Partida Rol por web

Cuando el monstruo pasó a ser un joven normal, casi de su edad, y vió a Rose acercarse hacia él andando tras cargar contra aquel monstruo creyó que ya había muerto debido al dolor y a la pérdida de sangre y se encontraba en alguna especie de alucinación del más allá.

Cuando la vampira se arrodilló a su lado, lamentando lo que había ocurrido, Darryl reunió fuerzas para sonreir débilmente y levantar la mano sana para colocarla en el brazo de Rose.

- No iba a abandonarte a tu suerte... esa cosa te habría destrozado a ti también... - no sabía qué había sido falso: si verla volar por los aires o verla en aquel momento viva y coleando a su lado, pero tampoco tenía mucho tiempo para considerarlo - ¿Quién... te crees que soy? -

-Un imbécil. Eso eres. Tenías que haber corrido –ladró. Los colmillos le sobresalían ligeramente.

La policía aparecería de un momento a otro, Darryl estaba demasiado herido como para moverle y tenían un cadáver al lado herido por su arma. Podía huir ella sola; fue el primer pensamiento que se le pasó por la cabeza, aunque años más tarde lo negaría absolutamente. Sin embargo, algo la detuvo de hacerlo.

Le miró a los ojos de nuevo, dudando. Había una alternativa: se llevó la muñeca a la boca y después se la tendió goteando. No tenía sentido.

-Bebe -ordenó.

El primer comentario de Rose le hizo reirse un poco, provocando una tos ronca que le manchó la chupa con algo de sangre. Estaba en ese estado en el que uno acababa aceptando el destino que le había tocado... y no tenía muy claro (si Rose no se hubiese lanzado primero contra la bestia) si él hubiese hecho lo mismo por ella.

Lo que hizo ella con la muñeca carecía de sentido para él, pero en aquellas circunstancias lo atribuyó, como tantas otras cosas, a un producto de la confusión que la cercanía con la muerte provocaba. Supuso que se había hecho una herida, buscando darle de beber su sangre para paliar la pérdida de la suya propia, que se iba por las dos graves heridas que había sufrido con las garras.

Sin embargo, cuando la muñeca rozó sus labios y la sangre cayó en su boca, bebió de forma instintiva, cerrando los ojos como si aquella pudiese ser su salvación...

...y así era.

La herida abierta goteaba por su piel desprendiendo un pugnante olor metálico; la sangre se deslizaba hasta los dedos. No era una visión apetecible, pero Darryl obedeció con un impulso nacido del instinto de preservación y presionó los labios contra la herida. Era densa y tenía un sabor amargo y fuerte, y sin embargo se deslizó por su garganta como melaza. Rose retiró el brazo enseguida, y el motero apenas fue consciente de la fuerza con la que sujetó su muñeca en busca de más.

-Darryl. Basta –replicó con autoridad. No surtió efecto en él.

El sabor inundó su boca y resultaba mil veces que el mejor whisky de Kentucky, mil veces mejor que la mejor de las hamburguesas, mil veces mejor que el mejor de los besos. No había rastro de dolor, no se sentía agonizar. Al contrario. Un latigazo de energía le azotó haciendo vibrar todo su cuerpo, como si unas manos invisibles lo hubiesen sacado del ataúd justo después de haber perdido la última bocanada de aire. No recordaba nada igual. De hecho, no recordaba nada en absoluto porque todo en lo que podía pensar era un único impulso que le martilleaba la sien: hacerla sangrar. Parecía lo más razonable y sensato en aquellas circunstancias. Era lo más lógico después de todo.

Con cada mililitro de sangre que pasaba de la muñeca de Rose a su boca, el motero se fue sintiendo cada vez más de vuelta a la realidad, dejando muy atrás aquella sensación confusa de lejanía, como si estuviera a punto de caer en un profundo y reparador sueño. La sangre de aquella muchacha que siendo tan poca cosa había luchado frente a frente con la bestia le estaba devolviendo la vida y por un momento, sus pensamientos se fueron volviendo más lúcidos.

Sin embargo, aquello duró poco y la lucidez se fue convirtiendo en necesidad: necesidad por beber cada vez más, por llenarse por completo en aquel ícor divino que le hacía sentir tan vivo. Rose intentó pararle, pero de nada sirvió ante un Darryl que estaba perdiendo la cabeza mientras la sangre comenzaba a llenarle por dentro. Una sensación indescriptible y una sensación que, aunque en un futuro repetiría en numerosas ocasiones, jamás fue como aquella primera vez.

