Partida Rol por web

Bart perdió el control por completo de nuevo, como cuando persiguió el brazo de Vagish. Consumía la sangre como si fuese la mejor hamburguesa de la ciudad, con un ansia aún mayor al que habría tenido para respirar si le sumergieran dos minutos bajo el agua.

Y, a pesar del ansia y el alivio, lo cierto es que el sabor no era del todo satisfactorio, no ya comparado con lo que Vagish le había dado, sino en general. Algo que parecía hablar dentro de su cabeza exigía sangre fresca y, una vez que las bolsas fueron incapaces de proveerle de más, seguía teniendo hambre, aunque era una sensación a la que estaba acostumbrado – en la calle no siempre podías comer todo lo que te gustaría – ahora era mucho más enervante.

La furia le había llevado a saltar como un animal sobre las bolsas de sangre, y su contenido no la había hecho menguar. Levantó la mirada, gruñendo como un animal, sin ser capaz de evitarlo. Amûnet daba mucho más miedo que Ellia y a Vagish no quería hacerle daño, le quería, le quería mucho, de una forma que no podía explicar.

Como una serpiente se lanzó sobre la pelirroja, dispuesto a arrancarle el cuello de un mordisco y beber toda su sangre. Sobresaltada, dio un traspié, pero aún así cuando la cogió del cuello, sus ojos brillaron en rojo. Un segundo después Bart estaba tumbado boca abajo en el suelo con los brazos a la espalda sujetos por una bota y el cuello por otra, ni siquiera había visto cómo se movía la chica. Hasta Amûnet se había quedado tiesa, sin tiempo de más que de ponerse a la defensiva.

-“Jeje” – rió la pelirroja – “Empieza fuerte, el cachorro, ni que fuera de los míos. Suerte que no es Gangrel” – Bart no entendía bien lo que decía, pero el tiempo fue suficiente para que se tranquilizara y recuperara el control.

El ataque descontrolado dura un instante para mí. Como en el cine, veo el mundo precipitarse, mi cuerpo devora la sangre y va a por más. Lo veo todo pero no puedo evitarlo, es que lo deseo, lo deseo profundamente.

Al cabo de un momento me encuentro inmovilizado y poco a poco recupero el control, aunque la cordura gotea minuto a minuto. Una vez en pleno uso de mi cuerpo me limito a mirar a Vagish como un cordero. En una noche surrealista siento que me acerco a la cúspide de la irracionalidad.

Vagish se arrodilló para mirarle a los ojos mientras Ellia seguía inmovilizándole como si ella fuera un elefante y él un bebé.

-"¿Estás bajo control otra vez?" - comprobó su mirada y le miró la boca. No estaba seguro pero ahora pensaba que en aquel episodio de locura transitoria, su boca se sentía rara, como si tuviera colmillos como un felino.

-"Bien, primera lección, botarate: eso es lo que pasará si dejas que el hambre crezca" - dijo con el tono bromista de viejo gitano mientras hace un gesto a Ellia para que le soltara. Lo que la pelirroja hizo sin dejar de mirarle atenta y sonriendo entre la sorna y el compadreo.

Una vez levantado, tras un gesto exasperado de Amûnet, que se veía muy nerviosa y con prisa, Vagish le señaló en una dirección rematando:

-"Ahora no tenemos tiempo de explicar. Esa es Amûnet y ésta Ellia. Ahora eres un vampiro. Asúmelo y vámonos antes de que nos encuentren los licántropos o te quedes dormido. En cualquiera de los casos estarás muerto." - el tono del viejo ahora no era de broma y los tres echaron a correr, Bart, efectivamente se sentía muy cansado, deseaba tumbarse y quedarse dormido.

La voz animada de Vagish tranquiliza un poco mi confusión general, es que confío en el misterioso anciano a pesar de que los últimos sucesos me aterran y lo tienen como protagonista.

