Partida Rol por web

Carnival

Nicole Johnson

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03/06/2011, 02:58
Director

Aquí voy a colocarte información sobre Nicole. Cualquier duda que tengas del personaje, aquí:


 

.- Historia

Cuando naciste tuviste la mala suerte de nacer en los ambientes podridos de un culto que tus padres veneraban. Unos meses antes de tu llegada al mundo, tus papás, de espíritu débil y de un bolsillo aún más debilucho, se habían dejado engatusar por un hombre llamado Vincenzo Foscarelli, que predicaba ser el designado de Dios para llevar a las ovejas descarriadas por el camino del bien, sin saber que en el futuro próximo su decisión marcaría sus vidas de una manera tremendamente horrible.

Foscarelli, un viejo italiano, que ocultaba bajo su sonrisa sempiterna un lado muy oscuro, se regía por la ley de causa y efecto. Si le dabas dinero seguro que él movería sus contactos para darte un fertilizante mejor para tus tierras, si limpiabas su casa era muy probable que el te prestase la plata que necesitabas para comprarle comida a tus hijos, si le ibas a hacer los mandados quizá tendría la amabilidad dejarte tomar otra copita de su buen ron, y si como mujer te le ofrecías… bueno, él te tendría en cuenta para su próximo sermón.

Todos en aquel culto veían a Foscarelli como el viejo bonachón, con el que podrías contar cuando tenías problemas y tomarte alguna bebida espirituosa. Pero al igual que se le apreciaba, igualmente se le temía. Se decía, y era verdad, que el italiano tenía un carácter de lobo monstruoso cuando se ponía furioso y que le gustaba poner un poco de arsénico en el vaso de uno de sus fieles para enseñarles a los demás a quien debían respetar. Mas cuando el asunto se trataba de sus, según él, deliciosas perversiones, entonces quien no le hiciera caso temía ser torturado hasta la muerte con las más horribles torturas.

Esas deliciosas perversiones que Foscarelli guardaba para sí como lo más sublime eran dos: la comida y las jóvenes. Cuando se trataba de comer, a Vincenzo le gustaba lo mejor que llegase hasta donde se alojaba el culto: los quesos más finos, la carne de primera, los vinos franceses de más exquisita fragancia. E igualmente, cuando se trataban de adolescentes bonitas, al buen italiano le gustaba meterles una manita. A cambio de drogas y alcohol, se entretenía de lo lindo con aquellos gráciles cuerpos, poseyéndolas de la asquerosa manera que sólo un viejo verde podía consentir.

Y fue en ese ambiente donde creciste. Aunque nunca les falto el pan y el agua, sus vidas estaban rodeadas de la negra sombra de Vincenzo Foscarelli.

Al italiano le gustaba visitarlos. Siempre les traía regalos: un vestido nuevo para tu madre y hermana mayor, para tu padre una caña de pescar, porque la otra se le había roto, a ti una muñeca. Cuando eras pequeña disfrutabas de estar con él. Su regordeta barriga se movía al son de una risa contagiosa cuando contaba sus historias de viejo lobo de mar – según él lo era – mientras que disfrutaba de uno de las deliciosas tortas de manzana que tu mamá hacía. Al terminarse las anécdotas, tú te ibas a la cama, y tus padres te acompañaban a ella mientras que Foscarelli y tú hermana se quedaban solos.

Para cuando cumpliste los trece el tío Vincenzo – como solías llamarlo de niña – se había convertido en un objeto de estudio para ti. Aunque te seguía trayendo regalos como si fueras su linda sobrinita, no podías dejar de sentir que entre aquel gordinflón y bonachón hombre y tu hermana, ahora de veintitrés, había algo extraño. A esa edad, cuando se terminaban las historias, era difícil que te quedaras en tu cuarto, y muchas veces tus padres, al cacharte despierta, te habían regañado. En el recibidor siempre quedaba tu familiar y Foscarelli, como si ese lugar les perteneciera cuando el reloj marcaba las doce.

¿Qué demonios hacían cuando estaban solos?, te preguntabas, frunciendo el ceño, mientras mirabas a una muñeca de tela que tío Vincenzo te había dado, como si ésta te pudiera responder.