El forcejeo se volvió más agresivo con rapidez: Darryl se encaramó sobre ella gruñendo cual animal sin apenas ser consciente, intentando subyugarla haciendo uso de la fuerza importándole solamente conseguir aquello que en vez de saciar su urgencia la incrementaba. De haber sido él mismo, jamás se habría atrevido a violentarla de aquella manera, pero apenas era capaz de articular más de dos palabras coherentemente, y mucho menos controlar aquel impulso visceral.

Rose decía algo. Al menos movía la boca como si lo hiciera, pero no importaba. ¿Le estaba amenazando? ¿Qué importaba? Se interponía entre él y aquella oleada de vitalidad que hacía cabalgar su corazón como una droga infame. Y entonces el ángulo de la imagen se torció y un fuerte dolor ardía en su mejilla. Golpeó el suelo, y cuando trató de dar una bocanada de aire algo se cernió en torno a su cuello cortando el flujo de aire. De alguna manera, Rose estaba sobre él ejerciendo el peso de una viga de hormigón.

-Escúchame, cabronazo. Te vas a estar quieto –siseó peligrosamente cerca de su nariz- o te voy a arrancar la tráquea aquí mismo.

Sus palabras traspasaron el muro de ira animal calando en su sentido común. Era Rose, joder. Era Rose, que se había abalanzado contra aquella cosa para salvarle y que le estaba intentado ayudar. Pero al mismo tiempo no lo era, era una desconocida cuyos ojos sin fondo deseaban cumplir la promesa que acababa de hacer.

Fue entonces también cuando el sonido de las sirenas de policía llegó a sus oídos.

Estaba totalmente fuera de si, y aunque sentía una vocecilla en lo más profundo de su interior diciéndole que no debía estar haciendo aquello, pero las palpitaciones que sentía en la sien y en el pecho debido a la sangre de Rose eran demasiado fuertes y le hicieron perder la razón hasta que la joven le sometió con una fuerza totalmente sobrehumana.

Tras el golpe y notar la presión que ella ejercía, el motero parpadeó un par de veces, aturdido, mientras el sonido de las sirenas comenzaba a cobrar sentido, Darryl movió ligeramente la cabeza y un hilillo perdido de la sangre de Rose se cayó a un lado de la mejilla. - Rose, yo... lo... lo s... - todo empezaba a estar menos borroso y más claro y el agudo sonido de la policía acercándose fue suficiente como para que su ceño se frunciera y sus ojos pasaran de ser los de un animal cegado por una luz en la carretera a una mirada más determinada que intentó rivalizar con la de aquella mujer que se había convertido de repente en una extraña.

- Tenemos que salir de aquí. - y se hubiera levantado si fuese capaz de moverse un solo centímetro

Rose apaciguó su temperamento y se levantó tras una breve pausa, cogiéndole de la muñeca para levantarle de un tirón.

-Corre.

Le empujó hacia la moto mientras ella se entretenía agachándose junto al cadáver para hacer algo que no le dio tiempo a ver. Estaba demasiado ocupado intentando no entrar en pánico absoluto por lo que acababa de ocurrir. Que no tuviese sentido alguno ayudaba hasta cierto punto, empujando aquel recuerdo hacia el fondo con un “no hay tiempo”. Para cuando hizo rugir el motor, Rose estaba de nuevo a su lado pasando la pierna por encima del asiento trasero. Segundos más tarde estaban de vuelta en la carretera, justo para ver por el retrovisor el reflejo azul y rojo de las luces.

No sabía a donde iba y no importaba. El viento cortaba en su piel haciéndole entrecerrar los ojos y secándole la boca. Aquel regusto a sangre seguía fresco en su paladar reviviendo a ratos destellos de lo que había ocurrido. Estar en su terreno, la carretera, ayudaba ligeramente. Demasiado ligeramente. Mientras, las manos de Rose se asían a su cadera manteniendo su cuerpo a cierta distancia desde atrás. No parecía ni estar respirando.

Sus brazos temblaban ligeramente y era una sensación que no vivía en la moto desde su primera persecución en el club. Por aquel entonces, todavía como prospect de los Brothers of Mayhem, había sentido como un cóctel de miedo, excitación y pura adrenalina corría por su torrente sanguíneo, pero aquello había quedado muy lejos de la fuerza que había sentido hacía breves minutos y el terror que sentía ahora.

Nada tenía sentido y algo le decía que era mejor así, pero nunca se había amilanado ante nada y aquella no iba a ser una excepción. Tenía que parar en algún sitio y que Rose le explicara qué diantes había ocurrido... al menos cuando él mismo se sintiera seguro de que estaba fuera de peligro. La policía posiblemente sabía que una motocicleta había salido del lugar y no le cabía duda de que les considerarían los potenciales responsables de lo que había ocurrido en la licorería.

