Partida Rol por web

Castillos de arena

Tinta tus sueños

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06/02/2016, 15:09
Nicole Nazar

Me río con sus primeras palabras y me encojo de hombros antes de responder con un cierto dramatismo de más. Ni idea de qué serán los Primigenios esos, pero suena chungo a muerte.

—Es casi como si lo hubieras hecho, te lo aseguro. 

Me sorprendo cuando habla del siguiente, porque yo ya daba por hecho que habíamos terminado con esos dos. Sin embargo, no me parece mal, todo lo contrario, mi sonrisa se amplía y me miro de nuevo en el espejo, imaginándolo sobre mi piel. Me quedo pensativa un instante, valorando las dos opciones que propone. En la espalda suena genial, pero no lo vería nunca. En las costillas parece menos genial, pero podría verlo con más facilidad. O taparlo al gusto. 

Mientras tanto escucho sus reflexiones sobre el amor y lo miro sorprendida cuando habla de mujeres. Siempre había dado por hecho que este chico era completa y absolutamente gay. Enarco las cejas y se lo suelto sin pensarlo mucho, con esa cruda honestidad que nunca he podido —ni querido— quitarme de encima.

—Vaya. Pensaba que eras muy gay. Bueno, no bi, quiero decir... Gay del todo.

Entonces reflexiono sobre su última pregunta y mis ojos se desvían hacia el futón. No tengo ni idea de para qué tengo que elegir, pero una camilla suena como a hospital. A eso o a centro de belleza. Y paso de sentirme como si me estuvieran depilando. 

—Futón, supongo —respondo finalmente. Parece más cómodo, eso seguro—. Y estaba pensando que en la columna no me lo voy a poder ver nunca... ¿Sería mejor en las costillas? —termino, dejando esa decisión en sus manos también.

Mientras espero que me de alguna indicación sobre el camino a seguir mi mente viaja a Hugh de nuevo y cambio el peso de una pierna a la otra. 

—Tuve un novio —mastico la palabra— una vez. Y me duró más de tres meses, ¿eh? Estuvimos viviendo juntos como tres años, pero el último fue un infierno. Él sólo quería sentar la cabeza, que nos casáramos y formar una familia. —Arrugo la nariz al llegar a este punto. —Tener hijos y todo eso. Puf. Además él odiaba mi trabajo, decía que era un desperdicio que fuese profesora. 

Hago una pausa y me encojo de hombros ante la única conclusión lógica.

Así que me largué. 

Miro de nuevo al futón y cambio de tema a uno más interesante mientras mi sonrisa vuelve en todo su esplendor. 

—¿Dónde me pongo entonces?

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06/02/2016, 16:14
Austin Garret-Jolley

Al escuchar cómo dice lo que pensaba de mí mi reacción es casi instantánea, liberando una carcajada animada que llena la habitación.

—Qué va —le digo, haciendo un gesto para quitarle importancia—. Yo me lo paso bien con las personas que sean interesantes, sean chicos o chicas, pero me pasa siempre —explico con una sonrisa antes de encogerme de hombros—. Rachel dice que es por no ir baboseando a la gente —expongo de buen humor, como si ella supiera quién es mi hermana—. Yo creo que los prejuicios por el arte y por alguien capaz de cocinarse su propia comida también influyen, así que será un poco de las dos cosas.

Después de eso y tras escuchar que prefiere el futón me acerco hasta él y tiro, arrastrándolo por el suelo con la costumbre de quien lo ha hecho cien veces. Mientras tanto voy escuchando sus palabras, y cuando lo dejo lo suficientemente cerca de la máquina me quedo de rodillas, mirándola desde el suelo.

—Costillas —afirmo.

Me quedo sin embargo con ganas de lo otro. La verdad es que la idea de algo así a lo largo de la columna tiene que ser genial, sobre todo cuando lo continúe hasta recorrerla entera, como si el propio mundo formase su espina dorsal. Dicho eso palmeo el futón y observo su cuerpo con atención, encajando el dibujo sobre su piel en mi mente.

