Partida Rol por web

Iridium; Tucson

11 de Septiembre, 2001 - 09:33 pm

La carretera que cruzaba el desierto desde Lake Atwood hasta Tucson estaba bañada por la luz dorada del atardecer, y como si de un mal presagio se tratase, Darryl regresó a la oscuridad de la noche y al lugar de reencuentro con sus propios demonios. Era una mezcla tan agria como dulce la que sentía, como ese dolor que casi resulta placentero; como cuando no puedes de dejar algo horrible absolutamente fascinado por los matices y el morbo. Era todo eso y más. La única diferencia es que ya sabía lo que le esperaba en el Iridium: el templo de Raven.

El bar estaba idéntico a la noche anterior. Diferentes comensales pero perseveraba aquel ambiente de extrañeza. El mismo camarero de la noch anterior atendía la recepción.

-Señor Emerson, que agradable sorpresa volver a verle. La señorita nos advirtió que seguramente volvería, por lo que ya tiene su mesa preparada. Solo tendrá que esperar un momento: lady Ogden se encuentra ocupada en este momento. Si tiene la amabilidad, por favor...

Extendió la mano abriéndole paso y Darryl aceptó seguirle de buen grado. Al pasar cerca de la barra, prestó atención por si algo resultaba inusual, pero no encontró razón para pensarlo. Drew le tendió la carta de la cena por si le apetecía algo, y también la de cócteles. Por supuesto, estaba a su entera disposición mientras esperaba. Aquellas formas le impacientaban, pero sabía que ponerse tozudo allí no iba a servir de nada. Los sobrenaturales, por muy diferentes que fuesen los unos de los otros, pecaban todos de lo mismo, de creerse más y mejores, y pretender que se jugase a su juego. Era algo que le resultaba cada vez más evidente y también más odioso.

Entonces se dio cuenta de que en la mesa de al lado estaba la niña (presumiblemente también vampiro), que parecía absolutamente embelesada por el pianista.

Entrar al Iridum le provocaba sentimientos enfrentados: por un lado, Darryl se sentía en una extraña e incómoda paz, fruto del ambiente distentido y relajado del local. Por otro, sentía una contradicción en el estómago en forma de tensión latente al sentir al depredador acechando constantemente, la marca de los vampiros que podía sentir en la nuca. Pero efectivamente no iba a conseguir nada cabreándose en aquel lugar... y tenía que esperar por ahora.

Darryl se sentó, esperando carcomido por la impaciencia. Ya había cenado algo por su cuenta antes de llegar y no quería ninguna copa, así que solo le quedaba intentar calmarse... cosa que casi consiguió, pues se encontró a la cría sentada, observando al pianista como si fuese lo más maravilloso que había pisado jamás la tierra.

Comenzó a repiquetear la mesa con las yemas de los dedos sin apartar la vista de ella, sencillamente esperando a ver si se daba cuenta o si se mantenía así hasta que la pieza del piano terminase. Ya había visto cómo era más o menos Al y el vampiro pelirrojo, pero aquella chiquilla seguía siendo un misterio para él.

El pianista terminó su pieza pasado algo más de un minuto, y la pequeña aplaudió con entusiasmo pero no de la forma en que haría un niño, sino con la delicadeza de un adulto. Su rostro se iluminó con una amplia sonrisa. Después se recostó en el asiento, y fue cuando notó la presencia de Darryl. Intercambiaron sus miradas durante varios segundos. Entonces ella se levantó y se acercó.

-¿Te importa si me siento? Me gustaría hablar contigo.

No tendría más de doce años; rubia, no muy corpulenta, y con ropas holgadas que no parecían agraciarla del todo. Ya no tenía esa expresión amable e ilusionada. Parecía más bien recién levantada de una siesta.

- No veo por qué no. - en realidad tenía mil razones para no querer, pero cualquier posible información que pudiese sonsacar de aquella vampiro o cualquier detalle que pudiese serle de utilidad podrían ser oro - Sólo tu amigo Al tuvo la decencia de presentarse en su momento así que... yo soy Darryl, ¿cómo te llamas? -

Aunque su tono era cordial, sus ojos dejaban claro que no le quitaban el ojo de encima. No porque el ghoul desconfiara de que fuese a hacerle daño, si no porque no se fiaba de ella en general.

-Maeves. Encantada. Y Ronald no es mi amigo, sólo para que quede claro -especificó mientras tomaba asiento, colocando las manos sobre las rodillas en una posición demasiado rígida para una niña-. ¿Has venido para ver a Roxane Ogden?

Su voz apenas variaba la modulación, produciendo un efecto extraño e incómodo.

Asintió ante su presentación, aunque no dijo nada hasta que ella hubo terminado de hablar. Maeves. Por si aquella niña ya era rara... su nombre acompañaba. ¿Vendría de Europa?

