Partida Rol por web

Al escuchar el grito del valiente inquisidor y los desvaríos de Sic, Jarik se da cuenta que la situación esta compleja de verdad... Sus hermanos están lejos y las aberraciones dentro de las sala...

Producto de su frusrtación, da un alto y gira sobre si mismo alejandose del muerto. En el preciso instante en el que toca el suelo e impelido por la fuerza centrípeta, lanza el hacha a la criatura. Al finalizar el giro tras lanzar a capullito,observa como la cabeza decapitada de la bestia inmunda cae a su lado.

En su mano aparece el hacha, pero Jarik gira y sale corriendo hacia las puertas donde se reúnen tanto sus hermanos como los muertos vivientes.

El trompazo del pútrido ser le dolió de veras, y a punto estuvo de hacerle perder su exquisito equilibrio. Pero no aquí, y no ahora, con aldeanos inocentes a punto de morir. El destino no estaba exento de ironía. Erzsen, antaño Erodel, antaño Malachai, asesino de aldeanos inocentes sangraba ahora para evitar que murieran los que otrora él había segado sin ni un ápice de vacilación. Destino? NO. Justicia. Con aquellos pensamientos, un acuclillado Erzsen aprovechó aquella postura para lanzar un barrido con la pierna, impactando en el cochambroso muslo del zombi y tirandolo al suelo. Mientras caia el ser con pasmosa lentitud, el muchacho descargó una puñalada en el pecho de su victima dandole más fuerza a la caida, con lo que el crujir de costillas fue espantoso. Apoyandose en el pomo de la daga, Erzsen completó su incorporación hincando el arma hasta lo más profundo del pecho del zombi, y cuando se irguió en toda su estatura (que no era mucha, por cierto) extrajo la daga con un chirrido al rozar esta con la tumefacta osamenta del no-muerto.

Tras sacar la daga, la criatura se consumió como un papel lanzado al fuego de una chimenea. El joven conde quedaba liberado tras una lucha agónica que le hubiera costado la vida, de no ser por la daga curva y sus aptitudes para el combate cerrado. Aún así, las heridas y el dolor quebrantaban al muchacho pelirrojo...

Al mismo tiempo que la daga salía rechinando, los pies de Erzsen ya volaban hacia la Sala funesta, y fintando y caracoleando se escabulló entre los zombis allí reunidos para situarse juanto al ser que se oponía a Desther, con el proposito de ayudar a este.

Por el rabillo del ojo vio como Sic se acercaba al fin..... Sangrando por diversas heridas pero henchido de rabia y furor por el combate... Por el otro lado Erzsen y Desther se desembolvían a la perfección eliminando metódicamente engendro tras engendro, Kendra les apoyaba en la distancia.... Lyria, a su espalda, ya estaba lista para rociar con agua sagrada a los enemigos que quedarán... En su repaso visual le faltó Jarik, no sabía cómo estaría el pistolero en aquellos momentos, confiaba que bien.... Por última vez en aquel día recurrió a la fe para restañar heridas a sus hermanos.... Mantuvo la posición, no fuera que aquel infecto ser le diera por atacar a su hermana...

Lyria avanzó decidida, sorteando las amenazas de los pocos muertos vivientes que quedaban, y pasando al lado del tendido alguacil Caeller. Sabía por las descargas de energía que había sentido que su vida no corría peligro por ahora. Pero tenía que centrarse en la amenaza que todavía quedaba, que aunque poca, podía causar gran desgracia.

Se situó detrás del promontorio de piedras que había, medio agazapada, pero teniendo la visión del combate que libraban Desther y Erszen con la amenaza más próxima a los refugiados lugareños de Ravengro. Cuando hubo medido la distancia con el zombie que tenía en frente, se alzó y lanzó el odre con agua bendita, describiendo una parábola por encima del montículo de piedras, rezando a Pharasma para que impactase en su objetivo y poder librarse de la amenaza cuanto antes posible.

Lyria lanzó el frasco de agua sagrada, pero su disparo resultó ser demasiado corto, cayendo a los pies del zombi al que quería impactar. Igualmente, al estallar el cristal contra el suelo, el agua salpicó a los terribles seres, quemando su carne corrupta. Mientras tanto, Ishaya pudo evitar que el zombi que tenía frente a él, volviera a hendirle el afilado e infecto hueso en su costado...

La carga inquisitorial de Desther había sido un éxito y la carnicería de no-muertos delante del portón era una pequeña esperanza que arrojaba algo de luz a la oscuridad que había estado inundando el corazón del inquisidor tras los últimos sucesos, aunque eso no sería suficiente...

