Partida Rol por web

El rostro de aquella mujer era hermoso, y algo latía en su interior, mucho más fuerte que la voluntad de su corazón, sus ojos penetrantes estaban fijos en su contrincante, un jedi oscuro, encapuchado que sólo permitía ver aquellos ojos rojizos y corrompidos por alguna indómita razón. El sonido de los sables de luz se fundía en un combate rápido y decidido, la fémina encontraba el punto débil de una defensa descuidada, la brutalidad de aquel siervo de la oscuridad era tal que parecía no preocuparse por su propia vida. Al final, en pocos segundos la luz dorada atravesó el pecho de aquel ser frio, arrebatandole la vida. Su cuerpo cayó al suelo y aquella joven rodeada por un halo de luz dorada fijó su mirada en el horizonte, posiblemente en busca de su próximo adversario, mientras su sable giraba junto a ella adoptando una posición más ofensiva.

  John despertó de aquel sueño como si le hubiesen arrebatado algo de su interior, se encontró vacio, y la sensación de ingravided momentanea se transformó en doloridos huesos y músculos, en un atuendo propio de alguien que descansa en la camilla de un hospital. El camarote de la nave era espacioso, las alarmas sonaban, se oía el bombardeo en el casco de aquella nave, debía ser gigantesca. Todo contribuía a la confusión y la desorientación. De repente, las puertas se abrieron, a mano izquierda había una mesa con varias sillas, a la derecha una pequeña taquilla y un baúl metálico, un soldado de la República irrumpió a la carrera en la sala. Echandose hacia atrás ayudó a sus pies a no precipitarse contra la cama, era adulto, no tan joven como la mayoría de soldados rasos, no llevaba distintivos, pues no debía de tratarse de alguien importante dentro de la tripulación. Su porte era serio, preocupado y alarmado.

- ¡Arriba soldado! ¡Una flota de combate Sith nos ha tendido una emboscada! ¡La espiral Endar está siendo atacada! Deprisa. ¡No tenemos mucho tiempo!

 Armado con un blaster se ayuda de ambas manos para explicarselo, casi se diría que estaría dispuesto a lanzarse sobre él y obligarle a levantarse. Gesto casi de enfado, no se deja ganar terreno por la frustración, va a salir de allí cueste lo que cueste, o esa, es la impresión. Su voz es adulta, más juvenil de lo que aparenta su rostro, parece un soldado experimentado.

 - ¡Vamos! ¡Date prisa!

 Quieto, me quedo completamente quiero mirando hacia él, esperando su reacción, inmovil ante el bombardeo y el vaivén de la nave, las alarmas de fondo advierte del principio del fin.

¡Atrapada! el enfrentamiento con los jedis oscuros no había hecho nada más que empezar, con sus ojos pudo ver como aquel que se hacía llamar Lord Oscuro del Sith era rodeado por cuatro jedi en nombre de la República Galáctica.

  La lucha comienza, mientras una decena de soldados republicanos está inerte en el suelo, muertos a manos de aquel oscuro jedi que bestía como un mandaloriano. La capucha y la mascara a modo de casco impedía que se viesen sus facciones. Ni todos aquellos jedi juntos parecían ser rivales para un enemigo de tanto poder. Eran dos naves insignia dentro de una misma flota, en una de ellas iba Darth Malak, en la otra este individuo, aquel que llamaban Lord Revan. toda aquella información bien valía el precio que iban a pagar a la joven zabrak, entre otros motivos porque cada paso que daba, incluso en los conductos de la ventilación, podría ser el último. El bombardeo era constante hasta que uno de aquellos cañonazos sonó cerca, muy cerca. A través de las rejillas de la ventilación los ojos de la Zabrak contemplaron el final. Parte de la nave se venía abajo, el puente estaba siendo destruido por los constantes intentos de la artillería de una nave en el espacio, y se derrumbaba sobre Revan. De los jedi, sólo Bastila seguía con vida, su sable dejo de brillar con la dorada luz, en un sonido sordo que tuvo eco en aquella inmensa sala llena de cadaveres, humo y escombros de metal, la puerta estaba averiada pero aún funcionaba. El calor comenzó a hacerse intenso, aquel conducto quemaba la piel, aumentaba la temperatura, grado tras grado y Sanya supo que no podía volver al lugar donde había empezado todo. Salir de aquella nave fantasma sería más complicado de lo que pudiera imaginar si lo intentaba a solas. Tenía pocas opciones, y mientras recapacitaba Bastila comprobaba el cadaver de Revan, musitando para si.

