Partida Rol por web

Me sonrio por un instante, y luego  trato de controlar mi expresión. Eso del policia que la esta matando, suena  realmente acertado, según el comportamiento de aquel, que entre otras, ¿ es policia?, digo en voz alta...oh caray..

A Susan no le costó mucho esfuerzo conseguir aquella información, y más cuando como periodista tenía facilidades para ingresar a ciertas bibliotecas informáticas, donde todo lo que necesitase saber estaba a su disposición.

Mientras tecleaba los nombres en la barra de búsqueda diferentes noticias fueron apareciendo ante su pantalla, de la que se conformaba con leer poco, pero absorber todos los detalles que pudiera.

Así supo que Gustav Sneider era el hijo de un prominente abogado inglés y que tenía poco tiempo en los Estados Unidos, trabajando estrechamente con Adolf Von Hausen, formando así un número más dentro del séquito de abogados que tenía el millonario.

Cuando escribió “Leonard Archer” en la pantallita de su teléfono inteligente saltó hacia ella páginas y páginas de información. El joven era un conocido policía, y no sólo que se sabía de él, sino que se hablaban maravillas de su persona. Casos resueltos por la mano y el cerebro de aquel joven que había llegado al departamento de policía para poner las cosas a funcionar.

De Vincent Archer no apareció nada, mas cuando escribió “Vincent Von Hausen” le salió una foto de un joven hombre que Susan no tardó en reconocer como el policía anteriormente investigado. Efectivamente, Leonard Archer y Vincent Von Hausen eran la misma persona. Pero, ¿por qué aquel hombre se había cambiado el nombre?

De Ian Brown también había bastante información, pero al contrario de la del policía, ésta no hablaba del maravilloso personaje que era aquel que investigaba, sino de su mano resuelta al asesinato y de una vida de descontrol que lo había hecho parar dos veces a la cárcel. También salió a la luz del teléfono documentos de un divorcio finiquitado a sangre y lágrimas, con las que Brown se había visto de pronto sin esposa e hijos.

Sobre su vinculación con los Von Hausen también aparecía bastante. Christopher Von Hausen, el padre de Charles, uno de los más inminentes y reconocidos abogados de las tierras norteamericanas, era abogado y amigo de Ian Brown, y se rumoreaba que gracias a sus rápidas e inteligentes intervenciones, Brown se había salvado muchas veces de la cárcel.

Nicole Johnson parecía no ser muy reconocida por los medios, pues de ella no había casi información. Susan sólo supo que estaba casada con un militar estadounidense, Daniel Johnson, y que la pareja había perdido a su hijo a manos de un asesino brutal.

Aunque aquello dos jóvenes no eran del todo desconocidos, ciertamente no se había orquestado el tiempo necesario para que una confianza inquebrantable los uniera, por lo cual Helena negó con la cabeza ante la pregunta de Leonard, no muy segura de querer destapar las ollas podridas de su pasado.

- No – dijo. – Mejor dejémoslo así…

Comprendiendo que Helena no quería seguir hablando de ello, Leonard no le preguntó más y se quedó a su lado, abrazándola para intentar calmarla, sin darse cuenta que así mismo la presencia de la mujer había logrado serenarlo por completo.

Se hubiera quedado así un rato más, o esperando que Helena le pidiese que se retirase o que la mujer se recostara y cerrara los ojos por unos minutos, sino fuera porque alguien llamó a la puerta, y al preguntar de qué se trataba, una joven mucama dijo algo tímidamente que al señor Vincent lo esperaban en el despacho del señor Von Hausen.

Entre risas, pequeñas conversaciones y limonada estos tres personajes pasaron el rato, que no sumaba más de unos veinte minutos, desde que llegaran a la mansión, refrescándose y preguntándose qué les tendría deparado el destino.

