Partida Rol por web

Castillos de arena

Tinta tus sueños

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28/02/2016, 04:13
Austin Garret-Jolley

Tras quitarle el apósito y tomar la crema desinfectante comienzo a entretenerme no sólo con el dibujo, sino también con sus dedos juguetones. La miro por un momento sentado en el futón, mientras entre los dos extendemos la crema. Acabo por entrelazar los dedos con los suyos, divertido, y al ver su sonrisa mi mente se va una vez más no sé muy bien ni adónde.

Escucho sus palabras mientras me dejo caer de nuevo a su lado, cansado. Algo en ellas no me termina de encajar, pero no logro ubicar qué.

—Molestar molestas poco, puede recogeros a las dos si quieres —comento con naturalidad una vez me doy cuenta de qué se trata. Lo digo sin dejar de jugar con su mano y antes de posar mis ojos en los suyos.

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28/02/2016, 04:21
Nicole Nazar

¡Poco! —exclamo, bromeando—. Te he llenado la cocina de comida, me he bebido tus cervezas, te he gastado el champú por partida doble y para terminar te he estropeado la mitad de la cena. —Hago una pausa y añado algo más tras una risita. —¡Ah! Y has tenido que invitarme al médico. No quiero ni pensar en qué haría alguien que te molestase mucho. 

Me pienso sus palabras en silencio durante algunos instantes. La verdad es que irme ahora en un taxi a mi casa, colocada, sola y con la mano descojonciada, me apetece entre poco y nada. Pero por otra parte...

Es que June dice que es peligroso pasar más de veinticuatro horas con una misma persona con la que te acuestas —informo, con una media sonrisa divertida al desvelar uno de los secretos femeninos de mi amiga—. Se le puede coger demasiado cariño y luego eso ya no tiene arreglo. 

Sin embargo, la idea de irme cada vez es menos apetecible y termino encogiéndome de hombros.

—Aunque... Si me prometes que no me vas a coger más cariño por quedarme... A lo mejor acepto la invitación. 

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28/02/2016, 04:34
Austin Garret-Jolley

Río de buena gana con sus primeros comentarios, escuchando su versión de todo lo que ha sucedido, y no me molesto en discutir ninguna de esas cosas, que es evidente que no son más que exageraciones.

—Sólo diré —enuncio levantando el índice de la mano que no está con sus dedos— que la última vez que llegó alguien que molestaba las paredes estaban limpias —aseguro, exagerando tanto como ella—. Así es como quedaron después.

Luego, cuando explica aquella teoría extraña de su amiga, la miro durante un instante valorando cuánto de en serio habla. Sin embargo no he llegado a una conclusión y ya estoy riendo de nuevo.

—Claro —ironizo con una sonrisa—. Puedes sacarme de la cama a las nueve de la mañana, invitarme a hacer puenting, bañarte conmigo en el río, traerme a trescientos en la moto, hacer todas esas cosas que dices en mi casa, conocer a mis amigos... —enumero antes de alzar la mano, como si hubiera de repente algo que no se podía tocar—. Pero eh, no te quedes cuatro horas más —digo riendo—, que se cumple el plazo y es peligroso.

Dicho eso la miro a los ojos, volviendo a reír después. Y entones paro, mirándola durante un instante como si me hubiera dado cuenta de algo peliagudo.

—Oye, ¿tú controlaste a qué hora me fui de tu casa, no? —pregunto—. A ver si se me pasó el plazo, me he enamorado y no me he dado cuenta —bromeo divertido antes de llevar la mano libre a su rostro para hacer una pequeña caricia en su mejilla.

—Bueno, yo te lo prometo —digo con la complicidad de quien hace cualquier promesa absurda como parte de un juego— Aún así, para quedarnos más tranquilos, uno puede salir al descansillo y volver a entrar. Seguro que eso reinicia el contador.

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28/02/2016, 05:12
Nicole Nazar

Me río con su explicación sobre las paredes, aunque no me creo ni una palabra y no sólo porque sea evidente que exagera, sino porque las movidas de las paredes las ha hecho él, no un intruso. Y además, son diferentes desde la última vez que vine. 

Y también me río cuando él lo hace de forma que parece que la teoría de June es una completa tontería. Y lo es, la mayoría de las que tiene lo son. Siempre he pensado que lee demasiadas revistas de esas para ejecutivas pasivo-agresivas, como la cosmopolitan y esas mierdas. Pero eso no hace que no sean divertidas igualmente y quién sabe. Lo mismo alguna vez tiene razón con alguna.

Sin embargo, niego con la cabeza a lo siguiente. 

