Partida Rol por web

Castillos de arena

Tinta tus sueños

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27/02/2016, 14:23
Austin Garret-Jolley

Poco a poco voy dándome cuenta de que la expresividad de Nicole va volviendo a su rostro. Probablemente por dejar poco a poco atrás los pensamientos acerca de su propia muñeca. No sé si es por el alcohol o por los analgésicos, pero eso es bueno.

En el momento en que dice prácticamente no hablarse con sus padres siento algo de lástima. Supongo que yo he tenido suerte con Donna y Leo, porque ni siquiera veo cómo podría instaurarse entre nosotros una barrera así. Supongo que no avergonzarme delante de gente criticándome es un buen principio.

—Venga —asiento bromeando a la propuesta de Acción de Gracias—. Pero avísame con tiempo para buscar la ropa adecuada —enuncio antes de hacer un gesto hacia como ambos vamos vestidos—. O mejor, voy así. Podemos decirles que me quedé estéril por las drogas, o que me corté los testículos como parte de una performance —continúo, cada vez más lanzado—. Y si Cécile intenta algo le confesaré que soy gay y tú eres mi tapadera, pero que no lo sabes —afirmo antes de proponer algo más disparatado todavía—. O mejor, que somos cada uno la tapadera del otro, igual que Hades —propongo encantado con la idea.

Me encojo de hombros después, con su pregunta sobre la situación.

—Sí, claro que lo dije —comento haciendo un gesto, como el que cuenta una anécdota ridícula de cuando era crío—. Pero estaba tan nervioso y avergonzado que debió salirme poco más que un lloriqueo —digo encogiéndome de hombros—. Me quedé bastante bloqueado. Aunque al día siguiente me llevé a Rachel y a Freddie y nos llevamos todos mis cuadros delante de la gente —explico asintiendo mientras dibujo una sonrisa—. Eso sí que moló un huevo. No veas qué caras.

Posteriormente, al recibir su respuesta, entiendo que o bien no ha querido responder a lo que preguntaba de verdad, o no lo ha entendido, pero no me importa en absoluto. En lugar de eso aprovecho mis paseos para arrodillarme a su lado y toma su oreja, examinándola de cerca.

—Pues yo sé de gente que pagaría miles en el mercado negro por unas así —afirmo antes de seguir preparando las cosas, aunque en cuanto muestra sus dudas la vuelvo a mirar, encogiéndome de hombros.

—Sí, ¿no? —pregunto con los ojos brillantes. La verdad es que me apetece—. Por mi parte estoy bien, no te preocupes. Si no te sientes segura podemos hacer alguna prueba primero, pero vamos, necesitaría diez más como esas para empezar a dejar de estar en condiciones de pintar —dicho eso vuelvo a rescatar unas palabras pronunciadas días atrás en esta misma habitación, entonándolas de la misma forma y con una enorme sonrisa—. ¿Confías en mí?

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27/02/2016, 15:01
Nicole Nazar

Me río con naturalidad con cada una de sus propuestas y voy imaginándolas todas, con las consiguientes caras de mis padres y mi hermana, lo que hace que me ría más.

Sonrío al escuchar el desenlace de su relato y asiento con la cabeza. 

—Bien hecho —es todo lo que comento al respecto mientras dejo que me examine las orejas. No me gustan porque son demasiado largas, pero tampoco me avergüenzo de ellas. Es lo que hay y sería una tontería. 

La seguridad que muestra después, acompañada de esa pregunta, me hace reír y termino por suspirar y encogerme de hombros. 

—Claro —respondo mientras el cosquilleo de mi estómago se va extendiendo a través de mis venas. Levanto entonces un dedo de la mano buena a modo de aviso y añado algo más, con una sonrisa divertida—. Pero nada de patatas.

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27/02/2016, 15:34
Austin Garret-Jolley

Mi sonrisa se amplía al escuchar su respuesta, y uno de esos hilos plateados me trae un rápido «¡Pues salta!» que sólo llego a vocalizar mientras mi sonrisa se ladea, guardándomelo para oír sus siguientes palabras.

—Nada de patatas —prometo mientras termino de prepararlo todo. Traigo el botiquiín, como las otras veces, y por un momento valoro si será necesario que se limpie cuando acabamos de ducharnos. Aunque pensándolo bien esa inmediatez es más bien ilusoria, pues entre pizzas, accidente, Freddie y cena ha pasado ya un buen rato.