  Poco después de que Susan se uniera al grupo, una mucama bastante joven se acercó al grupo, indicándole con simples y temerosas palabras que el señor Von Hausen les esperaba en su despacho, y que, si gustaban, ella les indicaría el camino.

Me levanto, con muchas preguntas en la cabeza.. no se que esperar.

-Si veo al tal Vincent le avisaré- Bromeó como respuesta, luego agregó -¿Podrías decirle al señor Von Haunsen que me aguarde unos minutos? Tengo algo importante que hacer antes de poder reunirme con él- Una vez la mujer se marchó miró a Helena y con una sonrisa en al boca dijo -No esta mal hacerlo esperar un poco- abandonó la habitación y extrajo su teléfono móvil. Pulsó la tecla que lo comunicaría con Minerva y esperó que esta lo atendiera. La mujer debía de encontrarse en la central por lo que podría entregarle con prontitud la información que el necesitaba.
Una vez Minerva le hubo atendido y se hubieron saludado dijo
-Disculpa, se que ya estoy abusando de tu buena voluntad, pero necesito un nuevo favor y con algo de urgencia. Sin embargo esta es una tarea fácil. ¿Podrías abrir el expediente de Ian Brown y pasarme los nombres de su victimas?- Leonard escuchó atento la respuesta y anotó aquellos nombres en una libreta luego, antes de despedirse agregó -Por cierto ¿Has podido encontrar algo de información sobre los nombres que te dí?- volvió a hacer una pausa mientras escuchaba a la mujer -Muchisimas gracias Min, creo que debo invitarte a una cena uno de estos días. Te lo debo-
Una vez finalizada la charla se marchó hacia el lugar donde se suponía tendría lugar la reunión

La charla había sido distendida, con risas, y Susan no había querido enturbiar el clima con preguntas que pudieran molestar a alguien, de manera que fueron varias las que se fueron acumulando en su mente. ¿Por qué habían contratado a Sneider, un abogado joven, teniendo en la familia a un abogado reconocido y de experiencia? ¿Cuál era el secreto de Leonard/Vincent? ¿Y qué historia había entre él e Ian?

_Vamos, ¿no? Que para esto hemos venido -dijo Susan mirando a sus compañeros y poniéndose de pie-.

Todas esas preguntas y otras ya serían contestadas a su debido tiempo.

Minerva suspiró como lo hubiera podido hacer una madre ante su hijo y le pidió que esperara un momento mientras buscaba el expediente de Ian Brown. Leonard escuchó sus dedos escribiendo ágilmente sobre el teclado, cosa que no duró más de un par de minutos después de que comenzara a esperar.

- Aquí tengo unos nombres, aunque si quieres, como son muchos, te los paso por el celular.

La muchacha empezó a pasarle unos nombres, de personajes que Leonard sabían la crema y nata de la sociedad. El señor Gilchrist, quien había sido hallado en su casa con una bala perforándole la cabeza hace aproximadamente cinco años. William Rudd, que él mismo conocía de vista por las muchas veces que había aparecido en televisión, había tenido la misma suerte. Había nombres que el joven policía no había visto en su vida y otros que reconocía, como el del difunto padre de su tía Charlotte, la esposa de Christopher Von Hausen.

La lista era ciertamente larga, por lo que Leonard pidió a Minerva pasar a su siguiente pregunta, con lo que la muchacha respondió:

- Lamentablemente no he encontrado mucho, por no decir nada. De William Ferguson lo que aparece es que en vida perteneció a una especie de Club de Mecánicos, pero la información sobre ellos es nula. De Alexander Gouchet y Samantha Gouchet no encontré casi nada. Lo único que aparece son imágenes de Carnival, ¡ya sabes!, el teatro-circo que se quemó haya por mil ochocientos nueve. Del resto, no te puedo decir algo más. Ya te digo que aquí no encuentro información.

Dicho aquello y agradeciendo a Minerva el gesto, Leonard trancó la llamada y se dirigió al despacho de su tío, donde Ian Brown, Susan Fox y Nicole Johnson, acompañados de su tío y de aquel joven abogado, lo esperaban.

