Sólo la calidez del bar y la buena música parece ser capaz de mantener el frío del invierno lyonés afuera. Este año ha nevado en un par de ocasiones y todos los pronósticos predicen que durante la noche se espera nieve. El cielo encapotado y grisáceo de la noche parece guardar un solemne silencio, mientras el aire helado parece flotar entre la gente, deslizándose con delicadeza. Todo aquello es como si la misma noche estuviese conteniendo su respiración a la expectativa de lo que habría de venir. Y esta sensación parecía haberse contagiado en los transeúntes, quienes por momentos aparentaban cierta impaciencia propia de un clima indeciso que parece jugar con sus expectativas.

Aquello podían significar malas noticias para el bar y para Gates of Ages. Habías logrado una vez más que estuviesen en la programación aquella noche, pero el inesperado pronóstico y la alerta de nieve podrían reducir el público a números que quizás terminasen desmotivando un poco a los miembros de la banda. No obstante, el resto de bar, lleno de habituales disfrutando y bebiendo, parecían ajenos a estos inconvenientes. Todo, mientras tras bambalinas, los chicos empezaban a organizarse, si esperaban comenzar en tan sólo 8 minutos. Te es inevitable echar varios vistazos de reojo a la logística del asunto, mientras los instrumentos son dispuestos por los mismos integrantes de la banda, a un ritmo que parecía predecir un inevitable retraso de al menos diez minutos más.

La gente continúa llegando, de pares y en frecuencias que sólo contribuyen a la disminución del optimismo general. Algunas caras conocidas, fieles a la banda de cierta manera y a la espera de divertirse un rato. Lo único positivo de la noche era que Armand, el dueño del bar, había decidido dejarte a cargo, seguramente espantado también por el reporte climatológico. 

Fue Michael quien se acercó, suficientemente sobre la hora como para que confirmaras que no comenzarían a tocar puntuales. Michael es un hombre atractivo, alto y de contextura algo gruesa. Su cabello es castaño y largo, aunque refleja ciertas tonalidades más claras bajo la luz adecuada. Tiene una barba cuya coloración parece por momentos más clara que la de su cabello, y que cuida con cierto esmero algo embarazoso de admitir de su parte. Suele ser el que proyecta mayor seguridad en el grupo, aunque sabes bien que en muchas ocasiones ha dudado de su talento tanto o más que los demás integrantes de la banda

-Raphä, parece que será una noche lenta, ¿eh?- pregunta con aire de fingida inocencia, quizás buscando alguna reafirmación positiva de tu parte. Los murmullos de los presentes se deslizan a través de la música y aunque parece imposible que terminen ahogando los acordes fuertes de las canciones que se suceden una tras otra, tratando de preparar la entrada de tus amigos, puedes sentirlo a medida que la impaciencia empieza a convertirse en una tendencia lenta pero segura en el público.

Raphaelle esta molesta por que siempre se demoran aunque sabe que es una constante y comun denominador de los eventos musicales. Sin embargo opta por ayudarles a organizar de buena gana todo para que el retraso no siga desanimando a la gente.

Rapahelle responde sonriente pero con un aire maternal que la caracteriza en su actitud hacia la banda y a Tomma.

-Si, será una noche alto lenta por la nieve, pero eso nunca ha sido un deterrente para nuestros compañeros. Mejor apresurense y vamos a encender esta noche de hielo. Cuando vayamos de gira estas cosas no pueden pasar.

-¡Cuando vayamos de gira!- dice Michael sonriendo divertido. -Cuando nos vayamos de gira, contrataremos a quienes nos monten los equipos. Y pediremos camerinos exclusivos- dice mientras mira hacia afuera durante unos instantes. Te observa mientras la gente comienza a acomodarse ya y la expectativa en el ambiente crece. Michael parece resistirte unos instantes a volver con los demás, había algo de nervios que no podía disimular tan fácilmente, pero en cuánto intentas decir algo sólo sonríe y se encoje de hombros. Los otros le miran, como esperando a que tome su lugar -J'arrive, j'arrive- dice mientras camina hacia su puesto al frente.