—¿Te limpias mientras termino de prepararlo? —pregunto, dando por hecho que podrá hacerlo con una sola mano. Si es que no ya me dirá algo, paso de hacerla sentir como una inútil si no.

Un minuto más tarde ya he colocado todo lo necesario al lado de la máquina, y dos sillas enfrentadas como cuando hicimos el de la Torre. Con ella sentada al revés en la de delante me tomo la libertad de sujetar su trenza al resto del cabello con una horquilla y comienzo a desinfectar la zona con el mismo cuidado que las otras veces. Me hace un poco de gracia pensar en cómo ella había venido a por un tatuaje unos días atrás, y ya vamos por el cuarto. Guardo silencio mientras trabajo, y cuando la zona está lista, sin decir nada, me acerco con naturalidad a dejar un mordisco en el hombro de su mano mala.

—¿Lista? —pregunto acto seguido, cogiendo ya la aguja.

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27/02/2016, 15:57
Nicole Nazar

Cuando me levanto para ir a lavarme la nuca en el baño me doy cuenta del efecto real que ha tenido la mezcla. No llego a marearme, pero sí que camino de una forma más liviana, como si tuviera la cabeza en una nube. Ya con el grifo abierto, aprovecho para lavarme la cara y despejarme un poco. Es una mierda tener que hacerlo con una mano y eso me agria un poco el humor durante algunos segundos aunque la resignación está empezando a aparecer. 

Tardo un poco en regresar, porque me espero a que se me pase un poco esa molestia. No quiero amargar a Austin también. 

Ya sentada de espaldas a él apoyo los brazos en el respaldo de la silla y dejo que me desinfecte la nuca. La expectación toma presencia, dejando atrás el ataque de mal humor momentáneo que espero que haya quedado entre mi reflejo y yo. El palpitar de la adrenalina me saluda con familiaridad, algo perezosa después del día lleno de emociones que llevo, o quizá es que está adormecida por el cóctel.

Tomo aire despacio, preparada para sentir la primera punzada de la aguja, ansiando que llegue ese momento. Recuerdo las sensaciones de la última vez que estuve en esa casa y por un instante pienso en cómo han cambiado las cosas desde ese día. Me pregunto si Austin recordará la conversación que tuvimos al respecto en mi casa y si eso le afectará lo más mínimo, porque yo no puedo negar que si ya antes me parecía excitante todo el asunto, ahora que sé que él sabe que me lo parece, lo es un poco más. 

Cuando en lugar de la aguja llega un mordisco en el hombro, doy un pequeño respingo y siento cómo se me eriza toda la piel, desde el punto que ha sido mordido hasta la mitad de mi espalda. Me estremezco y suelto una risita. 

—Completamente —respondo con seguridad y los nervios a flor de piel, dispuesta a cerrar los ojos y disfrutar. 

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27/02/2016, 18:15
Austin Garret-Jolley

Me separo un poco de Nicole tras el mordisco, riendo con suavidad. Y entonces desdibujo de mi mente los bocetos hablados y dibujo uno en su piel, al menos para mis ojos. Igual que siempre doy primero una punzada breve, para que recuerde cómo será. Y después comienzo a trabajar.

Una mano sostiene tersa su piel, apoyada en un punto entre su hombro y su cuello y con los dedos extendidos por nuca y espalda. La otra, mientras tanto, va manejando la aguja con el zumbido característico que la acompaña.

Empiezo a trazar el contorno de la primera de las ruedas. Lo hago despacio, tratando sobre todo de que sus dientes sean uniformes. Por fortuna en esta primera fase es fácil arreglar cualquier pequeño detalle: basta con hacerla un milímetro más grande, y la nueva tinta tapará la vieja.

Sin embargo no llega a hacerme falta. Dibujo toda la silueta de la primera rueda y luego paso a las otras dos, a las pequeñas.

Tal y como días atrás le dije a Nicole, siempre me he considerado un profesional, dejando las cosas de lado en estos momentos y dedicándome a las agujas. No es lo mismo, por supuesto, cuando tatúo a Areli o a otras personas cercanas, porque ahí las bromas se suceden, ya acostumbrados a una complicidad que sólo puede darse entre artista y lienzo. En esta ocasión, sin embargo, mi mente viaja en varias ocasiones al momento en que ella tatuó mi pecho. La sensación era brutal, y eso que no era una aguja de verdad.

