Partida Rol por web

Estaba de acuerdo con Frank.

- Si respiras hondo, parece que se te pudren los pulmones.  En fin, te veo muy profundo con el tema de los muertos. - Comento de forma irónica. - Estos tíos se ha muerto. Y cuando te estas muriendo, te mueres y punto. Da igual de lo que te mueras. Vamos, que pienso como tu, que me da igual como mueran los demás. Y tienes razón, ahora ya no sirve de nada pensar en ellos, Frank. Será mejor pensar en algo menos chungo. 

Seguimos andando, mientras yo sigo dándole vueltas sin sentido a los esqueletos encontrados. No quería demostrar miedo. No quería demostrar pena. No quería demostrar nada, y a la vez, hacerle ver a Frank que estaba a la altura. Pero mis palabras, sin darme cuenta salían de una manera un poco rara. No quería decir nada, pero me salían solas. 

De pronto, mis pensamientos se vieron cortados. Mi linterna ilumina una puerta de madera abierta, que da a una sala enorme. Las paredes de la sala son igual que el pasillo que hemos recorrido. Su aire es igual de asfixiante, igual de rancio, pero con una diferencia. Sólo había un esqueleto en el suelo. Junto a su mano, aún sujeta un fusil. Este si da muestras de recibir un disparo en la cabeza, por el gran agujero que tiene en el cráneo. 

- Mira. Que barbaridad. 

La habitación está llena de objetos antiguos, bien ordenados en estanterías, a excepción de varios libros que se encuentran en el suelo, junto al esqueleto. Varios cuadros cuelgan de las paredes. Todo está cubierto por una capa gruesa de polvo.

- No sé que pasó aquí, pero... esto parece más una matanza.

Frank no hacía caso a las palabras de Ade. Toda su atención estaba centrada en el mensaje de Threshum. El camión de la forja estaba siendo atacado. Joder...Frank siempre había querido ponerle un sistema de armamento de defensa al camión, pero nunca había llegado a juntar dinero para hacerlo. A decir verdad, aquel negocio estaba resultando ruinoso. Y ahora no solo corrían el riesgo de perder toda la inversión, sino de perder a otro miembro del equipo.

-¡Joder T., sal de ahí cagando leches!-gritó Frank preocupado-¡Threshum, maldita sea, dime algo!

Me acerco al esqueleto que hay en la sala. Seguramente sea el capitán. Me agacho y observo sus ropas.

- Frank, seguramente éste era el famoso Aber. ¿Su Cruz de Hierro no andará por aquí? - Comienzo a desabotonar la chaqueta y la camisa para buscarlo. - A ver. Ven un momento. El uniforme de este tipo es diferente al del resto. Debe ser el agente de la Paz Internacional. - ¿Y el cuadro? - Debe de estar por aquí el cuadro, y si no, buscaremos una caja fuerte. ¿Por qué se liarían a tiros?

Hay millones de objetos en el suelo, esparcidos como si un terremoto hubiera asolado la sala.

...

-La cosa se pone fea. He perdido el contacto con Threshum-dijo Frank-Va a ser mejor que encontremos el maldito cuadro cuanto antes y salgamos de aquí.

Frank comenzó a buscar. El cuadro, principalmente, pero también otros objetos de valor que se pudiesen cotizar. En efecto, la cruz de hierro de un héroe de guerra podría llegar a pagarse bien si se daba con el comprador adecuado.

Estaba claro que la cosa se estaba poniendo fea. ¿Que le pasaba a Threshun? Todo mi comunicador del oído para ver si no funciona. No he oído nada, solo a Frank hablar con él. ¿Porque mi comunicador no estaba abierto?

- ¿Que sucede Frank?

Mientras me responde, sigo revisando todo aquel desorden, buscando el cuadro o una caja fuerte. Tan difícil no podría ser. Mientras, mi imaginación sigue dando vueltas con lo que pudo haber pasado aquí.

- No se bien por qué empezaría la cosa... pero está claro que el primero en disparar fue el tipo ese. - Y señalo con la mirada al que hay en la habitación. - Los subordinados del capitán se tomarían la venganza por su mano. Y entonces se convirtió en una matanza.

-Ha aparecido otro vehículo fuera-contestó-Han abierto comunicaciones con el camión de La Forja. Threshum ha intentado salir del paso diciendo que pertenecía a la corporación Mishima pero no ha colado, así que han abierto fuego. He perdido las comunicaciones. Me temo lo peor.

Suspiró. Las cosas habían ido de mal en peor desde que habían empezado con el negocio y había aprendido a encajar los golpes por duros que fueran. Perder a Threshum y el camión sería un duro golpe. Quizá debiera abandonar. Pero aquí y ahora, hacerlo no se veía como una posibilidad inmediata.

-En fin. El futuro del camión y de Threshum ya no está en nuestra mano. Será mejor que acabemos con lo que vinimos a hacer. Respecto a lo que ha pasado aquí, no tengo ni idea, pero probablemente tengas razón. Si la leyenda es cierta, tiene sentido. Piensa en toda esta gente encerrados aquí abajo durante años y años. Es como para acabar volviéndose loco. He escuchado que en este tipo de situaciones es frecuente que se produzcan enfrentamientos y que acaben de la peor forma posible. De todos modos, no nos hará mal saber un poco más de este tipo.

Aunque no le acababa de gustar la idea de curiosear entre los restos de un muerto, Frank registró el cuerpo del tipo que presuntamente habría iniciado el tiroteo y luego el de su víctima.
 