—No, no —afirmo con una seguridad que me delata—. Te fuiste mucho antes de las veinticuatro horas. Así que estás a salvo de mí por ahora. —Me encojo de hombros ladeando mi sonrisa. —Ahora, ya de lo que pase a partir de las nueve de la mañana... Ya no me hago responsable.

Con sus últimas palabras asiento, mostrando mi acuerdo hacia esa especie de pacto absurdo y después sonrío ampliamente, como si Austin acabase de dar con la clave.

—Eso no es mala idea. Se solucionarían todos los peligros.

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28/02/2016, 14:27
Austin Garret-Jolley

Respiro de manera exageradamente aliviada cuando aclara que estoy a salvo de ella, llevándome la mano al pecho y todo.

—Uf, menos mal —le digo con una sonrisa cómplice y divertida—. Por un momento me habías puesto la piel de gallina.

Sonrío luego con su siguiente comentario evadiendo responsabilidades, y esa misma sonrisa se amplía al escuchar sus siguientes palabras.

—Pues entonces ahora vengo —digo, totalmente resuelto a salir. La miro por un instante a los ojos antes de soltar su mano y me inclino sobre ella para morder su cuello mientras me pongo en pie.

Una vez ahí paso la vista por la habitación, con una sonrisa. Al ver a Federico y Clint de nuevo dormidos y abrazados en los cojines hago un gesto a Nicole para que los mire, enterneciéndome un poco. Después camino hacia la puerta del apartamento, desnudo, salgo y la cierro tras de mí. Cuento hasta cinco, y llamo al timbre.

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28/02/2016, 14:39
Nicole Nazar

Desde el momento en que me doy cuenta de que realmente va a salir del piso empiezo a reírme a carcajadas. Lo sigo con la mirada, todavía tumbada en el futón y cuando su culito sexy desaparece por la puerta me río todavía más ante la idea maligna de dejarlo ahí fuera. 

El timbre suena, pero todavía me tomo algunos segundos antes de levantarme y acercarme a la puerta y cuando lo hago no abro directamente.

—No, no quiero comprar una aspiradora. Váyase, estas no son horas de llamar —digo entre risitas, alzando la voz un poco para que pueda oírme desde el otro lado. 

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28/02/2016, 14:50
Austin Garret-Jolley

La temperatura del descansillo es sensiblemente  más baja que la de casa. No como para coger una pulmonía por estar un par de minutos fuera, pero sí lo suficiente como para que mi piel se erice. Además agradezco el felpudo que Rachel me regaló años atrás, porque el suelo de baldosa está totalmente helado.

Al escuchar la respuesta de Nicole al otro lado de la puerta río con suavidad. Mi mirada se va a las otras puertas del descansillo por un segundo, y no deja de hacerme gracia la idea de que ahora salga alguno de mis vecinos fantasma.

—No vengo a vender ninguna aspiradora, señora —le digo, pasando a tratarla de usted—. Unos desalmados me han atracado y me la han robado —argumento antes de añadir algo más—. Y la ropa, también. Le enseñaría mi carnet de persona de fiar, pero también me lo han quitado.

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28/02/2016, 14:59
Nicole Nazar

Suelto una carcajada al ver que me sigue el rollo y asomo un ojo por la mirilla. Tenía toda la intención de seguir haciéndome de rogar un poco más, pero al verlo desnudo en el descansillo me da pena y me ablando, así que tras una risita suspiro ostentosamente.

—Voy a dejarle pasar porque parece usted buena persona y porque no todos los días se le presenta a una un macizo en pelotas en el felpudo para alegrarle la vista. Pero que sepa que si tiene intención de violarme tendrá que vérselas con el gato, el hurón y la máquina de tatuar.

Dejo un par de segundos más y abro, con una sonrisa divertida.

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28/02/2016, 15:10
Austin Garret-Jolley

Al ver cómo cambia la luz del agujero cuando ella se acerca a la mirilla observo desde mi posición poniendo carita de pena, divertido. Luego, con su respuesta, vuelvo a reír, aunque una mirada un poco distinta se me escapa hacia la puerta cuando me define de esa manera. Finalmente al escuchar su amenaza río de nuevo, imaginándome la máquina de tatuajes cobrando vida para eso.

En el momento en que ella abre la puerta y me deja pasar lo hago mirándola fijamente, dejando que mis ojos y los suyos se encuentren de una forma densa una vez más. Extiendo una mano en su dirección, cogiéndola por la cintura, antes de hacerla girar poco a poco y cerrar la puerta con su espalda, apoyánola en ella.