Después de algunos minutos ya he terminado con los contornos, quedándome sólo colorear. No está quedando nada mal, pero cada vez mi mente se va más a lo que Nicole pueda estar sintiendo. En alguna ocasión me descubro trabajando de lado y echando de vez en cuando un vistazo a su cuello o a su rostro, pero no digo nada. Empiezo a hacer el trabajo que falta, ya más metódico que artístico, y llevo sólo un par de minutos con el ronroneo habitual de la aguja cuando mi voz sale grave de mi garganta. No es algo que decida conscientemente, ni tampoco una petición muy elaborada, sino una vez más mi lengua poniendo en voz alta algo que ronda mi cabeza.

—Dilo.

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27/02/2016, 18:35
Nicole Nazar

Toda mi atención se concentra en mi nuca y cuando llega la primera punzada contengo la respiración de forma audible y los dedos de mi mano buena se agarran del borde del respaldo de la silla, justo por debajo de mi barbilla. Es entonces cuando cierro los ojos, maximizando las sensaciones y el tacto de la madera se entremezcla con la molestia de la aguja. Me siento a su merced otra vez, como cuando trabajaba en mi espalda, tratando de anticipar en qué punto de mi piel llegará el dolor que no llega a serlo y mucho menos ahora que tengo los sentidos adormecidos.

Poco a poco mis mejillas se van sonrojando y termino mordiéndome el labio inferior, conteniendo en ese gesto las sensaciones que me recorren y al mismo tiempo centrando mi cerebro, que quiere echarse a flotar sin pedir permiso.

Su susurro me sorprende y me hace abrir los ojos, aunque no trato de buscarlo con ellos. Una sonrisa de medio lado va naciendo en mis labios, pero cuando hablo lo hago muy despacio y con un tono muy suave, esforzándome por no moverme lo más mínimo. No quiero terminar con una patata en la nuca. Por un momento me dan ganas de hacerme la tonta y preguntarle a qué se refiere, pero por algún motivo, cuando empiezo a hablar, esa idea queda descartada.

—Es como si todo mi cuerpo se concentrase en un único punto, allí donde va la aguja —murmuro—. Es cálido, dulce y ácido y me mantiene en una tensión constante. Es muy sexy —añado, mordiéndome de nuevo el labio para contener una risita. 

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27/02/2016, 19:00
Austin Garret-Jolley

Escucho el lento y cálido murmurar de Nicole mientras mis labios van tomando forma de sonrisa. Me gustaría fijar esas palabras en mi mente y en mis paredes, así que trato de atarlas cuanto antes a mi cabeza.

Para cuando ella termina de hablar esa especie de curiosidad tensa que se había instalado en mis sienes se ha aflojado un poco. Tengo los ojos brillantes y probablemente si me detuviera a pensarlo acabaría por tocar su cuerpo de otra manera que no fuera sujetándola, pero me centro en lo que estoy haciendo.

Me mantengo concentrado, sin dar más respuesta a sus palabras que mi sonrisa. Una que ella no puede ver, pero que doy por hecho entiende a través de mis dedos. Continúo tatuándola, sintiéndome como si cada nuevo dibujo que he hecho en su cuerpo fuera una costura entre su piel y su alma.

Para cuando estoy acabando me relajo un poco, liberándola de la aguja un instante y desperezándome para soltar la tensión de mi espalda. Al volver a ponerme a ello cambio un poco mi postura, apoyando mis pies en su silla, a ambos lados de su cuerpo, y echándome hacia adelante. Cada vez uso más mi mano libre para limpiar tinta o algunas gotitas de sangre en lugar de para sostenerla, y una vez termino suspiro, estirándome de nuevo. No digo nada: no todavía. En lugar de eso me quito uno de los guantes y dejo que mi mano izquierda se cuele por su costado, buscando los dedos para entrelazarlos con los míos, y con la derecha desinfecto y cubro con un apósito la zona. Luego me pego un poco más a ella, finalizado ya el trabajo, y con una sonrisa bailando en la boca apoyo mi sien en su hombro.