—Venga, lávate y túmbate boca arriba —la animo casi impaciente, palmeando la superficie del futón.

Empiezo a prepararme yo también entonces, acudiendo al baño una vez más para lavar mis manos con jabón especial.

—Hiciste bien, aunque me alucina que aguantases tanto con alguien que odiaba tu trabajo —le digo en respuesta a sus palabras, y la mención del infierno me evoca una imagen clara—. Suenas a Perséfone raptada y convertida en reina del Inframundo mientras ella sólo quiere marcharse —expongo con naturalidad, versionando el mito a mi antojo—. Hades queriendo darle todo lo que había a su lado del río Estigia, y ella pensando sólo en la vida que se pierde en la superficie. Aunque tú no tienes pinta de necesitar que te ayuden a escapar, ni de caer en las trampas para quedarte atada para siempre a él —le digo—. Tienes más pinta de largarte sola. Y en moto —bromeo mientras cierro el grifo.

—Yo creo que no he tenido nada que pudiera convertirse en eso —expongo ya de vuelta antes de encogerme de hombros—. Supongo que yo me lo pierdo —sentencio al final, yendo a por un par de guantes nuevos y preparando las cosas para desinfectar la zona. Entonces la miro con los ojos brillantes, dispuesto a continuar —. ¿Lista?

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06/02/2016, 17:43
Nicole Nazar

Me alegro al ver que no se toma a mal mis palabras, a veces a la gente le molesta que diga las cosas de una forma tan directa y sin rodeos y mientras habla me pregunto por qué creía que era gay. No tengo ni idea, pero directamente lo di por hecho en cuanto lo vi. A saber. 

Vuelvo hacia la cocina para lavarme las costillas y me quedo con la duda de si debería quitarme el sujetador o no será necesario. Por el momento lo dejo, supongo que con moverlo un poco debería servir si hace falta. Escucho mientras lo que explica sobre mitos griegos y le dedico una mirada admirada. Joder, es que sabe un montón de cosas. 

—Le quería —respondo como toda explicación a por qué me quedé con él tanto tiempo. Después me encojo de hombros y suelto una risa—. Pero sí, huí sola y con la moto, aunque no estoy orgullosa de cómo lo hice. Me marché sin decir nada y eso no estuvo bien.

Al volver me arrodillo para tumbarme en el futón y empiezo a pensar que a lo mejor habría sido mejor idea lo de la camilla, para mantener bien marcadas las distancias y eso. Porque ahora estoy tumbada sobre algo mullidito, sin camiseta y presupongo que Austin el no-gay del culo prieto se va a tener que inclinar sobre mí. Casi que me van entrando ya calores y eso que la adrenalina todavía no ha empezado a correr aún. 

Su pregunta aparta mi atención de esos pensamientos y busco su mirada para asentir. 

—Listísima —digo, con una sonrisa de pura expectación.

Empiezo a entender por qué hay gente que se hace adicta a esto. Antes pensaba que era por el gusto a tener dibujos encima, pero no. Debe ser por la sensación del momento en sí. 

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06/02/2016, 22:27
Austin Garret-Jolley

Al escuchar su explicación —o re-explicación— sobre lo sucedido con ese antiguo novio rey del inframundo una parte de mi cerebro se queda atrás, pensando en ello. Mientras tanto la veo tumbarse y me acerco, visualizando una vez más el dibujo sobre su piel.

En cuanto dice que está lista me arrodillo en el suelo, a su lado. Con nuevas gasas y desinfectante termino de limpiar la zona, asegurándome de que no haya peligro de ningún tipo. La verdad es que no tengo claro del todo dónde voy a empezar y dónde voy a terminar por la naturaleza de este tatuaje en concreto, de modo que sólo por si acaso lo hago sobre más zona de la que probablemente hará falta. Mientras tanto me fijo una vez más en su piel, asegurándome de no pintar por encima de ningún lunar. No es que sea malo, ni mucho menos, pero marcas así mola conservarlas. No seré yo quien borre las huellas que trae de fábrica, eso está claro.

