Partida Rol por web

Me siento completamente abrumado por lo que ha pasado. Al principio de la noche la aparición de Hassan me ha creado un recelo increíble. Quien era ese hombre que se atrevía a intentar quitarle el puesto a Pèire. Pero ya me dejó fuera de mi sitio la orden que me dió. Ayudale en todo lo que necesite.

¿Como podia Pèire confiar en el recién llegado tan a la ligera?¿ Y como me proponía ayudarle? ¿Acaso, en realidad, lo que estaba pasando es que quería que le vigilara?

Pero todas mis dudas desaparecieron a medida que Hassan fué obrando. Me sorprendió, no solo la seguridad con la que actuaba y practicaba sus artes, sino también el hecho que él mismo fuera narrando lo que hacia, los posibles problemas que pudieran surgir o las intenciones de cada procedimiento que efectuó.

Ya no sabia si tal practica era una forma de ir recordando los pasos que tenia que hacer o, si simplemente, me estaba enseñando como curar al conde como si fuera su aprendiz.

Al terminar la noche yo estaba radiante y con ganas de seguir aprendiendo. Y de preguntar mucho. Pero me di cuenta que Hassan estaba agotado y necesitaba descansar.

-Por supuesto, Hassan, tomad descanso en nuestros aposentos si lo deseáis. Y por favor, si queréis obrar vuestro arte con mi tio, me encantaría poder ayudaros en lo que fuera menester.

Solo me atreví a hacer una pregunta.

-¿Dónde estudiasteis la habilidad de la curación?

Maria d'Olot, le pasaba algo grave o solo era cansancio o estrés.

Estaba desmayada, mucho estrés, ya te contará xD

Al verla abrir los ojos, y con tono algo desesperado y alto.

Mi señora, como se encuentra. Necesitáis algo, se lo traeré en este momento.

Me giro hacia la mesa y lleno un vaso con agua, de una forma de un poco torpe. Se notaba el cansacio me pasaba factura.

Tenga beba algo.

Hago un gesto en señal de aceptación a tío Manel y otro gesto a la caravana para que nos sigan.

Tomé el vaso que el anciano médico me ofrecía  entre sus manos con las mías y bebí dando pequeños sorbitos. Estaba fría, pero deliciosa y reconfortante. A diferencia de las palabras que temía que fueran a salir de la boca de Pèire si le preguntaba, pero sentí que debía hacerlo.

-¿Qué ocurrió? ¿Cuánto tiempo ha pasado? ¿Y el rey? ¿Se encuentra bien el conde? -ahora que había retornado mi consciencia, las preguntas se agolpaban en mi interior acerca de todo lo acaecido en el día anterior. -Necesito respuestas. Después, podéis retiraros -le dije a mi viejo amigo, su rostro era el de un hombre cansado, probablemente habría pasado la noche en vela, entre los heridos y su señora.

El rostro de Hassan se ilumina un instante ante el recuerdo. Durante un instante inhala aire, y puedes notar que huele algo diferente que el ungüento, la sangre seca y la pus. Es el olor del recuerdo.

-- ¿Conocéis Damasco, hijo mío? No digo el emplazamiento, claro, los cristianos conocéis tan bien como nosotros esas cosas. Quiero decir la ciudad, el lugar, las calles... Bab-el-Mandeb, Abu-el-Dardar, Minet-el-Bassal (calles en las que se resbala sobre los copos de algodón que han volado de los mercados), Nuzha (el rosedal, instantes no olvidados), o las plazas con sus nombres que obsesionan: Saba Pacha, Mazlum, Zizinia Bacos, Gianaclis. 

>> El olor y color de las flores de al-barquuq, ese fruto anaranjado y aromático que crece en los árboles de la ciudad, y los niños se arremolinan para cogerlo de los árboles. He visto algunos en los mercados de la Cristiandad, pero el recuerdo hace que sepan peor que aquellos... Y los dátiles Medjool, que no tienen nada que ver con la variedad insípida y alargada que importáis del norte de África.

>> Pero lo que de verdad echo de menos es la luz, hijo. Esa luz anaranjada que se filtra por las celosías e ilumina un olivo viejo en una plaza cerca de un hammam. Nada que ver con la sucia Barcelona ni ninguna de las ciudades que he visto aquí en el norte. Los niños juegan como una visión etérea y desaparecen, y entonces aparece una figura pura y angelical, como Maryam...

Suspira.