Cuando estabas cercana a cumplir los catorce supiste la respuesta. Charles, un amigo tuyo del culto, dos años mayor que tú y con mirada perversa, te había dicho que a tío Vincenzo le gustaba tocar a las muchachas jóvenes. Tú lo miraste sin entender: ¿tocar? El chico, con una mirada astuta, te dijo: “Así”, antes de meter su mano bajo tu falda y agarrar tu nalga como si se fuera a caer. Tú, ante el contacto indecente, le diste una cachetada y saliste corriendo de ahí.

Eran las doce cuando eso había pasado. Aún sentías el cálido roce de la mano de Charles sobre tu nalga cuando abriste la puerta y encontraste a Foscarelli poseyendo a tu hermana y ésta con una rara expresión en la cara, claramente drogada. Cuando viste aquello lanzaste un grito. En la cara de tío Vincenzo se le marco una mirada de odio. Se levantó del suelo, dándote una no muy agradable visión del cuerpo del viejo desnudo, y agarró un jarrón, dándote en la cabeza y haciéndote desmayar. Al despertar te viste en una celda.

Sí, una celda. Esa era una de las tantas maneras que tenía Foscarelli de pagar la insubordinación. El lugar era frío y oscuro, y tú temblabas, no muy clara si era por lo primero o por lo segundo. Escuchabas los murmullos de otras personas como tú, pidiendo clemencia divina o un poco de pan y agua. Cuando tus ojos se acostumbraban a la penumbra, alguien te sacó de un empujón del lugar donde estabas recluida para ir a parar a un sitio que no era tu casa. Más bien parecía una sala de tortura al estilo antiguo, con un potro, ganchos en las paredes y abrazaderas.

Allí estaba tío Vincenzo, quien ahora no tenía cara de hombre amable sino de padre instructor, quien les enseñaba a sus hijos de la manera dura que es la obediencia. Haciendo un gesto con la mano le indicó una orden a aquél que te había traído, e inmediatamente te encontraste desnuda, sólo con la ropa interior como defensa a tu pudor. Te pusieron de espaldas, te amarraron las manos a unas esposas que colgaban de la pared, demasiado ajustadas como para hacerte no daño, y luego, tras unos segundos, un dolor que no habías sentido antes. En tu espalda desnuda se mostraba la sombra de un latigazo propinado por Foscarelli. Faltaron otros diez más para que te desmayaras.

Cuando te despertaste te encontraste a ti misma de nuevo en la celda. Ahora no traías un vestido, sino un saco de papas como la única defensa ante la desnudez. En aquella noche, mientras tu espalda dolía por los golpes recibidos, palpaste el sabor salobre de tus lágrimas y nunca te sentiste tan sola.

Dos semanas después del castigo, volvieron a sacarte de la celda, pero esta vez no para llevarte a una sala de torturas sino a tu casa. Tío Vincenzo estaba ahí, al igual que tu hermana, pero a ninguno de los dos miraste mientras subías a tu habitación. Tu madre se encargó de tus heridas y te ayudó a bañarte mientras que en tu mente se formaba una idea fija: escapar de allí.

Pero tendrían que pasar años antes de que pudieras siquiera acercarte a la salida. Ahora Vincenzo, más paranoico que de costumbre, había mandado a enrejar los alrededores de los terrenos del culto, haciendo de tu escape una ilusión nada prometedora. Tenías veinte para cuando eso.

Tu familia había cambiado mucho desde entonces. Tu padre había muerto por la embriaguez y tu hermana se había infectado durante su único parto, un hijo que tú sabías que era de Foscarelli. Nada más quedaban tu madre y tú, y ésta no estaba en muy buenas condiciones de salud. Antes era tu papá quien se congratulaba con Vincenzo, pero ahora, al ser tú la única con la suficiente fuerza para sustentar a tu familia, habías ocupado su lugar.

Tus labores eran sencillas pero ingratas: limpiabas la casa de Foscarelli en compañía de otras dos mujeres, te encargabas el comedor, donde todos los pobres debían tener un plato de comida, mantenías a punto los instrumentos de caza y pesca del dueño del lugar y tenías que ser comadrona en los partos. A cambio de todo ello, Vincenzo te daba los remedios para tu madre, la comida necesaria para que las dos pudieran vivir bien y cierto favores que sólo el Dios de una comunidad podía otorgar.