Terminar de organizar no es una labor compleja, pero en medio del caos que manejan tus amigos, toma algunos minutos más de lo que sería ideal dejar las cosas en su punto. Hay un intercambio de sonrisas entre los miembros de la banda, y parecen estar listos para comenzar. Los dejas obrar su magia con la música y en poco tiempo comienzan con la primera canción. El inicio es fuerte y los acordes de la batería y el bajo empiezan a hacer vibrar el edificio con energía, mientras el público parece disfrutar aquella explosión de vitalidad que se riega a través del metal. Pocos pueden evitar empezar a moverse y con las luces bajas del escenario, poco a poco la ilusión del concierto se completa. Hay sonrisas en los rostros y muchos parecen complacidos.

El final de aquella primera canción es suave, alargándose un poco. Cuando los instrumentos quedan en silencio, hay varios aplausos y vitoreos por parte de los presentes, quienes genuinamente parecen estar disfrutando de la presentación.

-¿Se supone que estos chicos son buenos?- escuchas entonces cerca a ti, en la barra. La voz es suave, femenina, elegante, pero está cargada de cierta petulancia desdeñosa que es difícil separar de las palabras. En cuanto te giras para ver quien ha dicho eso, te encuentras con una mujer joven de aspecto atractivo.

Es muy delgada y a la luz del bar, su piel parece tener un color delicado y muy claro. Su rostro es muy enjuto, y aunque sus huesos se marquen en la cara, lo hacen de una forma delicada y armónica, dándole a su cara una estructura alargada, elegante y estilizada. Sus ojos son de un tono azul muy claro, rayando en un gris hipnótico que tiene cierta hermosura atractiva. Unas sombras de maquillaje están delicadamente puestas bajo sus ojos, y sus labios, menudos y pequeños, exhiben un color rojo fuerte. Su cabello es de un rubio muy claro, corto hacia los lados y largo hacia el centro, organizado de manera cuidadosa. Su silueta es delgada, hasta el punto que sus huesos parecen marcarse en sus articulaciones. Está vestida de negro, una camiseta ligera sin mangas que parece ocultar su figura menuda y unos jeans oscuros que marcan su aspecto esbelto.

Sus ojos están concentrados en el escenario, mientras un gesto de aburrimiento o de tedio deforma sus agradables facciones.

Raphaëlle es ferviente admiradora y casi manager de la banda, cualquier comentario negativo la haría explotar en otras ocasiones, pero a lo largo de los años ha aprendido que nadie quiere a una banda a la fuerza. Responde seriamente pero sin tono amenazante. "Yo no iría a ver a una banda que no me gusta, si sabías que iban a tocar para qué viniste? Dales una oportunidad, alfin y al cabo, es la primera canción. Ellos además fueron teloneros en Wacken, no pueden ser tan malos". Raphaëlle busca al rededor de la desconocida para ver con qué grupo de amigos viene. También inspecciona a la desconocida, que a sus ojos parece una chiquilla, demasiado blanca. "Esta mujer pertenece en un bar gótico", piensa Raphaëlle, "Con razón no le gusta la música, no se qué hace aquí". Raphaëlle voltea la mirada de vuelta a la banda, sonrie y continua cabeceando suavemente al ritmo de la música mientras prepara varios pedidos. La gente suele pedir mucha cerveza en lugar de cocteles mientras hay concierto. 

La mujer escucha tus palabras, pero lejos de sentirse ofendida, ves como una sonrisa divertida (y ligeramente inquietante) se forma en sus atractivos labios. -No sabía yo que debía tener una razón para entrar a un bar- responde desafiante, mientras sus ojos azules se fijan en ti. Esta desconocida exuda cierta curiosidad atrayente que parece flotar en sus gestos medidos y delicados. Aún, con su aspecto algo fuera de lugar, era definitivo que había un algo difícil de describir en cómo se comportaba. Y allí estaba ella, con una sonrisa divertida, mirándote fijamente.

-Parece que he tocado una fibra sensible- añade finalmente, volteándose para contemplar el comienzo de la siguiente canción. Primero es el bajo el que abre, con acordes más bien fuertes y pesados que tratan de elevar el ánimo y establecer el tono de canción, qué, según reconoces, debería ser bastante alto. Algunas sonrisas sonrisas parecen deslizarse en los rostros de los asistentes, mientras un silencio solemne indica que todos esperan el momento en el que los demás instrumentos hagan parte de la armonía y las letras empiecen a llenar de nuevo el bar. 