—Bueno —susurro entonces cerca de la zona que acabo de cubrir—. ¿Dónde compensamos la boa que tienes de menos?

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27/02/2016, 19:24
Nicole Nazar

Cuando el sonido de la aguja se detiene y su mano busca la mía, muevo los dedos para entrelazar los suyos con ellos y recoloco mi barbilla para que sean mis labios los que se apoyen con suavidad en nuestras manos. Casi echo de menos el golpeteo palpitante de la aguja, pero en ese momento una sensación de alivio se libera por todo mi cuerpo.

Con su frente en el hombro, muevo un poco la cara, rozando nuestros dedos con una sonrisa juguetona en los labios que Austin no puede ver, pero en cuanto llega su pregunta me giro un poco para buscar sus ojos. La duda inicial se desvanece enseguida a medida que se va convirtiendo en una sonrisa.

—¿Dónde te gustaría hacérmela? —pregunto en un susurro, con los ojos brillantes y las mejillas acaloradas.

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27/02/2016, 20:20
Austin Garret-Jolley

Al sentir sus dedos entrelazándose con los míos siento que, una vez más, hemos conectado. Y no hace falta tender puentes entre pupilas, ni compartir suspiros. Simplemente ese gesto es suficiente para sabernos unidos. Siento la caricia de sus labios, y por un momento me siento como si el mundo entero se hubiera invertido y estuviéramos boca abajo. Ella dibujando mis dedos con su boca, trazando a la inversa el camino dorado de mis yemas. Es poético, real y sugerente.

Noto cómo se gira y me muevo un poco, entendiendo que pronto nuestros ojos van a encontrarse. Al ver los suyos le dedico una sonrisa y no tengo que plantearme demasiado su pregunta. Tengo clara la respuesta desde el mismo momento en que se me ocurrió lo de la boa, cuando estábamos en su casa. La rodeo con la mano libre hasta que puedo usar la pinza del pulgar de la otra para quitarme el guante, abrazándola, y después dejo que mis dedos busquen la base de su espalda. Desde allí caminan por encima de mi camiseta, buscando su piel, y al encontrarla avanzan despacio hasta el hueso de su cadera.

Me quedo entonces callado y en silencio durante unos segundos, anclado en sus ojos, dando por hecho que con la presencia de mi mano en su cadera es suficiente para que me entienda.

—Pero te dolerá un poco más —susurro despacio, completando una frase que no he llegado a pronunciar.

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27/02/2016, 20:35
Nicole Nazar

Espero, con una impaciencia que crepita bajo mi piel, hasta que se quita el guante y sus dedos rozan mi piel tendiendo un puente desde el lugar que acaban de abandonar en mi nuca hace unos instantes. 

Respiro despacio cuando su mano se detiene, llenando por completo mis pulmones y después vaciándolos antes de responder a sus palabras.

—Me atrevo —digo en un susurro, ampliando mi sonrisa—. ¿Dónde quieres que me ponga? —pregunto entonces, sin hacer ningún movimiento por el momento.

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27/02/2016, 20:51
Austin Garret-Jolley

Observo su asentimiento y su sonrisa, devolviéndole una recíproca, ladeada y expectante a pesar de ser yo quien, al parecer, lleva la voz cantante. Rodeándola así, con las dos manos, podría quedarme algunos minutos más. Pero yo no marco la latencia de las cosas, y sé que este momento debe dar paso al siguiente.

Tomo aire en mi pecho, llenándolo contra su espalda, y dejo que mis ojos se vuelvan grandes de cara a los suyos, como si pudieran rodearlos tal y como yo estoy haciendo con ella.

—Eso depende —le contesto en el mismo tono discreto antes de que mi sonrisa se amplíe—. ¿Camilla o futón?

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27/02/2016, 21:00
Nicole Nazar

Su respuesta que es una pregunta al mismo tiempo, amplía la curva de mis labios y esta vez no tengo que pensarlo como la anterior en que escuché esas palabras, pues me da la sensación de que sólo hay una respuesta posible, una que viaja desde el pasado.

—Futón —susurro, ladeando mi sonrisa.

Y sin embargo, sigo sin moverme, dejando que sea él quien rompa ese abrazo en que me ha envuelto cuando considere que es el momento.