—¿Puedes desabrocharte? —le pido con naturalidad—. No hace falta que te lo quites ni nada.

Luego prosigo, y sólo cuando toda la zona está desinfectada comienzo con la que será probablemente la última obra del día sobre la piel de Perséfone.

Lo cierto es que, de los tres, este es probablemente el de diseño más sencillo. La aguja a usar es del tamaño con que suelo hacer el contorno, así que es más fina... Y aún así es con el que más cuidado debo tener. Un error no puede ser tapado, como con los otros, y eso puede ser un problema. Otros tatuadores primero dibujarían sobre la piel con un rotulador fino o alguna otra cosa, pero no creo que sea necesario. Hace muchos años que eso no cambia nada.

—Bueno, aunque no estés orgullosa tampoco tienes que arrepentirte —digo entonces, retomando el tema que ha quedado pendiente en mi mente—. Seguro que los dos aprendisteis algo importante, y eso es bueno —aseguro.

Mientras, con una mano extendida sobre su piel, manteniéndola quieta, voy avanzando en lugares emblemáticos. Mi atención está totalmente puesta en el dibujo. De vez en cuando le doy un pequeño aviso cuando sé que le va a doler más, pero mis ojos no buscan los de ella hasta que decido preguntar.

—¿Y por qué profesora? Y más de instituto... ¿Tan buena fue tu adolescencia?

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06/02/2016, 23:17
Nicole Nazar

La expectación me mantiene en vilo una vez más, hasta que por fin la aguja se clava en mi piel. Y joder, esta vez sí que duele. Al menos más que las otras dos, lo cual es suficiente para que contenga la respiración de golpe. No tardo en acostumbrarme y el traqueteo termina por ser sólo una molestia constante, pero soportable. 

—Ah, no me arrepiento en absoluto —respondo de inmediato—. Creo que es lo mejor que he hecho en mi vida. 

Evito conscientemente mirarlo a él, dejando que mi mirada se evada por el techo o por las paredes, fijándome en pequeños detalles de los que abundan en ellas. Su mano sobre mi piel es una presencia constante, que se suma a todo lo demás hasta que termino soltando una risita floja y mordiéndome el interior de la mejilla. Debo tener los ojos brillantes y sé con certeza que mis mejillas están sonrojadas, porque las siento calientes. Bastante me cuesta concentrarme para no moverme lo más mínimo. 

Su pregunta es un alivio, porque así puedo hablar de algo que me distraiga de esa sensación excitante de estar dejándome hacer algo que es doloroso y placentero al mismo tiempo. Suelto el aire por la nariz antes de hablar, todavía con esa sonrisita en los labios. No me lo habría creído si me lo hubieran dicho antes de venir, pero me voy a largar de este piso con un calentón considerable así a lo tonto.

—Estuvo bastante bien, supongo —respondo—. La cosa es que los niños pequeños no me gustan mucho y en la universidad es todo como demasiado serio para mí. Bastante me costó terminarla cuando era estudiante, como para aguantarla de profesora. Pero los adolescentes están muy bien, tienen la cabeza tan llena de tonterías que me río mucho con ellos y todo es más flexible. 

Trato de no apoyar el hombro vendado demasiado y al final termino mirándolo a él. Es raro hablar hacia el techo. 

—La otra opción era ser mecánica en un taller, pero eso sí que era el horror. A todo el mundo le parecía mal. —Mi sonrisa se amplía. —Pero me da igual, joder. Algún día lo haré. 

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07/02/2016, 00:37
Austin Garret-Jolley

Al llevar los ojos a Nicole y encontrarla así, sonrojada y con los ojos brillantes, le dedico una sonrisa. Escucho sus palabras sin apartar mis ojos de los suyos, y puede notarse cómo mis pupilas beben cada una de ellas.