Contuvo una sonrisa sardónica cuando especificó que Al no era su amigo. No le sorprendía en absoluto y además le agradaba: la situación debía ser tensa hasta allí, sobretodo tras la muerte de Anthony Ogden. Raven creía que los garou eran los verdaderos responsables pero quizás aquellos tres sabían algo más... o tenían cada uno sus propias sospechas.

- Así es. Ayer le dije que hoy volvería a hablar con ella así que aquí estoy. ¿Hay algún problema? - intentó que su tono no fuese amenazante: no por diplomacia o por no buscarse probemas, si no porque realmente tenía curiosidad en si había un problema con su presencia allí, porque dijera lo que dijese iba a volver a verla si le salía de los cojones.

-No. Está atendiendo asuntos personales, por eso debes esperar. No me interesa lo que quiera que vayáis a hablar, solo quiero asegurarme de que la vas a tratar como se merece: con respeto.

Fue clara y concisa, como si decir las palabras justas fuese ni más ni menos, sencillamente lo que debía ser. Se disculpó un segundo para pedirle a Drew (al que trató por su apellido) un batido de fresas naturales.

-Ella es una persona muy importante para mi. Y sé que también para ti. No quiero que nada le ocurra.

Aquellas palabras sí que captaron la atención del ghoul, que se inclinó hacia adelante para apoyar los brazos en la mesa. Escrudriñando el rostro rígido de la vampiro, aprovechó la pausa de su pedido para decirle a Drew que no quería nada y para pensar en lo que Maeves le había dicho.

- El mismo con el que se trató ayer a mi amigo, ¿verdad Maeves? - preguntó Darryl entrecerrando los ojos y alzando un poco el mentón - Pero no te preocupes, seguiré tratándola con respeto. -

Y aunque no pensaba decírselo, seguiría tratándola así por mucho que Raven hiciera o deshiciera. - ¿Es ella... tu madre? - preguntó para no utilizar allí la palabra 'Sire' - Porque si lo es y de verdad es tan importante para ti como dices... podrías ayudarme a evitar que corra el mismo destino que Anthony Ogden. Porque es lo que ocurrirá si no paramos esta locura. -

Maeves pestañeó y no dijo nada hasta que terminó de hablar.

-Darryl... No intentes jugar la carta de diplomático conmigo. Ten un respeto a mi inteligencia, por favor. Sé que eres más listo que todo esto, pero tienes tanta idea de lo que está ocurriendo como nosotros: ninguna.

Darryl tomó aire y lo expulsó por la nariz antes de contestar. Obviamente aquella jodida cría era mucho más de lo que parecía, pero no sería tan fácil de convencerla  - Entonces te lo diré así: voy a descubrir qué hay detrás de todo ésto y cuando lo haga, espero que ni tú ni nadie más se interponga en mi camino para evitar que ayude a Roxane y a mi club. No me importará encargarme de uno de los vuestros: no sería el primero y seguramente no el último. ¿Mejor así? - pregunto ladeando la cabeza. ¿Amenaza? Darryl prefería considerarlo una advertencia... y Maeves no tenía que tomárselo como algo personal si realmente sabía lo importante que era Raven para el ghoul - Y si descubres cualquier cosa y la compartes conmigo te lo agradeceré de corazón. -

Parecía impermeable a sus palabras, o al menos eso parecía desde fuera. 

-¿Esto es lo que normalmente haces cuando las palabras suaves no funcionan? Te he expresado mis intenciones con honestidad. ¿Qué debería temer de ti, Darryl Emerson, si lo único que me haría daño es una de las cosas que más aprecias? ¿Estarías dispuesto a escoger si ambas entrasen en conflicto?

Justo Drew llegó con el batido. Se disculpó al darse cuenta de que interrumpía una conversación y se retiró silencioso. Maeves removió el contenido y dio un sorbo con la pajita.

-Igual deberías pensar lo que dices dos veces.

- Sólo me has pedido que no me las dé de diplomático contigo... y el que avisa no es traidor: estoy siendo igual de honesto que tú. - comenzó a explicar, y tuvo que morderse la lengua cuando Maeves hizo su segunda pregunta. "Estoy sola, Darryl", es lo que Raven le había confesado la noche anterior, en su despacho. Quizás era otra de las mentiras de su antigua domitora, pero de no ser así... quizás los sentimientos de Maeves no eran recíprocos, o quizás no confiaba en ella lo suficiente como para considerarla un apoyo moral. Podía usar aquellas palabras de Raven como arma contra la vampiro, pero sería una acción realmente estúpida hasta para Darryl.

- No hay nada que debas temer de mi si Roxane es tan importante para ti como dices. - dijo tan determinado como sincero cuando Drew se había ido de allí - Para eso estoy aquí, para que esa hipotética situación no tenga lugar. Y si ocurre tomaré una decisión... pero todavía no ha ocurrido ni lo hará si puedo evitarlo. -

-Y por eso me he sentado en esta mesa, para saber qué clase de hombre eres. Para saber quién eres, Darryl Emerson. Y creo que ni tú mismo lo sabes. Y si tú no lo sabes, ¿cómo vas a ayudarla?