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27/02/2016, 21:07
Austin Garret-Jolley

Una vez más mis ojos se desvían hacia la sonrisa de Nicole. Una de esas sonrisas que es ni más ni menos de lo que aparenta, y con las que uno puede sentirse cómodo y al mismo tiempo atraído. Poco a poco voy tirando de mi muñeca, deslizando los dedos que están en su cadera lentamente hacia afuera. Me imagino en el baño, lavándome las manos de nuevo. Me imagino también colocando el futón y preparando las cosas para tatuarla. Pero son cosas que sólo suceden en mi mente, pues mi cuerpo está demasiado pegado al suyo.

Podría decir que mi mano me desobedece cuando, tras abandonar su cadera, se dirige hacia el lado más alejado de su cuello. Sin embargo podría decir eso como tantas otras mentiras, pues en ningún momento le doy la orden contraria. Acaricio su piel por un instante, casi alcanzando la zona del apósito, y después paso a su mandíbula, a su pómulo y a sus labios. Me siento tentado de dibujarlos de nuevo, pero finalmente todo se queda en una simple caricia, en el inicio de un camino dorado que continúo sólo con los ojos.

Aún así eso parece suficiente para detener el tiempo, de modo que permanezco ahí durante al menos diez segundos, simplemente mirándonos, aprovechando ese lapso regalado por el universo. Con una sonrisa empiezo a desenredarme de ella, dejando nuestros dedos como último punto de unión.

La sonrisa se mantiene en mi rostro mientras lo preparo todo, arrastrando una vez más el futón y lavándome las manos. Aguja, gasas, guantes... Lo preparo todo mientras ella se lava. Y al volver a encontrarnos la miro con los ojos brillantes e innegablemente oscurecidos. Traigo también un ejemplar de El Principito para asegurarme de copiar de forma perfecta el dibujo en cuestión. Por un instante antes de centrarme la repaso ahí, tumbada, observándola como la miraba antes delante de la lavadora. Puede que esté vestida, pero eso no la hace menos excitante. Y más aún estando descalza y con mi ropa puesta.

—¿Sabes que nunca he tatuado una boa que se ha comido un elefante? —pregunto con una sonrisa. En mi mirada se confunden la ilusión y otras emociones que ella ha provocado en mí, y no me molesto en ocultar ninguna de esas cosas. Entonces le tiendo el libro para que lo sostenga con una mano abierto sobre su vientre. Así podré consultarlo en todo momento.

—¿Lista?

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27/02/2016, 21:45
Nicole Nazar

Muevo el rostro para alargar la caricia con su mano, sin apartar mis ojos de los de Austin, hasta que el momento termina y empieza a apartarse. Noto entonces la ausencia de su calor en la espalda y cuando se lleva incluso sus dedos, tomo aire despacio y me pongo en pie. 

Mientras me lavo en el baño, de nuevo con una mano, pero menos frustrada que la vez anterior, mi mente retrocede a la situación de unos minutos atrás y le da distintos finales. Casi me dan ganas de cerrar la puerta y entretenerme un par de minutos antes de salir, pero finalmente sólo me refresco la cara. 

Me tumbo donde me indica y con la mano buena me bajo la goma de los pantalones hasta que queda por debajo de la cadera. Con la mala sujeto el libro que me tiende y luego con la buena empiezo a juguetear enredando entre mis dedos el borde de la camiseta. 

Le devuelvo la sonrisa, con un brillo que ha provocado a medias con el tatuaje y a medias con la mezcla y luego la ladeo, con cierta picardía.

—¿Una boa? Y yo que pensaba que era un sombrero... 

Y con esas palabras tomo aire despacio y asiento. 

—Estoy lista. 

Y vaya que lo estoy. La expectación se arremolina en mi estómago y la adrenalina ni siquiera ha llegado a abandonar mi sangre desde la última vez. Saber que va a doler más que el anterior concentra mis nervios y eriza mi piel. Me pregunto si dolerá tanto como el de las costillas. Me esfuerzo en quedarme quieta y poso la vista en alguna de las frases de las paredes, intentando leerla al revés, esperando que la aguja empiece su trabajo.

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27/02/2016, 23:32
Austin Garret-Jolley

Río de manera grave y suave con su comentario, y por un momento mis ojos se desvían hacia sus labios, tentado de pegarle al menos un buen mordisco antes de empezar. Pero ya con los guantes puestos, la máquina encendida y todo lo demás me recuerdo que soy un profesional, y que los profesionales no hacen esas cosas.