La mucama condujo al variopinto grupo por un amplio pasillo que desembocaba en una especie de corredor, donde una escalera amplia y lujosa se extendía larga e imperiosa hacia los tres. Con sus zapatos resonando en cada brillante escalón, Ian, Susan y Nicole subieron hasta llegar al primer rellano.

Un pasillo alfombrado con una alfombra de exquisito color y material dejaba entrever las muchas puertas que había a izquierda y derecha. Encargada del tour, la mucama dejó atrás aquellas, dobló a su izquierda y se dirigió por un pasillo corto, donde al final una única y amplía puerta daba la bienvenida a una habitación que, aunque cerrada, exudaba lujo, poder y riqueza.

Ésta dio un par de toques tímidos sobre su superficie de madera brillante, y cuando un “Entre” de parte de Adolf Von Hausen se dejó escuchar, la joven mujer abrió una puerta y dejó pasar a los invitados del señor.

Cuando cada uno estuvo dentro del despacho pudieron admirar de primera mano aquél toque delicado pero a la vez mordaz que sólo una habitación hecha por y para ricos puede transmitir. Todo allí estaba hecho de madera, desde las paredes hasta el piso, así como un amplio escritorio situado al medio del lugar – y donde estaban sentados Adolf Von Hausen y Gustav Sneider. También había otra mesa más pequeña, donde descansaba una moderna computadora así como una variedad de portarretratos. Había cuadros con marcos del mismo material que llenaba la estancia, así como una biblioteca llena de libros. Incluso las cortinas que decoraban las múltiples ventanas eran de un color marrón delicado, dándole a aquel lugar un toque aún más castaño, si es que se podía.

- ¡Pasen y pónganse cómodos! – dijo el millonario, mostrando con una mano la amplia mesa que ocupaba, así como las muchas sillas que la bordeaban. - ¿Conocen ya a mi abogado? Señor Sneider, estos señores son Ian Brown, Nicole Johnson y Susan Fox. Como verá, creo que he elegido bien a los aventureros que me darán la alegría de traer a Peter a casa.

El abogado asintió con la cabeza, levantándose para estrechar la mano de cada uno de los recién llegados.

- Mucho gusto – dijo Sneider en un inglés con marcado acento alemán. – Espero que su sobrino no tarde en llegar – continuó el abogado hacia Von Hausen una vez que se hubiesen finiquitado los saludos.

- ¡Oh! Ese debe estar por llegar. ¡Ah, pero si allí llega!

Efectivamente, mientras Von Hausen decía aquello la puerta del despacho se abrió una vez más para dejar entrar al policía.

- Vamos, Vincent, ocupa un asiento. Empecemos lo más pronto la reunión, así pueden salir lo más pronto posible a buscar a mi hijo.

¿soy paranoica o la mirada de ese abogado no me gusta para nada?, pienso algo nerviosa. Los abogados son personas especiales que se lucran de la desgracia ajena. Me resulta un poco incomodo esta situación, y me molesta que nos llamen aventureros... en realidad, nunca entendí porque ese concepto. Mucho gusto, contesto frente al saludo del hombre. Entonces el chico es policia, mmm y al parecer es el hijo mimado de esta familia... es curioso.

Ahora que estoy pensando, ¿qué coños hace un abogado en esta reunión?

_Mucho gusto -respondo al abogado-.

Cuando veo entrar a Vincente le pregunto:

_¿Cómo se encuentra Helena?

Y me quedo en mi lugar esperando que alguien explique cuál es el plan.