—Pues debe dársete bien, porque se nota que eres feliz con ello —señalo—. A ningún profesor que se le dé mal es feliz —digo antes de ladear un poco la cabeza, pensando por un instante—. O quizá a ningún profesor infeliz con su trabajo se le da bien —comento antes de ponerme un instante en pie para cambiar estirar las piernas y volver a bajar, cambiando mi postura.

—Yo no terminé el instituto —digo luego, y no puede notarse en mi voz ningún tipo de tristeza—. De hecho repetí dos veces el último año antes de que mis padres asumieran que aquello no era para mí. Entonces fue un poco drama, pero creo que he ganado más de lo que he perdido.

Tras esas palabras vuelvo a acercar la aguja a su piel, dejando que el zumbido la acompañe. Sin embargo un instante más tarde vuelvo a buscar sus ojos con una media sonrisa.

—Eh —protesto—, mecánica mola. Quien diga que no no tiene ni idea.

—La gente se empeña en medir los trabajos por para qué sirven, cuánto vas a ganar o qué cosas vas a tener que aguantar. O cuánto vas a mancharte —expongo haciendo un gesto en eso último, para indicar que me refiero en concreto a ella por lo del taller—. Pero todos serían más felices si se fijaran en las cosas que de verdad les hacen ilusión —digo antes de dedicarle una sonrisa—. Y os dejarían a los demás más en paz —añado, excluyéndome automáticamente. A mí hace mucho que nadie me dice ese tipo de cosas, si es que alguien lo ha hecho alguna vez. La verdad, supongo, es que he tenido suerte.

Tras ese pequeño discurso vuelvo a bajar mi mirada hacia su piel. Extiendo una mano para tomar una gasa y limpiar lo que llevo, y la observo con una sonrisa que podría ser traviesa, o pícara.

—Sigo —anuncio, mirándola durante un instante más. No me molesto en ocultar ni mi expresión ni el brillo de mis ojos: es evidente que me guardo algo.

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07/02/2016, 00:59
Nicole Nazar

—Eso tendrías que preguntárselo a mis alumnos, supongo —respondo con una sonrisa, mientras se pone en pie y se estira. Y con sus siguientes palabras me encojo un poco de hombros.

—Yo no quería acabarlo. Con dieciséis quería irme de aprendiz al taller del padre de una amiga. Pero me temo que mis padres no eran tan permisivos como los tuyos porque por muy cabezota que me puse, no me sirvió de nada. Hice la carrera sólo para que me dejaran en paz, pero al menos escogí la que yo quise. —Frunzo la nariz en una mueca de disgusto. —Ellos esperaban que fuese un clon de Miss Perfecta, mi hermana. 

Mientras sigue hablando, estiro el cuello, tratando de ver algo de lo que está haciendo. La intriga me corroe y ya estoy deseando que termine para ver el resultado final. Empiezo a intuir que voy a tener dificultades para elegir una postura en la que dormir durante unos días, pero la verdad es que habrá valido la pena. Ya estoy deseando enseñárselos a mi madre para ver cómo se escandaliza.

Mis labios se curvan en una sonrisa con ese pensamiento, pero cuando vuelvo a relajar el cuello y veo la expresión de Austin, frunzo el ceño con curiosidad. —Eh, ¿qué estás tramando?

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07/02/2016, 01:31
Austin Garret-Jolley

Escucho su explicación mientras mantengo su mirada, y justo cuando voy a volver a ponerme a trabajar y me hace aquella pregunta mi sonrisa se amplía más, así como a los lados de mis ojos aparecen pequeñas arrugas mientras estos se iluminan más todavía.

—¿Yo? —pregunto con exagerada inocencia fingida—. Tatuarte una patata —bromeo antes de reír—. Es broma, ahora lo verás —aseguro mientras me pongo a ello. Durante los segundos siguientes sigo perforando y entintando su piel, usando la otra mano con total naturalidad y moviéndola conforme avanzo. Es probablemente el tatuaje más largo que le he hecho, rebasando ya los doce centímetros, y ya estoy llegando a la altura de su pecho, pintando por el lado.