- ¡Tendremos que parar en algún sitio y esconder la moto! - todo aquello era una zona desértica y si se acercaban a un bar o algo por el estilo tendría que intentar esconder la moto para que la vieran el menor número de personas posibles, al menos hasta que se calmaran las cosas

Rose bufó, un sonido que no llegó a oídos de Darryl.

-Para donde sea. Cuanto más pases en la carretera más probabilidades tienes de que nos salga un coche. Sobre todo si no dejas de acelerar.

Darryl frunció el ceño ante el comentario y relajó la mano del acelerador, bajando la velocidad poco a poco hasta que pudo ceñirse más y más a la parte derecha de la calzada, buscando parar junto al arcén. Una vez detenida la moto, quitó el contacto para que las luces se apagaran.

Quería girarse y comenzar a bombardear a Rose a preguntas, pero fue totalmente incapaz y se quedó mirando a la nada, con los ojos todavía intentando acostumbrarse a la repentina oscuridad.

Rose desmontó al momento de parar, incluso antes de que apagase la ingeniería del todo y el ronroneo de la moto se desvaneciese en el aire. Sin luces de carretera, apenas se distinguía algo a pocos metros más allá del arcén. Las nubes se cerraban en el cielo y el ambiente era cada vez más pegajoso. Iba a haber tormenta, pero de varios tipos.

No dijo nada. Rebuscó en la alforja hasta dar con la botella que había cogido al salir de la licorería y caminó pisando tierra hasta encontrar un sitio cualquiera que le pareciese adecuado para sentarse. Tomó aire, lo soltó tras retenerlo brevemente, y aplicó los labios con urgencia. No había risas ni actitud juguetona, solo una figura sombría sentada en el arcén de una carretera de Kenchutky ahogando penas en una botella. Darryl se dio cuenta de que no conocía a aquella mujer en absoluto, ni una sola pista. Pero aunque quisiera odiarla o deshacerse de ella había algo que seguía resultándole sorprendentemente atrayente, algo que todavía podía degustar en su paladar. Además, obviando la confusión, el entumecimiento y lo inexplicable de todo aquello, seguía vivo y sus heridas eran apenas rasguños que escocían.

No entendía absolutamente nada de lo que había pasado: todo había ido demasiado rápido, la adrenalina había convertido sus recuerdos en algo borroso, aunque no había podido quitarle de la cabeza aquella sensación que todavía recorría su cuerpo, la de la sangre reactivando toda su vitalidad y su energía.

Sin embargo, cuando ella se alejó para sentarse y beber en silencio, aparentemente también superada por las circunstancias, le recordó a él mismo. Cuántas veces había tenido que guardarse un peso demasiado poderoso relacionado con el club, o las veces que había sentido la presión que Mark cargaba sobre sus hombros y que casi nunca compartía con los demás (exceptuando quizás con Walter). No sabía nada de Rose, y sin embargo, sentía que aquel sentimiento era también suyo, en cierta medida.

En silencio también, se pasó una mano por el pelo para que no le molestase y se acercó hasta la joven, sentándose a su lado y cogiendo el cuerpo de la botella en una de las pausas de Rose para darle un trago él mismo. Suspiró tras sentir la fuerza del alcohol recorrer su garganta y entonces, se inclinó ligeramente para que su brazo hiciese contacto con el de la muchacha.

- Menuda noche. -

Le miró de reojo ligeramente desconcertada, pero no añadió nada. Cabeceó dos veces afirmativamente y volvió la vista al frente en silencio. Permanecieron así varios minutos, pasando la botella de mano a mano y de boca en boca, reservándose los pensamientos. Al cabo de un rato, cuando por fin aclaró sus pensamientos lo suficiente, habló para ambos.

-Me llamo Raven. Raven Parr. –Otra pausa más larga-. Soy… un vampiro.

Las palabras cayeron por su propio peso de forma ahogada, como si no quisieran salir de su boca. Decidió que ya había bebido suficiente y que probablemente él lo iba a necesitar más, así que le pasó la botella y la palabra al mismo tiempo.

No pudo evitar parpadear varias veces al escuchar la confesión de Raven, con un nivel de sorpresa algo distraída por la leve sensación aturdidora del alcohol a pelo que comenzaba a hacer algo de mella en él. En aquella carretera perdida de la mano de Dios, un loco y una vampiro bebían en silencio junto a una moto mientras se escondían de la policía.