-Tu novio es uno de ellos, ¿verdad?- vuelve a comentar la chica, elevando un poco la voz sobre la música para que la escuches. No te está mirando nuevamente, pero sabes que por el rabillo del ojo, está observándote. -Apuesto a que es el de la batería. Tienen espíritu, pero no son muy buenos- critica una segunda vez. En su rostro está de nuevo aquella sonrisa de diversión, mientras tienes la impresión de que, en efecto, esta mujer parece estar provocándote a propósito con sus intervenciones y sus opiniones incómodas sobre la banda. Los chicos parecen estar concentrados mirando a su público, sumergidos en su música y sólo en contadas ocasiones, envían miradas hacia el fondo, hacia donde te encuentras tú.

Raphaelle se siente ofendida ante la pregunta pues para ella es casi normal y evidente que se sepa su orientación sexual y cree que todos deberían notarlo de inmediato, además le parece ofensivo que todo su trabajo por la banda se vea reducido a que parece la novia de uno de ellos.

-Uno va a un bar a beber, escuchar musica y a estar con sus amigos. Yo estoy aquí por que trabajo aquí y depronto para ver lindas mujeres, pero esta noche lo único interesante es Gates of Ages. Es probable que necesiten practicar mas y tener disciplina, estamos trabajando en ello.

A Raphaelle no le gusta para nada que la intenten provocar, pero sabe que si se muestra molesta solo va a provocar mas a la desconocida, en todo caso trata de que su comentario deje en claro que no le gustan los hombres y que considera que la paliducha muchacha no pertenece al ambiente en que se encuentran.

Raphaelle se concentra en todos los clientes que estan pidiendo tragos, de hecho se le ve feliz por que parece una noche próspera a pesar de la nieve.

La desconocida te observa y tienes la impresión de que no pasa por alto tu comentario sobre observar mujeres. De ella se escapa una sonrisa que tienes muy poca dificultad en calificar como coqueta, y mientras el grupo continúa tocando su canción y tu vas sirviendo las bebidas de la gente en la barra, sientes todo el tiempo como sus ojos parecen seguir todos y cada uno de tus movimientos. Sin embargo, no dijo nada para atraer tu atención hasta que la siguiente canción de la banda se acabó y una ronda de aplausos y gritos de entusiasmo se escapó de entre los observadores, con cierta emoción contagiosa que tan sólo subía tu ánimo.

Ella estaba en su sitio, aplaudiendo con lentitud, sarcásticamente lanzando una mirada algo aburrida en dirección al grupo. Se gira luego para verte y sonríe. Hay algo en ella que, a pesar de su intención manifiesta de tratar de provocarte, parece bastante atractivo. Espera a que te acercas y luego habla con voz lenta, usando esta vez un tono suave, una pronunciación exquisita cargada de un apenas perceptible sobretono sensual.

-Eso está más interesante- dice y te dedica una sonrisa que reconoces como la misma que a veces esbozan los clientes nuevos cuando tratan de hacerse "amigos" de la barista con obvias intenciones. -Comment tu t'appelles, loulou*?- dice con una mirada algo maliciosa, apoyándose sobre la barra y esperando con atención tu respuesta. Los clientes volteaban a ver hacia el escenario en el que Michael comenzaba a hablar un poco para presentar la siguiente canción que estaban a punto de tocar, tratando de no demorar demasiado y lanzando miradas de reojo al público, intentando comportarse con cierta seguridad que parecía, le flaqueaba por momentos.

Sin embargo mira a cada lado y se inclina un poco más. -Espero que la bebida sea mejor que la música. ¿Cuál es el mejor trago que tienes?- dice mientras esta vez su mirada se posa fija en la tuya, con una actitud algo más desafiante que atrayente.

Raphaelle es muy buena en lo que hace, tiene una gran capacidad espacial que le permite calcular movimientos y, por supuesto, darse cuenta de que es observada. La interacción social para Raphaelle es como un combate. Raphaelle claramente siente que es observada y no le gusta para nada, especialmente de alguien que quiere retarla al molestarla con algo tan importante para ella.