Además de ello debías de ir a misa constantemente, donde Charles te veía ahora como una mujer y no como una amiga. Mientras rezabas el Padre Nuestro y el Ave María, el hombre te lanzaba promesas de amor y luego insinuaciones seductoras que pasaban por su perversa mente.

Pero no era él solamente quien te veía como una mujer, sino también Foscarelli. Había visto tu crecimiento, y a los veinte te consideraba una chica bastante guapa. Y en verdad lo eras, pero sabías ocultar tus dotes físicas bajo largos vestidos y cuellos altos.

Un día, mientras terminabas de limpiar la casa del viejo italiano, éste se te acercó por detrás y te ofreció drogas. Ante tu negativa te brindó alcohol, pero volviste a negar. Vincenzo, quien no podía creer que a una muchacha no le gustase ni lo uno ni lo otro, empezó a sentir cólera, pero tú le explicaste de una manera lo más bondadosa posible que ante el estado de tu madre preferías permanecer lo más sobria y lúcida posible. Foscarelli, al que la inteligente le estaba empezando a fallar, cayó en la trampa y te dejó ir sin ni siquiera haberte rozado. Mientras tú salías, sabías que si no escapabas en ese momento, simplemente perderías algo más que una oportunidad.

El Destino tiene muchas veces esas dotes de generosidad, que son tan bien apreciadas en una vida cruenta, y éste te tenía una para ti. Aquella noche, después de volver de tu labor de comadrona, encontraste a Charles en tu casa. Al principio sentiste furia, pero luego te calmaste para escucharle. El muchacho tenía ganas de salir de allí y no volver nunca más. Bajó su fachada de hombre perverso, él ocultaba un pasado tan turbulento como en tuyo: había visto morir a su madre por las mismas causas de tu hermana, y por la misma mano homicida: Vincenzo Foscarelli. Sabía que el italiano te estaba buscando para tenerte en su cama lo más pronto posible, y él, mientras aún le quedará fuerza en sus músculos, prefería librarte de aquello.

Conmocionada hasta las lágrimas al ver a un Charles que no conocías, asentiste con la cabeza. Aquella noche, mientras discutían planes y cenaban, sentiste más que un aprecio de amistad por él. Empezaste a enamorarte, y más pronto que tarde supiste que éste sentía los mismos sentimientos hacia ti. Fue una noche de primavera, cuando estaban muy seguros de cómo ejecutarían su plan, que se besaron y se entregaron con la ternura de los enamorados.

Al día siguiente, a la noche, pusieron su plan en marcha. Pasaron la cerca mientras los guardias contratados por Foscarelli se sumían en el sueño de unas buenas pastillas recetadas para tal fin y montaron en tren, con la vista fija en la única ciudad de Estados Unidos donde alguien puede pasar desapercibido: Nueva York.

Todo parecía que les iba a salir bien hasta que, llegados a una estación, los descubrieron. Charles logró salvarte, pero él fue atrapado y murió a manos de los peones de Foscarelli. Cuando parecía que tú ibas a sufrir el mismo destino, un hombre dio unos cuantos disparos y te salvó la vida. Ese hombre era Daniel Johnson, tu actual esposo.

Le contaste tu aventura y lo que habías sufrido a manos de Foscarelli y su culto del infierno. Él prometió protegerte, y así lo hizo hasta que cumpliste las veintiséis. Para ese entonces habías parado en una ciudad donde todo parecía apuntar a la alegría de estar vivo. Con los años te enteraste de que Daniel era un ex militar y que tenía tanta familia como tú (o sea, ninguna).

Con el paso de esos mismos años empezaste a sentir especial afecto por el ex militar, hasta que, en el momento en que cumplías las treinta primaveras, te casaste con él y te convertiste en Nicole Johnson. Cinco años después de un matrimonio lleno de promesas y cosas bonitas, quedaste embarazada del que sería tú primogénito y único hijo.

El bebé, un hermoso niño, se llamó Harry. Para ti era lo más maravilloso que tenías en el mundo, además de tu esposo. Era como si un la vida te bendijera con un ángel, tu pequeño. Pasarían cinco años antes de que la sombra negra de Foscarelli volviera a invadir tu vida.

Cuando Harry cumplía sus cinco añitos, decidiste llevarlo al parque, mientras una amiga tuya y Daniel preparaban una fiesta sorpresa para el niño. Todo iba muy bien hasta que de repente llegaron unos hombres encapuchados al lugar, portando escopetas de alto calibre, sin temor a usarlas. De entre todos los niños que estaban allí, fue a tu pequeño el único que secuestraron.

