Partida Rol por web

El Sol acaba de irse completamente y tu te despiertas nuevamente en el sotano que tu y Joaquin comparten desde hace algun tiempo. La casa no era demasiado grande ni llena de lujos, pero era un lugar tranquilo para vivir un poco alejado de la verdadera locura que se vivia afuera en la sociedad humana y cainita, afortunadamente ambos estaban un poco apartados de todo eso.

Al abrir los ojos ves que Joaquin esta junto a ti al parecer llevaba un rato esperando a que despiertes.

Joaquin siempre fue una persona muy comprensiva, nunca te critica nada y aunque no entiende por completo lo que eres lo acepta y se alegra de que se tengan el uno al otro. Pero no es difícil ver como los años pasan y poco a poco se va volviendo un poco mas viejo, aunque se le ve muy bien para su edad.

-Entonces ¿Qué planes tenemos para esta noche?-

Natalia abre los dos ojos al mismo tiempo, despertándose de una vez y para el resto de la noche. Era una costumbre que conservaba de los años que habían seguido al primer secuestro, a la primera desaparición: aún encerrada en las paredes de la burguesía conservadora, de la casa de sus padres, temía que entraran por cualquier resquicio y la sorprendieran durmiendo. También se había acostumbrado a tapiar los bordes de las ventanas hasta no dejar un paso de aire, a bloquear las puertas, y que al apagar las luces aquello fuera la máxima, mísmísima oscuridad de los abismos. Por ello, cuando su abrazo le había hecho despertar todas las noches en habitaciones como esa misma, como ese sótano iluminado tenuemente por una lámpara especial de bajo consumo, para Natalia había sido continuar con lo anterior. Sólo que la falta de aire ya no era un problema más.

Se incorpora con decisión, y se sienta en la cama con las piernas flexionadas. Ya no hay sábanas, ni mantas: el colchón ha sido insistencia de Joaquín, pues no había habido forma de explicarle que aquellos pequeños detalles ya daban igual. Natalia los había terminado concediendo para tranquilizarlo, como muchas otras cosas. Joaquín es comprensivo hasta límites infinitos, comprensivo como sólo un compañero puede serlo, como sólo una persona que ha compartido determinadas tragedias de la vida contigo puede serlo. Comprensivo como sólo puede serlo alguien que te necesita, de forma casi incondicional, y no quiere perderte de ninguna manera y bajo ningún riesgo. Natalia lo mira mientras se recoge el pelo, sentado allí a su lado, esperando una respuesta. Sus ojos no tienen el brillo de la envidia, mientras contrastan la eterna juventud de ella con la lenta pero inexorable vejez que va cayendo sobre él. Sus ojos parecen agradecer a esa eternidad que le permite tenerla siempre igual, inmaculada como antes de la tragedia, remitiéndole siempre a los recuerdos de que en algún momento de su vida fue realmente feliz.

- No tengo planes inmediatos - dice Natalia, mientras se aproxima al borde de la cama y se sienta allí, con los pies desnudos apoyados en el piso - No tengo un trabajo específico que hacer hoy. No sé si querés salir a tomar algo y dar una vuelta a ver si nos encontramos algo.

Hace tiempo que Joaquín ha cambiado su horario por uno nocturno. Sus padres le habían desheredado cuando la muerte de Julia había destapado la verdad de las cosas, y eso le había aislado de la fortuna que le hubiera correspondido por ser un Güiraldes Sarriá. Sus ocupaciones habían sido varias, pero las había aplazado todas al volver a ver a Natalia. Sus horarios pasaron a estar casi determinados por los de ella. Las noches, que habían estado llena de fantasmas durante tantos años, pasaron a ser su bálsamo y su máxima inspiración a la vida.

Natalia mira a Joaquín a los ojos, en silencio. Repite ese ritual constantemente. Al final le toma una mano, una que es enorme entre las suyas que parecen mínimas a su lado, y la sostiene como si intentara medir el pulso de sus vibraciones. El tacto es desesperante: el calor humano es atrapado por una frialdad que lo encierra, pero que no busca conocerlo. Ambos saben que es imposible, e innecesario. A pesar de ello, al inicio dormían en el mismo lecho, y Joaquín la abrazaba con la fuerza de un hermano, un amante, un aliado o un hijo. Aún a veces lo hace, y Natalia lo alienta. A veces, gasta parte de su sangre en darle calor. A veces.

