Partida Rol por web

Juzgados de Plaza de Castilla, primera hora de la mañana de un día cualquiera...

Apenas cinco minutos antes de que comiencen los primeros juicios del día, el ambiente en el Hall Principal es de absoluta normalidad, o lo sería de no ser por la masa de periodistas, curiosos y asociacionistas pro Síndrome de Down que hay congregados en la puerta con todo ese follón que se ha montado con el neurocirujano ese que juzgan hoy.

La gran mayoría de vosotros no suele venir a los juzgados nunca, algunos vienen algo más, pero ya es mala suerte que un día que venís os haya tocado coincidir con un juicio de "alto standing", pero según habéis oído comentar al segurata de la entrada (Paco) con otro tipo bien vestido (un letrado a todas luces), <<aquí todos los días hay lío>>

Seguramente será verdad, en una sociedad como la nuestra en la que el crimen está a la orden del día... y no sólo el crimen sui generis, sino el crimen más abyecto y repugnante que pueda uno imaginarse: padres que violan a sus hijas, madres ahogando en la bañera a sus hijos, hijo que mata a su madre octogenaria para heredar el piso, etc.

Una chica con aspecto de guarrilla con el pelo de color caoba deposita sus cosas en la cinta, mientras un gitanillo está sentado en uno de los bancos mirándose las zapatillas deportivas fucsias que robó ayer, un tipo alto y delgaducho con pinta de friki espera apoyado contra una de las paredes del hall observando la entrada pensando en El Imperio Contraataca, una chica jovencísima con aspecto de buena recoge sus cosas de la cinta y un tipo ya entradito en años con pinta de ser más listo que el hambre trata de explicarle al segurata que está autorizado a llevar armas, tiene que enseñar el carnet de detective para que el segurata asienta y le diga

- Me la tengo que quedar hasta la salida -refiriéndose a la pistola del detective.

Justo en ese momento, todos los presentes se giran en dirección a la calle, pues desde fuera se escucha un enorme griterío, abucheos e insultos. A los pocos segundos, cuatro policías nacionales aparecen escoltando a un tipo de un porte excelente que viste un carísimo traje. La masa de policías empuja a diestro y siniestro para abrirse paso a través del hall.

Quién es ese tío? Estaba yo tan relajada y de repente entran todos a gritos... Qué susto...

Antonio estaba nervioso. Todo lo que habia hecho a este momento eran cosas de pequeña escala y por las que nunca llegaria a un juicio como aquel. En parte se alegraba porque iba a fardar mucho delante de su gente con aquello, pero aunque no estuviese viendo el exterior por una de las ventanitas de los calabozos sabia que por lo menos con antecedentes podia a acabar.

Ni siquiera iban a acompañarle en aquello algunos de sus primos mas queridos, pues no querian pasar por los arcos del hall y desprenderse de su protección. Sentado observo con curiosidad la llegada del personaje importante. Los payos le prestaban mucha atención asi que algo gordo habria hecho, pero eso no le importaba a el que aun educado en su cultura y costumbres seguia considerando que las leyes de los payos no tenian sentido.

Fuera de los juzgados le esperaban algunos que antes se habian reido de el, porque decian que hablaba como un payo y tenia la cabeza llena de tonterias. Si para sus amigos del instituto era el gitano bueno, un tio majo con el que puedes irte de botellon, para su gente era el gitano tonto. Todo eso pensó que cambiaria con lo sucedido, y aun lamentó haber ayudado a fomentar el estereotipo que siempre le habia maldecido y cada vez le resultaba más indiferente.

Tras recoger mis cosas de la cinta escucho mucho ruido y escándolo en la puerta de los juzgados. Insultos se suceden mientras veo entrar a un hombres de aspecto lujoso rodeado de policias nacionales, los cuales están apartando a la gente para tratar de entrar.

¿Quien será ese tipo? ¿que habrá hecho?-pienso mientras observo al tipo. Mis estudios y beca me absorben demasiado tiempo como para leer las noticias y no se nada de lo que ese hombre ha podido hacer por lo que mi curiosidad me puede y permanezco allí, observando.