—¿Nunca te han dicho que no abras a desconocidos? —pregunto sin separar mis pupilas de las de ella, divertido, siguiéndole aún el juego —. Quizá yo sea un hombre horrible que ha matado un macizo y se ha vestido con su piel —expongo, haciendo referencia al cuento infantil del lobo que con piel de cordero muerto.

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28/02/2016, 15:20
Nicole Nazar

No me esperaba tanta intensidad en su mirada y me sorprende, pero al mismo tiempo también me atrapa por completo y las risas se disuelven en una sonrisa traviesa. El tacto de la madera fría en la espalda me estremece, pero no hago nada por apartarme. Al contrario, estiro una mano para ponerla en su pecho y de ahí empiezo a deslizarla lentamente hacia su cintura.

—Si eres capaz de decirme una sola cosa mala que podría pasarme por haber abierto esa puerta, te regalo el hurón —respondo, con un brillo divertido en la mirada. 

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28/02/2016, 15:26
Austin Garret-Jolley

Al ver que ella no sólo se deja poner contra la puerta, sino que me toca y acaricia en respuesta, una sensación que perfectamente podría ser un ronroneo nace en la parte baja de mi estómago mientras mi piel se eriza a su paso, agradeciendo esta nueva temperatura. El brillo de sus ojos incrementa el de los míos, y antes de hablar llevo una mano hacia su pelo, colocando un mechón y apoyándola luego en la puerta, como si la estuviera atrapando contra ella.

Explicarle que un animal es algo que decide quién es su dueño es algo que ni se me pasa por la cabeza, una vez dentro de este juego.

—Podría enfrentarme al gato, al hurón y a la máquina de tatuar —le digo despacio y manteniendo la mirada, continuando con lo que ella dijo antes—. Podría intentar violarte.

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28/02/2016, 15:40
Nicole Nazar

Mi sonrisa se amplía, divertida con el juego y niego levemente con la cabeza.

—No, no podrías —digo con total seguridad—. Porque aunque vencieras al gato, al hurón y a la máquina de tatuar, todavía tendría la forma perfecta de anular tu violación. 

Hago una pequeña pausa y enarco ambas cejas, como si estuviera a punto de hacer algo espectacular. Y entonces pronuncio tres palabras.

—Noventa y uno.

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28/02/2016, 15:53
Austin Garret-Jolley

Aún con mis ojos en los suyos y mi mano en la puerta escucho su respuesta y sonrío con ella, dejando que la mano que está en su cintura la acaricie mientras tanto. En el momento en que genera esa expectación me cuelgo directamente de sus ojos, esperando que diga o haga algo más. Por un momento se me pasa la idea de que vaya a darme un rodillazo en los huevos, pero no me aparto lo más mínimo. Aunque prefiero que no sea así, si tiene que venir, que venga.

Cuando llega su respuesta, sin embargo, estallo en carcajadas inesperadas. Vale, esa era una posibilidad, la única que ahora parece tener sentido. Y una que cierra este momento con un broche de complicidad, cosas compartidas y diversión. Puede que sea eso, o la certeza de que una vez más hemos conectado, pero cuando la vuelvo a mirar mis ojos están encendidos con el calor de una promesa que ni yo tengo claro en qué consiste.

—Tú no sabes lo que has hecho —enuncio con algo que se parece a seguridad mientras bebo el fondo de sus pupilas.

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28/02/2016, 16:10
Nicole Nazar

En cuanto comienzan sus carcajadas, me uno riendo con él, satisfecha de que haya pillado la referencia tan fácilmente. Pero cuando las risas se detienen y su mirada vuelve a atraparme, cargada con una intensidad que no sé si se debe a un desafío o a una promesa, mis labios se curvan y en mi mirada se puede ver que sea lo que sea, no me pillará desprevenida. 

—¿Y qué se supone que he hecho? —pregunto entonces, con una sonrisa traviesa bailando en mis labios. 

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28/02/2016, 16:33
Austin Garret-Jolley

Recibo su mirada como la certeza de que sabe de sobra a qué me refiero, pero es una de esas cosas que sé que no hay que intentar poner en palabras para que no se evaporen. La observo entonces, mordiéndome el labio al darme cuenta de que debo dar tiempo a nuestros cuerpos a ponerse a la altura de mi mente, y dejo que la mano de su cintura empiece a repasar su vientre las líneas de sus costillas. Lo hago sin mirar, siguiendo el tacto de las heridas cicatrizadas en su piel, y cuando llego a la línea discontinua vuelvo a bajar al tiempo que mi otra mano agarra su cuello y pone el pulgar en su barbilla, alzándola.