Tuvo que soltar una risilla entre dientes, ocultándola en la medida de lo posible tras el dorso de la mano. Otro trago largo siguió a aquel gesto antes de  inclinar el vidrio hacia su compañera. - Ya veo... - asintió despacio, como si comprendiera a la perfección todo aquello - Me gusta más que 'Rose'. -

Y no continuó hablando durante un ratito más. Quizás fuese el bajón que estaba sintiendo tras lo ocurrido, quizás el alcohol que se mezclaba con la sangre de Raven en su organismo, pero en aquel instante aceptó sus palabras como si nada. No sería hasta varios días después cuando comenzara a considerar lo que significaba todo eso.

- ¿Y ahora qué? - preguntó con total sinceridad, intentando descifrar sus facciones en la oscuridad - ¿Vas a desaparecer cuando me de la vuelta? -

Raven interpuso la mano educadamente dejando que se quedase con la botella. El alcohol le estaba subiendo rápido con el estómago vacío y la coctelera de sucesos que acababan de ocurrir.

-Ya he matado suficiente por hoy, Darryl -replicó de mala gana, chascando la lengua a disgusto tras la frase. La crudeza de sus palabras no lo hacía menos real o menos llevadero. Después de todo acababan de huir de un asesinato.

De forma inesperada, el cuerpo de Raven se sacudió como si le hubiesen propiciado una patada en el estómago. Se levantó de un brinco, dio varios pasos en otra dirección, pero no llegó muy lejos antes de doblarse hacia adelante vaciando cuanto tenía en su organismo. Apenas pudo contener unas lágrimas de angustia, tratando de detener las arcadas y deseando que aquella desagradable sensación que le producía todo se desvaneciese con la comida que acababa de vomitar.

Al verla vomitar algo más allá pensó que para tratarse de una vampiro, en aquel momento no se diferenciaba de una joven cualquiera. Torciendo el gesto se levantó dejando caer la botella sin preocuparse por ella, haciendo que ésta comenzara a rodar por el suelo.

Paso a paso llegó hasta su vera, colocando ambas manos en los hombros de la joven. Apretó ligeramente con los dedos para que sintiera su presencia, pero se mantuvo a un lado para dejarle respirar... ¿siquiera respiraba? - Esa cosa nos atacó... actuamos en defensa propia. Sólo... sólo intentamos evitar un mal mayor. - en otros casos que había vivido con el club, palabras como aquellas eran una excusa para que la conciencia pesase menos de lo que hacía en realidad... pero realmente había sido así aquella vez - Y tú has luchado por salvarme... -

No pudo evitar juntarse un poco más a ella tras aquellas palabras, suspirando con resignación. - Muchísimas gracias... - murmuró, en un tono más bajo - Estaría tirado en aquella gasolinera todavía si no fuese por ti. -

Permaneció un poco más doblada con las manos sujetando las rodillas, haciendo aspavientos. Después negó con la cabeza.

-No te iba a dejar… tirado. –Se incorporó apartándose un paso intentando no hacer el movimiento demasiado brusco. – No soy una asesina. Ni un monstruo. Tengo humanidad y cuido de mis amigos.

Si pretendía ser una aclaración sonó más agresivo de la cuenta, como si pretendiese justificarse ante un tribunal de la Inquisición.

Se puso recto de nuevo, dejandole a Raven el espacio que parecía necesitar. Se llevó las manos a los bolsillos de la chupa, cambiando el peso de una pierna a otra debido a lo irregular del terreno.

- No te he acusado de nada, Raven... sólo te agradecia que me salvaras el culo. Es lo que me importa, nada más. - al fin y al cabo, le debía la vida. Una pregunta más importante cruzó por su cabeza y suspiró profundamente, con gesto preocupado por el estado de la vampiro - ¿Te encuentras mejor? -

Todavía se le hacía muy extraño pronunciar aquel nuevo nombre, pero no ponía en duda que aún quedaban muchas cosas por descubrir sobre ella... y tenía una sensación de curiosidad casi enfermiza por ahondar más. - ¿Y qué era eso que nos hemos encontrado? No había visto nada más acojonante en mi vida... -

Raven cabeceó de forma afirmativa.

-Alcohol sin cenar... Ya sabes -se excusó volviéndose a pasar la mano por la boca y deseando tener algo de agua con la que enjuagarse aquel mal trago. El motero, sin embargo, dirigió su atención hacia otro asunto y era aquel engendro que había salido de la nada y que casi le había costado la vida. - Era un hombre lobo, más o menos. No debería haber estado rondando tan cerca...

Por un momento pareció preocupada, pero sacudió la cabeza apartando lo que fuese que había en ella para mirarle, serena de nuevo.

-Deberías volver a Lake Atwood.