- ¿Tenés algún plan, vos? - pregunta ella, con una suavidad y consideración que el mundo suele no conocerle - Yo te sigo.

¿Te parece salir a dar una vuelta? En una de esas podemos ir a com... Joaquin se detuvo derrepente, se odiaba cada vez que lo hacia pero simplemente no podia evitarlo, siempre se le escapaban esos estupidos detalles ¿Porque sigo diciendo estas cosas? Ella no come lo mismo que yo, que desatento de mi parte... AHJJJ si se ofende voy a terminar sintiendome muy mal.

Luego de hacer silencio por un milisegundo, Joaquin continua hablando ...partir una linda noche y ver una pelicula o una obra de teatro.

Ante el patinazo, Natalia no parece reaccionar. No insulta a la inteligencia de Joaquín pretendiendo que no ha entendido lo que iba a decir a continuación, porque sabe bien que él ha entendido su error. Errores como ese la habían llevado, varias veces al principio, a comer alguna comida mortal para dejarlo tranquilo: el resultado había sido patético, con Natalia vomitándola casi al momento, y demostrándole así a Joaquín muy gráfica y explícitamente su error. Natalia ha aprendido a manejar eso con más sultura de la que cualquiera hubiera esperado de ella, incluida ella misma.

Le acaricia el dorso de la mano con una sonrisa ligera, tranquilizante.

- Hace mucho que no vamos al cine - comenta, mientras le mira a los ojos - Lo que no sé es qué películas están dando. Podemos mirarlo en el diario. Y después... después vemos.

Casi le dice de ir a tomar un café. Casi. Hay muchas cosas que Natalia está dispuesta a decirle con tal de que Joaquín se quede tranquilo. Muchas cosas que sería capaz de hacer. Incluso, la primera vez que Joaquín le vio beber sangre, fue la suya: había insistido tanto en ayudarla, le había insistido en que se alimentara de él, que Natalia había aceptado con la única condición de que no volviera a pedírselo. Joaquín le había arrancado la promesa de volver a hacerlo si lo consideraba una urgencia. Pero Joaquín sabía que ella no se volvería hacia él en caso de necesitarlo, en caso de estar al borde de la segunda muerte.

- Voy a cambiarme y salimos, ¿te parece? - Natalia se levanta de la cama, pero no le suelta la mano - Vos mientras andá pensando qué te gustaría ver...

Esta bien Dice todavia un poco desmotivado por error camuflado. Te espero en el Living Te dice antes de salir por la puerta.

Natalia lo deja ir sin decirle nada. La verdad es que poco tiene que hacer fuera de su vista: sólo le protege su pudor. El de ella ha dejado de existir desde su muerte. Un armario cerca de allí guarda su ropa, y de él saca la que va a vestir esa noche. Se desnuda sin sentir nada más que la idea. La piel es tersa, fría y casi perfecta, exceptuando por las cicatrices que se ven sobre su espalda y en la parte superior de su abdomen. Su cabello sigue igual de largo y con igual brillo que la última noche: no ha vuelto a crecer. Nada ha cambiado en casi treinta años. Lo único que puede hacer es cambiarse de ropa.

Se viste sin ceremonias, con rapidez. Un vestido que siempre le gustó a Joaquín, y unos zapatos que él mismo le regaló. Cierra todo y se mira al espejo brevemente, fijándose que todo esté en su sitio, pero no hay caso: siempre lo está. Es imposible que no lo esté. Natalia aprieta el picaporte del armario con fuerza mientras aprieta los dientes, resistiendo por un momento a esa idea. La suponía superada, pero a veces vuelve con potencia, arrolladora, como en sus primeros días en la noche. Convivir con un mortal tiene consecuencias fuertes para ella, pero ni siquiera piensa en alejarse. No, jamás.

Sale del sótano y sube por las escaleras. Dobla hasta alcanzar el living.

- ¿Nos vamos? - sugiere, y sonríe suavemente - ¿Destino microcentro?

Una vez preparados y listos, ambos parten hacia el microcentro buscando alguna funcion interesante, afortunadamente no tuvieron necesidad de usar el Auto de Joaquin ya que estaban solamente a un viaje en subte.

Una vez en destino no les costo encontrar un interesante cine en el cual estaban pasando varias peliculas, la mayoria era bastante malas... pero una les llamo poderosamente la atencion a ambos.

Cronica de una flor del desierto. Al parecer era la historia de una joven Francesa que escapa de su casa y se ve envuelta en un viaje dramatico, a traves de problemas ideologicos y emocionales.