 ¡Una nueva explosión! Aquella nave se iba al garete, y pronto se convertiría en chatarra galáctica.

Mientras nota como la nave comienza a moverse de manera brusca, apoya las manos en las paredes de aquel conducto para no moverse mucho, mientras comienza a notar como aquello toma una temperatura bastante elevada. A pesar del ajetreo puede percibir perfectamente como yace el cuerpo de Revan bajo restos de lo que parece ser parte del puente de mando. Al menos eso es lo que parece a simple vista.

Cuando ve que la jedi suerviviente se acerca a él no sabe que hacer. Creería que estaba en el bando de Revan y la ejecutaría allí mismo. Tengo que salir de aquí ya piensa mientras intenta quitar la tapa de la ventilación que comunicaba con aquella sala.

-Revan...- murmura sin querer, pero se lleva rápidamente una mano a la boca. Espero que no me haya oído esa mujer. Tengo que salir por patas... me inventaré algo... siempre se me ocurre algo, esta vez no voy a ser menos.

Termina de abrir la rejilla del conducto y sale como puede de allí, enganchándose a todo lo que ve a mano mientras piensa que va a decir después para salir airosa. Mira a Bastila de espaldas examinando el cuerpo de Revan y comienza a poner cara de alivio -Menos mal...- dice mientras mira el cuerpo que yace en el suelo -pensaba que no iba a terminar nunca todo esto... Gracias, no sé quien eres, pero gracias. Me has salvado la vida, o al menos me has liberado de sus garras.- sonríe a Bastila.

Emmm... ¿soldado?. Me siento en la camilla, y me llevo las manos a la cabeza. Me duele horrores. Llevo barba de varios dias, no se cuanto llevo aquí, ni siquiera se quien soy.

-¿Espiral Endar?...

Miro al soldado con incredulidad. Creo que estoy en una nave. Contemplo mis manos, como si pudiera obtener de ellas una respuesta.

-¿Que hago aquí?

El rostro de aquella mujer era lo único claro que podía formar en mi mente, probablemente había sido un sueño, o los delirios de un herido, pero parecía tan real que casi podría decir que había estado allí.

  Mis dedos rápidos y entrenados otorgan nuevamente luz a la sala de iluminación parpadeante señalando con fiereza contenida a aquella que ha irrumpido en la situación. En posición defensiva, con gesto de orgullo observo con detenimiento lo que aparece frente a mi. Una zabrak...no lleva ningún distintivo Sith. ¿Podría ser...? Si se trataba de un polizón aún había esperanzas de salir de allí con vida.

 La luz dorada del sable doble se esfumó, como lo hubiera hecho en el combate anterior, pero esta vez no tuvo intención de dañar a nadie. Me iergo y miro en la profundidad de sus ojos, escrutando su interior. Bastila vestía un traje ajustado y flexible de cuerpo entero, que mantenía el esquema de color de las túnicas tradicionales jedi. Su voz era suave pero similar a la de una lider, por su fuerza.

  - Mi nombre es Bastila, soy una jedi a cargo de la misión para acabar con el sufrimiento que los Sith han provocado en la Galaxia. ¿Y tu? ¿Quién se supone que eres? ¿Qué estás haciendo aquí?

 Había poco tiempo, aún así debían sacar de allí el cadaver de Revan y conseguir llegar a la Espiral Endar. Espero con paciencia su respuesta, dispuesta a escucharla. Resultaba muy extraño...