Y entonces las palabras vienen a mi lengua solas, traídas por la poesía del momento. A estas alturas todo mi cuerpo se siente un poco extraño, pero sé a ciencia cierta que los hilos que unían una semana atrás nuestros ojos han crecido hasta nuestros pechos, y que por eso a veces estos quieren juntarse de nuevo. Al hablar la miro con toda la intensidad de mi pecho y de mi estómago y las pupilas dilatadas.

—Darme permiso —expongo. No hay artificialidad para decir que eso cambia todo, porque no es así. Simplemente redondea algo hasta hacerlo más cercano, más poético y más nuestro. Y casi de inmediato, tras sostener su mirada y su barbilla un par de segundos más, mi boca viaja lentamente hacia su cuello, como si esa fuera la única conclusión posible a sus palabras anteriores. Los dedos en su vientre siguen buscando sus líneas, pero los otros se aflojan hasta dejar que ella mueva su cabeza como quera, buscan su cuello y sus labios, dispuestos a acariciarlos una vez más.

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28/02/2016, 17:13
Nicole Nazar

Tras sus labios van los míos, recorriendo su cuello y su pecho con una familiaridad que se ha creado esta noche y que es nueva y vieja al mismo tiempo. Y tras mis labios, los dedos, los suyos y los míos, hasta que el ambiente se vuelve denso y las manecillas de todos los relojes de ese piso se detienen. 

Ni siquiera sé en qué momento nos trasladamos al futón, ni en cual visitamos alguna de sus paredes, envolviéndonos en las líneas y letras que la adornan, pero cuando el mundo empieza a moverse de nuevo, nuestros cuerpos descansan sobre su cama y estoy tan agotada que ni siquiera soy capaz de mantener los ojos abiertos.

Siento la calidez del cuerpo de Austin junto al mío, su piel bajo mis dedos que se mueven tan despacio que es casi imperceptible y su respiración acompasando mi sopor, como si fuese una nana. Mis labios se curvan en una sonrisa, o lo intentan, al tiempo que mi pecho deja escapar un suspiro satisfecho.

A lo lejos percibo el zumbido de mi teléfono, probablemente avisando de que su agonía por falta de batería ha llegado a su fin, y es lo último que mi mente procesa antes de que la oscuridad me envuelva con su manto aterciopelado. 

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28/02/2016, 18:43
Austin Garret-Jolley

Aquellas palabras, ese «Darme permiso» liberado, se extienden y alargan como una sombra a lo largo de mi casa y de nuestros cuerpos. Nos acompañan mientras nos encontramos una vez más, poniendo sudor de nuevo donde antes hubo agua.

Para cuando las pieles vuelven a ser pieles y no charcos densos donde nos unimos mi respiración es sosegada. La cabeza de Nicole reposa en mi hombro después de que el último estallido sacudiese nuestras gargantas, y mi mano pasea por su espalda despacio, acompañando de manera muda los dedos de ella en mi pecho.

Lo cierto es que todo mi cuerpo me pide seguir despierto. El día ha sido una sucesión de subidón tras subidón, al menos si dejamos de lado el accidente de Nicole, y el reposo actual, aunque necesario, me sabe a poco. Sin embargo el calor del cuerpo de mi amiga y sus caricias van haciendo mella en mi vigilia, provocando agujeros con la forma de sus dedos por los que el sueño penetra.

Al final acabo por acercar el edredón usando las piernas y taparnos, rindiéndome a la pesadez que empuja cada vez con más fuerza mis párpados. Mi última exhalación consciente abandona mi pecho con la satisfacción de saber que este día ha sido exprimido al máximo. Y cuando mis ojos se cierran lo hacen casi escondiéndose del amanecer que amenaza con entrar por la ventana.

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28/02/2016, 19:45
Director

Dos corazones volvieron a dormir próximos, con los restos de la adrenalina compartida en ese día, tarde y noche. Sus pieles seguían tocándose cuando sus mentes desaparecieron del plano terrenal para reencontrarse en la nada, el vacío de luz que ya les era conocido.

Vieron castillos de arena, gigantes, erguirse sobre las nubes. Contemplaron el vuelo de infinitas luciérnagas doradas despegar de las almenas de esos castillos, y deshilarlos con sus marcha. Fueron testigos de derrumbe de esas construcciones y de un grito de agonía y llanto que cortó sus mentes sangrándoles el alma.

Las nubes se agruparon, solitarias, vacías y difuminadas en la oscuridad que empezaba a comerse la visión de los soñadores, y entonces, entre sus sombras encontradas, pudieron ver una serpiente negra como el carbón con hilos plateados dibujando sus escamas reptar alrededor de las nubes, enroscarse en ellas y ahogarlas, hasta que todo se rompió en millones de fragmentos de espejo.