La parte de los vampiros no me la creo a la primera. El tono de Vagish, sin embargo, era de urgencia, y aunque me encontraba mareado entre lo que no entiendo y lo que no creo, correr parecía lo único razonable.

La carrera fue rápida y salvaje, un sprint continuo esquivando árboles con un coro lejano de aullidos de lobo. Bart, sentía una modorra como si llevase sin dormir un día entero – o hubiera asistido paralizado, por el golpe de un árbol andante, a un enloquecedor combate de monstruos para acabar siendo drenado de sangre y alimentándose de bolsas de hospital de la misma sustancia.

Aún con ello no podía dejar de pensar, con esfuerzo y lentitud, que Vagish que parecía tener ochenta años seguía el ritmo de los demás, aunque le costaba un poco. Cuando Amûnet, sin el más mínimo rastro de agotamiento o esfuerzo en la voz, le dijo a Ellia que se adelantase y acercase el coche, fue consciente de que él mismo, a pesar de estar a punto de quedarse dormido, llevaba algo menos de quince minutos de esprint sin parar. No había corrido tanto en su vida, nadie había corrido tanto nunca. Acababan de batir los cuatro el record del mundo de los cinco kilómetros. Y no estaba cansado.

Ellia, que parecía muy sobrada para  mantener el ritmo del grupo, aceleró y, un segundo después, cambió de ritmo y desapareció camino adelante como si fuera en moto. Los ojos se le cerraban cuando oyó ruido de motor y para cuando le subieron al jeep con pintura de camuflaje le costaba mantener los ojos abiertos.

Oyó a Amûnet, que iba el asiento delante del suyo decir “Este entra en letargo ya”. No entendían bien esa frase, pero estaba muy cansado y necesitaba cerrar los ojos sólo un momento.

Parpadeó. Un solo parpadeo, y estaba otra vez en plena forma, ni rastro de sueño, ni el más mínimo cansancio. Sólo un hambre atroz, primitiva, y un ansia en su corazón de beber sangre humana, caliente y viva. Pero ese anhelo también se disipó, perdido en el sobresalto y el miedo.

No olía el bosque, había una luz eléctrica escasa procedente de una bombilla, no había árboles alrededor pero sí cuatro paredes y un techo, estaba tumbado en un jergón en un pequeño cuartucho lleno de productos de limpieza, escobas, fregonas, cubos y oros artículos del hogar. El diminuto habitáculo apenas era suficiente para que hubiera dormido estirado y, de hecho, todo el material estaba arrinconado para permitírselo.

Aunque a medida que se le pasaba el susto y se reducía a intranquilidad y curiosidad, el hambre volvía, más fuerte, más exigente. La puerta estaba cerrada, con llave, pero había un folio escrito clavado con una chincheta. Casi podía escuchar la voz de Vagish en los caracteres pequeños y sinuosos, casi como si fuera un adorno de arabescos en lugar de escritura.

-“Lo sé. Te aguantas. Espera hasta que llegue y no rompas nada.”

Corro sin pensar, obedeciendo a la recomendación de Vagish. El viejo siempre ha estado a mi lado si me pongo a pensarlo. Resuena una única palabra en mi cabeza, “vampiro”. No tengo ni tiempo ni energías para detenerme a reflexionar. La carrera es vertiginosa y ha pasado un buen rato hasta que noto que no me he cansado nada a pesar del esfuerzo que debo haber hecho para llegar al jeep. Pero todo eso no importa, demasiada información, y tan poca a la vez. Los párpados me pesan, la confusión me marea y sólo quiero cerrar los ojos un momento. Las mujeres comentan mi estado, todo parece tan normal para ellas que me exaspera, y sin embargo sólo puedo dejarme llevar por el agotamiento.

Dejo caer los párpados un instante tras el cual mi energía parece totalmente renovada. Estoy despabilado, sigo confundido y muy hambriento. Siento el impulso de salir a buscar comida de inmediato, chequeo a mí alrededor. Bueno, “he despertado en peores lugares”, pienso antes de intentar abrir la puerta. Cerrado. Entonces noto el folio, sin dudas se trata de Vagish. Toca esperar. Toca esperar. Siempre sucede con el anciano, sus tiempos rara vez son los míos.