-¿Será la edad la que hace mella en tu memoria tío?- respondió a Adolf con una sonrisa -Creo haberte comentado en más de una ocasión que mi nombre es Leornard. Pido disculpas por mi demora, pero tenía algunos asuntos que atender. Cómo imaginaran todos los presentes están siendo investigados por la policía. Bueno, todos no, del señor Brown ya contamos con un tupido prontuario...- iba a seguir hablando cuando una de las mujeres lo interrumpió -Se encuentra bien- respondió mientras se sentaba -Dice que no fue más que tensión acumulada y yo soy detective no médico por lo que no puedo opinar distinto. Bueno tío ¿Harás las presentaciones pertinentes?-

Ian sonríe de manera sarcástica ante los comentarios del policía, pero no dice nada, y se conforma con saludar al abogado mientras que el policía toma asiento. Esperaba ansioso qué tendría que proponerles Von Hausen. Cuál era el plan y lo más importante, cuándo lo ejecutarían.

Miro al hombre. Señor Leonard, lo miro, ¿acaso nos esta amenazando o algo parecido?,  sí me estan investigando, bien pueden hacerlo, no tengo nada que ocultar. Lo miro con total desagrado. Pienso algo molesta, ¿acaso este hombre esta loco?, ¿ Cual  es el juego señor Von Hausen?, disculpe que sea tan directa, pero no comprendo el porque su sobrino esta con esta actitud amenazante, aclare esta situación, porque sí esto es un juego maquiavelico, conmigo no cuente, tengo razones personales para estar aquí sentada, y es ayudar, pero, no permitire que nadie, se atreva a cuestionar mi presencia, a una reunión que usted mismo ha convocado, ¿acaso estamos haciendo algo ilegal para que  se nos cuestione así?

Mientras ella y sus compañeros saludan al abogado, Nicole siente una especie de frío rozándole la piel, como si un extraño viento se hubiera colado por la ventana para erizarle la piel.

No sabía por qué, pero algo en su corazón le decía que el abogado no era lo que aparentaba. Quizá por ella había visto la muerte de formas tan variadas, o tal vez porque las artes ocultistas se le dieran bien, Nicole percibía aquello. Realmente no lo sabía, pero estaba segura, aquel Sneider tenía algo raro, algo que no era humano.

Von Hausen lanzó una mirada mordaz a su sobrino que no paso desapercibida por ninguno de los allí presentes. Quien le hubiera visto seguramente se hubiera amilanado, pero Leonard había tenido ya varios años para acostumbrarse a las expresiones que la millonaria familia tenía hacia él cuando no actuaba en la concordancia que ellos creían en la que debía actuar.

Aquello no tardó más que unos segundos, tiempo tras el cual Adolf Von Hausen volvió a recobrar su expresión de anfitrión bonachón pero, sobre todo, de dolido padre. Éste miró a Nicole y le dijo con tono cortés, pero a la vez tajante, en el que se veía reproche, pero no para la mujer sino para el policía:

- Siento que le hemos recibido así, señora Johnson. Efectivamente, ya me he encargado de hacer una investigación sobre ustedes horas previas a este encuentro y debo decir que me alegro de trabajar con personas intachables y en las que se puede confiar. Esto no es ninguna broma, señora, y la presencia de mi abogado aquí presente es porque el señor Sneider ha hecho una investigación por su lado y ha descubierto cosas que hasta al mismo Vincent interesaría. El señor Sneider le dirá lo que piensa, cosa que podrán corroborar con sus propias sospechas, además que se encargara de darle a cada uno un papel que firmarán en el que me comprometo legalmente a entregarles el dinero del rescate una vez que Peter este aquí, si es que lo encuentran en un plazo menor a veinticuatro horas. Temo que si de aquí a cuando termine ese tiempo no han encontrado a mi hijo, tendré que prescindir de sus servicios.

Observó a los presentes, esperando a ver si tenían algo que objetar, cosa que a Von Hausen pareció cómica, ya que continuó a los pocos segundos, dirigiéndose al abogado:

- Señor Sneider, por favor, díganos lo que sabe. Creo que mi sobrino, como policía, y mis invitados estarán encantados de oír lo que ha descubierto.