De repente, me llama la atención que Frank se haya agachado al suelo y esté tocando algo con sumo cuidado e interés. Me giro hacia él y dejo de revisar las pareces.

- ¿Tienes algo, Frank? ¿Lo tienes?

Frank pareció reconocer algo tirado en el suelo, como si se tratase de una baratija sin valor. Parecía un lienzo y por el marco, dedujo que sería algo importante. Probablemente, lo que estaban buscando.

-Espera...

Separó con sumo cuidado algunos libros que estaban amontonados sobre el cuadro y pasó una mano para quitar la capa de polvo se que había acumulado durante tantos años de abandono. A través del cristal que cubría el lienzo vio su contenido. Por la descripción, parecía el cuadro que estaban buscando. 

-Aquí está-dijo enseñándoselo a la monja-.

Ahora el problema iba a ser sacarlo. Era un objeto batante grande e incómodo de llevar. Le hubiese gustado haber pensado en un guardamapas. Si lo hubiesen traido, podría quitar el cuadro de su marco y guardarlo. Pero no era así, de modo que no les quedaba más remedio que cargarlo a cuestas.

-Será mejor que salgamos cuanto antes y veamos qué ha pasado con Threshum y el camión-dijo cogiéndolo con su mano izquierda y metiéndolo debajo del brazo-.

Me acerco a Frank y ilumino con mi linterna el cuadro. Sonrío.

- Frank, lo has encontrado. Envuélvelo bien.

Luego escucho la idea de irnos de allí de manera fulminante. 

- Yo prefiero echar un ojo al resto de cosas. No seas infantil, Frank. No pasa nada con Threshum y si conseguimos algo de valor... recuerda que el Capitán llevaba puesta la Cruz de Hierro. Tiene diamantes incrustados. ¿No te parece una pena que se los coman los hongos? Además, esto está lleno de tesoros. Desde el engarce de la Cruz de Hierro hasta cientos de chorradas para los fanáticos. Hay un montón de cosas que un anticuario me quitaría de las manos. 

- Bueno, bueno. Frank, tendrías que estar viendo esto. Están dando un concierto. Que marcha tan tétrica. Mira que les gustan las ceremonias. 

-Sí, claro...tienes raz....

Frank contestaba a Ade cuando de pronto, la voz de Threshum sonó en el intercomunicador.

-¿Threshum?¿Estás bien?¡Qué cojones está pasando ahí fuera!¿Ceremonia?¿De qué me hablas?
 

- Si, bueno, han alcanzado al camión y está un poco tocado, pero he conseguido huir. Ahora estoy un poco alejado de ellos. Parece ser que no han visto mi nueva localización. No te preocupes Frank. Por cierto, ¿Como vais vosotros? No me preocupa la operación. Pero si el tiempo.

Sigo buscando a mi rollo mientras escucho a Frank volver a hablar por el comunicador con Threshum. 

- La verdad es que el sitio se las trae... tengo una historia perfecta para esta ocasión. Frank, te contaré un pequeño secreto.

-Me alegro de oírlo, amigo.Tengo el cuadro-contestó Frank-pero hay mucho más abajo. ¿Qué hacen esos?¿De cuánto tiempo crees que podremos disponer?

Mientras esperaba la respuesta de Threshum miró a Ade como interesándose por lo que tuviese que decir.

- No lo se Frank. El problema es cuando salgáis y conseguir llegar a donde estoy y posteriormente huir todos juntos. Lo veo jodido. - De repente me quedo callado. - Mierda. Están haciendo algo. Es una unidad de trabajo con varios hombres. 

Meto la mano en mi bolsillo y extiendo la mano delante de Frank. Colgada de mis dos dedos se puede ver perfectamente la Cruz de Hierro y su cadena. 

- Te voy a hacer una pregunta. ¿Que es esto? No son más que cosas, Frank. Si eliminamos todo el significado de esas palabras... sólo nos queda la palabra "cosa". Ahora piensa en su valor. El hecho de que se aun recuerdo no importa. Lo relevante es el valor material que tiene. El dinero. Otro tipo de valor que no sea el económico no son más que pamplinas sensibleras.

-Amén a eso-dijo Frank sonriéndose-Venga, relájate. Cojamos todo lo que sea de valor y nos piramos. No quiero quedarme demasiado tiempo por aquí sabiendo que tenemos a esa gente merodeando por ahí fuera.

Cogiendo la prenda de ropa más grande que pudo obtener de entre los cuerpos, Frank improvisó un atillo y comenzó a meter en él aquellos objetos que eran susceptibles de tener algún valor significativo. Tan solo dedicó unos pocos minutos a esta tarea.

Saco un cigarrillo y lo enciendo. Ofrezco uno a Frank, que veo como busca y coge cosas del suelo.

- El dinero es poder. y es mucho más útil que el Cardenal. - Digo referente al amén de Frank. Y sobretodo por mi repulsa a la Hermandad. Doy una gran calada al cigarro. - Frank, a ver, ¿a que le das valor tu? ¿Al Cardenal? ¿Al amor? venga, quiero reírme un rato. - Vuelvo a dar otra calada. - Cuando yo era una cría y me arrastraba por el suelo acumulando mierda... allí no había ni el Cardenal, ni amor, ni nada. No entendía lo que me ocurrí y alguna vez sí que lloré mientras imploraba al Cardenal. Dejé e creer en él la noche en que unos policías casi me matan de una paliza sin razón. Todo porque vivía en una zona marginal. ¿Qué le queda a u na mocosa capitolina que no tiene ni poder ni fe? El dinero. Y las armas. Sólo necesita esas dos cosas para sentirse en el cielo.