La puerta del almacén acabó abriéndose. ¿Había pasado una hora? ¿menos? No estaba seguro.

Vagish se alejaba por su trastienda, Bart había estado encerrado en el cuarto de limpieza de la tienda del viejo y, por un momento, pensó si se habría quedado dormido y lo habría soñado todo. Seguía siendo de noche... Hasta que miró el reloj digital de la tienda. Había pasado un día entero. Eran las 5 de la noche del día siguiente al que fue al bosque.

Todo volvió a desaparecer en una nube roja cuando Bart olió un aroma dulzón, delicioso, deseable, que no le costó reconocer después de una vida en las calles, entre drogadictos y en peleas: sangre humana. Salió corriendo a la trastienda, lo siguiente que supo es que estaba relamiendo el interior de una bolsa de plasma de hospital, lleno de sangre desde el labio superior a la pechera de la camisa, con otras seis bolsas alrededor, igual de relamidas.

Seguía teniendo hambre, pero no más de lo normal, dado que estaba acostumbrado a no comer todos los días, al menos no cinco comidas.

Vagish le contemplaba muy serio, ceñudo, pero cuando habló su tono tenía un deje de risa.

-"Bueno, supongo que ahora te arrepientes de no haber hecho caso al viejo Vagish. Y si no lo harás dentro de poco, cien o doscientos años."

Señaló las bolsas y le dijo:

-"Empieza limpiándolo todo, así vas pensando qué es lo primero que quieres saber, y me preguntas. Cuando no te queden preguntas, empezaré a contestar a las que de verdad deberías haber hecho." -

Es cierto que me he sentido alucinado en las últimas, ¿horas? ¿días?. Pero algunas imágenes imborrables tengo aún prendidas en las retinas, un árbol monstruoso destrozándome, regeneraciones, transformaciones, ata velocidad, pero sobre todo el inexplicable, incontenible hambre de sangre. Después de todo el delirio imposible la única señal de que todo esto es real no viene de mis sentidos, sino del deseo animal de devorar. Eso es lo que veo como auténtico, lo que viene de las tripas, los sentidos pueden ser engañados por mil artilugios, pero no los deseos.

- Lo primero que se me ocurre es ¿Cómo hago para no dejar este desastre? – digo señalando las manchas de mi merienda. – A ver Vagish, esto suena todo muy raro. Llevo años estudiando lo sobre natural, te conozco hace tiempo, he estudiado en tu tienda. Magia negra, rituales, espiritismo, hasta ánimas… pero vampiros y hombres lobo me parece demasiado. ¿Cómo es que nunca he escuchado nada serio sobre esto? Si de verdad hay vampiros deberían se r una amenaza pública. – Pongo tono de dudas, pero en mi interior sé que lo que me han dicho es verdad – Porque, vamos, viejo, esas garras y dientes de vampiro que vendes son todas una estafa…

Vagish se rio con un tono seco y bajo, las últimas horas habían cambiado la forma en que se veía y lo que antes eran graciosas cosas de viejo ahora tenían un tono más siniestro. No era un anciano timador tratando de salir adelante: era un monstruo sobrenatural y eso hacía que todo lo que creía saber o esperar de él se tambalease; aún así, no podía explicar por qué, sentía más cariño y aprecio por el anciano de lo que nunca había sentido por nadie desde que recordaba.