-- Una ciudad es un mundo cuando amamos a uno de sus habitantes. 

Acto seguido se levantó, empaquetó sus cosas, y te pidió que le mostrases dónde podía hospedarse sin ser visto y estar cerca para ayudar al barón.

Escoltasteis a Teresa hasta el castillo, bordeando el lugar de la masacre. Afortunadamente, no sucedió nada. Ella os pidió que mantuvieseis su llegada en secreto hasta la llegada de su tío con toda la comitiva, y como sois unos caballeros accedisteis.

Al llegar al castillo, os despedisteis en mitad de la noche. Teresa se fue con Vicenç.

Aquella noche Teresa estaba cariñosa y dispuesta a entregarse a Vicenç, pero había un toque triste en su actitud. ¿Qué haría Vicenç?

La mañana siguiente fue agitada, con un desayuno frugal en el comedor secundario de la familia Mormont mientras el rey y otros nobles seguían durmiendo o estaban fuera. La noticia había corrido como la pólvora entre cuchicheos y ya todos la conocíais: Joan, desobedeciendo a su madre, había pedido al rey de Aragón ser nombrado caballero para partir como cruzado a Tierra Santa. Y el reyo, emocionado, al borde de las lágrimas, había accedido y le había nombrado comandante de la expedición aragonesa a Tierra Santa.

Maria se había desmayado del orgullo, se comentaba.

Ayudé a mi nuevo amigo Hassan, al mismo tiempo que una idea se forjaba en mi mente. Una idea con nombre de ciudad.
¿Bien pudiera ser mi destino llegar a Damasco?¿E incluso seguir los pasos de mi nuevo mentor? Quizá era algo temprano para darle el título de mentor, pero durante la noche que pasamos juntos, tengo que reconocer, ciertas formas de ver el mundo cambiaron en mi interior...

Al oír la noticia una oscura nube de pensamientos nefastos recorrió mi cuerpo. Vicenç habia manifestado en algunas ocasiones la intención de ir a las cruzadas, y bien pudiera ser que las últimas noticias le dieran el empujón que le faltaba.
I ahora yo no me veía yendo a las cruzadas. Tenia otros proyectos en mente...

Me alegré enormemente de la llegada de Teresa al castillo y aquella noche mirando las estrella con ella en la torre del Milano fue totalmente mágica, Teresa parecía querer entregarse a mi y dios sabía que yo no podía negárselo, llevaba demasiado tiempo queriendo aquello así que cuando se inclinó hacia mi no pude soportar la lujuria y la besé con toda la pasión que tenía acumulada. Ella no opuso resistencia y seguí besándola cada vez con más fuerza y brío.

Sigo a mi sobrino Vincenç y Teresa.

El silencio... Las miradas pesarosas... Ese era el ambiente del desayuno... El ambiente debería ser de júbilo aún así el pesar estaba presente... Lo notaba en cada uno de los presentes... Absortos en sus pensamientos... 

Mi mirada iba de madre a tío Manel, a Vicenç y Péire, incluso para Dionís... 

- Madre... ¿Cómo os encontráis hoy? 

Lo lamento mi señora, no sé gran cosa. Dije con un tono decaído.

Al enterarme que os encontrabais mal. Dedica venir de inmediato, perderos a vos a estas alturas sería preocupante. Lo único que os puedo decir es que deje al conde en manos de una persona que a mi parecer es competente, solo con verle se le nota la sabiduría de un médico.

Hago una pequeña pausa, mientras bostezo de una forma un poco discreta.

Pero puedo mandar que venga Dionís, él se quedó con el conde y ese médico. Estoy seguro de que sabrá más del asunto. Respecto al rey, los métodos de defensa no he preguntado. Pero sospecho que el señor Manel se esté ocupando de todo.

Termino de desayunar y dirijo mi mirada y mis palabras hacia mi cuñada.

Mi señora, debemos hablar de algunos temas importantes, siempre y cuando pueda hacer un hueco en sus quehaceres matutinos.

Me doy cuenta de que está hablando Clara y que la he interrumpido. Lo siento sobrina, continúa, lo mio puede esperar a después del desayuno sin ningún problema.

Cuando acabó, ella se echó a un lado y lloró un rato. Llevaba un rato triste, pero no te había dicho por qué.

Al escuchar tras la puerta cerrada de Vicenç, pudiste oír los sonidos propios del amor carnal.

Ya tengo algo más que decir a mi cuñada, perfecto.