Partida Rol por web

Te despiertas en la oscuridad de una pequeña sala vacia, de piedra, por la que se filtra el agua putrida y apenas se puede respirar y con cuya unica compañia, las ratas, emiten sus gruñidos y quejidos entre las paredes.

Una gran puerta de hierro con un pequeño enrejado esta delante tuyo y a unos cuatro metros sobre tu cabeza, detras tuyo, en la pared, te parece ver un pequeño agujero del tamaño de una mano por el que caen aguas fecales.

Estas solo, cansado, dolorido y sin nada en tu haber mas que los calzones y la desgastada camisa.

Dios mio... esto es el infierno... ¡¿Porque?! ¡¡Porque yo!! pienso,aunque suena demasiado alto en mi cabeza como para ser solo un pensamiento.
¿Que demonios esta pasando en esta endiablada ciudad? Solo queria ser feliz...
Observo mi "habitacion" con cuidado y miro a traves de la verja,tratando de encontrar a alguien mas cerca... al menos no morire solo ni tirado en una callejuela maldita... Alphonse... pienso mientras me derrumbo en llanto

Unos ojos aparecen ante la rejilla de la puerta metalica y escuchas un chirriar.

- Tu!! Escoria!!! ponte en pie y pegate a la esquina para que abra o lo lamentaras!!! me has oido vagabundo?

Claro que le he oido... digo mientras le hago caso y me coloco donde me dice

En la celda entra un hombre que te mira aviesamente, trae unos grilletes pesados y te los tira mientras te apunta con una pistola de chispa antigüa y ajada.

- Pontelos vagabundo!!

Espera pacientemente mientras mastica algo en su boca.

Me acerco a los grilletes y me los coloco sin dejar de mirar de reojo a mi carcelero.
Maldita mi suerte...

El hombre, conforme con tus acciones, se acerca una vez te los has colocado los revisa con su arma aun apuntandote al pecho. Tras relajarse al ver que todo esta correcto te empuja hasta el exterior de la celda.

La verdad es que fuera no es mucho mejor que el interior. Las humedades, el frio y las ratas hacen que apenas dejes de temblar un sengundo y el ruido de los otros cautivos y condenados es aterrador.

Tras seguir un rato llegais a una pequeña puerta de hierro que el pequeño hombre abre con un juego de llaves que cuelga de su calzon desgastado. Sonrie.

- Adelante, su señoria.... jejejeje

Maldigo en los pocos idiomas que se mi existencia en mi cabeza mientras acompaño al malnacido carcelero.
¿Que demonios se cree? si tuviera mi Toledana... y algo de valor... esto es una locura...
Escuchar "señoria" me hace temer lo peor.
¡Con la Iglesia hemos topado !pienso cabizbajo

Entras a una gran sala de piedra con multitud de extraños artefactos y cvautivos que sufren horriblemente torturas y mutilaciones. Por doquier escuchas los gritos y lamentos de los alli congregados mientras los monjes y torturadores se afanan en continuar su metodica lucha por la salvacion de los infieles... entre ellos te parece reconocer el cuerpo de alguno de los familiares de tus compañeros, ya moribundos o muertos.

Tras avanzar junto al carcelero entre los potros de tortura y demas barbaridades cristianas llegas hasta un monje que, de espaldas mirando a una mesa, os espera.

El carcelero carraspea y, casi inmediatamente, el Padre se gira y te examina con detenimiento sin decir palabra alguna.

Te despiertas en la oscuridad de una pequeña sala vacia, de piedra, por la que se filtra el agua putrida y apenas se puede respirar y con cuya unica compañia, las ratas, emiten sus gruñidos y quejidos entre las paredes.

Una gran puerta de hierro con un pequeño enrejado esta delante tuyo y a unos cuatro metros sobre tu cabeza, detras tuyo, en la pared, te parece ver un pequeño agujero del tamaño de una mano por el que caen aguas fecales.

Estas solA, cansadA, doloridA y sin nada en tu haber mas que la poca ropa desgastada que traias.

Sientes como el dolor lacerante del balazo aun sigue palpitandote como si te fuese a reventar pero, al menos, parece que la hemorragia ha parado y cuando te detienes a revisarla te das cuenta de que te han cosido la herida dejandote una marca bastante fea a la cual no la vendra demasiado bien esta celda...

Cuando me mira, mis ojos van hacia los suyos suplicando clemencia con la mirada.
¿¡ Que he hecho para merecer esto!? pienso consternado... existir...

Te examina con ojos devotos, tranquilizadores, tiernos.

- Hijo mio, soy el Padre Angel. Tu eres Armand Montefiori?

Los gritos de dolor y tortura saturan tus oidos contrastando con la suave y tranquilizadora voz del padre.

Sin apartar mi mirada le contesto:
Si Padre, soy Armand Montefiori...

Gabrielle repasó con los dedos la piedra, siguiendo su contorno, como si quisiera encontrar en ella una salida, probablemente inexistente. Tras el extraño y desconcertante despertar, las ideas se le volvían confusas... se preguntaba como iba a recuperar el dichoso anillo, pero más que nunca lamentaba haberselas dado de heroe hace dos noches.

Se acerco al enrejado con la esperanza de ver algo o a alguien que hiciera cambiar su situación para mejor, sin hacerse muchas esperanzas.

De repente un ruido como de metal pesado chocando contra el suelo hace apartarte de la puerta metalica y esperar impaciente. Unos ojos aparecen ante la rejilla de la puerta metalica y escuchas un chirriar.

- Tu!! Escoria!!! ponte en pie y pegate a la esquina para que abra o lo lamentaras!!! me has oido maldita furcia de Satanas?

Te mira confiado, paciente, con una voz melodica que inspira confianza y que sigue contrastando con el terrorifico sonido de las torturas a tus espaldas.

- Sabes lo que se te imputa?

Se mueve a tu alrededor con un gran libro apergaminado entre sus manos.

- Sabes lo que se desea de ti en este momento?

No se nada mi señor, no se de que se me imputa ni que desea de mi el Señor...
Mi mirada inquieta le busca, intentando sacar su benevolencia y que me permita ver un nuevo amanecer.

- No puede haber mentiras ante los ojos de Dios.

Se detiene y te examina mirandote fijamente.

- Estas acusado de un delito de Herejia y asesinato de un fiel. Doña Fernanda; una mujer pia y noble que no tuvo mas desgracia que la de toparse con herejes endemoniados como tu y los tuyos...

Se mueve nuevamente por alrededor.

- Se te juzgara cuando confiese, luego se te condenara asi que mas vale que limpies tu alma antes de ver al Todopoderoso.

¿¿¿Doña Fernanda??? ¿Eso era lo que tramaban los malhechores? ¡Malditos!
Con toda la sinceridad que puedo usar en mi poder le miro a los ojos diciendo
No conozco a ninguna Doña Fernanda mi Señor y soy buen cristiano... ¡debe creerme! Si es pia y noble reconocera que no tuve nada que ver, ¡pues no se quien es!