Cuando saliste corriendo detrás del carro que se lo llevaba supiste que algo malo le pasaría a Harry, y cuando, un mes después, Daniel y tú recibieron la llamada del policía que llevaba su caso sabías que ya no lo tendrías más en tus brazos. Pero nada te habría preparado para lo que viste.

Tu hijo estaba mutilado hasta la saciedad. Entre sus ropas se había encontrado una nota, que decía lo siguiente: “Nunca se te olvidará, mi linda Nicole. Tío Vincenzo te encontrará, y nunca te podrás volver a escapar”.

Furiosa y destrozada, hablaste con el policía de todo tu tortuoso pasado. A los pocos días de tu confesión, te enteraste que el culto de Foscarelli había sido destruido, y que el viejo estaba esperado que le friesen el cerebro en la silla eléctrica.

Pero nada de lo que pasara de ahora en adelante podrá devolverte a tu hijo. Sólo en tu desolada mente existe en lugar donde Harry aún sigue en tus brazos, y nadie lo podrá quitar de ahí.

 

.- Nicole Johnson

Voy a explicarte un poco sobre la personalidad y la vida de Nicole, para que te sirva de guía:

Como puedes ver en la historia (si la leíste), a ella le asesinaron su único hijo, Harry. El embarazo del niño fue tan complicado y a tan avanzada edad (lo tuvo a los treinta y cinco) que perdió toda posibilidad de volver a ser madre. Aquello, aunado al crimen, la ha dejado física y mentalmente trastornada.

Lleva varios años casada con un ex militar, Daniel Johnson. Éste, como ahora esta retirado de su antiguo “trabajo”, ayuda al gobierno con su experticia, ganando bastante bien. Se podría decir que la familia Johnson esta bien posicionada económicamente. Otra cosa sobre Johnson es que antes de casarse con Nicole estuvo con otra mujer, que se le terminó muriendo, con la que tuvo una hija, que ella no conoce, pero que ha prometido ir a visitarles en verano.

En cuanto a Nicole, ésta no tiene empleo ni tampoco se puede decir que es ama de casa (el hogar donde viven los Johnson tiene servidumbre), pero tampoco se puede afirmar que no hace nada. Esta ayudando a una casa hogar donde varias mujeres se emplean en educar a jóvenes en el cuidado de bebés, además de brindarles una ayuda. También colabora con una organización donde se tratan casos como los tuyos: madres a las que le han secuestrado a los hijos, desapareciéndolos del mapa. En los últimos días, Charlotte Von Hausen, que ha tenido dos hijas gemelas a los cuarenta y cinco años, ha pedido su ayuda para la crianza de éstas.

De la gente de la secta no ha sabido más. Vincenzo Foscarelli ha muerto, y muchos de sus cómplices también; pero últimamente le han estado llegando cartas anónimas a Nicole, donde se amenaza su integridad. No tiene muy en claro quien puede estar enviándoselas, y aunque se las ha mostrado a la policía tampoco no se ha hallado ninguna pista de un posible sospechoso.

Nicole es una mujer bastante afectiva y dulce. A pesar de las heridas que le ha dejado el tiempo y la vida, es encantadora y quien está con ella se lo pasa muy bien. Rara vez se molesta, se deja dominar por personas con caracteres más fuertes al suyo, aunque ella sabe cuándo y cómo pararse de frente a los hechos y encararlos con fuerza. Actualmente está un poco trastornada, tiene a veces ataques de esquizofrenia, lo que le hace ver visiones de su hijo muerto, como si estuviera con ella.

Ésta es a grandes rasgos Nicole Johnson.
 


Cualquier duda que tengas sobre Nicole no tengas problema en hacermela. Honestamente considero que entre más información se tenga sobre un personaje, más fácil es familiarizarse con él.

Cargando editor
03/06/2011, 03:34
Nicole Johnson

Ok, vamos a ver como le doy forma al personaje. Buena historia.

Cargando editor
27/10/2011, 19:16
Director

Sólo puedes charlar con Ian, porque Susan se desmayó dos post atrás. Si quieres escribir, algo rápido, que planeo terminar el capítulo 3 hoy