Javier había ido a los juzgados esa mañana por el tema del robo que se había producido en su videoclub. Estaba ensimismado pensando en sus cosas, y casi no se fijó en el hombre que entraba escoltado por la policía.

-¿Que habrá hecho ese tipo? Bueno, conociendo este pais...

No lo prestó mucha atención, era más interesante revivir los diálogos y escenas de una de sus películas favoritas

Otro político o banquero corrupto. Fantástico. Espero que no haya muchas cámaras al salir, que luego es complicado seguir a la gente si mi cara sale en alguna foto por accidente.

Me palpo el bolsillo de la chaqueta. Llevo las gafas de sol, algo es algo.

Me giro de nuevo para el segurata.

Ya sé que no puedo entrar con la pistola, no es la primera vez que vengo por aquí. Si no me dejáis pasar ni con la navaja del almuerzo... pero tendrás que darme el recibo para que la recoja a la salida, si no, no me separo de mi Walther.

Antonio se daba cuenta de que su abogado estaba tardando mucho. Los nervios estaban a empezando a afectarle y la inactividad no ayudaba en ello. Si no venia pronto, saldría al exterior a estar con la mama y los primos. Movía las piernas espasmodicamente como si con eso se distrajese en una mezcla de nervios y aburrimiento, y echaba miradas a todos lados buscando un rostro que le era desconocido. Había quedado en el hall con el, pero seguramente lo reconociera antes el abogado a el que el al abogado.

Los policías se abren paso a ostia limpia, varias personas ante lo concurrido del hall, caen al suelo de los empujones e incluso algunos de vosotros, tenéis que pegaros completamente a la pared para dejar pasar a la extraña comitiva, la cual se pierde por el pasillo izquierdo para de ahí bajar por las escaleras hacia las salas de vista del piso inferior.

- No diga tonterías caballero, aquí le espera su arma-se esuchó decir al segurata a aquel tipo de la entrada al que casi tiran de un empujón. El propio segurata se las había visto y deseado para dejar espacio a la horda policial.

Una vez requisada el arma, el tipo de la entrada se metió junto al resto en el hall propiamente dicho, la gente continuaba con su ritmo normal, abogados y personal administrativo iba de aquí a allá con carpetas, carteras e incluso varios carritos de la compra cargados con documentos.

Tres hombres y dos mujeres se detienen frente al cartelón orientativo con las diferentes platas y lo que contiene cada una, resultando que las salas de vistas a las que íbais curiosamente se encontraban igualmente en el piso inferior.

Poco a poco tras localizar cada uno su sala correspondiente, empezó a caminar hacia la escalera del pasillo izquierdo.

Me acerco con cautela a mi objetivo, los carteles de los juzgados. Allí me fijo en un chico cuyo aspecto no me gusta nada, un verdadero delincuente. Rápidamente, tras localizar el lugar al que tengo que ir, comienzo a caminar, sin dejar de mirar atrás para que ese chico no pueda robarme.

Cuando miro hacia allí veo como el tipo me sigue, por lo que comienzo a correr más rápido, preocupada.
Que no se me acerque, que no se me acerque.

Me dirijo despacio hacia el sitio al que debo ir, ando un poco indecisa.

La vida sigue en el hall y cada cual va a la sala de juicio correspondiente, los cinco personajes bajan por las escaleras entremezclados con una amalgama amorfa de gentes de todo tipo y condición. En tan sólo un tramo de escaleras, en el primer sótano, se encuentran más de una veintena de salas de vistas de los tropecientos Juzgados de Instrucción y de Primera Instancia a los que váis.

Frente a todas las salas hay bancos de metal con asientos incrustados propicios para la espera, normalmente los juicios suelen empezar con retraso, pero afortunadamente, varios de vosotros sóis llamados en seguida. El resto espera frente al Juzgado correspondiente.