- ¡Debiste de darte un buen golpe en la cabeza, chico!

Hablo con rapidez, no tenemos mucho tiempo, y estamos en peligro de muerte, aún así, no podemos comparar nuestra situación con la de la jedi. Es primordial acabar con esto cuanto antes. Este recluta podrá ayudarme...

- Yo soy Trask, alferez en la Espiral Endar, es la nave en la que te encuentra, un crucero de la república. Tu debes de ser uno de los nuevos reclutas, hiciste un juramente, como cada miembro de esta tripulación para proteger a Bastila.

 Aquello estaba llevando demasiado.

- Bastila es la comandante en jefe, y está al mando de la misión y de esta nave. ¡Está en peligro! En realidad no es un oficial, se trata de una jedi, pero está al mando. ¡Debemos repeler el ataque y ponerla a salvo!

 Camino hacia el armario, tomo unas vestimentas un blaster y una espada, lo tiro sobre la cama, junto a Jhon.

- Es el momento, aquí tienes tus cosas. ¿Harás honor al juramento? ¿Me ayudarás a rescatar a Bastila?

 Esperé su respuesta a duras penas cuando ya me encaminaba hacia la puerta del camarote.

A la vez que se sacude de la ropa el poco polvo que había acumulado allí arriba, examina los restos del puente con cautela, para después clavar la mirada en los ojos de Bastila. Parecía que era al revés, y nota como si quisiera atravesarla con aquella mirada penetrante. -¿Quien soy? Me llamo Sanya. Soy una de las muchas personas a las que Revan obligó a trabajar para él. Era eso o la muerte. Me escabullí pensando en huir, pero los conductos de ventilación sin los planos de esta nave... son como un laberinto. Así que terminé aquí por suerte o desgracia- dice mientras agacha la mirada -¿Me vas a ejecutar a mi también?- pregunta con un débil tono tembloroso.

Evidentemente si un jedi estaba dispuesto a pelear Sanya llevaba todas las de perder. No era dada a entrar en combates y conflictos, siempre que se pudieran evitar así lo hacía.

Debe ser eso. Me pongo en pie para vestirme, huardo el blaster en la cartuchera, y alzo la espada con naturalidad, como si llevara esgrimiendola toda la vida, la observo unos segundos antes de enfundarla en el cinto.

No se demasiado de medicina, pero supongo que la memoria me irá volviendo eventualmente. Si alguien puede darme respuestas, es esa Bastila. Había visto a una jedi en mis sueños, no tengo nada más a que aferrarme que eso. No puedo dejar que la maten.

-Le sigo, alférez.

Si alguna vez juré lealtad a esta gente, no lo recuerdo. No responderé a nadie más que a mi mismo.

- Los jedi son los guardianes de la paz en la galaxia, emplean su poder para defender y proteger, nunca para atacar a otros.- Me precipito a decir ante su insinuación. Los tonos anaranjados de su ropa y el color dorado de su sable son muestra para los conocedores de las tradiciones jedi que se trata de una centinela, aquellos destinados a discernir entre la verdad y la mentira. Sin embargo, había grandes verdades en aquellas palabras, aunque eran confusas e inexactas.

- No. Por supuesto que no te ejecutaré. - Sus botas, de aspecto flexible con un tono marrón claro se doblegaron ante la flexión de sus piernas mientras sus manos asian el cadaver de Revan, con una fuerza particular, impropia de una jovencita como Bastila.

 - Ayúdame. Saldremos de aquí. Una nave de la República nos dará cobijo y nos llevará a un lugar seguro. ¡Vamos!

Mantenía la calma, sin embargo su tono siempre era de superioridad, como una lider nata, trataba de mostrar su fortaleza y dotes de mando.

 - Hablaremos de tu situación más tarde, Sanya.- Dije ante la amenaza de un silencio incómodo, para hacerle saber a la joven Zabrak que no iba a salirse tan facilmente con la suya, la distracción había servido sólo para posponer la charla que amanezaba con hundirnos en los escombros de la nave de Revan.