En cuanto el zumbido de la aguja comienza mi mente se va a otra parte, a una en la que pensar en lo que tiene delante no es una prioridad. Mientras tanto doy esa primera punzada y observo su reacción por su tuviera que detenerme

Comienzo, una vez más, marcando por dónde irá el dibujo. Mis ojos se alternan entre el libro y su cadera mientras voy haciendo una reproducción totalmente fiel del dibujo que allí se representa. Luego habrá que repasarlo, claro, pero así para entonces ya podré pasar del modelo cuando cambie a la aguja más grande.

Voy trabajando en la silueta poco a poco, sin prisa. En la piel de su cadera no es necesario sujetar para que esté tersa, pero lo hago igualmente con la mano libre para que no se mueva demasiado. Índice y pulgar están extendidos sobre su piel, manteniéndola firme, mientras los otros dedos sujetan su pantalón, enredados en el borde.

No soy consciente de que mi propia respiración está alterada hasta que no cambio la aguja. Así, inclinado sobre ella y teniéndola tan a mi alcance, es imposible no pensar en las palabras que dijo antes, en cómo su centro es la aguja y todo eso. Es poético, maravilloso y sexy.

En el momento en que me dispongo a repasar el contorno dándole más grosor cojo de sus manos el libro y busco con la que la tenía sujeta su mano mala. Lo hago con delicadeza, para no hacerle daño, y arrastro la punta de sus dedos conmigo, entrelazándolos con los míos para que me ayude a sujetarla. O a sujetarme a mí, no lo tengo muy claro.

Y entonces, sin llegar a decir nada, prosigo.

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27/02/2016, 23:46
Nicole Nazar

Sí que duele bastante más, pero menos que el de las costillas, o eso creo recordar. Aunque tal vez tiene que ver con tener los sentidos algo adormecidos. Sus dedos en mi tripa, el dolor punzante de la aguja que termina por ser sólo un golpeteo molesto, el hecho de estar así en las manos de alguien... El caso es que poco a poco me voy acalorando más y cada vez es más difícil mantener mi atención en las paredes. 

Bajo la mirada cuando las manos de Austin apartan el libro y me humedezco los labios cuando toma mis dedos entre los suyos para moverlos sobre mi piel. En ese momento le dedico una mirada con los ojos entrecerrados y no puedo evitar pensar que lo hace a propósito, sólo porque le debe parecer divertido tenerme temblando bajo sus manos y su aguja. Pero al cabrón le funciona, eso está claro. Tengo que tomar aire profundamente para poder llevar de nuevo mi mirada a cualquiera de las paredes y empezar a releer alguna frase al azar una y otra vez. Pero ni con esas su mano deja de ser demasiado presente.

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28/02/2016, 00:15
Austin Garret-Jolley

Esa mirada de Nicole que no sé si tomarme como un derroche de información o como una súplica, con ella humedeciéndose los labios hace temblar durante un instante las paredes de mi profesionalidad, y por un momento me imagino dejando que sea ella la que sujete su piel y buscándola entre la ropa con la mano que ahora está ocupada en eso, o invitándola a hacerlo ella misma. Sin embargo acabo por tomar aire y devolver mi mirada a su piel, centrándome en el zumbido de la aguja.

Tardo algunos minutos más en terminar y considerar que está perfecto. Aún así alargo los últimos trazos, queriendo eternizar ese momento tanto como el universo me permita. Y de no ser por la certeza de que lo que estoy haciendo son pequeñas heridas en su piel quizá repasaría una y otra vez los mismos surcos sólo por no dejar que esto terminase.

Para cuando al fin termino, rematando el ojo de la serpiente, aparto la aguja y la dejo a un lado, en el suelo. Ahora debería ser el momento en que la desinfecto, le pongo el apósito y demás, pero hay algo que parece tirar de mi pecho hacia el suyo, queriendo unirlos hasta que nuestras costillas se entrelacen y enganchen en un sólo esqueleto. La imagen, a pesar de ser un poco grotesca, es suficiente para que me dé cuenta de que si sigo por ese camino se le puede vaticinar, como mínimo, una infección.