Sin embargo, Raphaelle ha lidiado con varias suertes de pretendientes indeseados y toma a la extraña como una de estas y trata de hacer que no la moleste más. 

Raphaelle ignora la pregunta sobre su nombre como si no la hubiese escuchado entre tanto ruido. Si la extraña no fuese extraña y frecuentara el bar, sabría su nombre, pero ya que cree que nunca la volverá a ver, entonces no le responde. 

Solamente responde lo siguiente:

-Te ofrezco un "Fade to black": Jägermeister y Chartreuse verte. Simple, pero oscuro. 

Raphaelle se aleja para seguir atendiendo a las demás personas y deja a la extraña pensar si quiere o no la bebida.

La extraña medita unos instantes. No con seriedad, o como si estuviese calculando en su cabeza o reflexionando acerca de tu oferta, sino con el mismo gesto tranquilo con el que, estás segura, manifiesta la curiosidad que has despertado en ella. -Bien, confiaré en tu sugerencia. He de admitir que he llegado a perderle el gusto al alcohol...- dice mientras observa algunas botellas de whisky, vino y pastis que están abiertas a tu espalda, las mismas que has estado sirviendo con celeridad desde que comenzase el concierto. Hay un brote, apenas notable, apenas perceptible, en su mirada, que revela una mal posicionada nostalgia. Sin embargo, ella pronto vuelve al estado de ánimo que asumes es natural desde su llegada.

Espera con paciencia a que te decidas a comenzar a servir su bebida, mientras sus manos se estiran sobre la barra y sus palmas tocan la madera lisa. -No te creas que no me he dado cuenta, loulou- repite una segunda vez. Hay mordacidad y tenacidad en su insistencia. -No hay necesidad de que te pongas seria, sólo te he preguntado tu nombre. Si la bebida es tan buena como dices... quizás y me vuelva una habitual- dice mientras se mueve ligeramente en su puesto, inquieta, con una emoción creciente. De fondo, la música empieza a bajar nuevamente, anunciando el fin de otra de las canciones, al tiempo que recibe algunos vitoreos y aplausos. Los chicos parecen estar pasándola bien y el publico lo nota por la manera como se comporta.

-Te diré algo. Si tú me dices cómo te llamas...- dice la mujer, insistentemente, volviendo a capturar tu atención. -... diré algo bueno de la banda. ¿eh? algo bueno- sus ojos tienen un brillo estremecedor, su mirada empieza a causarte algo de nervios y parece conjugar con la inusual belleza que proyecta aquella extraña, tan fuera de lugar por momentos, tan misteriosa y atractiva al mismo tiempo.

Interesante. dice sarcasticamente Raphaelle, No le gusta la música ni el alcohol, una se puede preguntar que diablos hace en un bar. Dice Raphaelle, refiriendose a la extraña en tercera persona pero dirigiendose a ella. Me llamo Raphaelle, y todos los habituales lo saben. No hace falta que digas nada bueno si no te parece buena la banda.

Raphaelle termina de preparar la bebida

Aquí tienes.

Entrega la bebida a la desconocida. La entrega amablemente, no tanto por cortesía, sino porque es orgullosa de sus bebidas.

Raphaelle se voltea para atender otras solicitudes y mira con atención a la banda. Esboza una sonrisa con los aplausos del público.

-Claro que me gustan la música y el alcohol- explica tranquilamente mientras te observas. La sonrisa en su rostro te provoca inquietud, lo que estuviese pasando por la cabeza de aquella mujer te era, simplemente, un misterio. -Pero me gusta la buena música y un buen licor.- dice y sus ojos siguen todos y cada uno de tus movimientos. -Lo primero está claro que hace falta aquí... lo segundo... on verra- dice ella, lanzando el desafío e incluso atrayendo la atención de algunos de los presentes en el bar.