—Los clones no me gustan, son aburridos. Son como... —comento entonces, antes de separar la mano de la aguja y hacer un gesto, como buscando las palabras, aunque es evidente que las he encontrado antes de mover mi mano—. Muy iguales.

Después de eso echo un vistazo a la expresión de Nicole, consciente de que estará preguntándose qué estoy haciendo. Eso es lo mejor. Bueno, eso y que se deje. Otros se marcharían y me plantarían una demanda, pero por eso no suelo tomarme este tipo de licencias. Ni tatuar a esa gente. En ese momento, manteniendo la sonrisa, vuelvo a limpiar toda la zona, listo para hacer la última parte.

El último tramo lo hago en silencio. Evito por deferencia a ella tocar su pecho con la mano que se encarga de sujetarla, y nada en mi actitud demuestra que aquello no sea normal. Probablemente ella note que, al contrario que antes, ya no sigo una línea continua. O quizá no lo note, quién sabe. Mi expresión es al mismo tiempo de concentración y de expectación, y justo cuando estoy terminando alzo los ojos, como si acabase de darme cuenta de algo.

—Hueles bien —le digo, buscando con la mano gasa sin usar para limpiar ese último trozo—. Y no es canela —enuncio, antes de inspirar un par de veces—. ¿No?

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07/02/2016, 01:59
Nicole Nazar

Suspiro, resignándome a mantener bajo control mi curiosidad durante algunos minutos más. La encierro y dejo que mi mirada se desvíe de nuevo hacia las paredes, mientras la siento rebullir en mi estómago, instándome a estirar la cabeza de nuevo para tratar de ver algo. 

Según la aguja se acerca al lateral de mi pecho, duele más. Pero al mismo tiempo también es más sensorial y me muerdo el labio inferior al sentirme de nuevo más acalorada de lo que me gustaría. Mi imaginación, libre e incorregible, empieza a imaginar situaciones a partir de la actual y termino contando hasta diez una y otra vez, fijándome en los dibujos de las paredes para mantenerme quieta. Sin embargo, mis dedos empiezan a jugar nerviosos con el borde del futón, pellizcándolo y esperando que tome su forma para volver a pellizcarlo. 

En esa tarea me encuentro cuando habla de nuevo y sus palabras me sorprenden por lo inesperadas y atraen mi mirada. 

—Eh... —dudo un instante, aspirando yo también y tratando de olerme sin moverme—. Debe ser el gel —concluyo—, tengo uno de vainilla que me regalaron en un pack de estos navideños con varias cosas. 

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07/02/2016, 02:15
Austin Garret-Jolley

Río de forma suave al ver cómo ella trata de olerse a sí misma. Eso sin duda es gracioso. Luego, cuando da su respuesta, asiento conforme y termino al fin lo que estaba haciendo. Los últimos retoques son rápidos, basta marcar más algún punto aquí y allá. Y una vez he terminado me aparto un poco, observando satisfecho el resultado completo. La sonrisa de mi rostro deja claro que es exactamente lo que esperaba.

—Tu patata está lista —bromeo mirándola de una forma casi inquieta, ansiosa porque descubra lo que hay ahí en realidad

Tras ese anuncio me aparto un poco, notándome cansado. Puede que todos fueran pequeños, pero al fin y al cabo han sido tres tatuajes seguidos. Me arrastro hasta el borde del futón, sentándome en él de cara al espejo para ver su cara cuando ella vaya a comprobar el resultado.

En su costado, recorriéndola desde la tercera costilla desde abajo hasta el lateral de su pecho, una línea va dibujando lo que habíamos acordado: monumentos y lugares que ella debe conocer de sobra por haberlos visitado. Sin embargo, al terminar, hay uno más añadido con línea discontinua, uno que la verdad es que no sé si habrá visto al menos en fotos.

—Es la Alhambra de Granada —le digo encantado, sin ver nada de malo en habérsela tatuado—. Cuando vayas te la completo. Y si mientras ves otras cosas, lo seguimos por el otro lado —expongo antes de dejarme caer en el lado derecho del futón—. Por mi parte, si quieres, siempre puedes tener algo pendiente. Creo que mola la idea.