Ese día no vieron el infante de mirada aguamarina, pero reconocieron sus ojos aterradores en el rostro dulce de una niña de mejillas rosadas. La visión de la pequeña empezó a deshacerse por sus pómulos en miles de esporas de diente de león que la volatilizaron y se alzaron hasta convertirse en cuervos. Sus labios fueron lo último en desaparecer y cuando lo hicieron vocalizaron una palabra que ninguno oyó pero derribó a uno de los cuervos que estalló a medio camino de su descenso.

El rojo del interior del pájaro cayó sobre la puerta que se mostraba frente a los dueños de pieles poetas y en cuanto sus manos enlazadas pusieron sus dedos en el pomo, la sangre recorrió las vetas de la madera hasta dibujar el símbolo del infinito bien rojo sobre la entrada a un mundo, y la salida de otro, cada cual más loco, cada cual más cuerdo.

A la lejanía pudieron escuchar un reloj empezar a tocar campanadas de hora.

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28/02/2016, 20:44
Austin Garret-Jolley

Aquel sueño me lleva como si, una vez más, fuera aire. Mis ojos se deslumbran con cada imagen, bebiendo de ellas con una sonrisa, aprendiendo de su belleza y guardándola en mi pecho. Algunas de ellas me resultan ya familiares, pero otras en cambio no lo son en absoluto. Me maravillo con los castillos de arena, con las luciérnagas que los deshilachan e incluso con ese grito de agonía, asumiéndolo para vomitarlo más tarde o más temprano. Aquella serpiente sin embargo lleva mi mente a mi propia pared, donde no sólo está dibujada, sino también tachada con trazos gordos de un color rojo intenso hechos con las palmas de mis manos.

De alguna forma agradezco la ausencia de alguien, o de algo, aunque ni yo mismo llego a saber de qué se trata. Aún así hay algo en esa niña que me señala que lo que quiera que sea no se ha ido del todo. Sin embargo cualquier rastro de pesadumbre se va al ver las semillas de dientes de león. Es inevitable que mis hilos de pensamiento me traigan la imagen de una torre, de una ciudad, de un tatuaje, aunque no llega a cobrar consistencia del todo antes de que esos cuervos tomen forma.

Esa palabra pronunciada pero no escuchada me deja con la intriga en la boca del estómago. Trato de preguntar, de saber qué sílabas podría alguien querer conformar como las últimas aún dentro de mis sueños, pero antes de que mi voz llegue a expresar mi curiosidad el estallido de un cuervo cerró mi garganta.

No tengo muy claro desde cuándo no estoy solo, pero es al darme cuenta de que mis dedos están entrelazados a los de alguien cuando mi sonrisa se amplía un poco. Mis ojos buscan a la dueña de esos dedos, pero no es necesario encontrar sus pupilas para saber de quién se trata. No sé si el sonido de ese reloj es una señal para quedarnos quietos, para decir que es demasiado tarde, o más bien para apremiarnos, pero una vez más dejo que mis labios tengan su propia cadencia. Me tomo un instante para saborear la expectación, para sonreír y para estrechar ese pomo y esos dedos entre los míos.

—¿Cap ou pas cap? —pregunto a punto de abrir esa puerta con una mirada cómplice, aventurera y, sobre todo, soñadora.

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28/02/2016, 21:02
Nicole Nazar

Las nebulosas de mi mente se abren para mostrar a mis ojos cerrados un paisaje que contemplo por primera y por enésima vez al mismo tiempo. Las emociones se mezclan y crujen en algún lugar de lo que podría ser mi pecho o no serlo pues cómo saber si yo misma no estoy hecha de esa misma arena que construye castillos, o si mi cuerpo lo conforman un grupo de luciérnagas. 

Mi estómago se encoge con la visión serpenteante y mi cerebro enciende todas sus alertas, pero mis pupilas la buscan con un desafío en su fondo, encarándola como si fuese posible enfrentarse a ella. Las esporas y las plumas se entremezclan y ni siquiera estoy segura de qué fue antes y qué es ahora, pero mis dedos se extienden ante mí, deseando tocar ese infinito granate que parece cargado de promesas y temores. 

No sé si llega antes el susurro o la consciencia de que no estoy sola, pero mis labios se curvan en una sonrisa cómplice al escuchar esas palabras mientras la sensación de expectación antes de abrir una puerta prohibida se arremolina en mi estómago, o lo que tenga en su lugar.

—Cap —murmuro en respuesta, girando la muñeca y el pomo para atravesar esa puerta a otros mundos. No existe en el mundo otra respuesta posible.