-Raphaëlle.- repite ella, mientras la impresión que tienes es que saborea cada sílaba. Niega con la cabeza. -No te queda.- dice ella de nueva. Cada una de sus intervenciones parece especialmente diseñada para intentar tocar alguna fibra sensible en ti. En nada ayuda su sonrisa burlona mientras parece esperar tu reacción, como si le divirtiera sobremanera llevarte hasta el punto de quiebre. Sus ojos nuevamente tienen ese brillo que provoca algo cercano a escalofríos de tu pago.

La extraña toma la bebida en sus manos y rompe el contacto visual, examinándola detenidamente. Luego toma un sorbo y sus ojos se abren de par en par. Acto seguido la escupe contra la barra, mientras maldice de forma sonora -Putain de merde! mais qu'est-que c'est!!- dice mirándote intensamente. Hay algo indescriptible, algo raro en su mirada, algo que toca lo más profundo de tu alma. Toma el vaso y lo voltea, regándolo sobre la barra, ante la vista de todos los cercanos. -¡Ahora limpia esto! ¡E inténtalo de nuevo!- y algo cambia aquí. En lugar de sentir la rabia, tus deseos se transforman y sientes una mezcla de agradecimiento por sus críticas, una necesidad de cumplir sus peticiones, de agradarle, de evitar que se moleste contigo. Su mirada seria te produce un verdadero miedo, una pasión intensa por dedicarte a complacerla que no recuerdas haber experimentado antes en tu vida y que altera de forma que no comprendes toda tu impresión sobre aquella desconocida. Su rostro se te antoja hermoso, sus formas son fuertes y atractivas, sólo puedes pensar en lo mucho que empieza a encajar en lo que te llama la atención de las mujeres, como si tus propios deseos fuesen moldeados a su voluntad.

Quizás te hubieses equivocado, quizás la has juzgado precipitadamente, pero ahora sólo sabes que te has equivocado y que debes enmendar tu error con ella. Poco importa que te miren todos esperando alguna reacción violenta agresiva, poco importa ahora el hecho de que haya estado criticando a tus amigos y en general, haya estado tratando de irritarte desde que llegó. Ahora lo único que está en tu mente es hacer lo que puedas por ella. Para ella.

Raphaelle está sorprendida de esos sentimientos de sumisión tan extraños que jamás había sentido. No se daba cuenta de que era observada por todos en la barra. -No suelo preparar esto. Lo siento. Se voltea y saca las botellas más finas de cada uno de los componentes y se los muestra a la extraña para tratar de complacerla mostrándole que ha escogido botellas muy caras y que prepararía el cocktail con materiales que superan por mucho el valor de la bebida.

Dado su entrenamiento y capacidades de concentración, para Raphaelle es muy extraño encontrarse en tal situación de sumisión. No obstante siente que en esta ocasión se encuentra en una suerte de lucha que es mas bien un baile elegante. Se siente retada y quiere que esta vez la bebida sea agradable para la desconocida.

-A ver si con esto logro yo conocer tu nombre.

Una sonrisa, una odiosa sonrisa de satisfacción se dibujó en el rostro de ella. Sin embargo, aunque deseases sentir el malestar inherente a su desagradable comportamiento, la sonrisa parece aportarte la tranquilidad del deber cumplido, de estar satisfaciendo sus necesidades, mientras al mismo tiempo sientes que necesitas agradarle, necesitas su aprobación. No dice nada en respuesta a tu excusa, tan sólo se queda allí, con su misma actitud, siguiéndote, evaluándote en silencio, disfrutando mientras te concentras en ella y sólo en ella, aún cuando otros clientes parecen algo sorprendidos por tu reacción ante la insolencia de aquella clienta.

La extraña toma el vaso con la nueva bebida entre las manos. La acerca a su boca, pero en lugar de beberla, la huele, inhalando profundamente. Agita un poco el vaso mientras su contenido se mueve turbulentamente y ella parece disfrutar del resultado. Sus ojos están cerrados durante un instante y luego, se abren de repente, depositando el vaso intacto sobre la barra, con una sonrisa apacible, agradable. -Lo mejor de una bebida fina es cómo te la sirven. T'es d'accord?- te pregunta y de nuevo su actitud revela cierta mofa imperceptible detrás de la manera con que cada palabra es pronunciada y de su manera lobuna de observarte.