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07/02/2016, 02:31
Nicole Nazar

En cuanto se aparta me levanto, sin perder mucho el tiempo, y me acerco al espejo para levantar el brazo y contemplar el último dibujo. Sonrío ampliamente, es cojonudo, aunque no tengo ni idea de lo que es la silueta inacabada hasta que me lo dice. Ladeo la cabeza acercándome más al espejo para verlo mejor y después busco su mirada en el reflejo. 

Ahora sí que voy a tener que ir como sea —afirmo con decisión—. Es como tener objetivos marcados y así al mismo tiempo una motivación más para cumplirlos. —Hago una pausa. —Es cojonudo, me encanta —sentencio como veredicto. 

Dudo sobre qué hacer con el sujetador que cuelga desabrochado. Antes dijo que era mejor si no llevaba ropa que apretase el tatuaje y este pasa justo por debajo del elástico inferior. Así que supongo que antes de vestirme me lo quitaré. No tengo tanto pecho como para no poder ir sin él unos días. Por el momento, lo dejo puesto aunque cuelgue, porque lo que me falta es estimular más mi imaginación quitándomelo, y regreso hacia el futón para que me ponga un apósito de esos. 

Muchas gracias por tu arte, Austin. Me encantan los tres. Y bueno, toda la experiencia ha sido acojonante. —Sonrío, dedicándome a mí misma una pequeña apreciación privada sobre la experiencia. —Y me tienes que decir cuánto te debo. 

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07/02/2016, 03:11
Austin Garret-Jolley

Mi expresión se convierte en alegría compartida al ver que el resultado le gusta tanto como a mí. Y no sólo eso, sino que el extra le agrada.

—Esa es la idea —le digo con respecto a lo de tener que ir como sea. Entonces mirándola desde mi posición, tumbado, alzo una mano para llamar su atención—. Y yo no quiero insinuar nada, pero quepo en una maleta —digo con una sonrisa—. Literalmente.

Mientras vuelve al futón le hago un gesto, señalando el botiquín, para pedirle que lo acerque. Y en el tiempo que tarda en acercarse me estiro un momento desde mi posición para tirar del cable de la máquina sin llegar a levantarme y así desenchufarla.

Una vez está a mi lado escucho sus palabras, y mi expresión no puede ser de mayor júbilo. Al igual que al bailar delante de un público es ahora, cuando todo ha terminado, cuando mi cuerpo empieza a darse cuenta de las cosas que le pasaban por dentro en este rato, y cuando el exceso de adrenalina por la emoción de lo creado empieza a centrarse en otras cosas además de tatuar.

Sin embargo al escuchar sus últimas palabras frunzo el ceño, y no tardo en negar con la cabeza.

—Estás de coña, ¿no? —le digo—. No voy a cobrarte por usarte para pintar lo que me ha dado la gana —explico con naturalidad—. Es como si los lienzos o las paredes tuvieran que pagarme, o algo —expongo, con un tono que deja claro que, aunque estoy bromeando, no voy a cogerle ni un dólar—. Quita, quita. No ha sido un encargo tuyo, más bien me has dejado tu cuerpo para que dibuje —aseguro antes de negar una vez más—. Así que no digas bobadas —digo antes de dedicarle una sonrisa—. Bastante que no me cobras tú a mí.

Dichas esas palabras me incorporo un poco, apoyando el codo en el futón y la cabeza en esa mano. Desde ahí observo el trabajo recién hecho, y de no ser yo el que se supone que sabe de estas cosas le pediría destapar los otros para verlos juntos.

Es cojonudo, me encanta —aseguro en voz más baja terminando de sentarme sobre el futón y tomando varios apósitos. Habrá que recortarles los lados a un par de ellos para poder cubrir todo el tatuaje sin que el adhesivo quede sobre la zona, y harán falta más que en los otros.

 —Gracias a ti por dejarte  —le digo entonces, antes de formar una expresión cómplice—. Ninguno de ellos existiría sin ti.