Así que acabo por buscar su mirada con una petición en ella. Libero sus dedos, soltando su piel y nuestro contacto, y tiro levemente de la goma de su pantalón, esperando que me entienda. Luego, por primera vez en lugar de limpiar la zona con una gasa humedecida en desinfectante echo un buen chorro de este último, sabiendo que será suficiente. Lo seco con rapidez y me dispongo a tapar la zona, liberándome al fin de toda responsabilidad.

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28/02/2016, 01:24
Nicole Nazar

Noto que aparta la aguja y mis pupilas dilatadas le buscan hasta encontrar la urgencia que parece transmitir con su mirada. No me lo tiene que pedir dos veces, en cuanto empieza a tirar de mis pantalones llevo la mano buena a la goma y hago un poco de fuerza con los pies para elevarme un centímetro y empezar a bajármelos. Aunque con una sola mano es una tarea bastante complicada y tampoco ayuda el hecho de que me eche un chorro de algo que siento frío sobre la piel. 

Me estremezco y contengo la respiración durante un par de segundos. Para cuando me tapa el tatuaje apenas he conseguido bajar el pantalón unos centímetros, pero estoy empezando a ayudarme con los pies. 

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28/02/2016, 03:24
Austin Garret-Jolley

Una vez el tatuaje está tapado y puedo dedicarme a ella realmente no tardo en ayudarla con la tarea de quitarle los pantalones. La busco entonces, tendiéndome con ella y dispuesto que nuestras caderas sean punto de unión y metrónomo de este frenético momento.

Durante el siguiente rato dejo que, una vez más, manos y lengua de ambos toquen las cuerdas vibrantes de nuestras emociones. Aún ahora, después de comprobarlo incontables veces, me deleita cómo nos comunicamos y entendemos. No es hasta un rato más tarde, con la respiración frenética y el rostro enrojecido, que le pido que me espere sólo un instante. Vuelvo desnudo y con un preservativo ya puesto, y a partir de entonces dejo —o casi la invito a hacerlo entre jadeos— que se coloque encima para que su lesión no sea un problema.

Para cuando todo termina me encuentro brillante y cansado. Tumbado de lado junto a ella , tranquilo, le dedico una sonrisa mientras mis ojos la repasan una vez más como el alumno que revisa un examen antes de entregarlo y despedirse de él para siempre. Río entonces con suavidad, aunque no estoy seguro ni de qué, y poco a poco voy arrodillándome.

—Acércate —le pido, pasando una mano por la zona donde un rato antes he estado tatuándola. Una sonrisa traviesa se me escapa mientras busco su mirada—. Voy a desinfectártelo en condiciones —explico, antes quitarle el apósito y proceder a ello con mimo.

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28/02/2016, 03:42
Nicole Nazar

Cuando tan sólo queda mi respiración jadeante como un eco remanente de los últimos minutos, empiezo a hacer algunas cuentas mentales. June dice que el peligro es a partir de la veinteava repetición. Pero no estoy segura de si una noche entera cuenta como una, o como varias. Voy a tener que preguntarle. Sólo han sido dos noches. En todo caso, poniéndonos en el peor de los casos... Sólo llevamos seis o siete entre las dos, así que estamos bastante a salvo. Además ya hemos tenido una especie de versión de la charla, todo va bien. Lo de Ashton ya es otro cantar, pero no voy a enturbiar el ahora pensando en ello. 

Mis músculos están completamente relajados y el aire todavía abandona mis pulmones de una forma un tanto errática, pero me acerco al borde cuando Austin se baja del futón y lo contemplo mientras se dispone a desinfectar en condiciones. No lo puedo evitar. Se me escapa una risita sólo de pensar en la anterior desinfección, directamente a chorro. 

Juguetona, estiro los dedos de la mano buena para enredarlos con los suyos o sencillamente participar de esa limpieza de mi cadera, tal y como hacía él antes conmigo mientras estirábamos la pizza asesina. Y en esa postura, con la mano mala colgando del futón y la cabeza ladeada, sonrío ampliamente, todavía algo colocada por los medicamentos y la cerveza. 

—Joder. Voy a tener que dejar la moto aquí —comento tras un suspiro, frunciendo la nariz al darme cuenta de que voy a tener que estar varios días sin poder montar en mi pequeña. No se me ocurre nada que vaya a echar más de menos que eso—. Pero mandaré a Ted mañana a que la recoja.