-"Si. Una buena pregunta para empezar. La mejor, probablemente. Para no hacer eso" - señaló el desastre - "no hay solución, pero hay alivios: no dejes nunca que tu hambre crezca y será más fácil mantener el control. Lo que has sentido se llama frenesí, el Hambre" - pudo notar en su tono que no se refería a lo que había llamado hambre hasta entonces, pero después de sentir por dos veces el ansia de sangre, sabía de qué hablaba y por qué la palabra sonaba como si fuera en mayúsculas - "la ira y el miedo lo pueden desencadenar y sólo tu autocontrol puede impedir a la Bestia liberarse. Y no te confundas, si entras en frenesí matarías a tu bebé delante de su madre y ni te lo pensarías, si pierdes el control, lo pierdes: la Bestia sólo sabe de hambre y supervivencia. El miedo, si es al fuego, la luz del sol y lo sagrado, puede disparar en lugar del frenesí el Miedo Rojo, huirás y harás lo que haga falta para ponerte a salvo, sin pensar en las consecuencias a largo plazo o lo prudente de las acciones que cometas para ello. Sólo el autocontrol y evitar situaciones estresantes te librarán de la Bestia."

Vagish asintió, con una sonrisa negra llena de dientes blancos con su siguiente pregunta. Le señaló con el dedo, orgulloso, mientras respondía.

-"Si, si, justo esa, las preguntas más importantes, una detrás de otra. Sabía que eras listo, chaval, una mente brillante. Lástima que seas un desobediente y nos hayas precipitado veinte o treinta años, podrías haber sido un vampiro muy poderoso, un líder en el clan. ¿Por qué no sabes nada de vampiros? Porque somos listos, chiquillo. Y los que no lo son, mueren. Eres inmortal, tendrás poderes, te podrás curar y eres difícil de dañar, sí; pero dos soldados con fusiles de asalto y una granada de fósforo y serás historia. Un lanzacohetes con un misil incendiario y ni el más poderoso antiguo sobreviviría. Los tiempos oscuros han pasado, el mundo es de los humanos y si nos conocen, nos exterminarán." 

El viejo rió otra vez cuando le acusó de vender morralla. Una risa sardónica, la que antes le divertía, pero que ahora resultaba un poco inquietante.

-"Si, si, baratijas, fruslerías, para timar a los tontos y los incautos. Si. Me gusta mucho. Supongo que como a tí robarme." - sacó del bolsillo de Bart varios talismanes particularmente bonitos, que había metido allí mientras hablaban sin darte cuenta. El viejo se había puesto mortalmente serio por un momento y algo en su interior chilló que huyera, que se alejara de Vagish en ese momento, sintió en su mente cómo trataba de tomar el control de sus nervios y forzar a su cuerpo a hacerlo, hasta que en un acto de voluntad, lo acalló. En ese momento el vampiro volvió a reír, divertido, remarcando la broma - "No te preocupes, es nuestro defecto de clan. Somos Ravnos y al renacer uno de los delitos que nos gustaban en vida se convierte en una necesidad psicológica. Seguro que podrás gestionar tu primer regalo: la cleptomanía. El mío fue la estafa. Y, por cierto, ya has tenido tu primera experiencia con el Miedo Rojo, me alegro de ver que eres capaz de contenerle. ¿Tienes más dudas urgentes o quieres que te diga qué te has olvidado de preguntar para sobrevivir a tu primera noche?"

Tanta información me marea un poco, pero no puedo ocultar el entusiasmo ante las cosas que empiezan a revelarse. Un mundo completo para descubrir. ¿Qué puede ser más emocionante? Pero varias cosas se me escapan.

- ¿Ravnos es otra manera de llamar a los vampiros? Las mujeres que estaban con nosotros, asumo son vampiros también… ¿Cuantos hay? Al menos en Boston, ¿Son ustedes tres?... y volviendo al Frenesí… ¿No es una delicia dejarse llevar por ese instinto tan primitivo? – Las preguntas me salen así, des conexas, todas juntas y desordenadas, es que el entusiasmo me empuja y la mente casi delira

-“Ravnos es la manera de llamar a los vampiros como nosotros. Nuestro clan, hay muchos clanes cada uno se define por sus debilidades y los poderes que les son más naturales, o específicos, como nuestra magia ilusoria, que no tiene ninguno de los demás. Los vampiros en general tienen otros nombres: Estirpe, Hijos de Caín, cainitas, chupasangres, sanguijuelas, abrazados… Depende a quién preguntes.” –

Cuando le preguntó por las mujeres y su condición, asintió, pero no respondió con palabras hasta un poco después, tras el preguntar por el número. Se encogió de hombros antes de hablar y se rió de su estimación, con su risa seca y oscura.