 El camino, a pesar de estar plagado de cadaveres, tanto siths como republicanos, victimas, a fin de cuentas, del orgullo y la depravación de Revan, estaba despejado y atravesar las puertas hacia el hangar no sería dificil. Pocos enemigos quedaban en pie, y si el hangar no había sufrido daños podrían tomar la nave sin problemas. El piloto debería estar esperando. Y sino...improvisarían.

  Salí a la carrera del camarote, las puertas se abrieron al introducir el código, si Jhon era listo sabría lo suficiente de seguridad como para ver que se trataba de un compartimento especial, para heridos o quizás para protegidos, no se podía salir por propia voluntad de aquella habitación. Los pasillos resaltaban en un gris mate, humeante por los constantes bombardeos, los astrodroides en aquellos largos pasillos no daban a basto para reparar las fugas. Por unos momentos, incluso, apenas un segundo, pudimos sentirnos ingravidos por un fallo en el sistema.

  - Debemos llegar a la terminal de control, allí podremos encontrarla gracias a las cámaras de seguridad. ¡Si es que aún funcionan!

  A la carrera, aquellos zigzagueantes pasillos hacian que las botas de sendos soldados resvalasen, en uno de aquellos cruciales giros se encontraron con lo que más temía el alférez. ¡Maldición! ¡están tomando la nave!

 Tres soldados Sith armados con fusiles blaster bloqueaban el único camino hacia la terminar. Desenfundé el blaster y miré a mi acompañante, puede que fuese momento de luchar, no parecían dispuestos a dialogar. Me eché hacia atrás, indicandole con el índice sobre los labios que no hiciese ruido, con la espalda contra la pared eché otro vistazo. No podiamos enfrentarnos directamente con igualdad de condiciones, debiamos contar con el factor sorpresa.

  Hablaban, incluso Jhon podía oir a uno de ellos, su voz sonaba algo distorsionada, se podría decir que la de todos era una única voz, los diseñadores de aquel traje habían hecho un buen trabajo, pues todos parecían el mismo, y por más que matases creías que volvían de la muerte. Acababa desmoralizando al más fiero de los guerreros. En mis ojos se contempla un momento de duda, no por mi capacidad sino por las de mi acompañante. Debo confiar en él. ¡Es fiel a la República!

   - Creo que he oido algo por ahí.

Tras la esquina, preparo la pistola blaster, no hago ningún ruido, apenas respiro. Solo estamos el alférez y yo... No tengo miedo, pero tampoco estoy muy seguro de como va a salir esto, ni siquiera recuerdo si era bueno o no disparando.

Miro a Trask, y asiento levemente con la cabeza para indicarle que estoy preparado. A su señal. Alzo el blaster cerca de mi rostro.

- Creo que será mejor que eche un vistazo. Tu. Ve al terminal a comprobar que todo siga en orden. Lo que nos faltaba es que perdiesemos el control de la nave. si no la echan abajo antes, claro...¿No serán conscientes de que hay gente importante dentro?

  Obviamente se refería a si mismo y a sus compañeros Sith. Uno de aquellos tres se marchó a la carrera, mientras las alarmas lo inhundaban todo con su sonido, el eco de los pasos del soldado resonaba en los pasillos, el ruido de su fusil al prepararlo para disparar. El otro soldado montaba guardia en el cruce, dispuesto a disparar contra lo que se moviese cerca, lejos de la visión del que se acercaba.

 - Vamos a ver...- susurró.

 Cuando tomó el giro, desde el exterior del pasillo pudo ver la silueta del alferez y su acompañante, cargo el fusil y apuntó pero era demasiado tarde, el alfíl y el peón mueven primero. Mierda.

- ¡Fuego!

El blaster del Alferez emitió el sonido caracteristico de aquel arma energética, era tal su concentración que su mandibula se apretó y sus ojos se clavaron en el sith, los dos primeros disparos, rápidos y poco precisos impactaron muy cerca, pero no llegaron a tocarle. A pesar de su entrenamiento parecía haberse visto sorprendido por la posición del enemigo y por su arma.