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07/02/2016, 03:42
Nicole Nazar

Acerco el botiquín en mi camino y me arrodillo en el futón a su lado, tendiéndoselo. Ante su negativa, frunzo el ceño.

—Pero te has gastado la tinta y el uso de la máquina y todo... Al menos los materiales me tienes que dejar que te los pague —afirmo, con un brillo obstinado en la mirada—. Y con lo cojonudo que te ha quedado todo... 

Sigo su mirada hasta llegar al dibujo yo también y sonrío, completamente feliz por haberme atrevido a hacerlo. Sin embargo, no abandono el tema y continúo con él mientras él cubre el tatuaje con los apósitos.

—Me gustaría pagarte también por tu arte, pero si no te dejas, como mínimo los materiales y una cena. ¿Te hace? Sé preparar algunos platos franceses. 

Me lo quedo mirando mientras termina de taparlo, sosteniendo el sujetador con la mano para que no le moleste la tela que cuelga, y en el momento en que ya no se ve ni una porción del dibujo siento una punzada de lástima por dejar de verlo. 

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07/02/2016, 04:00
Austin Garret-Jolley

Escucho sus argumentos, y su empeño por pagarme no deja de hacerme gracia. Por una parte lo agradezco, es evidente que no es una de esas personas que no reconozcan el trabajo que he hecho, pero aún así vuelvo a negarme. Dejo que hable de los materiales, y cuando termina alzo una ceja, escéptico, mientras me quito los guantes. Entonces termino de tapar su herida.

—Cuando tengas que arreglarme la máquina —digo, poniéndola en situación—, ¿vas a cobrarme los tornillos? —pregunto de manera retórica, y dando por hecho que la respuesta sería negativa prosigo.

—Hacemos una cosa —propongo entonces—. Añade a esa cena francesa un vino de nombre impronunciable, y estamos en paz —aseguro con una sonrisa, y le tiendo de inmediato la mano para cerrar el trato—. Yo me encargo del postre.

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07/02/2016, 04:14
Nicole Nazar

Me lo pienso un instante. Mi parte cabezota está empeñada en que eso no es suficiente, pero lo que dice de los tornillos es cierto, así que finalmente emito un suspiro exagerado y extiendo la mano. 

—Trato hecho —digo, tomando la suya y estrechándola— Supongo.

En cuanto termina de colocar el apósito me levanto y me acerco a mi ropa. Me quito el sujetador y me pongo la camiseta. Entonces busco algún reloj con la mirada pero al no encontrar uno, termino sacando el móvil del bolsillo de la chupa. Tengo la esperanza de poder hacerle una visita a Ashton en cuanto salga. Así que tras comprobar la hora, le envío un mensaje por whatsapp y mientras espero que los lentos dedos del profesor de historia sigan su curso, regreso hacia Austin.

—¿Te ayudo a recoger las gasas y eso? —ofrezco, con una sonrisa. La verdad es que ahora mismo le limpiaría el piso como agradecimiento ya que no quiere cobrarme. O a lo mejor le hago un regalo. Algún mueble tal vez, que no le vendrá mal.

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07/02/2016, 11:52
Austin Garret-Jolley

Asiento convencido cuando ella acepta el trato. Lo hago, de hecho, con la convicción que debe faltarle a ella, y más a juzgar por el "Supongo" posterior. Cuando se levanta yo me quedo algunos segundos más tirado, pero cambio de idea al ver que se pone a escribir un mensaje.

—No te preocupes, ahora me encargo —le digo, disponiéndome a ello y dejándole así espacio para que siga escribiendo lo que quiera. Lo primero que hago, sin embargo, es arrastrar el futón de vuelta a su sitio—. Por mí puedes quedarte, voy a hacer albóndigas —aclaro entonces, notando el cambio en el ambiente. Lo digo con normalidad, como si su presencia fuera bienvenida, pero tampoco fuese a echarla de menos—. Pero si tienes planes, no te vayas sin conocer a Federico y a Clint —señalo, haciendo un gesto hacia la habitación mientras voy recogiendo.