Joaquin acaba de comprar las entradas, se acerca y te dice  Parece que en este cine los asientos no estan puestos en las entradas, asi que habria que ir guardando los asientos para no quedar en la ultima fila. ¿Podrias ir apartando dos lugares? Te pregunta mientras te pasa tu entrada Yo voy a comprar una coca y unos pochoclos para mi. Ahora voy

Natalia recibe la entrada y asiente, sonriendo.

- Claro. Te espero adentro, de la mitad para atrás...

Sabe que Joaquín esperará a que ella se vaya primero, así que sin más voltea y entra a la sala. Las luces están a plena potencia allí dentro, pero la atmósfera es de cierto modo tenue. Echa una mirada de acostumbrada observación a su alrededor, un resabio de las viejas épocas de persecución. Niega hacia sí misma, mientras busca dos asientos libres en la parte central de las filas. El tema de la película le ha hecho recordar a Llúcia, al pasado, a París y a todo lo que significó para ellas el exilio, y para Llúcia en particular la lucha. Francia las había acogido en sus viajes, con sus problemas, emociones, dramas... ¿No habían sido ellas dos, ellas mismas, las flores del desierto de París?

Caminando por el pasillo, identifica los asientos que buscaba en una fila casi a al mitad de la sala. Va en esa dirección y se sienta, se acomoda mirando a la pantalla, corriéndose el cabello hasta dejarlo todo encima de sus hombros. Recargada en el respaldo, observa la película que aún no ha empezado. Intenta imaginársela, mientras espera a Joaquín. Una sonrisa irónica nace de su interior. Su vida mortal podía no haber sido suficiente para una película, pero sin duda la de Llúcia merecía una crónica. Le asalta la idea de hacer una historia fotográfica al respecto. Inmediatamente, tiene que desecharla, y casi se echa a reír. ¿Cómo explicaría que una hija de la Guerra Civil española se viera de la forma que se ve, ahora mismo, joven como si hubiera viajado en el tiempo?

Sumida en pensamientos cada vez más ridículos, Natalia se acomoda esperando a Joaquín.

Pasan 10 minutos y Joaquin no aparece, es probable que hubiera bastante fila para comprar las cosas. Las luces ya se apagaron y las publicidades estan a punto de comenzar, si no llega en menos de 5 minutos se perdera el comienzo de la pelicula, pero si vas a buscarlo quizas pierdas los asientos... despues de todo la sala esta practicamente llena.

Los minutos pasan y Natalia se va poniendo cada vez más impaciente. Las luces al apagarse marcan el límite de una paciencia que en sí no es muy grande. La gente se ha ido acumulando a su alrededor, pero el asiento a su lado sigue igual de vacío que antes. En la penumbra que da la primera luz del proyector sobre la pantalla, observa a sus costados para ver los rostros de quienes tiene cerca. Perdido por perdido, algo puede intentar, así que se inclina hacia el que más le convence y despliega su innata empatía para lograr que haga lo que le va a pedir.

- Disculpame, ¿podrías cuidarme estos dos asientos un segundo, por favor? Te lo agradecería muchísimo - dice, mirándole directo a los ojos, y sonríe de forma cautivadoramente inocente - Dejo la campera acá, y enseguida vuelvo. Sólo un segundo.

Espera a que le responda, hace exactamente lo que dijo, y pidiendo permiso para pasar, sube por el pasillo y sale.

Sales de la sala del cine y vas hacia donde viste a Joaquin por ultima vez, te cuesta un poco encontrarlo pero despues de buscarlo un rato con la mirada lo vez sentado en una mesa de un Burger King. Pero te sorprende ver que no esta solo, sentado con el hay una hermosa muchacha. Molesta empiezas a aproximarte a la mesa todavia sin saber como reaccionar.

Rapidamente y sin que puedas hacer nada la chica pasa su mano derecha de forma tierna por la cara de Joaquin, para luego acercar su cara a la de el y por ultimo darle un gran beso de lengua, al que Joaquin no le hace nada de asco...

Ellos aun no te vieron.

Dos grandes ojos observan la escena, enormes, alarmados. Si pudiera sentir el profundo ardor de los celos, el frío de una puñalada a  traición, lo haría. Pero mientras se acerca, frunciendo las cejas, Natalia no siente lo que antaño podría haber sentido al ver que un hombre que considera suyo está con otra mujer. Suyo, en un sentido mucho más holgado que un amante, suyo en el sentido de pertenencia que permitiría que él tuviera una mujer, tuviera una vida aparte, una familia, tuviera otra cosa. Pero habiéndoselo dicho. No haciéndole eso que le acaba de hacer. La actitud de Joaquín es tan extraña... él jamás le habría hecho algo así. Natalia no puede creer lo que está viendo.