-Supongo que te lo has ganado. Llámame Lucienne- dice mientras inclina su rostro y lo apoya sobre su mano derecha, perpendicular a la superficie de la barra, en contacto con su codo. Con la otra mano sujeta el vaso de cristal y lo mueve inquietamente, mientras te continúa mirando. Otra canción de la banda comienza a sonar de fondo, pero la música parece ahora convertirse en una pieza de fondo para el sentimiento increíble, casi eufórico, de captar la atención de Lucienne. -¿Por qué no me cuentas por qué tanto alboroto por la banda? ¿Qué significan ellos para ti? vamos... quiero saberlo todo- pronuncia dejando que su lengua juguetee más de lo normal en su boca, con lentitud sensual, apelando a tus propios instintos y atrayéndote de forma peligrosa e inexplicable, haciéndote romper incluso tu propia noción de lo que sabes que te gusta en otras mujeres. Ella, Lucienne, parece ser la excepción a tu regla.

-Y a quien se sirve. Dice Raphaelle con una sonrisa coqueta. En realidad no entiende por qué pero de repente se siente con ganas de coquetear con Lucienne. 

Hemos trabajado muy duro por la banda, sabes? He estado con Gates of Ages desde que empezaron. Los he visto crecer lentamente. Han hecho grandes presentaciones. Esta es pequeña pero solo por que toca mantener el interés de la gente y contentos a los fans, además atraen gente al bar, y eso me conviene. Raphaelle busca que Lucienne sienta empatía por ella, es una de las cosas que hace cuando quiere atraer a otros. Luego desea agradar a Lucienne y dice : Algún día seré socia del bar y me gusta traer y atraer solo a los mejores clientes. 

Raphaelle luego toma un aire fraternal e incluso maternal que la lleva a dar un suspiro y decir. Michael Tomma, señalando al baterista. Tienes razón, niña curiosa -le dice a Lucienne- el es muy importante para mi, soy la manager de la banda y parezco hasta su madre, los cuido mucho, aunque a veces se comportan como adolescentes rebeldes. Pero todos en la banda aprecian el liderazgo de Michael. Al baterista nunca lo notan, pero el siempre esta allí asi sea desde las sombras, coordinando todo ,con mi ayuda, para que las cosas salgan bien. Son buenos muchachos, trabajan muy duro.

Raphaelle habla con entusiasmo olvidando que Lucienne había sido muy despectiva con respecto a la banda, de manera que al recordarlo súbitamente se atemoriza de la posible respuesta y desea poder agradarle en todo caso.

La mujer escucha atentamente con una sonrisa. Ladea la cabeza y pone su mano sobre su mejilla derecha. Ese gesto de escucharte, de estar allí, a pesar de la música de fondo y del comienzo algo brusco que tuvieron, te llena de alegría, de euforia, sintiéndote favorecida por su interés absoluto. Asiente suavemente a cada frase, tus ojos siguen los tuyos y aquel magnetismo que parece provenir de cada uno de los poros de su piel sólo refuerza más y más aquellos sentimientos de apego, aquella necesidad de complacerla. El bar ha quedado en un lejano segundo plano, mientras es sólo Lucienne, en el bar, con sus ojos azules, con sus gestos suaves y delicados, con su sonrisa misteriosa. Todo es absolutamente embelesador en ella. 

-Eso es muy interesante- pronuncia con énfasis, mientras sus labios se mueven provocativa y lentamente. Luego gira la cabeza, causándote por unos momentos un vacío lleno de tristeza al dejar de ser el centro de atención de ella por unos segundos. Mira hacia la banda, como detallando quién es quién de acuerdo a lo que acabas de decir. Toma unos instantes  y luego vuelve la vista hacia ti. 

Mantiene la bebida junto a ella, sin tomar de la misma, divertida en su apariencia. -Muy bien, pero ahora quiero saber que odias de ellos. Qué te molesta, cuáles son sus más terribles defectos- y a pesar de que Lucienne y la banda están en este momento dentro de tus afectos, la retorcida petición de la recién llegada parece doblar y confrontar ambos sentimientos dentro de ti. Y era mucho más poderoso, como si estuviese siendo inyectado en tu interior con gran potencia, el deseo por agradar a la rubia, revolviendo tu interior y haciéndote sobrepasar los límites más naturales que pondrías en una conversación allí. -Vas-y, No seas tímida, no hay nada que pueda molestarles.- dice y le crees, porque después de todo, alguien como ella, alguien que despierta esa extraña pasión, alguien tan encantador, no podría mentir...