-“No lo sé con seguridad, veinte, tal vez más. El principado no comprende sólo la ciudad, formalmente comprende todo Massachussets, pero la Camarilla no es lo bastante fuerte para controlar más de 30 km. alrededor de Boston.”

El viejo le habló un poco de la Camarilla y la estructura que adoptaba, aunque muy por encima pues le dejó claro que ni él ni Bart formaban parte de ella. Eran algo así como independientes dentro de un reino lleno de cargos de poder político, sin deberes y sin más derechos que los que pudieran sacar negociando y rateando*. También le habló de sus normas, advirtiéndole que algunas - sobre todo la Mascarada, es decir, no dejar que nadie fuera de la Estirpe supiera de los vampiros - eran de sentido común, por más normas que fueran y que no cumplirlas le ocasionaría problemas. Problemas de naturaleza letal.

Más atención le prestó a su entusiasmo por el frenesí, su sonrisa se hizo turbia y peligrosa.

-“Si, supongo que te gusta mucho. Es una sensación de poder sin igual, útil en la guerra. Pero muy peligrosa, chaval, usa el frenesí a menudo y la Bestia tomará el control no sólo de tus acciones sino de tu alma, la Maldición espera su turno para convertirte en un animal sin inteligencia ni voluntad, esclavo del hambre que sólo actúa por instinto. Pierde tu humanidad y ese será tu destino. Convertirte en un monstruo de cuento y ser cazado como tal.”

Escuchar sobre la tal Camarilla me revuelve el estómago, y creía que eso ya no era posible, escapar de un sistema, de una estructura montada por los hombres, para caer en otro igual de tiránico, jerarquizado y vertical.

- Y… ¿Con qué nos entretenemos durante la eternidad? Ya se que voy a averiguarlo día a día, pero ¿Cómo va a ser mi vida de ahora en adelante? ¿Qué puedo esperar?

Es que he vivido una vida sin pirar atrás, al pasado. Adopté hace tiempo, además, el No Future de los colegas ingleses, esperaba vivir rápido y morir joven, sin plan, sin proyecto, sin futuro. Y es eso justamente lo que más ha cambiado ahora.

Vagish se rió con una risa cascada, que no dejaba claro si bromeaba o no.

-"¿Y quién ha dicho que no vayas a morir joven? Los vampiros, como buenos seres antiguos, mantenemos las tradiciones, incluyendo la elevada mortalidad infantil." 

Pero no tardó en pasar a asuntos más serios.

-"En el futuro puedes esperar: evitar el sol y el fuego para no ser presa del pánico, alimentarte convenientemente para evitar el frenesí, caer en un letargo igual que la muerte con la salida del sol hasta su puesta por el que más te vale buscarte un buen refugio... Y ser manipulado por los demás para sus propios fines, que parece ser el divertimento principal para los nuestros."

Hizo una pausa para dedicarle una sonrisa dentuda, seguro de que aquella información le haría rechinar los dientes.

-"El tuyo tendrás que buscártele. Por lo pronto yo te voy a conseguir una fiestecita. Tu fiesta de 15, por así decirlo. Tenemos que presentarte en sociedad y pedir al príncipe que te deje quedarte en la ciudad, aunque como creo que te apetezca apuntarte a ser el último mono de la Camarilla, te dará un feudo lo más lejos del centro que pueda, con la idea de que lo pacifiques y quitártelo enviándote a la nueva frontera. O eso espero, siempre puede decidir que no quiere más independientes y mandarnos con viento fresco, en ese caso ya veríamos qué hacer. Pero estaría feo, después del favor que les hemos hecho."