Duda por un momento. Quizás le esté arruinando todo; quizás. ¿Podría ser que al final Joaquín hubiese encontrado una mujer que le interesara? Natalia parpadea. Saca su celular y marca el número de Joaquín. Si él no le atiende, entrará en escena.

Dos cosas suceden rapidamente, en primer lugar escuchas el celular de Joaquin sonar, pero el sin despegar su boca de la muchacha, mete su mano en el bolsillo y una vez que este deja de sonar abruptamente la retira para abrasar a la chica.

Esto te hace enfadar aun mas, es obvio que la situacion era extraña, pero extraños pensamientos empiezan a correr por tu mente. "¿Podria el tener otra vida mientras yo estoy el dia en ese sotano?"

Pero antes de que puedas hacer nada, algo te deja paralizada, al despegar la boca por un segundo de Joaquin, la muchacha saca dos enormes colmillos de entre sus labios y los inserta en el cuello del pobre desafortunado. El se queda tranquilo, aun abrazandola y nadie alrededor parece darse cuenta de la escena, todos estan ocupados en sus cosas.

La rabia empieza a invadirte pero... Es un lugar publico y hacer cualquier cosa seria una clara violacion de la mascarada ¿Pero dejar que esa perra se alimente de Joaquin? Se te hace muy dificil pensar en permitir eso.

Natalia se queda de una pieza. No, en realidad, quedarse de una pieza significaría quedarse inmóvil y sin reacción alguna. Y su reacción es visceral, y no se hace esperar ni un momento, casi se diría que ni menos de un segundo. ¿La Mascarada? Bien puede irse a la mismísima mierda de la que salió.

- ¿¡Qué hacés con mi novio?! - grita Natalia mientras agarra lo que encuentra a mano, un vaso medio lleno de una mesa abandonada. y se lo arroja en la cabeza a la feliz pareja.

Su voz atrae la atención de los que están en los alrededores, pero más que nada, lo que llama a las miradas es la trayectoria del vaso. Vuela de su mano con una velocidad que nadie se esperaría, pero como los mortales han tardado un segundo en darse vuelta, ninguno de ellos pudo darse cuenta de aquella diferencia de celeridades. La tapa de plástico, fina e innecesaria, comienza a salirse en el aire: el líquido forma un arco que salpica, dirigido exclusivamente a su blanco. Y cuando va a sucederse el impacto, cuando ya no hay momento antes del estallido de la gaseosa, Natalia ya se encuentra a espaldas de Joaquín dispuesta a arrancárselo de las manos o arrancarle a ella los pelos. Nadie ahí se extrañaría de que la novia celosa, que acaba de encontrar in fraganti a los amantes, se eche encima de cualquiera de ellos en un ataque de histeria.

Pero los ojos de Natalia, enfurecidos, son todavía más claros. Si no se retrae, no serán los pelos lo que le arranque.

La chica apenas se inmuta y te mira con algo de desprecio ¿Que necesitas querida? ¿No ves que estamos ocupados?. luego mira a Joaquin y le susurra algo en el oido.

Joaquin te mira con una mirada extraña, perdida y distante como si su mente estuviera en otra parte. Yo.. no... tu... no te qui...ero dice un poco trabado al hablar.

Lo anterior habían sido mucho, pero eso es demasiado. ¿Cómo se atrevía a Dominarlo o a hacerlo caer en influjos de una disciplina de Presencia? Natalia se enciende como una mecha y, agarrando a Joaquín por el borde de la ropa, lo empuja hacia un lado buscando interponerse entre ellos dos, terminar el contacto visual y físico que tenía la mujer sobre él. No hay otro pensamiento en su mente además de que Joaquín está siendo manipulado por la sangre de aquella; no puede pensar en otra posibilidad. Aquella certeza le hace darse cuenta que tiene que sacarlo del alcance de la mujer inmediatamente, de cualquier forma. Incluso, atacándola.

- Dejalo en paz ahora mismo, es mío - sisea, reemplazando el desprecio de la voz de la otra con un tono lleno de ira y decisión - Hay muchos acá para que elijas, pero no éste. Te lo dejo en claro: no te voy a dejar pasar una más.