En el momento que Erzsen apareció con una ágil pirueta flanqueando al zombie con el que el inquisidor combatía este se dirigió a él: - Llegas tarde, este es mío...-

A continuación empaló al zombie y levantó con fuerza la alabarda arrojando hacía atrás al inerte cuerpo, que cayó unos metros más lejos.

El combate parecía resuelto, así que Sicarius arremetió contra el zombie más cercano liberando así su furia y a la vez rescatando a su pequeño hermano mayor. Frenó en seco su carrera y, como el que pasa por ahí, cercenó la cabeza del monstruo que acosaba a Ishaya.

Venga hermano, parece que te necesitan allí dentro

Viendo que la situación en un principio estaba resuelta, Jominda desapareció de la cornisa superior del Gran Salón. Kendra por su parte se adelantó hasta donde se hallaba el cuerpo del hombre que el zombi había atrapado tras destruir la puerta. Cuando llegó hasta él, descubrió que tenía una fuerte golpe en la cabeza, y una herida que sangraba profusamente. No decia nada y no respondía a las palabras de la hija de Lorrimor. - ¡¡¡ISHAYAAA!!!...- gritó buscando al sacerdote enano en el improvisado campo de batalla...

Por contra, el último no-muerto que quedaba en pie, intentó agarrar por el pelo a Erzsen, pero el joven conde fue lo suficientemente rápido para bloquear la garra del zombi. Resultaba increible, pero tras muchos instantes de incertidumbre, lo habían logrado. Habían neutralizado un ataque de zombis. Una plaga dañina y mortífera sin igual... Pero en sus mentes una pregunta...

¿Quién era el responsable de tan horrenda experiencia?...

Jarik salió disparado hacia la posición del último de los zombis  que habían atacado la plaza.

Corrió todo lo rápido que pudo y por el camino lanzó el hacha para alcanzar a la repugnante criatura... pero  la distancia era grande para su habilidad con el hacha. Aún así, y tras recobrar su arma, continuó corriendo hacia sus amigos...

Inclinado hacia atrás para evitar que el zombi le apresara, Erzsen vió volar el hacha de Jarik a camara lenta. Y a camara lenta vió como volvía a las manos de su hermano. De golpe, se lanzó hacia delante, como impulsado por un invisible fleje, apartó la sucia mano del no-muerto con la izquierda y hundió con un grito final y liberador la mano derecha que empuñaba la daga en la frente de su adversario. Hoja, gavilán, empuñadura y mano penetraron con un sonido blando y acuoso en la cabeza del putrefacto ser. La furia del momento cedió al asco, y con la misma violencia retiró raudo la mano, desparramando sesos muertos, huesos astillados e icores inmundos por todo su cuerpo. Precioso.

Una vez extrajo la hoja, la criatura, antaño un orondo campesino, cayó a peso muerto sobre sus rodillas, mientras su carne lilácea y carcomida por gusanos, se consumía de fuera hacia adentro como si se hubira lanzado a una pira fúnebre. Las cenizas volaron desperdigadas, en bandadas, dejando un sutil aroma a carne quemada...

Hogares carbonizados, columnas de humo, cadáveres por doquier, llantos y angustia... Sí... Por fin todo había acabado.

Al ver la batalla finalizada Sicarius hincó su espada en el suelo e hizo lo mismo por con sus rodillas, como si rezara. El cansancio y las heridas habían dejado agotado al joven guerrero y necesitaba tomarse un segundo para recomponerse física y anímicamente. No se atrevía a abrir los ojos, sabía que lo que vería sería idéntico a lo que tanto dolor le causaba y llevaba marcado en su mente y en su cara en forma de enorme cicatriz, su pasado había regresado a buscarle y nuevamente había sobrevivido, pero y los demás? cuantas víctimas inocentes se habrían cobrado estos seres esta vez?

Al fin recobró la compostura y sin más dilaciones se alzó y se dirigió hacia su pequeño hermano mayor.

Estas bien? Creo que necesito un trago

El grito de Kendra resonaba en su mente estridentemente.... Con Caeller estable la prioridad estaba en el pobre campesino que había sido víctima de los no-muertos, salió corriendo para dónde estaba la hija natural de Lorrimor para intentar sanarlo... No llegaba, no le daría tiempo.... A medio camino se paró y apuntando con el dedo recurrió a uno de sus dones menores que evitarían que el labriego se desangrara

Lyria oteó la plaza del pueblo. No había más amenazas a su alrededor. Sus hermanos estaban bien, motivo por el cuál explusó un gran suspiro de alivio. Desther seguía en pie, y había desempeñado un papel más que excelente en la batalla. El alguacil, aunque inconsciente parecía fuera de peligro. El pobre aldeano que sangraba en las cercanías de la puerta, aunque grave, pronto recibiría las atenciones de su hermano Ishaya, mientras Kendra velaba por el momento de él.