Las yemas de los dedos de Darryl volvieron a repiquetear la mesa, una vez, dos veces, tres. - Escúchame un momento. - dijo recolocándose en la silla y entrecruzando los dedos de ambas manos - Si quieres saber quién soy, te haré un resúmen muy rápido. Soy un hombre que se encontró con una mujer que era mucho más de lo que parecía. Una mujer muy diferente a las que había conocido, con la capacidad de poner a cualquiera en su sitio, misteriosa y que me mantenía enganchado a cada noche que pasábamos juntos. Soy un hombre que se entregó a esa mujer dejando atrás a su gente, su historia y toda su vida: ¿y qué recibí? Exigencias que me negué a cumplir y que me separaron de esa mujer a la que le había entregado todo lo que significaba Darryl Emerson. -

Una sonrisa escapó a los labios del ghoul, aunque retorcida y no carente de sorna. - ¿Y sabes lo más divertido de todo, Maeves? Que volvería a hacerlo. Una y otra vez. Y por eso estoy aquí, esperando y hablando con alguien como tú: porque aunque todo eso ocurriera, yo lucho hasta la muerte por la gente a la que quiero. Puedo decírtelo más alto, pero no más claro. -

Maeves asintió.

-Gracias por tu sinceridad, Darryl. Si no te importa, volveré a mi mesa -dijo cogiendo el batido y regresando a su sitio.

Sencillamente se mantuvo en silencio mientras Maeves se levantó y volvió a su mesa, cruzándose de brazos mientras Raven terminaba aquella maldita reunión. No sabía con la impresión con la que podía haberse quedado Maeves... pero la suerte ya estaba echada.

El tiempo discurría lentamente. La afluencia de gente iba variando de forma constante, manteniendo la amalgama de clases sociales, etnias, y edades. En cierto momento Maeves también se fue deteniéndose antes un momento para desearle una buena noche. ¿A dónde iba? No sabía si quiera si quería averiguarlo. Drew se acercó una vez más para insistir en su deseaba algo de comer, beber, o cualquier otra petición. A parte de lo obvio, ver ya a Roxane, no había mucho más que él pudiese hacer.

Pasada una hora larga, Drew se acercó de nuevo con una grata sonrisa para decirle que lamentaba mucho la espera y que Roxane Ogden ya le estaba esperando en el Reservado. Como la noche anterior, le guió hacia la zona privada y desde allí a la misma sala que él mismo había destrozado lanzando la mesita por los aires. Aquella noche presentaba exactamente el mismo aspecto pulcro y elegante, sin restos de sangre en la alfombra o cristales esparcidos. Una suave fragancia a cerezas bañaba el aire sin llegar a ser empalagosa: era el té que reposaba en el escritorio donde Raven estaba sentada tomando notas. Aquella imagen le resultó terriblemente ajena. Raven tomando té sentada tras un escritorio de roble macizo, vestida de oficina y aplicada a la tarea. Esa no era la Raven que él conocía, sino Roxane Ogden. Pero cuando levantó la cabeza tras cerrarse la puerta volvió a toparse con aquella mirada clara y directa, y seguía habiendo algo desconocido y extremadamente atrayente en aquella brumosa claridad añil.

-Perdona por hacerte esperar. Estaba resolviendo unos asuntos -excusó mientras se levantaba para reunirse con él en las butacas.

Aquella atmósfera le hastiaba y le cargaba de malas vibraciones, sintiéndola tan ajena a lo que él conocía que no podía evitar ponerse a la defensiva. Mientras ella se levantaba y apartaba sus notas para encontrarse con el ghoul éste no pudo evitar cruzarse de brazos con gesto serio.

Se alegraba mucho de volver a verla aquella noche, otra vez, pero no podía evitar pensar en la noche anterior y se le removía una mala ostia por dentro que no conseguiría dejar de lado fácilmente. Aunque traía noticias, y lo que podía ser el anticipo de su 'promesa': solucionar todo aquel jodido embolado.

- Christopher. ¿Cómo está? - exigió saber el ghoul antes de seguir adentrándose en el despacho

Raven se detuvo a mirarle un momento y asintió.

-Está bien, pero supongo que preferirás comprobarlo por ti mismo.

Se dio la vuelta sacando un pañuelo para limpiarse las manos de lo que parecía tinta y cogió el auricular de un teléfono antiguo que descansaba en una de las estanterías. Marcó y se mantuvo a la espera.

-¿Puedes poner al lobo al teléfono, por favor? Gracias -dijo antes de tenderle el auricular a Darryl.

Cuando dijo aquellas palabras y Raven se dió la vuelta el motero tuvo que cerrar los ojos y respirar con alivio, para luego descruzar los brazos y acercarse a su antigua domitora para coger el teléfono.

- ¿Chris? - preguntó con cautela, sin apartar la vista de la vampiro