Raphaelle se encuentra todo el tiempo sorprendida de si misma, de esa confianza que siente por Lucienne. Sin embargo, aunque la pregunta le hace pensar en cosas que la hacen sufrir, se compensa un poco con el deseo por agradarle. Asi que respira profundo y responde a la pregunta.

-Indisciplina.

Hace una pausa porque es algo que le molesta profundamente y prosigue a explicar.

-Ellos son "músicos empiricos", el único que tiene alguna clase de entrenamiento es Michael. Son como un grupo de niños. Las grandes presentaciones se las he conseguido yo. Creo que ya han hecho un buen nombre y no me necesitan para hacer conciertos, pero me mantienen preocupada por su calidad musical, si no son buenos, no atraerán buenos fans.

Estas cosas indisponen mucho a Raphaelle y se encuentra a si misma necesitando el apoyo de Lucienne aunque no se lo hace saber, aqui su timidez le vence y espera que ella quisiese hacerlo por su propia cuenta. Se siente mal de desear su apoyo.

Su mano fue a su barbilla, sus dedos juguetearon lentamente, tamborileando lentamente mientras sus ojos casi parecen brillar con fuerza propia. -Interesante. Este tipo de cosas me gusta más- afirma y aquello te hace sentir alegría. Que se mostrase complacida solo alimentaba tu propio ego, llenándote de cierto orgullo extraño, como si fueses una niña pequeña exigiendo atención por parte de sus padres. Y allí estaba Lucienne, dándote toda la atención, todos los refuerzos positivos que sentías necesitar, haciendo que tu lengua se soltase.

-Aunque no parecen estar muy agradecidos- dice ella mirando hacia el escenario. -Digo, esto segura de que ellos te podrían pedir que hicieras algo más que seguir sirviendo bebidas mientras ellos se llevan toda la admiración. Y más si lo único que emplean es el talento bruto que poseen- dice lentamente. Y sus palabras calan lentamente en tu cabeza. Puede que nunca antes lo hubieses considerado así, pero aquello, expuesto a través de su boca, dicho en su voz, tenía en sí mismo un peso más grande que cualquier cosa que se te hubiese podido ocurrir así.

-Y Michael...- dice mirando al escenario. La música se detiene, los aplausos fluyen, los músicos sonríen con cierta emoción y un silencio imperfecto, cargado de murmullos ambientan las palabras de Lucienne. -¿Cuál es su mayor defecto? ¿Cuál es su punto débil?- pregunta. Y toda suspicacia es inexistente, pues en sus palabras no puede, para ti, caber malas intenciones. Su curiosidad requiere ser saciada y aunque sientas la incomodidad de tener que comentar este tipo de cosas, el refuerzo positivo, la sonrisa, las palabras amables que te dedica son más que suficientes para empujarte a continuar hablando, a encontrar liberación y tranquilidad a través de ella, mientras te escucha, mientras sonríe, mientras eres el centro de atención y nada más importa allí ni ha importado antes en el tiempo que llevas trabajando en el Rock des Lions.

Para Raphaelle, Lucienne se veía hermosa, con su mano en la mejilla.

Raphaelle se emociona por que quiere impresionar a Lucienne y le dice con un tono como enseñandole a ella:

Los managers nunca estan en el escenario. A mi no me molesta, yo no tengo nada que hacer al lado, ademas, yo soy la bartender, recuerdas? Algun día seré socia de este lugar. Ellos se esfuerzan. Son buenos y yo los quiero. Pero Michael vive el día a día, no sabe planear, ni pensar en su futuro o la banda. El empezó a hacer musica porque eso le traería admiradoras, entró a este mundo por las razones equivocadas. Conmigo ha aprendido disciplina.

Todo esto lo dice con un aire de emoción, quiere agradar a Lucienne. Y espera que todo lo que diga sea de agrado para ella.