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07/02/2016, 13:15
Nicole Nazar

Estoy caliente como una moto 
¿Estás ocupado? 

Notas de juego

Por si te hace gracia ver el mensaje XD.

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07/02/2016, 14:15
Nicole Nazar

—Creo que me iré —respondo, metiendo el móvil en el bolsillo de los vaqueros todavía a la espera de la vibración que indicará una respuesta—. Pero te ayudo a recoger antes.

Voy cogiendo gasas y lo que parezca desperdicios y los llevo donde él lo haga. Después echo una mirada a la puerta que señala con curiosidad. 

—Es verdad, dijiste que tenías una gata... A mí me gustan más los perros, pero los gatos también están bastante bien. 

Me encamino entonces hacia la habitación, abro la puerta y asomo la cabeza, en busca de las mascotas.

—¿Albóndigas de carne? Creo que voy a tener que revisar mis primeras impresiones, estaba convencida de que eras vegetariano —confieso con una risita.

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07/02/2016, 14:34
Austin Garret-Jolley

—Gata y hurón —especifico con una sonrisa terminando de meter todo en la papelera—. Aunque él también se cree un gato.

Al abrir la puerta —que estaba sólo entornada— Nicole puede ver a los dos animalillos sobre la cama casi como los dejé varias horas antes. Una hecha una bola, durmiendo, y el otro con la cabeza apoyada en un par de libros sobre las sábanas.

La habitación es pequeña, de unos cuatro metros cuadrados, y sólo tiene la cama, una mesilla de noche con más de diez libros y una lámpara. La ropa que tengo y todo lo demás está guardada de bajo de la cama, en cajones de plástico, y cerca de la puerta hay otra nueva pila de libros, sólo que esta llega hasta la cintura y parecen todos iguales. Al sentir la presencia de una persona extraña Federico, una gata tricolor, alza un poco la cabeza, buscando a Nicole con expresión somnolienta.

—Sí, tendrías que revisarlas —asiento desde la sala, divertido, y no tardo en añadir algo en referencia también a lo de antes—. A mí me gusta la verdura, la carne y el pescado.

—En realidad lo de comer sólo verdura lo hice un par de meses, pero eso no puede llamarse ser vegetariano —le digo más tarde—. Luego me faltaba energía al bailar, o me daban bajones —expongo antes de encogerme de hombros—. Así que me pasé a la ganadería responsable. Es más cara, pero también más sana.

Una vez compruebo que todo está en orden cojo el otro trozo que había cortado de bizcocho y me lo llevo al cuarto.

—Son geniales —le digo pasando para sentarme en la cama y llevar una mano hacia Clint, que sigue dormido—. Al principio el zumbido de la máquina les daba miedo, pero ahora se duermen cada vez que lo oyen.

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07/02/2016, 17:20
Nicole Nazar

—Hola cosita... —susurro en dirección a la gata al ver que está dormida.

Me acerco despacio y extiendo la mano para que pueda olerme y decidir si se deja tocar. La verdad es que me gustan los bichos, aunque de niña nunca conseguí que me dejasen tener un perro y después no he querido atarme a uno por si se me plantea un viaje repentino. Pero mis abuelos paternos tenían una finca con perros y gatos y en verano pasaba mucho más tiempo con ellos que con la familia. 

Me siento en la cama y si la gata me da permiso, la acaricio con suavidad, rascando debajo de la barbilla. —Hola... ¿Te gusta que te rasque? Qué mona eres...

—Son una monada —confirmo en voz alta cuando Austin entra.

Y lo cierto es que casi habría preferido que se quedase fuera a que se acomodase en la cama estimulando irremediablemente de nuevo mi imaginación. Saco el móvil para comprobar si hay respuesta y suspiro, buscando la mirada del tatuador.

—Bueno, creo que me voy a ir ya —digo, con una sonrisa, todavía acariciando a la gata—. Pero ya me dirás cuándo te va bien venir a cenar a casa.