 Sin dejar que la impresión de ver la superioridad del fusil afrontó una posible muerte volviendo a disparar un único disparo, esta vez apuntando consiguió acertarle en el pecho, aquello no era suficiente para acabar con aquel perro sith. Iban contra reloj, el otro sith oiría los disparos, tenian que aprovechar su superioridad numerica, sino, estaban perdidos.

El puente de mando del Leviatán, antigua nave de la República, el crucero insignia de la flota Sith, en él, YO, Darth Malak, no...Lord Malak, estoy al frente de esta nueva batalla. Doy la espalda a mis inferiores subordinados, patéticas formas de vida que alimentan mi sed. Mi diestra da una orden clara.

- Almirante. -Su voz distorsionada por aquel aparato bucal sonaba similar a la de un droide, oscura y fria hacía temblar a aquellos que le servian, simbolo de su inhumanidad.-Ordene preparar los cañones de iones. Disponga nuestra potencia de fuego para reducir a cenizas las naves de la República.

No espero más contestación que una reverencia cortes y el precipitado temor que reflejan sus pasos. Hago llamar a otros de mis hombres señalandolo directamente, mi mirada es penetrante, oscura y mis ojos enrojecidos tratan de atormentar su mente. La voz vuelve a sonar, emitida por aquel vocalizdor, fúnebre.

- Informe de daños en la nave de Revan, soldado.

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 Después de llevar unos cuantos dias a bordo de esta nave me he dado cuenta que aquel hombre, Lord Malak era alguien muy temible pues sus actos hablaban por si solos, ademas aquella voz, tan peculiar pues no era su voz natural, todo era producto de ese aparato que tenia en la mandibula que misterioso y a la vez aterrador hombre. No debia demorar mi respuesta, por menos motivo acabo con la vida sin dudarlo de algún que otro capitan o teniente de la nave.

 -"Lord Malak, la nave de Lord Revan se encuentra en perfecto estado, aunque sus escudos defensivos no aguantaran por mucho mas tiempo."-

 Quien sabe lo que estaba pensando hacer Malak, al menos mi trabajo estaba echo, habia obtenido la suficiente información para intentar esclarecer lo que habia ocurrido con mi hermano, y tenia unos codigos que quizas le interesara a la republica... aunque... bueno, en estos momentos debia asegurar mi pescuezo por encima de cualquier otra cosa, no debia sucumbir ante estas malas bestias, pues al fin y al cabo, no era uno de ellos ni queria serlo.

-¿Ayudarte?- sonríe a la vez que se aproxima a ella para echarla una mano -Veo que podrías sola...- con dificultad coge alguna parte del cuerpo y mira hacia ambos lados, comprobando por donde estaría la salida mientras la escucha.

Arquea una ceja -¿A dónde me llevará la nave? Perdona que desconfíe pero... los jedis a veces no tenéis buena fama... Con la fuerza podéis engañar las mentes de la gente ¿cómo confiar en alguien con tal poder?- se acomoda para que le resulte más fácil caminar cargando aquel peso -En fin, supongo que si tendremos que hablar más tarde...- mira como la nave empieza a derrumbarse cada vez a un paso más acelerado -Si no nos marchamos no tendremos oportunidad de posponer esta conversación.-

  Nuestro paso ahora es mucho más rápido, con la fuerza conjunta de ambas féminas el cuerpo de Revan se hace algo más ligero de transportar, su armadura le da un peso importante, está intacta y es mucho más liviana de lo que aparenta. Aquella idea sobre los jedi refrescó la mente de Bastila, de tal modo que frunció el ceño ante aquella confusión (pues no podría tratarse de otra cosa) Sólo los Sith usan el poder de la Fuerza de un modo tan irresponsable...

 - No tienes nada que temer. No te haré daño.- Concluí casi como si acabase de recapacitarlo - Tomaremos un vehículo para llegar a la Espiral Endar, un crucero de la República, el mismo que nos abrió paso a mis compañeros y a mi para llegar a esta nave. Después nos alejaremos de la flota de Malak y tendrás tu libertad.

