Al llegar al jardin podeis ver a la condesa vestida de forma muy deportiva, para la edad que tiene mantiene una buena figura y parece tener unas piernas fuertes. Alli esta tambien el señor McMardigan hablando con ella.
Hola señores...espero que la excursion vaya a ser de su gusto. Lucrecia agarra una de las mochilas con equipo que hay en el jardin y que habian preparado entre el mayordomo y Gabriel y se la cuelga a la espalda. Vamos Jhonny querido, eres un hombre fuerte, no te hagas el remolon.
Jhon sonrie de medio lado y agarra otra de las mochilas colgandosela a la espalda y siguiendo a la condesa que ya ha comenzado a caminar.
Qué día tan espléndido. Cómo luce el sol.
Vamos dejando atrás la casa. El grupo camina más o menos unido aún.
-Señor Gabriel -me ayudo de un bastón de montaña cuya punta roma voy clavando en el suelo a cada paso-, no creo que haya material de escalada para todos pero demos por hecho que no todos bajaremos a la sima. Sugiero que a usted le acompañe otra persona. Los demás podríamos quedarnos arriba. ¿Te animas tú a bajar con él, Jhonny?
ATENCION:
Esta es una escena privada por lo que los demas que no sois los integrantes de la excursion no podran ver vuestros post. Ahora bien si quereis comunicaros en privado con alguno de los integrantes ya sabeis en privado para el director y destinatario, siempre dentro de este grupo claro.
No, no, yo soy uno de esos que se quedará arriba...lo que hay abajo es muy bonito pero luego hay que subir y escalar no es lo mio, y menos subir por cuerdas...
Al oír la respuesta del señor McMardigan: bueno, ¿alguien se anima? para bajar necesitamos ser dos, bajar solo sería muy imprudente y además estás cosas hay que disfrutarlas acompañado. Sonrío a los presentes.
Ante la solicitud del bombero de, al menos, un acompañante que se anime a descender con él por la sima; yo aminoro la marcha. Contemplo al grupo y, en un descuido, resbalo. Me deslizo unos escasos centímetros hacia adelante sin separar los pies del suelo manteniéndome erguida. Recupero la estabilidad gracias a mi bastón y a los firmes brazos de Johnny.
-¡Ups, gracias querido! Tengan cuidado. La hojarasca de la mañana hace que el suelo resbale. Tengan cuidado al bajar por esta pendiente del camino. Pisen sobre la tierra o sobre las rocas incrustadas en el suelo. No caminen sobre las hojas húmedas -seguimos la marcha sin mayor preocupación.
-Y bien -interrumpo un breve silencio en el que es agradable escuchar cantar a los pájaros-. ¿He de ser yo quien se anime a bajar con usted, señor Gabriel? No me creo que ninguno de los jóvenes del grupo no se aventure en la sima. ¿Señorita Sullivan, bajará usted? ¿Y usted, señor McClarent? Usted ha sido piloto. No debe conocer el vértigo.
Descarto al señor Herbert. Aunque éste parezca un poco más joven que yo, le tiemblan un poco las manos. ¿Qué edad tendrá, sesenta y tres, sesenta y cuatro? Claro, no me extraña que tiemble así, en vista de todo lo que bebió ayer... ¿Dónde leí que incluían al señor Herbert en la lista de artistas que consumen cáñamo para buscar inspiración?
-¿Desayunó usted bien, señor Herbert?
-Si... Es solo un mareo. Trage saliba. -Creo que me quedare fuera a esperaros, me contentare con oir vuestro relato a la vuelta. Saqué mi petaca , eché un trago, tosí y me la volvi a guardar.
Me apetecia saber lo que se ocultaba en aquella sima, pero ya no tenia edad. ¿Porque no hice mas cosas de etas en mi juventud? Pensé algo melancolico.
Chloe que miraba con una ceja levantada la cercanía de la condesa y de Jhon, salió de su ensimismamiento.
Ah, pues... Dijo meditando. Nunca he hecho escalada, soy más de movimientos pequeños con las manos, pero si nadie quiere bajar, ya lo hago yo. Dijo sin importarle.
Excelente, una valiente, por cierto me llamo Gabriel y ¿usted?, no hemos tenido el gusto.
Chloe, Chloe Sullivan. Doctora y estudiante de criminología. Se presentó alargando la mano y sonriendo.
Encantado Srta. Sullivan, estrechándole la mano. Bien, cuando lleguemos echaremos un vistazo a ver que nos encontramos, pero no se preocupe por lo general no hay que tener mucha preparación técnica, solo estar concentrada y nada más.
Bien, supongo que ya que tienes compañia... le comenta Jhon a la condesa...disculpad, yo tambien bajare....aunque no me entusiasma la idea de tener que trepar luego, pero bueno, la sima tiene fama de ser espectacular y me da un poco de verguenza no haber bajado nunca....
-Hay que ver qué indeciso eres, querido -le digo a Jhonny-. Creo que sí hay material suficiente para tres personas pero no estoy segura. Señor Gabriel, usted revisó el material, ¿podrán descender por la sima tres personas? Si no, haremos turnos. Cuidado con estos arbustos -voy abriendo paso empujando ramas que invaden el camino-. No se vayan a arañar piernas y brazos con sus espinas.
Chloe miró al rubito. ¿Y ahora qué bicho le había picado a ese para cambiar de opinión? Levantó una ceja. Seguro que sería un gran espécimen para alguna de sus investigaciones sobre comportamientos humanos.
No te preocupes, que si te rompes una uña, yo te curo. Dijo divertida al pasar por su lado a Jhon.
Luego volvió con Gabriel. Bueno, lo de la concentración se me da bien. Dijo segura.
Bien, hay material para 3 personas, pero primero iré bajando yo para reconocer el terreno y si al final alguien más quiere bajar no me importa descender 2 veces, siempre que no sea muy arriesgado. Mirando de nuevo a Dra. Sullivan: Si es tan segura bajando como en sus juicios el que se sentirá seguro seré yo, sonriendo.
Oh, gracias, sabiendolo.....estoy mas....cual es la palabra...ah si, encantado de bajar...Jhon se acerca a sus dos compañeros de excursion y escucha atentamente las instrucciones del bombero que parece estar muy puesto en este tipo de situaciones, observa a sus dos compañeros y no puede evitar sentir un poco de envideia de Gabriel al verlo tan resuelto.
-¡Uf, hagan un último esfuerzo, jóvenes! -animo al grupo-. No queda mucho para llegar a la sima. Si quieren podemos descansar cinco minutos bajo la sombra de estos árboles.
Me apeo, me descuelgo la ligera mochila, saco una cantimplora y bebo agua. Me seco el sudor de la frente con un pañuelo que saco del bolsillo. Sin esperar que el grupo pare, me siento en una roca apropiadísima para ello.
En verdad necesito un respiro... los años pesan.