Muchas preguntas se agolpaban en la analizadora mente de Lyria, pero las apartó sabiamente en pos de unas más urgentes. Se dirigió al destrozado dintel de la puerta que daba acceso al comedor dónde se refugiaban los aldeanos. La pregunta, en voz alta, se escapó inconscientemente de sus labios una vez entró en la sala:

- Os encontráis bien? - preguntó a la gente agolpada en el comedor, mientras con su vista recorría la estancia ante posibles amenazas, o aldeanos que requirieran ayuda.

Pero el objetivo real de Lyria, no era otra persona que Jominda. Necesitaba hablar con ella para que le aclarara preguntas esenciales: Sabía de más zombies que pudiesen estar todavía provocando el caos? Cuándo pasó exactamente? Provenieron todos de las Restlands? Escucharon o vieron algo antes de que el cáncer se cerniera sobre Ravengro? ....., tantas y tantas preguntas se fundían en la mente de Lyria, y a cada instante surgían de nuevas, que requerían de contestación.

El joven inquisidor resopló aliviado al ver que el combate había acabado, pero este instante de jubilo duró muy poco ya que el semblante de Desther se ensombreció en cuanto alzó la mirada al desolador paisaje tras la carnicería de no-muertos.

Pesarumbroso se echo la alabarda sobre el hombro mientras se acercaba al pórtico del edificio donde se encontraba Lyria. El inquisidor se situó con un silencio mortuorio a su lado, observando el interior de la estancia en busca de los supervivientes de Ravengro.

Se había acabado. Por fin la batalla terminaba. Sus hermanos se reunían casi todos junto al destrozado dintel de la sala donde los aldeanos se refugiaban. Ishaya atendía heridos, Lyria inquiría a los lugareños, Desther la acompañaba, Sic pululaba cerca de Ishaya, Jarik volvía. Erzsen, derrotado por completo tras el esfuerzo titánico de exterminar a la mitad de los no-muertos se derrumbó junto al afloramiento rocoso cercano a la Sala. Se recostó contra las piedras, con las piernas encogidas, la cabeza oculta entre los brazos que aún sostenian la daga sagrada, la frente apoyada en las rodillas. Apenas hacía unas horas se levantaba de la cama tras una recuperación dura de su envenenado cuerpo, y ahora estaba exhausto. De la cabeza a los pies se encontraba tiznado de sangre negruzca, cenizas impías y sudor, dandole un aspecto lastimoso. Sabía que debía ir con los suyos, y tratar de ayudar al resto de supervivientes del holocausto... pero no podía. Su cuerpo se negaba.

Dejó de correr en cuanto el último zombi se desintegró en el suelo. Veía el sufrimiento en las caras de sus hermanos, así como notaba en sus facciones los signos de esta.

Vió como pequeño Erzsen caía abatido por el cansancio y la congoja. Aśi que se acercó y se sentó junto a el. Ya habían otros hermanos ocupándose de socorrer a los aldeanos. y Jarik necesitaba unos momentos también para recuperarse...

Erzsen.. No te hundas. Hoy gracias a ti hemos sobrevivido. Descansemos un rato y luego ayudemos a los demás.

No sabía si sus palabras servirían de algo. El no era un gran orador. pero era lo que sabía que tenía que decir.

Sin más ,se dirigió donde estaban el resto de sus hermanos  para comprobar como estaban los aldeanos. Por el camino, guardó el hacha,y comprobó el estado de pimentera...Recordó algo y cambió el primero de sus cartuchos por uno de brillante plata...

Tras la pequeña pausa en su carrera continuó hacia el herido campesino. Ya no podía recurrir al don de la onda de energía divina que revitalizaba en masa pero, gracias a Pharasma, aún conservaba intacto un don exclusivo para situaciones extremas.
Posó su mano sobre el pecho del herido...

Tu tiempo no ha llegado, aún no...

Cuando dejó el cuerpo del hombre reposando en el suelo, se volvió hacia el lugar dónde estaba el alguacil Caeller... También trataría de restañar parte de sus heridas con aquel don... Repitió el ritual y musitó la oración a la Dama de las Tumbas. Como Benjan no abrió los ojos, Ishaya volvió a intentarlo...y así lo haría hasta que el bravo alguacil pudiera alzarse...

Levántate Benjan, tu tiempo continúa....