 ¿Está con los Sith? Es poco probable...tendré que andarme con ojo, no me fio de ella. Con el ceño aún fruncido avanzó con su ayuda hasta el hangar.

  Se trataba de un lugar gigantesco, y la nave de la república había atracado sin problemas, no obstante hago una señal para que Senya se detenga, cuatro soldados Sith inspeccionan el puente de la misma, junto a ellos dos torretas automáticas, un grupo más alejado sube en una gran nave, dispuestos a huir de la nave insignia de Revan, posiblemente hacia Taris, como salida inmediata. Puede verse el planeta a través del campo de energía del hangar, éste, está fallando por momentos, es probable que la nave acabe echa pedazos...

 - Soldados...

Echando la espalda a la pared tras la puerta de acceso al hangar trató de observar con detenimiento que ocurría, para el entrenado oido de Senya, fue fácil escuchar su conversación.

- Esto se va al garente, vayamonos de aquí. Esos perros jedi están condenados.

Sin embargo siguieron discutiendo, no estaban seguros de como debían proceder, almenos dos de ellos no deseaban arriesgar sus vidas, de todos modos, si me veían, más con el cuerpo de Revan, dispararían a matar.

 Las alarmas de la nave sonaban estremecedoramente, intensas anunciando que aquella nave estaba a punto de ser destruida o de caer ante la fuerza gravitacional de Taris, el planeta en el que orbitaban. No habían recibido ordenes directas de ningún superior, tampoco del mismisimo Revan, en total erais cuatro soldados "fieles" al imperior de terror que Revan y Malak estaban formando. Los uniformes idénticos, así como las voces tan sumamente parecidas hacían casi imposible distiguiros.

 Uno de aquellos soldado hablaba con sus propias razones:

 - Esto se va al garete, vayamonos de aquí. Esos perros jedi están condenados.

El hangar era un lugar amplio y poco recomendable ante los cañonazos de las naves de la República.

 Una de las naves enemigas estaba bajo vuestra protección, no había rastros de vida, sin contar el piloto, bueno, el piloto ya no contaba como forma de vida, más bien podría decirse que había sufrido un pequeño error de calculo en la navegación y acabó estrellandose contra la descarga energética de un fusil blaster.

 Otro de los soldados habló, su voz era algo más grave, pero my similar gracias a la distorsión del casco y el sonido de fondo constante de las alarmas.

- Debemos permanecer aquí. Es la última orden que hemos recibido. - Con algo más de inciativa el soldado restante inquirió- Yo sólo se que esos malditos jedi son peligrosos, no me gustaría cruzarme con uno de ellos. Deberiamos echar abajo la nave y largarnos a Taris. Mi primo fue destinado allí, seguro que pueden hacernos un hueco en las tropas y hacer como si aquí no ha pasado nada.

 Todos observaron al último de ellos, esperando que aportase también su opinión.

   Me complace, si, me complace el título de Lord Malak, sin duda aquel soldado había comprendido ya quien era el amo de la Galaxia. Una sonrisa hubiese surcado mi rostro de haber tenido mandibula y labios para hacerlo, para borrarse inmediatamente ante el nombre de Revan. Frunzo el ceño y ayudandome de la diestra, alzandola para señalar Taris y la flota de la República.

 - Una buena noticia. Pero mejorable...- Continuó de espaldas al Bothan, aquellos alienígenas eran una plaga desdeñable, sin embargo, podía servir como siervos. Siento el poder de Revan, desplegandolo ante sus enemigos. La presencia de numerosos Jedi. Algunos...se aproximan. La diestra se alza violentamente para que el soldado se retire con la última orden- Ve al almacén y comprueba que no haya polizones. Ahora...

 Me cruzo de brazos disfrutando de aquel espectáculo, con la intranquilidad de la pasión recorriendo cada músculo de mi cuerpo, espectante, deseante de que el FIN se produjese.